“Si es tan grande un acto hecho en su Querer, ¿cuántos, ay de mí, no dejo escapar?”


Luisa Piccarreta


El acto preventivo

y el acto actual


De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta Vol. 14-31

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De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 14-31 Mayo 27, 1922

El acto preventivo y el acto actual



Estaba pensando entre mí: “Si es tan grande un acto hecho en su Querer, ¿cuántos, ay de mí, no dejo escapar?”

Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho: “Hija mía, existe el acto preventivo y el acto actual.

El preventivo

es aquel cuando el alma, desde el primer surgir del día fija su voluntad en la mía, y se decide y se confirma de querer vivir y obrar sólo en mi Querer, previene todos sus actos y los hace correr todos en mi Querer. Con la voluntad preventiva mi Sol surge, mi Vida queda duplicada en todos tus actos como dentro de un solo acto, y esto suple al acto actual.


Sin embargo, el acto preventivo puede ser opacado, oscurecido por los modos humanos, por la voluntad propia, por la propia estima, por el descuido y otras cosas, que son como nubes delante al sol, que vuelven menos vívida su luz sobre la faz de la tierra.


En cambio el acto actual

no está sujeto a nubes, sino que tiene virtud de despejar las nubes, si es que las hay, y hace surgir tantos otros soles en los cuales queda duplicada mi Vida, con tal intensidad de luz y calor, de formar otros tantos nuevos soles, el uno más bello que el otro.


Sin embargo los dos actos son necesarios, el preventivo da la mano, dispone y forma el plano al actual, y el actual conserva y ensancha el plano del preventivo”.

Fiat Divina Voluntad

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Jn: 17, 23

“Yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno”


Vol. 11-55 (1-4) Junio 12, 1913

“Unirse y ensimismarse conmigo”



Mientras rezaba estaba uniendo mi mente a la de Jesús, mis ojos a los de Jesús, y así de todo lo demás, tratando de hacer lo que hacía Jesús con su mente, con sus ojos, con su boca, con su corazón, y así de todo de todo lo demás, y como parecía que la mente de Jesús, sus ojos, etc., se difundían para bien de todos, así parecía que yo uniéndome y ensimismándome con Jesús me difundía también para bien de todos. Entonces pensaba entre mí: “¿Qué meditación es ésta? ¿Qué oración? ¡Ah, no soy buena para nada, no sé ni siquiera meditar nada!” Pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús me ha dicho:

“Hija mía, ¿cómo es que te afliges por esto? En vez de afligirte deberías alegrarte, porque cuando tú otras veces meditabas y tantas bellas reflexiones surgían en tu mente, tú no hacías otra cosa que tomar de Mí parte de mis cualidades y de mis virtudes; ahora, habiéndote quedado sólo el poder unirte y ensimismarte a Mí, tomas de Mí todo, y no siendo buena para nada conmigo eres buena para todo, porque conmigo quieres el bien de todos, y sólo con el desear, el querer el bien, produce en el alma una fortaleza que la hace crecer y la fija en la Vida Divina.

Además, con unirse y ensimismarse conmigo, se une con mi mente y así tantas vidas de pensamientos santos produce en las mentes de las criaturas; conforme se une con mis ojos, así produce en las criaturas tantas vidas de miradas santas; así si se une con mi boca dará vida a las palabras, si se une a mi corazón, a mis deseos, a mis manos, a mis pasos, así a cada latido dará una vida, vida a los deseos, a las acciones, a los pasos, pero vidas santas, porque conteniendo en Mí la potencia creadora, junto conmigo el alma crea y hace lo que hago Yo.

Ahora, esta unión conmigo, parte por parte, mente por mente, corazón por corazón, etc., produce en ti, en grado más alto, la Vida de mi Voluntad y de mi Amor, y en esta Voluntad viene formado el Padre, en el Amor el Espíritu Santo, y del obrar, de las palabras, de las obras, de los pensamientos y de todo lo demás que puede salir de esta Voluntad y de este Amor viene formado el Hijo, y he aquí la Trinidad en las almas, así que si debemos obrar, es indiferente obrar en la Trinidad en el Cielo o en la Trinidad de las almas en la tierra. He aquí el por qué voy quitándote todo lo demás, si bien cosas buenas y santas: Para poderte dar lo más bueno y lo más santo, que soy Yo mismo, y poder hacer de ti otro Yo mismo, en cuanto a criatura es posible. Creo que no te lamentarás más, ¿no es verdad?”

Y yo: “¡Ah, Jesús, Jesús!, yo en cambio siento que me he hecho mala, mala, y el mayor mal es que no sé encontrar esta maldad mía, porque encontrándola, al menos haría cuanto puedo para quitarla.” Y Jesús: “Basta, basta, tú quieres adentrarte demasiado en el pensamiento de ti misma, piensa en Mí y Yo pensaré en tu maldad, ¿has entendido?"