Novena en Honor 

al Espíritu Santo


Para la Fiesta de Pentecostés

28 de Mayo, 2023



Conozcamos

los Dones 

del Espíritu Santo

Para vivirlos en nuestros actos,

pidiendo para todos

el don de la divina voluntad



Del Espíritu Divino, enviado al Cenáculo del Monte Sión - Primera Iglesia Cristiana

Día 5

Don de Piedad

Introducción

Esta Novena tiene la intención de que recibamos en todo nuestro ser un nuevo Pentecostés como lo recibieron los Apóstoles acompañados de la Virgen María. 

Ellos estuvieron con la Madre del Cielo esperando la promesa que Jesús les hizo en la  Ascensión. 

Ahora nosotros como hijos pequeños de la Divina Voluntad a imitación de los Apóstoles y pidiendo su intercesión, nos unimos a la Reina de la Divina Voluntad esperando esta nuevo desbordamiento del Espíritu Santo.

Día 5

Don de Piedad


Conozcamos 

para vivir en Divina Voluntad 

los Dones del Espíritu Santo

Del Espíritu Divino, enviado al Cenáculo del Monte Sión, Primera Iglesia Cristiana


Giro de Oración con reparación al Espíritu Santo

Algunas ya las hemos atendido en estos 50 días de preparación a Pentecostés.

Unidos a Nuestra Madre María Santísima y a Luisa, la pequeña hija de la Divina Voluntad, en el Cenáculo del Monte Sión (1era. Iglesia Cristiana), oramos por la Gran Efusión del Espíritu Santo para un Segundo Pentecostés para toda la humanidad, se extienda el Reino de Tu Divina Voluntad y triunfe en todos la Era del Tercer Fiat!




En Virtud de la Palabra de Jesús respecto al Don de Piedad, oremos:



Oramos al Espíritu Santo por el gran Don de Piedad

 

Ven, Oh Santo Espíritu, Te imploramos Tu Don de Piedad para alcanzar en nuestra vida, la verdadera inseparabilidad de Amor con el Padre.

Nosotros, los pequeños hijos de la Santísima Divina Voluntad queremos vivir Unidos a la Santa Divina Voluntad de Dios. 

Sea nuestra voluntad humana Unida a la de Jesús y Transformada en Él, viviendo no fuera sino dentro de Él, para ser reflejo y retrato perfecto de Jesús y no estar separados de Él.  

Que el vuelo del Querer Divino no se detenga en nosotros, para recibir la Gran Efusión de este Don de Piedad en la Divina Voluntad.


Tú, Espíritu Santo, vendrás y renovarás la faz de la tierra. 

Amado Jesús, que esta humilde oración sea Tu Gran Mandato. 

Fiat!

Te imploramos Tu Don de Piedad para alcanzar en nuestra vida, la verdadera inseparabilidad de Amor con el Padre

Enseñanzas del Don de Piedad en la Plenitud del Don de la Divina Voluntad

Algunas ya las hemos atendido en estos 50 días de preparación a Pentecostés.



Ven, oh Santo Espíritu. Imploramos el vivir en tu Divino Querer, para que con el Don de Piedad alcancemos la verdadera inseparabilidad de Amor con el Padre.



AUDIO

Cita completa

 La Piedad es oración continua

De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 12, cap. 18 (2-8)  agosto 14, 1917 

... “Hija mía, Yo no hacía otra cosa que darme en poder de la Voluntad del Padre, si pensaba, pensaba en la mente del Padre; si hablaba, hablaba en la boca y con la lengua del Padre; si obraba, obraba en las manos del Padre; también el respiro respiraba en Él, y todo lo que hacía iba ordenado como Él quería.  Así que podía decir que mi Vida la desarrollaba en el Padre, y Yo era el portador del Padre, porque todo encerré en su Querer y nada hacía por Mí, mi punto principal era la Voluntad del Padre, porque Yo no ponía atención a Mí mismo, ni por las ofensas que me hacían interrumpía mi curso, sino que siempre volaba más a mi centro, y mi Vida natural terminó cuando en todo cumplí la Voluntad del Padre.  

