La filosofía de los valores

Las dos conferencias de Max Weber (Politik als Beruf y Wissenschaft als Beruf) se pronuncian poco después de la firma del Tratado de Versalles. Esto es importante, la situación de Alemania era angustiosa y eso se refleja en la producción filosófica de los alemanes en su situación histórica. En el invierno de 1919 Max Weber escribía: <<lo que tenemos ante nosotros es una noche polar de una oscuridad y dureza heladoras, cualesquiera que sean los grupos que ahora triunfen>>. Toda la intelectualidad alemana y europea estaba mediada por los hechos acontecidos en la Gran Guerra1.

Otro tanto sucede con Edmund Husserl, estricto contemporáneo de Weber y padre de la fenomenología. En Weber está el origen del concepto de la ética de la responsabilidad, pero no el desarrollo completo, dado que no era un filósofo, sino un sociólogo. La teoría de la responsabilidad sufrirá por tanto unas vicisitudes postweberianas notables. Veremos a continuación la responsabilidad para Husserl. Husserl es un filósofo, no un sociólogo, pero está interesado en los mismos temas que Weber: los actos con sentido específicamente humano; y no meramente aquellos actos de los seres humanos pero no actos humanos, es decir: no los actos humanos sin sentido humano. El término fundamental en Husserl es el del sentido, pero su método es distinto al weberiano. Así como el de Weber para estudiar las acciones con sentido era la sociología comprensiva, el método de Husserl es lo que va a llamar la fenomenología.

Edmund Husserl

La fenomenología es la ciencia del fenómeno; y el fenómeno es el acto de darse cuenta. El filósofo busca la verdad, y tenemos que estar ciertos en que aprehendemos la verdad. Los seres humanos realizamos actos primordiales, aquellos por detrás de los que ya no podemos ir: estos actos se resumen en el acto de darnos cuenta. El fenomenólogo debe dejar atrás todo lo demás, poner entre paréntesis todos los prejuicios (juicios previos) que nos cargan semánticamente de sentido. El filósofo tiene que hacer un acto de enorme ascética: debe hacer el esfuerzo antinatural de dejar de lado todas las explicaciones para describir del modo más certero y puro posible el acto de darme cuenta en tanto que me estoy dando cuenta; el acto primario por detrás del cual ya no puedo ir.

En ello Husserl encuentra varios hallazgos. El acto de darme cuenta es un acto intencional: cuando me doy cuenta me doy cuenta de algo. Hay dos polos: mi yo que se da cuenta (noesis) y aquello de lo que me doy cuenta (noema). La relación de darme cuenta es una relación intencional entre noesis y noema, en la que no hay polaridad, pues la noesis toma la iniciativa: noesis tiende a noema. Noema es aquello que me aparece en el acto de la noesis.

¿Si yo veo el color amarillo, puedo estar seguro de que el color amarillo está ahí? Incluso la realidad de las cosas debo poner entre paréntesis. No puedo estar seguro de ello, pero una vez que quito la realidad lo que me queda es el eidos, las características particulares del amarillo en tanto que sensación del amarillo. Es el qualia, que Husserl llama esencia fenomenológica. A eso llama Husserl el sentido esencial del amarillo. Si la noesis se relaciona intencionalmente con el noema y lo actualiza en sus esencias fenomenológicas, entonces habrá que decir que habrá tantos tipos de noemas como tipos de relación intencional tenga de conciencia con la realidad. Husserl toma de Brentano estas ideas básicas.

Los tres tipos de relación intelectual de la noesis con las cosas son:

 La relación intelectual. Es la actuación dóxica con la realidad

 La relación emocional. Es una relación también intencional, pero de otro orden, a través del sentimiento. Estos noemas específicos son los que Husserl llamó valores, (por ejemplo, los valores estéticos). No son reales, pero son objetivos y forman parte de la realidad fenomenología.

 La relación práctica. No solo me pongo en relación intencional con las cosas mediante la percepción, sino también a través de la acción.

Habrá, por tanto, tres tipos de noemas: los lógicos, los emocionales y los práxicos. La teoría fenomenológica de la ética afirma que el hecho de que tengamos que realizar ciertas cosas y no otras no es el resultado de una relación intelectual ni emocional, sino práxica; que no es reducible a ninguna de las anteriores. Al final de su vida Husserl se preocupará más de la vía práctica: se verá impelido a hacer ética atendiendo a la dimensión práxica del noema. Los valores tienen un telos, y la consciencia comprende esa finalidad, que impele al ser humano a cumplir el mundo de los valores, hay un telos interno que empuja ineludiblemente a ello. Es una tarea infinita que probablemente no se cumpla nunca, pero es absolutamente obligatorio tender a ello.

