29. Estoicismo

La primera de las reacciones positivas a la nueva situación del helenismo fue el la epicureismo que hemos visto en la lección anterior. El estoicismo es otro de los intentos relacionados, que enlaza con una de las tradiciones de finales filosofía clásica. Nos situamos en el contexto de una ciudad que ya tiene fundado el jardín de Epicuro. Zenón había nacido en Citio, en la costa del próximo Oriente, y probablemente era judío. Tras largos recorridos llega a una Atenas devastada por la guerra lamíaca (323-322) entre las poleis y Macedonia, una Atenas desorientada respecto a su personalidad y gobernada por los macedonios, sin representación ni vida pública real. Zenón reflexiona en estas circunstancias buscando algún tipo de reparación de la sabiduría y de los ideales de la convivencia cívica, encontrándose con los epicúreos. No sintiéndose convencido con el ideal de retiro de los epicúreos ni con el placer limitado por la naturaleza, buscó otras fuentes de satisfacción y bebió de las fuentes del cinismo. De hecho el estoicismo es una especie de domesticación y dulcificación del cinismo.

El pensamiento de Zenón se explica en buena medida por oposición al epicureísmo, aunque adopte los mismos tópicos explicativos epicúreos. El trasfondo teórico de Epicuro, con su física encastrada en el marco argumental, como configuración de unas necesidades argumentativas, sigue siendo identificable en el estoicismo, aunque las conclusiones de ambos sistemas sean diferentes. Zenón adopta la misma finalidad de la sabiduría individual de saber vivir de manera que te permita ser feliz de Epicuro, y adopta también sus esquemas argumentales.

Un texto muy célebre de Zenón divide la sabiduría en tres compartimentos, que explica mediante la metáfora de un huerto,

1. La lógica. La lógica se corresponde a las murallas de un huerto. Defiende la filosofía contra las argumentaciones deficitarias de quien pretenda intervenir de maneras no deseadas en la búsqueda el saber.

2. La física. Representan el elemento natural común al ser humano, referencia obligada del estoicismo, que serían los árboles del huerto.

3. La ėtica. Representados por los frutos de los árboles. A la hora de la verdad, estudiamos el comportamiento de los cuerpos para encontrar los comportamientos humanos que nos lleven al bien vivir, que es la sabiduría máxima.

A pesar de este esquema tan epicúreo, y a pesar de que Zenón también argumenta de modo antiplatónico y antiaristotélico, al igual que Epicuro, sus conclusiones serán totalmente contrarias a las del Jardín.

Dada su condición de semita es muy probable que escribiera mal en griego, lo que era muy mal vist entre helenos. Quizás de ahí que no se hayan conservado prácticamente ningún testimonio escrito. Uno de sus discípulos sin embargo, Crisipo, era un gran conocedor de la lengua griega y escribió muchos tratados de los que nos han llegado innumerables fragmentos. Zenón fundó la Stoa (pórtico, en griego) hacia el 313, y la obra de Crisipo se desarrolla medio siglo después. Como Zenón no era ateniense, no podía adquirir propiedades, y situó su enseñanza en el pórtico público que había pintado Apeles. Allí creo una especie de escuela sin terreno privado alguno. Su enseñanza pretende, en contra del pensamiento de Epicuro, vehicular en una forma civilizada la concepción cínica del saber. Entendió que la vida cínica tal y como estaba planteada por Diógenes era irrealizable desde el punto de vista social, y el estoicismo es un intento de hacerla viable.

La escuela no se separa de la ciudad. Lo que le falta al cinismo no es una nueva teoría física, la idea de que somos cuerpos y de que cualquier intento de limitación de esta naturaleza por convenciones sociales es castrador está bien presente en el pensamiento de Zenón y Crisipo, pero para realizarlo en la vía práctica este ideal debe existir una comunidad, no individuos aislados.

Por lógica estoica no entendemos un instrumento desligado de lenguaje natural, un lenguaje que esté pensado como un artefacto para referir el mundo, como entendía Aristóteles. Los estoicos entenderán que el λόγος verdadero es una eliminación radical de esa vulneración del λόγος αποφαντικός aristotélico. La lógica será ahora un conjunto de tesis sobre el discurso de la verdad mediante el lenguaje ordinario desde nuestras sensaciones. Epicuro decía (y en esto continua el estoicismo) que el único acceso que tenemos al mundo es el de la sensación, y que el lenguaje es una interposición peligrosa. La sensación es un mundo cierto, no mediado por el lenguaje. El mundo del conocimiento, que sólo puede partir de la sensación, no se gestiona tanto en la sensación, sino en un nivel distinto: el nivel del asentimiento. En ese nivel se construye la lógica, instrumento de mediación respecto a las sensaciones que tenemos como cuerpos que somos, pero cuyo centro de atención no está tanto en el sentir como en el asentir lo que sentimos. La filosofía analítica del XX ha incidido mucho en esto, y en la incapacidad del lenguaje para expresar las sensaciones. Se trata de compartir el significado de las sensaciones, ya que estas no se pueden comunicar.