Así tú hija mía, si te das en poder de mi Voluntad, no tendrás más pensamiento de nada, mi misma privación que tanto te atormenta y te consume, corriendo en mi Voluntad encontrará el sostén, mis besos escondidos, mi Vida en ti vestida de ti, en tu mismo latido sentirás el mío, ardiente y doliente, y si no me ves, me sientes, mis brazos te estrechan, y ¿cuántas veces no sientes mi movimiento, mi aliento refrescante que calma tus ardores?  Tú sientes todo esto, y cuando haces por ver quién te ha estrechado, quién te ha dado su aliento, y no me ves, Yo te sonrío y te beso con los besos de mi Querer y me escondo más en ti, para sorprenderte de nuevo y para darte un avance de más en mi Voluntad.  Por eso no me amargues con afligirte, sino déjame hacer, el vuelo de mi Querer no se detenga jamás en ti, de otra manera obstaculizarías mi Vida en ti, mientras que con el vivir de mi Querer, Yo no encuentro impedimento y hago crecer y desarrollo mi Vida como quiero”.

Ahora, para obedecer quiero decir dos palabras acerca de la diferencia del vivir resignado a la Divina Voluntad, y el vivir en el Divino Querer:

Primero, vivir resignado

 según mi pobre parecer, significa resignarse en todo a la Voluntad Divina, tanto en las cosas prosperas como en las adversas, mirando en todas las cosas a la Divina Voluntad, el orden de las disposiciones divinas que tiene sobre todas las criaturas, y que ni siquiera un cabello puede caer de nuestra cabeza si el Señor no lo quiere.  

Me parece que es como un buen hijo que va adonde quiere el padre, sufre lo que quiere el padre; rico o pobre le es indiferente, porque está contento sólo con ser lo que el padre quiere; si recibe o pide órdenes de ir a alguna parte para el desempeño de alguna empresa, él va solamente porque lo ha querido el padre, pero mientras dura el tiempo de estar lejos debe tomar un descanso, detenerse para reposar, tomar el alimento, tratar con personas, por tanto debe poner mucho de su querer a pesar de que va porque lo ha querido el padre, pero en tantas cosas se encuentra en la ocasión de hacer por sí mismo, por lo tanto puede estar los días, los meses, lejos del padre, sin estar en todas las cosas especificada la voluntad del padre.  

Así que a quien vive resignado al Divino Querer le es casi imposible no mezclar su voluntad en lo que hace, será un buen hijo, pero no tendrá en todo los pensamientos, las palabras, la vida del padre retratada del todo en él, porque debiendo ir, regresar, seguir, tratar con otros, el amor queda roto, porque sólo la unión continuada hace crecer el amor, y jamás se rompe, y la corriente de la voluntad del padre no está en comunicación continua con la corriente de la voluntad del hijo, y en aquellos intervalos el hijo puede habituarse a hacer la propia voluntad; sin embargo creo que es el primer paso hacia la santidad.

Segundo, vivir en el Divino Querer, 

quisiera la mano de mi amable Jesús para escribirlo...

Vivir en el Divino Querer significa inseparabilidad, no hacer nada por sí mismo, porque delante al Divino Querer se siente incapaz de todo, no pide órdenes ni las recibe, porque se siente incapaz de ir solo y dice: 

“Si quieres que haga, hagamos juntos, y si quieres que vaya, vayamos juntos”.  

Así que hace todo lo que hace el Padre:  

Si el Padre piensa, hace suyos los pensamientos del Padre, y no hace ni un pensamiento de más de los que hace el Padre; si el Padre mira, si habla, si obra, si camina, si sufre, si ama, también ella mira lo que mira el Padre, repite las palabras del Padre, obra con las manos del Padre, camina con los pies del Padre, sufre las mismas penas del Padre y ama con el amor del Padre; vive no fuera sino dentro del Padre, así que es el reflejo y el retrato perfecto del Padre; lo que no es para quien vive solamente resignado.  

