Que nuestro corazón esté en continua actitud, ofrecido en espíritu de sacrificio por 3 fines:  


Para dar Gloria al Padre,

Para la conversión de las almas y

por los que rodeaban y fueron fieles compañeros de Jesús en sus penas

Atendamos primero unas palabras del P. Massieu




De la charla del Padre Carlos Massieu  Miami, 9 de septiembre del 2020   

"Sacrificio quiere decir  

ofrecer, hacer sagrado algo, dedicar algo, consagrar algo a Dios, 

En la Misa:

- Momento de la Consagración del pan y del vino: 

No sufrimos nada.  Y sin embargo realizamos el más grande y perfecto sacrificio, porque consagramos los dones que Dios nos ha dado en el ofertorio que están representados con ese poco de pan y y ese vino que deben ESTAR UNIDOS con la ofrenda que cada uno de los participantes lleva de sí mismo de su voluntad, de su trabajo de esa semana, de sus penas, de sus alegrías, de todo lo que ha hecho.  Lo lleva al Altar y se lo dedica al Señor.  ESTO ES SACRIFICIO.

También tiene el sentido (esta palabra de Sacrificio), de que yo renuncio a algo, pero de hecho aún haciendo esto, como hacían en el antiguo testamento, llevarle un corderito o un par de palomas o dos pichones era como una privación de algo que tu aprecias, que te privas de eso y se lo ofreces al Señor".


Jesús quiere de Luisa continua actitud de sacrificio.

Por ello nosotros iniciamos el día en actitud de sacrificio, que es de ofrenda de todos mis actos pequeños o grandes para que todo sirva para que venga tu Reino, salva a tus almas... para que todo el día sea una consagración, una ofrenda..."

Del vol. 3, cap. 20 :

Que nuestro corazón esté en continua actitud, ofrecido en espíritu de sacrificio por 3 fines:  

Para dar Gloria al Padre,

Para la conversión de las almas y

por los que rodeaban y fueron fieles compañeros de Jesús en sus penas


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 3-20  Diciembre 25, 1899 

Jesús quiere de Luisa continua actitud de sacrificio

Después de haber pasado algunos días casi de privación total de mi sumo y único Bien, acompañados por una dureza de corazón, sin poder ni siquiera llorar mi gran pérdida, si bien ofrecía a Dios también aquella dureza diciéndole: 

“Señor, acéptala como sacrificio, sólo Tú puedes ablandar este corazón tan duro”. 

Finalmente, después de un largo penar, ha venido mi amada Mamá Reina trayendo en su regazo al celestial Niño envuelto en un pañal, todo tembloroso; me lo ha dado entre mis brazos diciéndome:

“Hija mía, caliéntalo con tus afectos, porque mi Hijo nació en extrema pobreza, en total abandono de los hombres y en suma mortificación”.

 ¡Oh, cómo era agradable con su celestial belleza! Lo he tomado entre mis brazos y me lo he estrechado para calentarlo, porque estaba casi entumecido por el frío, no teniendo otra cosa que lo cubriera que un sólo pañal. 

Después de haberlo calentado por cuanto he podido, mi tierno Niñito, entreabriendo sus purpúreos labios me ha dicho:

“¿Me prometes tú ser siempre víctima por amor mío, como Yo lo soy por amor tuyo?”

Y yo: “Sí tesorito mío, te lo prometo”.

Y Él: 

“No estoy contento sólo con las palabras, quiero un juramento y también una firma con tu sangre”.

Y yo: “Si quiere la obediencia lo haré”.

Él parecía todo contento, y ha agregado:

“Mi corazón desde que nací lo tuve siempre ofrecido en sacrificio 

para glorificar al Padre, 

para la conversión de los pecadores 

y por las personas que me rodeaban y que más me fueron fieles compañeros en mis penas. 


Así quiero que tu corazón esté en continua actitud, 

ofrecido en espíritu de sacrificio por estos tres fines”

Mientras esto decía, la Reina Mamá quería al Niño para alimentarlo con su leche dulcísima. Se lo he devuelto y Ella sacó su pecho para ponerlo en la boca del Divino Niño, y yo astuta, queriendo hacer una broma, he puesto mi boca para chupar, he sacado pocas gotas, y en el momento de hacer esto han desaparecido, dejándome contenta y descontenta.

Sea todo para gloria de Dios y para confusión de esta miserable pecadora.