Todas las sensaciones son verdaderas. La φαντασία καταληπτιχή no es sino la creación de una imagen común para las sensaciones, tal y como son susceptibles de aprehensión. Se trata de una teoría elaborada por los filósofos estoicos sobre la comprensión conceptual o πρόληψις(prólepsis) de la sensación, que implica un juicio que, si es evidente y no es contradictorio, es considerado verdadero. La representación cataléptica es el acto del entendimiento por el que se aprehende el objeto y, a la vez, el acto por el que el objeto se imprime en el entendimiento. Mediante dichos actos se garantiza: a) la presencia del objeto del conocimiento, y b) la conformidad de la representación con el propio objeto. Según los estoicos, la sensación envía sus señales a la mente, la cual forma una representación mental o fantasía de los objetos, que pueden ser juzgados y aceptados por el entendimiento en el momento de la katálepsis. La imagen reconocida es la φαντασία χαταληπτιχή (fantasía cataléptica). Ello condujo a una elaborada teoría acerca de la evidencia, desarrollada especialmente por Crisipo. Directamente unida a su teoría acerca del criterio de verdad, fue el estudio de las proposiciones y los razonamientos, fundado sobre la noción de λεχτόν (lektón): en toda proposición pueden distinguirse tres aspectos:

-el significante o la palabra ( τσημαίνοντα);

-la cosa significada y, un tercer elemento,

-el significado (τσημαινόμενα).

Mientras las palabras y las cosas son materiales, el significado es inmaterial y actúa de enlace entre ellos. Solamente el significado puede ser verdadero o falso, originando las proposiciones o unidades lógicas elementales, cuyas posibles conexiones establecían las condiciones formales de verdad lógica, cuyo estudio condujo a la formulación de los anapodícticos o esquemas formales indemostrables de inferencia. Además, extendieron el análisis lógico a los razonamientos hipotéticos y a los disyuntivos. De esta manera, crean las bases de la lógica (que en su caso es, esencialmente, una lógica de las proposiciones), entendida como estudio regulativo de las formas de razonamiento, a diferencia de la lógica de Aristóteles (que es, esencialmente, una lógica de términos), para quien la lógica tiende más bien a ser entendida como manifestación de los modos de ser el ser de algo.

A su vez, la noción de representación cataléptica permite elaborar la concepción estoica de la verdad.

Si intentamos comunicar algo que no tiene referente en la naturaleza y pretenda darlo como aprehendido, no conseguiremos el sentimiento de los demás, porque no goza del carácter público de una verdadera sensación. Ese carácter público de las sensaciones crea comunidad, porque es participación universal en los mismos asentimientos. El estoico dice que en la medida en que nos vamos alejando de unas aprensiones que puedan ser afirmadas por todos, vamos creando comunidades más y más exclusivas, y nos vamos alejando cada vez más de esa comunidad global. Pero una comunidad de exclusión es siempre una comunidad equivocada. La verdadera comunidad es la de aquellos que puedan ser copartícipes de los mismos esquemas y modelos de apreciación de las sensaciones. No puede haber ninguna comunidad "a la Epicuro", sino que el objeto de estas reflexiones es la humanidad en su conjunto. El cosmopolitismo estoico no es por tanto un resultado de su ética, sino que toda la ética estoica es una consecuencia del cosmopolitismo. Pero éste es de origen lógico, no ético, deriva del asentimiento común a aquellas sensaciones que nos llegan en forma de transmisión corpórea. Este es el núcleo del argumento estoico, la capacidad de asentir a las sensaciones eliminando las mediaciones que limitan el criterio de verdad, que no es depurado previamente de elementos para construir artificialmente un λόγος αποφαντικός aristotélico.

Esta universalidad impide la aceptación del esclavismo, de leyes particulares, pero, repetimos, como consecuencias lógicas, no éticas. Las especializaciones científicas no están en un nivel diferente a lo que pueda ser expresado en la obras de arte o en los juicios en los tribunales, nada digno de ser pronunciado no puede hacerse en el lenguaje natural y ordinario.

El estoicismo, poniendo el nivel del acceso al saber en un discurso global y asumible por todos, tan exigente, se lo puso fácil al escepticismo, que proponía la imposibilidad de tal acceso al saber, colapsando el intento estoico. El asentimiento común a todo aquel que siente y asiente se construye en el nivel cosmopolita porque dadas sus características de percepción corporal subyacente, debe ser común a todo hombre sintiente, y ello conlleva criticar los particularísimos de los pueblos y las diferencias entre seres humanos.