A este hijo es imposible encontrarlo sin el Padre, ni al Padre sin él, y no sólo externamente, sino que todo su interior se ve como entretejido con el interior del Padre, transformado, perdido todo, todo en Dios.  ¡Oh, los vuelos rápidos y sublimes de este hijo en el Querer Divino!  

Este Querer Divino es inmenso, a cada instante circula en todos, da vida y ordena todo, y el alma espaciándose en esta inmensidad vuela hacia todos, ayuda a todos, ama a todos, pero como ayuda y ama el mismo Jesús, lo que no puede hacer quien vive sólo resignado, así que a quien vive en el Divino Querer le es imposible hacer por sí solo, más bien siente náusea de su obrar humano, aunque sea santo, porque en el Divino Querer, las cosas, aún las más pequeñas, toman otro aspecto, 

adquieren nobleza, 

esplendor,

santidad divina, 

potencia 

y belleza divinas,

se multiplican al infinito, y en un instante hace todo y después que ha hecho todo, dice:  

“No he hecho nada, lo ha hecho Jesús, y este es todo mi contento, que miserable cual soy, 

Jesús me ha dado el honor de tenerme en el Divino Querer para hacerme hacer lo que ha hecho Él”

Sólo en esto, creo, consiste la verdadera santidad; todas las demás cosas son sombras, larvas, espectros de santidad.  En el Querer Divino las virtudes toman puesto en el orden divino; en cambio fuera de Él, en el orden humano, están sujetas a estima propia, a vanagloria, a pasiones.  

¡Oh! cuántas obras buenas y cuántos sacramentos frecuentados son de llorarse delante a Dios, y de repararse, porque están vacíos del Divino Querer, por tanto sin frutos. 

Quiera el Cielo que todos comprendieran la verdadera santidad, ¡oh! cómo todas las demás cosas desaparecerían.

Por tanto, muchos se encuentran en el camino falso de la santidad, 

muchos la ponen en las pías prácticas de piedad, y ¡ay de quien se las estorbe! ¡Oh! cómo se engañan, si sus quereres no están unidos con Jesús, y también transformados en Él, lo que es continua oración, con todas sus pías prácticas su santidad es falsa, y se ve que estas almas pasan con mucha facilidad de las pías prácticas a los defectos, a las diversiones, a sembrar discordias y a tantas otras cosas.  

¡Oh, cómo es deshonrosa esta especie de santidad!..."  

AUDIO


La Oración Incesante Vence a Dios 

De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 22-17 (3-6) Agosto 12, 1927

Cómo la oración incesante vence a Dios. 

Trastorno de la naturaleza. Las tres fuentecitas. Preparación de guerras mundiales 



Me sentía bajo el peso tremendo de su privación, estaba oprimida, desvariaba, me sentía tan mal que no podía más; y mi adorable Jesús, después de haberme exprimido bien bajo un peso tan doloroso, teniendo compasión de mi extrema aflicción me ha estrechado fuertemente entre sus brazos diciéndome: 

