"Continuaba mi giro en el Fiat Divino

para llevar

todos los actos de las criaturas en homenaje a mi Creador"

"Giraba en el Edén y en los tiempos antes de su venida a la tierra"

El diluvio y Noé




De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 28, cap. 5

Dios no toma en cuenta el tiempo, sino los actos que hacemos.

Ejemplo de Noé.

El bien que posee un sacrificio prolijo y continuo.

Cada acto de criatura posee su germen distinto


(1) Mi vuelo en el Fiat Divino continúa, mi pobre mente no sabe estar sin girar en sus actos innumerables, siento que una fuerza suprema me la tiene como fijada en las obras de mi Creador, y ella gira y vuelve a girar siempre, sin cansarse jamás, y ¡oh! cuántas bellas sorpresas encuentra, ahora en la Creación, ahora en la Redención, y en las que me sorprenden el bendito Jesús se hace narrador, y esto no es otra cosa que una invención más grande de su amor.

Después, mientras giraba en el Edén y en los tiempos antes de su venida a la tierra,

pensaba entre mí: “¿Y por qué Jesús tardó tanto tiempo para venir a redimir al género humano?” Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

(2) “Hija mía, nuestra sabiduría infinita cuando debe dar un bien a la criatura,

no cuenta el tiempo,

sino los actos de las criaturas,

porque ante la Divinidad no existen días y años,

sino sólo un día perenne,

y por eso no medimos el tiempo, sino que vienen contados por Nosotros los actos que han hecho.

Así que en aquel tiempo que a ti te parece tan largo, no habían sido hechos los actos queridos por Nosotros para venir a redimir al hombre,

y sólo los actos

determinan hacer venir el bien, y no el tiempo.

Mucho más que obligaban a nuestra Justicia a exterminarlos de la faz de la tierra, como sucedió en el diluvio,

que sólo Noé mereció, con el obedecer a nuestra Voluntad

y con la prolijidad de su largo sacrificio

de fabricar el arca, el salvarse con su familia y encontrar en sus actos la continuación de la nueva generación en la cual debía venir el prometido Mesías.


Un sacrificio prolijo y continuo

posee tal atractivo y fuerza raptora sobre el Ente Supremo,

que lo hacen decretar

dar bienes grandes y continuación de vida al género humano.


Si Noé no hubiese obedecido y no se hubiese sacrificado en cumplir un trabajo tan largo, habría sido arrollado también él en el diluvio, y no salvándose a sí mismo, el mundo, la nueva generación habría terminado.

Mira qué significa un sacrificio prolijo y continuo,

es tan grande que pone a salvo a sí mismo y hace surgir la vida nueva en los demás, y el bien que hemos establecido dar.

He aquí el por qué para el reino de mi Divina Voluntad he querido tu largo y continuo sacrificio de tantos años de cama. Tu largo sacrificio te ponía a ti a salvo, más que arca en el reino de mi Divina Voluntad, e inclina a mi bondad a dar un bien tan grande, como es el de hacerla reinar en medio a las criaturas”.


(3) Después de esto

continuaba mi giro en el Fiat Divino para

llevar todos los actos de las criaturas en homenaje a mi Creador,

y pensaba entre mí: “Si llego a recoger todo lo que ellas han hecho y encerrar todo en el Querer Divino, ¿no se cambiarán en actos de Divina Voluntad?” y mi dulce Jesús ha agregado:

(4) “Hija mía, todos los actos de las criaturas, cada uno de ellos posee su germen según como ha sido hecho,

si no ha sido hecho en mi Fiat Divino no posee su germen, por lo tanto no podrá jamás ser acto de mi Voluntad,

porque en el acto de hacerlo faltaba su germen de luz, que tiene la virtud de cambiarlo en sol, que pone su germen de luz como acto primero en el acto de la criatura.

En los actos de las criaturas sucede como si una persona tiene la semilla de flores, sembrándola tendrá flores, y si siembra la semilla de frutos, tendrá frutos, y ni la semilla de flores dará frutos, ni la de los frutos dará flores, sino que cada una dará según la naturaleza de su semilla.

Así los actos de las criaturas, si en el acto ha estado un fin bueno, una finalidad santa, para agradarme, para amarme, en cada uno de los actos se verá:

en uno el germen de la bondad,

en otro el germen de la santidad,

el germen de agradarme,

el germen de amarme;

estos gérmenes no son luz, pero simbolizan: quién la flor, quién el fruto, quién una plantita y quién una gema preciosa, y Yo siento el homenaje de la flor, del fruto, y así de lo demás, pero no el homenaje que me puede dar un Sol;

y recogiendo tú todos estos actos para encerrarlos en mi Fiat,

quedan tal como son, cada uno la naturaleza que la semilla le ha dado, y se ven que son actos que puede hacer la criatura, no actos que puede hacer mi Divina Voluntad con su germen de luz en el acto de ellas.

El germen de Voluntad Divina

no viene cedido por Ella,

sino cuando la criatura vive en Ella,

y en sus actos le da el primer puesto de honor”.

Fiat