28. Epicureísmo

Hemos presentado el pensamiento de Aristóteles, intentando atesorar el legado de lag parecía Clásica como contemporáneo del de Pirrón, negando la legitimidad de toda la filosofía Griega y el de Diógenes haciendo lo propio. Ellos, y la escuelas que vinieron después expresan soluciones alternativas a las crisis de la ciudad.

Realmente la primera alternativa cronológica a la filosofía clásica es la de Epicuro. Aunque es prácticamente contemporáneo de Aristóteles, cuando llega a Atenas en el 302 tras pasar por muchos lugares. Llega a la demolición de la ciudad, Atenas ya es una provincia Macedonia con una asamblea muy restringida. En estas condiciones, presenta una idea de sabiduría que ya no se presenta heredera de los grandes planes educativos de los filósofos anteriores. Se manifiesta este hecho incluso en el lugar en el que va colocar su escuela: el llamado Jardín, mala traducción de κήπος, huerto. Mientras los demás centros filosóficos se situaban cerca del gimnasium, donde los έφηβοι hacían ejercicios físicos. En ese κήπος introduce su escuela., que no trata de perseguir una enseñanza reglada, sino una forma de vida. "Vive retiradamente" será el lema de la Escuela Epicúrea.

Nos quedan tres textos de Epicuro, en forma de tres cartas. El sistema epicúreo tuvo una proyección limitada pero real, con descendencia que impregno una parte importante de la cultura helenística, y que tuvo una importante influencia en la literatura romana, sobre todo con Lucrecio. Colocar en el lugar clave la vida retirada del individuo ilustra sobre el desarrollo de la doctrina epicúrea.

El epicureismo nace con un discurso crítico inicial. Es antiplatónico y antiaristotélico. Contra Platón aporta Epicuro un argumento dirigido a la línea de flotación del sistema platónico: la apelación a una suerte de tipología según al cual el que se salga del esquema está incumpliendo el destino que le es propio, se aparta de la virtud, que de modo natural es lo que permite el buen gobierno de la ciudad. Para Epicuro la cuestión es inversa: es porque la ciudad existe que la convivencia ciudadana prescribe unos comportamientos sin los cuales la convivencia no sería posible, es porque los hombres se hallan de suyo organizados en comunidades por lo que se les impone, concluso por el castigo, unos comportamientos que la enseñanza filosófica se empeña en mostrar como naturales y deseables. Por lo tanto, para Epicuro lo más importante, lo que crea la virtud no tiene que ver con la comunidad porque es anterior ella. Es decir: no hay ningún comportamiento natural que hallar.

La crítica a Aristóteles es aún más demoledor: pensará directamente que Aristóteles será un traidor. Hace una reflexión de cara a la naturaleza comunitaria del hombre cuando ya era consciente de la inminente desaparición de esa forma de convivencia y de las causas que la habían generado.

Ahora la ciudad ya no es el referente de los discursos, es sólo un artefacto tecnológico, un mecanismo de vida convencional que puede adoptar otras formas. Entonces, Epicuro propone replantear la buena forma de vida con ojos limpios de los hechos que han acontecido. Nos propone que, ya que no podemos vér con los ojos de Platón, no nos dejemos engañar por el intento de Aristóteles. Nos pide que nos adaptemos a la nueva situación y pensemos desde ella. La capitalidad consiste ahora en la existencia de una corte lejana, y el hecho idéntica río no puede consistir en apelar a estos elementos, o a la propia ciudad para encontrar la base de las reflexiones identitarias.

La solución pasa por la recuperación de la condición de seres pertenecientes a la naturaleza, de la condición animal del hombre, dejando de estar sometido a unas leyes que ya no reconoce como propias.

El cinismo había concluido que la alternativa a la ciudad era la naturaleza, y el ciudadano era sustituido por el hombre magnífico, el que no pode reparos a la libre expresión de la lógica de sus deseos. La conducta del puro el eres al deseo y a la satisfacción inmediata era reivindicada por los cínicos. Los estoicos harán un lavado de cara a esta opción, hasta hacerla presentable, mientras que la alternativa de Epicuro pasaba por negar la mayor a la alternativa cínica.

La doctrina de Epicuro por el contrario se basa en una física atomista. No es un escéptico, cree que el conocimiento es posible. Es porque Epicuro cree que la naturaleza es cognoscible por lo que le quita los privilegios que Diógenes quería darle: el hecho de que pueda convertirse en norma de conducta humana. Por el hecho de conocer la naturaleza sabemos que la naturaleza no puede ser el regente que guíen al ser humano. La naturaleza está integrada por cuerpos cuya vitalidad se halla sometida al límite y a la regulación de sus propias leyes. El carácter natural del deseo lo convierte en limitado, con un ciclo temporal limitado, y que se engendra y satisface en términos de fugacidad y corta duración. Por eso la naturaleza no puede convertirse en una alternativa a la ciudad. No podemos ejercer la satisfacción de nuestros deseos para conseguir un estado de satisfacción permanente, porque al ser los deseos naturales, están sometidos al ciclo de fugacidad y limitación antes mencionado. Al final, la mera transgresión de las convenciones sociales y la mera satisfacción de los deseos conduce a una demasía que ya no satisface, a un exceso que produce de inmediato sensaciones de tedio y de cansancio.