 “Pobre hija, cómo estás mal, ánimo, no quiero que te reduzcas a estos extremos, te oprimes demasiado, no obstante debes consolarte, tu interior es un hablar continuado ante la Majestad Divina y un acto continuado. Y un hablar sin cesar jamás pidiendo el reino de mi Fiat Divino ante Dios, lleva consigo la certeza de la victoria. Así que, o has vencido o estás por vencer. Un hacer y un decir continuo adquiere la naturaleza de una potencia vencedora hacia Dios, y Dios como si perdiera la fuerza de resistir, y el alma adquiere la fuerza de vencer. Sucede un cambio: Dios desarmado y el alma armada con las armas divinas, así al Ser Supremo no le es dado resistir. ¿Te parecerá poco a ti aquel pedirme continuamente el reino de mi Eterno Querer? ¿Girar por toda la Creación, girar en todos los actos que Yo hice en la Redención, en los mares de los actos de amor y de dolor de la Soberana Reina del Cielo para pedir mi reino? Nada pides para ti, y giras y vuelves a girar, y pides y vuelves a pedir que mi Divina Voluntad sea conocida, que domine y reine. En esto no entra sombra de humano, ni interés propio, y la oración es el acto más santo y divino, es plegaria de Cielo no de tierra, por eso la más pura, la más bella, la invencible que encierra sólo el interés de la gloria Divina. Hasta ahora ninguno me ha rogado con tanta insistencia. Me pidió mi Mamá con tal insistencia por la Redención y fue vencedora, pero por el reino de mi Voluntad ninguno hasta ahora con la insistencia de vencer a un Dios, por eso tu insistencia dice mucho, el mismo trastorno de toda la naturaleza dice mucho. En estos tiempos todos los elementos, trastornándose, son anunciadores de bienes, y es necesario para reordenar mi reino. Es la cosa más grande, por eso se requiere el trastorno para purificar la tierra, por eso no quiero que te oprimas demasiado, más bien sigue tu vuelo continuo, tu insistencia para adquirir la fuerza completa de vencer el reino del Fiat Supremo”. 

 Entonces yo continuaba rogando y sentía que una mano se posaba sobre mi cabeza, y de esta mano salían tres fuentecitas, una desbordaba agua, otra fuego, y la otra sangre, que inundaban la tierra, en las cuales eran arrolladas gentes, ciudades y reinos. Era espantoso ver los males que vendrán y rogaba a mi amado Jesús que se aplacara, y le pedía me diera sufrimientos para eximir de ellos a los pueblos, y Jesús me ha dicho:

 (4) “Hija mía, agua, fuego y sangre se unirán y harán justicia. Todas las naciones se están armando para hacerse la guerra, y esto irrita mayormente la Justicia Divina y dispone a los elementos a tomar venganza de ellos, por eso la tierra verterá fuego, el aire mandará fuentes de agua y las guerras formarán fuentes de sangre humana, en las cuales muchos desaparecerán, ciudades y regiones quedarán destruidas. Qué maldad, después de tantos males, de una guerra súbita, preparan otra más terrible y buscan mover a casi todo el mundo como si fuera un solo hombre, ¿no dice esto que el pecado ha entrado hasta en los huesos, tanto de transformar la misma naturaleza en pecado?” 

 ¡Oh! cómo me sentía mal al oír esto y rogaba a Jesús que pusiera de lado la Justicia haciendo salir en campo la Misericordia, y si quería una víctima, yo estaba pronta, con tal que no fueran castigadas las gentes, y si esto no quieres concederme, quítame de la tierra, no puedo más estar, tus privaciones me dan muerte continua, los flagelos me torturan, y además, ¿cómo puedo vivir cuando no puedo con mis penas disminuir las penas de nuestros hermanos? ¡Jesús! ¡Jesús! Piedad de mí, piedad de todos, aplácate y contenta a tu pequeña hija. 

Mientras tanto, no sé cómo, me he sentido investir por penas que desde hace algún tiempo no sentía más, no sé decir lo que ha pasado; y esto me da la esperanza de que los graves males sean al menos en parte quitados.

Sagrada Escritura

Don de Piedad


EXODO 33, 18-19

18. Moisés dijo a Yavé:«Por favor, déjame ver tu Gloria.»

19. Y El le contestó: «Toda mi bondad va a pasar delante de ti, y yo mismo pronunciaré ante ti el Nombre de Yavé. Pues tengo piedad de quien quiero, y doy mi preferencia a quien la quiero dar.»


RUT 3, 9-11

9. Al preguntarle quién era, ella respondió: «Soy Rut, tú sirves. Tápame con tu manta, pues tú debes rescatarme.»

10. «¡Que Yavé te bendiga, hija mía, le respondió, porque este acto de piedad es mayor que el primero, pues no ha escogido jóvenes, ni ricos ni pobres!

