Las Tantas Enfermedades Humanas


"El hombre sin mi Querer se deforma en el alma y en el cuerpo, porque sólo mi Fiat tiene virtud de conservar nuestras obras íntegras, frescas y bellas como salieron de nuestras manos creadoras” vol. 24-26(1-2)


“Mujer, estás curada de tu enfermedad” (Lc: 13, 12)


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 24-26 (1-2) Julio 7, 1928


Estaba siguiendo a mi dulce Jesús en su Vida pública, y pensando en las tantas enfermedades humanas que Jesús curó, pensaba entre mí: “¿Y por qué la naturaleza humana se transformó tanto, hasta llegar a ser:

Quiénes mudos, quiénes sordos, quiénes ciegos, quiénes cubiertos de llagas y tantos otros males? Si el mal lo hizo la voluntad humana, ¿por qué sufrió tanto también el cuerpo?

Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

“Hija mía, tú debes saber que lo físico nada hizo de mal, sino que todo el mal lo hizo la voluntad humana; pero como Adán antes de pecar poseía en su alma la vida total de mi Voluntad Divina, se puede decir que estaba llena hasta el borde, hasta desbordar fuera, por lo tanto la voluntad humana en virtud de la mía traslucía fuera luz, exhalaba todos los perfumes de su Creador, perfumes de belleza, de santidad y de plena salud, perfumes de candidez, de fortaleza, de modo que como tantas nubes luminosas salían de dentro de su voluntad, y el cuerpo quedaba de tal manera embellecido en virtud de estas exhalaciones, que era un amor el verlo bello, luminoso, sanísimo, con una gracia que raptaba.


Ahora, en cuanto Adán pecó, la voluntad humana quedó sola y no tenía más quien esparcía en la suya la luz, la variedad de tantos perfumes, que trasluciendo fuera conservaban el alma y el cuerpo como había sido creado por Dios, en cambio comenzó a exhalar de dentro de la voluntad humana densas nubes, aire corrompido, aromas de debilidad, de miserias, de modo que también el cuerpo perdió su frescura, su belleza, se debilitó y quedó sujeto a todos los males, participando como participó en el bien, así en los males de la voluntad humana, así que si sana esta voluntad humana con darle de nuevo la vida de mi Querer Divino, como por encanto todos los males de la naturaleza humana no tendrán más vida.

¿No sucede lo mismo cuando un aire pútrido, malo, maloliente, circunda a las criaturas, cuántos otros males no trae? Este hedor llega a quitar el respiro y penetra hasta en las vísceras, hasta producir males contagiosos que llevan a la tumba. Y si tanto mal puede hacer un aire de fuera, mucho más mal puede hacer el aire brumoso y corrompido de la voluntad humana que viene de dentro de la criatura, del fondo de todo su ser, y además está el ejemplo palpable de las plantas, cuántas veces un jardín, un campo floreciente, que el agricultor estaba todo en fiesta por la esperanza de la abundante cosecha y por tantos bellos frutos que debía recoger, y basta una niebla para despojar a los árboles y hacer caer por tierra todos los frutos, un aire demasiado helado para arrojar el luto sobre un campo floreciente, entristecerlo y hacerlo morir y poner en luto al pobre agricultor. Si el aire es bueno comunica la vida del bien, si es malo comunica la vida del mal y la misma muerte; la exhalación del aire, si es bueno se puede llamar vida, si es malo se puede llamar muerte para las pobres criaturas.


Si tú supieras cuánto sufría Yo en mi vida pública cuando se presentaban delante a Mí ciegos, mudos, leprosos, etc., porque reconocía en ellos todas las exhalaciones del querer humano y cómo el hombre sin mi Querer se deforma en el alma y en el cuerpo, porque sólo mi Fiat tiene virtud de conservar nuestras obras íntegras, frescas y bellas como salieron de nuestras manos creadoras”.

Fiat Divina Voluntad