La transgresión cínica se convierte en normalidad en el mundo estoico. El cínico construía su discurso de modo tan transgresor porque estaba en pugna con la ciudad, pero ahora el referente de la ciudad está ya derruido, no hay contra quien luchar, tan sólo hay sitio para un reconstruir. El ser será el principio, el soporte que nos permite entender que en realidad hay acciones y pasiones. Los textos nos lo explican con toda claridad: los soportes de la acción y de la pasión son siempre los cuerpos. Esa materialidad de los cuerpos la que nos permite la sensación. Aquí hay un materialismo similar al epicúreo, pero no hay por debajo del cuerpo ninguna entidad que pueda ser sujeto de acción y pasión, como el atomismo epicúreo. Aquí la unidad orgánica del cuerpo es la base. Asimismo, todo cuerpo es siempre individual no hay un cuerpo genérico, la desaparición de un cuerpo es la desaparición de un individuo, no hay géneros ni clases, sólo cuerpos que se parecen entre sí, y forman especies sólo en la medida de reuniones con características comunes efectuada por la razón.

Hay cuerpos especiales que son cuerpos humanos. Tienen características que los hacen especiales: dependen de unos deseos y necesidades, elementos describibles en términos de su corporalidad. Por ejemplo, tenemos necesidad de satisfacciones estéticas, de regulaciones y acotamientos civiles (derechos y obligaciones), porque así lo dictan las sensaciones de los propios cuerpos humanos. La etología nos muestra costumbres solitarias o gregarias, y en el caso humano exigen también otras especiales que no hay en la naturaleza al margen de los humanos. Reconocer esto no debe ser visto como una transgresión, hay que eliminar esa dimensión trágica del cinismo que irrita al estoico y que tanto gustaba a Nietzsche. No se debe convertir en una supernaturaleza a golpe de alarido lo que en el fondo es profundamente natural. El λόγος no es algo separado de la corporeidad, sino todo lo contrario. Es algo que todos compartimos, debe ser algo que por igual nos penetre a todos, y nos haga partícipe de nuestra naturaleza a la cual está ínsita. El λόγος es divino porque permite hablar en nombre de toda la naturaleza, no porque sea incorpóreo. Esto entronca con el pensamiento de Heráclito, transmitido precisamente por los estoicos hasta nosotros. El aforismo heraclíteo "como el fuego, el λόγος penetra todos los cuerpos" se entiende mejor ahora.

Esta forma de normalización del cinismo en que consiste el estoicismo dará lugar a una ética definida por la autosuficiencia privada. Somos cuerpos, y la noción de cuerpo transmite la idea de no transmisibilidad: los cuerpos cuidan de sí, la εγκράτεια o cuidado de sí es uno de los grandes conceptos estoicos. No hay virtudes o vicios, sino conductas que buscan la satisfacción más correcta de ese cuidado de sí. Es un egoísmo o pulsión autosatisfactoria de nuestros deseos y necesidades, que nos lleva a la construcción de convenciones y normas que permitan esa satisfacción. El mundo cosmopolita estoico se convierte en un mundo ético cuando repara en que todo son instrumentos del cuidado de sí, οικήιοσις de cuerpos transidos de λόγος.

Lo peligroso es que todo ello puede ser configurado erróneamente por falsas necesidades y deseos. El enemigo es una deficiente concepción del cuidado de sí, insatisfacibles en su desmesura y desestructuración en un mundo social que no se corresponde con la lógica de la corporeidad. La opción en estas condiciones adversas la solución es considerar la existencia de deberes, que son normas de conducta que establecen regulaciones sobre lo que debería ser, es decir, sobre lo que debería satisfacer los verdaderos deseos de los hombres. Esto divide a los hombres en dos categorías: los listos y los idiotas. Los idiotas son los vagos que no reconocen el deber y les basta las costumbres. La sabiduría es el reconocimiento y el recuerdo constante del deber, como aquello que es el oficio de ser humano.

Una vida no presidida por esa posibilidad de ejercer el cuidado de sí es una vida que debe ser terminada, por eso los estoicos apelaron al suicidio como una forma de solución de esta dificultad insalvable. Ese suicidio se acompaña en los textos de epítetos cínicos: individuos magníficos, que no tiene nada del Übermensch nietzscheano.

Epícteto es un esclavo y no debemos olvidarlo, porque es una muestra de la visión cosmopolita y universalista de la especie humana. El intento de conciliación con las tesis cínicos condujo a variantes, como el llamado estoicismo medio, estado de opinión común que llevo a una sistematización del mismo en el mundo helenística posterior y que heredara el romano. Aquí no se encontrarán esos descensos a la corporalidad animal tan visible y horrísona del cinismo inicial. Sin embargo el estoicismo medio no aporta novedades, aporta civilidad y estabilidad en un intento que no busca el refugio en la comunidad de los amigos, sino su extrapolación a la comunidad de todos los hombres.