11. Quédate tranquila, hija, puedes haré todo lo que me pidas, ya que todos en el pueblo saben que eres una mujer extraordinaria.


NEH 13, 14; 22

14. Dios mío, acuérdate de lo que he hecho. No olvides las obras de piedad que hice por tu Casa y para mantener tus ceremonias.

22. Ordené también a los levitas purificarse y venir a guardar las puertas, para santificar el sábado. También por esto, acuérdate de mí, Dios mío, y ¡ten piedad de mí según tu gran misericordia!


Salmo 45, 4-5

4. Cíñete ya la espalda, poderoso: con gloria y con honor, anda y cabalga por la causa de la verdad, la piedad y el derecho.  Haces proezas con armas en las manos.


Proverbios 14, 21  28, 6-9

21. El que desprecia a su prójimo comete un pecado; feliz el que tiene piedad de los desgraciados.

31. El que oprime al pobre insulta a su Creador, el que tiene piedad de los indigentes le rinde homenaje.

6. Más vale un pobre que vive honradamente, que un oportunista que se hizo rico.

7. Un muchacho inteligente observa la Ley, el que frecuenta a los libertinos es la vergüenza de su padre.

8. Préstamos y usura lo han hecho rico: amontonó para otro que tuvo piedad de los pobres.

9. El que se niega a escuchar la Ley, hasta su oración indispone a Dios.


Sabiduría 10, 11-12  

11. Lo defendió contra la avaricia de sus amos y lo hizo muy rico.

12. Lo guardó de sus enemigos y lo protegió de los que le tendían trampas. Le dio la victoria en un rudo combate para hacerle entender que la piedad es más poderosa que cualquier otra cosa.


Ecl 49, 1-3

1. El recuerdo de Josías es como un perfume de incienso preparado con todo el arte del perfumista, es como una miel suave al paladar, es como una música en medio de un festín y del vino.

2. Porque tomó el camino recto y convirtió al pueblo: él suprimió los ídolos abominables que eran el origen del pecado.

3. Había enderezado su corazón hacia el Señor y restauró la piedad en una época en que triunfaban los sin ley.


Jeremías 42, 11-12

11. No teman al rey de Babilonia, que tanto susto les causa; no lo teman, dice Yavé, pues estoy con ustedes para salvarlos y para librarlos de sus manos.

12. Yo pondré en su corazón sentimientos de piedad hacia ustedes, y él se compadecerá de ustedes, permitiéndoles que vuelvan a su patria.


1ª  Timoteo, 2, 1-5  4, 5-8

1. Ante todo recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, sin distinción de personas;

2. por los jefes de estado y todos los gobernantes, para que podamos llevar una vida pacífica y pacífica, con toda piedad y dignidad.

3. Esto es bueno y agrada a Dios, nuestro Salvador,

4. pues él quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

5. Dios es el único, y el único es también el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre,


5. Eres santificado por la palabra de Dios y la oración.

6. Si explicas estas cosas a los hermanos, serás un buen siervo de Cristo Jesús, alimentado con las enseñanzas de la fe y de la sana doctrina que has seguido.

7. Rechaza las lecturas vergonzosas, los verdaderos cuentos de la vejez, y dedícate a la piedad como al deporte.

8. Los ejercicios deportivos no es que sirvan de mucho; la piedad, en cambio, es útil fuera de toda discusión, porque Dios le prometió la vida, tanto presente como futura.


2º  de Pedro, 1, 2-8

2. Que la gracia y la paz se les aumenten de día en día, junto con el conocimiento de Dios y de Jesús, nuestro Señor.

3. Su poder divino nos ha dado todo lo que necesitamos para la vida y la piedad, en primer lugar el conocimiento de Aquel que nos ha llamado por su propia gloria y fuerza.