El modo positivista de entender la vida (el intento de reducir todo a ciencia) es el principal artífice de la crisis que Husserl ve en el siglo XX, con la Primera Guerra Mundial. Ya no se puede creer en la ciencia positiva y es necesario establecer un nuevo programa, el de una nueva filosofía: la fenomenología trascendental. Ese mundo de esencias ideales que yo puedo describir en mi conciencia fenomenológica que exige su realización plena; eso es lo único que puede salvar a Europa. En palabras del último Husserl:

"…tomemos como punto de partida un cambio de valoración general con respecto a las ciencias. Tenemos que cambiar nuestra valoración de las ciencias, la ciencia positivista ha caído. Este cambio no se refiere a su carácter científico, sino a lo que ella ha significado y puede significar para la existencia humana. Meras ciencias de hechos hacen meros hombres de hechos. El cambio de la apreciación pública ha sido necesario tras la Primera Guerra Mundial y se ha transformado en una hostilidad hacia ellas. Justamente las cuestiones que excluye el positivismo son las más candentes para la vida del hombre: las cuestiones acerca del sentido o del sinsentido de toda la existencia humana". ‘La crisis de la humanidad europea y la filosofía’.

Se dice que su estricta cientificidad exige que el científico se abstenga de toda posición valorativa, pero ¿puede el mundo tener en verdad un sentido si las ciencias consideran como verdadero sólo lo verificable en este sentido objetivo, si los ideales y las normas se forman y deshacen como olas fugitivas? Evidentemente Husserl está pensando en la neutralidad axiológica propugnada para la sociología de Max Weber.

En otro texto estremecedor, Husserl afirma:

“También hemos llegado a comprender, en general, que la importancia que el filosofar humano y sus resultados tienen en la entera existencia humana de ningún modo se limita a los fines -culturales privados o de algún modo restringidos. Somos pues -cómo podríamos dejar de verlo-, en nuestro filosofar, funcionarios de la humanidad. La responsabilidad enteramente personal por nuestro ser propio y verdadero como filósofos, en nuestra vocación intrapersonal, lleva, al mismo tiempo en sí la responsabilidad por el ser verdadero de la humanidad que solamente es tal como ser dirigido hacia un telos, y, si es que ha de llegar su realización, solo lo será mediante la filosofía mediante nosotros, si somos en serio filósofos”. ‘La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental’.

Está claro que Husserl está hablando aquí de la ética de la responsabilidad del filósofo. Y se generaliza a todos los seres humanos. La ética de la responsabilidad consiste en el intento denodado de hacer posible el mundo de los valores en la realidad del mundo, por más que esto tenga siempre un momento de idealidad y no se puedan realizar del todo (al fin y al cabo la ética trata de lo que debe ser, no de lo que es). En la ética de Husserl la responsabilidad se hace universal y uno acaba cargando con todo: todo valor aún no realizado que debería realizarse es responsabilidad mía, absoluta y universalmente compartida por todos mis semejantes.

Hay una paradoja aquí, el método fenomenológico implica tres momentos:

1º. Poner entre paréntesis todo para,

2º. Dejar al descubierto el sentido de los noemas. En ese análisis de los noemas eidéticos vamos descubriendo los valores, y,

3º. Encontramos que esos valores tienen un telos que los lleva a su realización práctica: eso es la ética.

Pero para realizar los valores debemos acabar con ese paréntesis que habíamos puesto, porque el tercer momento exige la realización de los valores inmersos en el barro de lo real. ¿No podríamos habernos ahorrado el paréntesis? De hecho, para Levinas la ética pone en tela de juicio el propio método fenomenológico: no se puede poner la realidad entre paréntesis porque hay un último momento que hunde sus raíces en la realidad para realizar dichos valores. Veremos a continuación tres consecuencias de los pensamientos éticos de Husserl, uno directo: Scheler, y dos indirectos, representados por Nicolai Hartmann y Von Hildebrand.

Max Scheler

Es un discípulo de Husserl que escribe a principios del XX. Elabora una ética siguiendo los cursos de Husserl, y se preocupa sobre todo del segundo momento; descubrir y describir el mundo de los valores. Toda su obra es un intento de mostrar por vía fenomenológica el mundo emocional de los valores. Entre los años 1913 y 1916 publica una ética axiológica usando más o menos el método fenomenológico. Distingue dos tipos de actos emocionales:

Estados de ánimo. Me encuentro triste o alegre por acontecimientos que me influyen. No son actos intencionales porque aquí la conciencia no toma la iniciativa. Me encuentro afectado por algo externos mí mismo, yo soy sujeto paciente de eso que me hace sufrir o que me ha emocionado: no hay relación intencional del sujeto hacia el acontecimiento.

