Al Cielo

En el Ejercicio 

de Tu Voluntad


Busquemos 

el Fruto Querido por Jesús

 en su Palabra


Libro de Cielo Vol. 16-24 (2-5)

"Nada entra 

en el Cielo

 a hacer vida común con Nosotros, si no es todo divinizado y transformado todo en Nosotros"

AUDIO



De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 16-24 (2-5) Octubre 16, 1923

Para subir al Cielo es necesario vaciarla de todo lo que es humano



(2) “Hija mía, para descender mi Voluntad a la tierra, es necesario que tu voluntad suba al Cielo, y para subir al Cielo y vivir en la patria celestial es necesario vaciarla de todo lo que es humano, de todo lo que no es santo, puro y recto. Nada entra en el Cielo a hacer vida común con Nosotros, si no es todo divinizado y transformado todo en Nosotros; ni mi Voluntad Divina puede descender a la tierra y desarrollar su Vida como en su propio centro, si no encuentra la voluntad humana vacía de todo, para llenarla de todos los bienes que mi Querer contiene. Ella no será otra cosa que un velo sutilísimo que me servirá para cubrirme y habitar dentro, casi como hostia consagrada, en la cual Yo formo mi Vida, hago todo el bien que quiero, rezo, sufro, gozo, y la hostia no se opone, me deja libre, su oficio es prestarse a tenerme escondido y en mudo silencio adherirse a conservar mi Vida Sacramental.

(3) Éste es el punto donde estamos, tu querer a entrar al Cielo, y el mío a descender a la tierra; por eso el tuyo no debe tener más vida, no debe tener razón de existir. Esto sucedió a mi Humanidad, que mientras tenía una voluntad humana, ésta estaba toda atenta a dar vida a la Voluntad Divina, jamás se arbitró por sí sola, ni siquiera respirar por sí sola, sino que aun el respiro lo daba y lo tomaba en la Voluntad Divina, y por eso el Querer Eterno reinó en mi Humanidad como en el Cielo así en la tierra, en Ella hizo su Vida terrestre, y mi voluntad humana, sacrificada toda a la Divina, impetró que a tiempo oportuno descendiera a la tierra para vivir en medio de las criaturas como vive en el Cielo. ¿No quieres tú dar el primer puesto en la tierra a mi Voluntad?”

(4) Ahora, mientras esto decía, me parecía encontrarme en el Cielo, y como desde un punto solo veía a todas las generaciones, y yo, postrándome ante la Majestad Suprema tomaba su mutuo amor, su adoración perfecta, la santidad siempre una de su Voluntad, y las ofrecía a nombre de todos como correspondencia del amor, de la adoración y de la sumisión y unión que cada criatura debería tener con su Creador. Quería unir Cielo y tierra, Creador y criatura, a fin de que se abrazaran y se dieran el beso de la unión de sus voluntades. Entonces mi Jesús ha agregado:

(5) “Esta es tu tarea, el vivir en medio de Nosotros y hacer tuyo todo lo que es nuestro y darlo a Nosotros por todos tus hermanos; entonces Nosotros, atraídos por lo que es nuestro, podemos quedar vinculados con las generaciones humanas y darles de nuevo el beso supremo de la unión de su voluntad con la nuestra, beso que le dimos en la Creación”.