4. Por ellas nos ha concedido lo más grande y precioso que se pueda ofrecer: ustedes llegan a ser partícipes de la naturaleza divina, escapando de la corrupción que en este mundo va a la par con el deseo.

5. Por eso, pongan el máximo empeño en incrementar su fe con la firmeza,

6. la firmeza con el conocimiento, el conocimiento con el dominio de los instintos, el dominio de los instintos con la constancia, la constancia con la piedad,

7. la piedad con el amor fraterno y el amor fraterno con la caridad.

8. Pues si tienen todas estas virtudes en forma eminente, no serán inútiles ni estériles, sino que más bien alcanzarán el conocimiento de Cristo Jesús, nuestro Señor.



Catecismo

Don de Piedad

Si el don de piedad nos hace crecer en la relación y en la comunión con Dios y nos lleva a vivir como hijos suyos, al mismo tiempo nos ayuda a volcar este amor también en los demás y a reconocerlos como hermanos. Y entonces sí que seremos movidos por sentimientos de piedad —¡no de pietismo!— respecto a quien está a nuestro lado y de aquellos que encontramos cada día. ¿Por qué digo no de pietismo? Porque algunos piensan que tener piedad es cerrar los ojos, poner cara de estampa, aparentar ser como un santo. En piamontés decimos: hacer la «mugna quacia». Esto no es el don de piedad. El don de piedad significa ser verdaderamente capaces de gozar con quien experimenta alegría, llorar con quien llora, estar cerca de quien está solo o angustiado, corregir a quien está en el error, consolar a quien está afligido, acoger y socorrer a quien pasa necesidad. Hay una relación muy estrecha entre el don de piedad y la mansedumbre. El don de piedad que nos da el Espíritu Santo nos hace apacibles, nos hace serenos, pacientes, en paz con Dios, al servicio de los demás con mansedumbre. 

https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2014/documents/papa-francesco_20140604_udienza-generale.html#:~:text=El%20don%20de%20piedad%20significa,socorrer%20a%20quien%20pasa%20necesidad.


24. El que enseña debe "hacerse todo a todos" (1 Cor 9,22), para ganarlos a todos para Jesucristo... ¡Sobre todo que no se imagine que le ha sido confiada una sola clase de almas, y que, por consiguiente, le es lícito enseñar y formar igualmente a todos los fieles en la verdadera piedad, con un único método y siempre el mismo! Que sepa bien que unos son, en Jesucristo, como niños recién nacidos, otros como adolescentes, otros finalmente como poseedores ya de todas sus fuerzas... (Los que son llamados al ministerio de la predicación deben, al transmitir la enseñanza del misterio de la fe y de las reglas de las costumbres, acomodar sus palabras al espíritu y a la inteligencia de sus oyentes (Catech. R., Prefacio, 11).))

463. Esa es la alegre convicción de la Iglesia desde sus comienzos cuando canta "el gran misterio de la piedad": "Él ha sido manifestado en la carne" (1 Tm 3, 16).

 575. Jesús confirma doctrinas sostenidas por esta élite religiosa del pueblo de Dios: la resurrección de los muertos (Cf. Mt 22, 23-34; Lc 20, 39), las formas de piedad (limosna, ayuno y oración, Cf. Mt 6, 18) y la costumbre de dirigirse a Dios como Padre, carácter central del mandamiento de amor a Dios y al prójimo (Cf. Mc 12, 28-34).