Sentimientos intencionales. Ahora se trata de actos intencionales en los que la conciencia toma la iniciativa. En los sentimientos intencionales es donde encuentro los valores de las cosas con las que me encuentro en el mundo. Ante una piedra, podré ver su utilidad, ante un animal puedo ver su nobleza, ante una persona puedo ver su bondad o su maldad.

La realidad no solo se nos actualiza por los sentidos, sino también por los sentimientos: el amor, por ejemplo, hace ver valores en la persona amada, el odio ciega, etc. Las emociones son analizadores de cualidades objetivas y nos permiten verlas mejor. La ética consiste en la realización de valores, y los sentimientos emocionales nos sirven para encontrar valores objetivos, tan reales como los colores. Y son distintos según los noemas que yo perciba o actualice:

 Una piedra podrá serme útil, agradable o lo contrario.

 Un ser vivo puede ser noble o innoble.

 Una persona puede ser buena o mala (cosa que no podemos

predicar ni de animales ni de cosas.

Para Scheler la ética no consiste en la realización de valores morales, sino extramorales. La ética del médico consistirá en ir en pos de la salud y no de la muerte, y así con todas las profesiones. La persona que quisiera ser buena, pero no quiera realizar valores extramorales, no sería ni siquiera buena (ejemplo del fariseo que quiere cumplir todos los preceptos pero no ayuda a su prójimo). Para Scheler los valores son noemas esenciales y absolutos, pero su realización histórica no es absoluta: los vamos descubriendo y realizando en la Historia progresivamente. Así, Scheler describe el fenómeno de ceguera axiológica en la Historia. Hay épocas en las que no se ven ciertos valores que posteriormente son palpables. Esto le sirve para hablar de la existencia de un ethos histórico. Así como los valores son absolutos en la ética, en la ética histórica son relativos a la época considerada; hay una cierta relatividad temporal, y eso condiciona nuestras propias decisiones de valor. Así se comprueba con la opinión pública sobre la pena de muerte, por ejemplo: según va pasando el tiempo se ve como deleznable, pero en España esto es una novedad; pues no desaparición completamente del código de justicia militar hasta los años noventa del XX. Pero nadie consideraría que nuestros abuelos, que lo veían normal, eran seres inmorales.

La obra de Scheler es muy compleja, para él los actos personales intencionales son los únicos actos de los que se puede predicar la responsabilidad. La responsabilidad es una categoría inherente a todo acto intencional; pero hay también una responsabilidad colectiva, porque yo tengo obligación de realizar individual y colectivamente en la realidad. O realizamos los valores entre todos, o los valores no

se podrán realizar: hay una corresponsabilidad en la realización de los valores. El movimiento de la ética de la responsabilidad se divide ahora en dos ramas, presentadas por Nicolai Hartmann y Dietrich von Hildebrand, que frente a la idea de responsabilidad propondrá la idea de respuesta a la llamada de los valores.

Nicolai Hartmann

Escribió una ética axiológica partiendo de la de Scheler, introduciendo un elemento importante: valores tienen un principio de jerarquía, esto es, hay valores más importantes que otros, y tenemos una intuición clara de ello. Pero sobre el principio de jerarquía impone el principio de la fortaleza o urgencia de los valores: los valores superiores son más elevados pero los inferiores son más fuertes, pues si los lesionamos se cae todo el edificio de los valores.

Por ejemplo, el valor vida. Se puede dar la vida por la patria, por la religión, por los demás, etc.; pero la vida es fundante de todos los valores éticos, luego la urgencia de no lesionar la vida es mayor que la de realizar valores espirituales. Esto lleva a Hartmann a introducir el concepto de antinomia axiológica: a veces los valores entran en conflicto, el principio de jerarquía y el principio de urgencia entran en conflicto. Pensemos en las transfusiones de los Testigos de Jehová. La tesis de Hartmann es que esta conflictividad no se puede resolver de una vez por todas, sino que depende de cada situación: yo soy responsable de la decisión que tome y deberé dar cuenta de ello ante mí y ante todos. Estas teorías darán lugar a lo que se ha denominado Ética de situación.

Dietrich von Hildebrand

Fue discípulo Scheler. Tiene una ética que, frente al concepto de responsabilidad (Verantvortungsethik), introduce la Wertantwortungsethik, ética de la respuesta a los valores por encima de todo: debemos entregarnos a los valores y dar la vida si fuera necesario. Esta es la idea del Papa Juan Pablo II. Más que responsabilidad hablará de respuesta a los valores.

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(1) Por ejemplo, el austríaco Sigmund Freud modifica su teoría psicoanalítica con la introducción del instinto tanático