Por lo tanto no se trata de imponer a la lógica de la ciudad una lógica de la naturaleza, no se es feliz en estado de naturaleza, no por romper meramente la ciudad se accede a la felicidad. No hay una transgresión que construya una ética positiva. Es una trampa del deseo, que por ser limitado tiene que proponer constantemente imágenes nuevas de manera incansable, no hay una lógica del deseo ni una ética de la naturaleza. Por lo tanto, la alternativa a la ciudad buscada debe estar en otro sitio.

Epicuro propone una segunda línea argumental relacionada con la capacidad de persuadir en lo que es mejor en cada momento. Si se parte de la crisis ende la ciudad y no se cae en brazos de la naturaleza, habrá que atender al cumplimiento de aquello que la naturaleza no da. Para ello habrá que crear una nueva comunidad, que ni podrá ser la comunidad de la ley, que ea la ciudad, areta conocimiento ahora desecho y arruinado. La nueva comunidad necesaria, no será la política, en la que va a ser posible vivir en el marco de los límites, será una comunidad de elección. La línea argumental que lleva a esta comunidad de elección sólo puede vincularse a los fenómenos de la comunicación racional, de la comunidad lingüística, ya que sólo en el lenguaje se permiten aquellos fenómenos que permiten vincular por elección a sus miembros. La dialéctica y la retórica serán las únicas componentes de la lógica epicúrea. La comunidad electiva será exactamente la comunidad de los amigos. No se basa en hechos obligatorios ni en la necesidad de una experiencia transgresora, sino en aquella en donde convergen los argumentos que nos invitan a establecer una finalidad común. Allí podemos realizar virtuosamente nuestras vidas en la permanente reivindicación de nuestra viva propia. Así participamos de aquellas finalidades que han sido elegidas entre aquellos que han decidido así hacerlo, sin participación política.

La propuesta epicúrea es de alto valor ético, con no pocos problemas prácticos. Había un conjunto de prescripciones que lo hacían posible, llamado φάρμακον. El φάρμακον es el conjunto de prescripciones que hacen posible está vida en común libremente elegida. Es un conjunto de normas o ideales helenísticos completamente nuevas:

1. No tener miedo a los dioses. Los dioses han formado parte de la constitución de la polis, y el ámbito de las leyes era la constitución divina. Ahora se a apartan, no hay ninguna instancia sobrenatural que imponga leyes, ya no hay dioses, luego ahora nuestros comportamientos son electivos.

2. No temer a la muerte. Una sociedad selectiva siempre puede poner fin al vínculo de las normas que la constituyen. No necesita por tanto unas normas de castigo o premio, ningún elemento normativo puede ser prescrito más allá de la vida de los hombres. El temor al castigo de muerte es el que ha justificado el respeto a la ley desde antiguo. Ahora esto cambia radicalmente,

3. En la comunidad de amigos el criterio selectivo es la satisfacción realizable de los placeres propios, se trata de no sufrir angustia, de limitar el impacto del dolor.

4. Bastarse a sí mismo viviendo conforme a la plenitud de la propia capacidad volitiva es el máximo bien. Se trata de la αυτάρκεια. Uno tiene que procurarse la felicidad que le es posible, aquella que determina el cómputo de lo que le basta a cada cual. No hay deseos incumplió les por cuya pérdida se sientan irreparables desdichas. Hay más bien un horizonte concreto definido por la esfera de la propia autonomía. El bien no es una lucha titánica, es sólo el amortiguamiento de los males que nos acechan. El mal dura poco y es fácilmente soportable.

Los movimientos de corte epicúreo siempre surgen en los contextos de crisis, de modo que está experiencia ha tenido muchas realizaciones a lo largo de la historia en todo lugar. Se trata sobre todo de una forma estética de vivir, a nuestra manera. No hay "la manera" de ser feliz. Hay muchas, y todas ellas invocan a individuos concretos. No hay ni ideales trágicos ni individuos magníficos. Nietzsche caracterizaba el epicureísmo como la ausencia de la tragedia, y no le gustaba; prefería la idea del superhombre capaz de la transgresión de las leyes y de los valores. Por el contrario en contextos postmodernos la repudres ciño del epicureismo tiene que ver con la recuperación de los ideales del bastarse a sí mismo.

Un ejemplo es la revolución arquitectónica neoyorquina del Grupo Factory, que recusaba las líneas generales arquitectónicos de las sociedades bien ordenadas. Frente a ello se alzaba la experiencia vertiginosa del regreso a una vida natural. En ese contexto surgió un movimiento arquitectónico que reivindicaba espacios cuyo carácter des estructurado (naves industriales, espacios abiertos en la periferia de las ciudades, etc) que hacían posible la construcción de un mundo a la medida de cada cual, y de la convivencia de cada uno con aquellos a los que se quería vincular por amistad. Instalaban pequeños mundos probados y comunitarios y los organizaban de acuerdo a la lógica de la autosatisfacción sin ninguna entidad política.

En eso consiste el epicureismo, que propone el valor natural de la individualidad, indica el carácter limitado de su experiencia, y en esos márgenes da una medida de felicidad posible. La posibilidad de realizarlo en un mundo de necesidades sociales es algo que no tiene respuesta. No hay epicureismo si no hay una visión tecnocracia de la vida política, porque no hay capacidad de atender a las necesidades privadas sin renuncia a una participación política. Las formas concretas que va a reivindicar el estoicismo serán meramente aparentes desde el punto de vista epicúreo. Si no hay participación política, hay que buscar la felicidad en estos modos restringidos.