786. El Pueblo de Dios participa, por último, en la función regia de Cristo". Cristo ejerce su realeza atrayendo a sí a todos los hombres por su muerte y su resurrección (Cf. Jn 12, 32). Cristo, Rey y Señor del universo, se hizo el servidor de todos, no habiendo "venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos" (Mt 20, 28). Para el cristiano, "servir es reinar" (LG 36), particularmente "en los pobres y en los que sufren" donde descubre "la imagen de su Fundador pobre y sufriente" (LG 8). El pueblo de Dios realiza su "dignidad regia" viviendo conforme a esta vocación de servir con  Cristo. De todos los que han nacido de nuevo en Cristo, el signo de la cruz hace reyes, la unción del Espíritu Santo los consagra como sacerdotes, a fin de que, puesto aparte el servicio particular de nuestro ministerio, todos los cristianos espirituales y que usan de su razón se reconozcan miembros de esta raza de reyes y participantes de la función sacerdotal. ¿Qué hay, en efecto, más regio para un alma que gobernar su cuerpo en la sumisión a Dios? Y ¿qué hay más sacerdotal que consagrar a Dios una conciencia pura y ofrecer en el altar de su corazón las víctimas sin mancha de la piedad? (San León Magno, serm. 4, 1).

901. "Los laicos, consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, están maravillosamente llamados y preparados para producir siempre los frutos más abundantes del Espíritu. En efecto, todas sus obras, oraciones, tareas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso espiritual y corporal, si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de la vida, si se llevan con paciencia, todo ello se convierte en sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo, que ellos ofrecen con toda piedad a Dios Padre en la celebración de la Eucaristía uniéndolos a la ofrenda del cuerpo del Señor. De esta manera, también los laicos, como adoradores que en todas partes llevan una conducta sana, consagran el mundo mismo a Dios" (LG 34; Cf. LG 10).

1323. "Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura" (SC 47).

1437 La lectura de la Sagrada Escritura, la oración de la Liturgia de las Horas y del Padre Nuestro, todo acto sincero de culto o de piedad reaviva en nosotros el espíritu de conversión y de penitencia y contribuye al perdón de nuestros pecados.

1900. La más antigua oración de la Iglesia por la autoridad política tiene como autor a san Clemente Romano:

“Concédeles, Señor, la salud, la paz, la concordia, la estabilidad, para que ejerzan sin tropiezo la soberanía que tú les has entregado. Eres tú, Señor, rey celestial de los siglos, quien da a los hijos de los hombres gloria, honor y poder sobre las cosas de la tierra. Dirige, Señor, su consejo según lo que es bueno, según lo que es agradable a tus ojos, para que ejerciendo con piedad, en la paz y la mansedumbre, el poder que les has dado, te encuentren propicio” (S. Clemente Romano, Cor. 61, 1-2).

1966 La Ley nueva es la gracia del Espíritu Santo dada a los fieles mediante la fe en Cristo. Actúa por la caridad, utiliza el Sermón del Señor para enseñarnos lo que hay que hacer, y los sacramentos para comunicarnos la gracia de realizarlo:

El que quiera meditar con piedad y perspicacia el Sermón que nuestro Señor pronunció en la montaña, según lo leemos en el Evangelio de san Mateo, encontrará en él sin duda alguna la carta perfecta de la vida cristiana...

Este Sermón contiene todos los preceptos propios para guiar la vida cristiana. [S. Agustín, serm. Dom. 1, 1).

2001. Ciertamente nosotros trabajamos también, pero no hacemos más que trabajar con Dios que trabaja. Porque su misericordia se nos adelantó para que fuésemos curados; nos sigue todavía para que, una vez sanados, seamos vivificados; se nos adelanta para que seamos llamados, nos sigue para que seamos glorificados; se nos adelanta para que vivamos según la piedad, nos sigue para que vivamos por siempre con Dios, pues sin él no podemos hacer nada. (S. Agustín, nat. et grat. 31).

2186 Los cristianos que disponen de tiempo de descanso deben acordarse de sus hermanos que tienen las mismas necesidades y los mismos derechos y no pueden descansar a causa de la pobreza y la miseria. El domingo está tradicionalmente consagrado por la piedad cristiana a obras buenas y a servicios humildes para con los enfermos, débiles y ancianos.

2240 El apóstol nos exhorta a ofrecer oraciones y acciones de gracias por los reyes y por todos los que ejercen la autoridad, “para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad” (1 Tm 2, 2).