"Derrámate en mi Querer para hacerme reparaciones completas"



De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 11-126 Junio 15, 1916

En el Divino Querer todo es completo.

Las oraciones más potentes sobre el corazón de Jesús y que más lo enternecen, es revestirse de todo aquello que obró y sufrió Él mismo

Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, me ha transformado toda en Él y luego me ha dicho:

♦️“Hija, derrámate en mi Querer para hacerme reparaciones completas,

mi Amor siente la irresistible necesidad, ante tantas ofensas de las criaturas, de que al menos haya una,

que interponiéndose entre Yo y ellas

me dé reparaciones completas,

amor por todas,

y arrebate de Mí gracias para todas,

y esto lo puedes hacer sólo en mi Querer, donde me encontrarás a Mí y a todas las criaturas.

¡Oh! Con qué ansias estoy esperando que entres en mi Querer para poder encontrar en ti las complacencias y las reparaciones de todas, pues sólo en mi Querer encontrarás todas las cosas en acto, porque Yo soy motor, actor y espectador de todo”.

Y mientras esto decía me he fundido en su Querer, ¿pero quién puede decir lo que veía? Me encontraba en contacto con cada pensamiento de criatura, cuya vida de cada pensamiento venía de Dios, y yo en su Querer me multiplicaba en cada pensamiento, y con la santidad de su Querer reparaba todo, tenía un gracias por todos, un amor por todos, y así me multiplicaba en las miradas, en las palabras y en todo lo demás, ¿pero quién puede decir cómo sucedía todo esto? A mí me faltan las palabras, tal vez las mismas lenguas angélicas serían balbucientes, por eso pongo punto.

Y así toda la noche me la pasé con Jesús en su Querer.

“Las oraciones más potentes sobre el corazón de mi Hijo"

Después sentí a la Reina Mamá junto a mí y me dijo:

“Hija mía, reza”.

Y yo: “Mamá mía, recemos juntas, pues por mí sola yo no sé rezar”.

Y Ella ha agregado:

“Las oraciones más potentes sobre el corazón de mi Hijo y que más lo enternecen, es cuando la criatura se reviste con todo lo que Él mismo obró y sufrió, habiendo dado todo eso como don a la criatura.

Por tanto hija mía, reviste tu cabeza con las espinas de Jesús, adorna tus ojos con sus lágrimas, impregna tu lengua con su amargura, reviste tu alma con su sangre, adórnate con sus llagas, traspasa tus manos y pies con sus clavos, y como otro Cristo preséntate ante su Divina Majestad. Este espectáculo lo conmoverá, de manera que no sabrá rehusar nada al alma revestida con sus mismas divisas, pero, ¡oh, cuán poco saben las criaturas servirse de los dones que mi Hijo les ha dado! Estas eran mis oraciones en la tierra, y éstas lo son aún en el Cielo”.

Entonces juntas nos hemos revestido con las divisas de Jesús, y juntas nos hemos presentado ante el trono divino, cosa que conmovía a todos, los ángeles nos querían ver y quedaban sorprendidos. Yo agradecía la Mamá y me encontré en mí misma.

Fiat Divina Voluntad!