7. Presocráticos II

La filosofía, como hemos visto, tiene un debate interno y otro externo. El debate externo lo es frente a los que piensan que la palabra es de los dioses, o de los hombres, y que eso es lo único que crea comunidad. El reconocimiento por exclusión de un debate interno en la misma fundación de la filosofía es más interesante. Este debate se centra en el espacio en el que Heráclito y Pitágoras disputan el uno con el otro. La ausencia de documentos del segundo y la precariedad de fragmentos del primero dificultan la reconstrucción de este debate interno, si bien podemos columbrar el núcleo del mismo.

El λόγος debe enunciar se como el discurso propio de la naturaleza. La cuestión es si le pertenece en propio a la naturaleza misma (Heráclito) o si por el contrario el λόγος es un asunto que debe ser estudiado por su condición enunciativa misma (Pitágoras), no por su pertenencia estricta a la φύσις. El λόγος sería un discurso que debe ajustarse a la φύσις según Pitágoras, no que pertenece a ella. Si tuviera razón Heráclito el pensar sería un pasivo dejarse penetrar por la naturaleza, el λόγος sería autosustantivo.

Los pitagóricos no se fiaban de la afirmación de que el pensar deba ser meramente pasivo. De de su posición, surge un interrogante de interés: si el enunciado responde a la naturaleza, pero no pertenece a ella (los números), entonces no podemos estar seguros de que no haya intereses y mediaciones en ese enunciado, y en realidad no hable de la φύσις sino de intereses espurios, sectarios o de poder. Cuando Parménides habla de un cosmos engañoso de palabras, está denunciando las comunidades como las pitagóricas que se auto refieren a sí mismas, no a la naturaleza misma. El λόγος pertenecerían a la comunidad que lo enuncia.

El hecho de que los pitagóricos adoptarán una retórica nos hace pensar que tenían clara conciencia de que los números representaban a la naturaleza, pero a través sea comunidad.

El primer caso, el de Heráclito, es el del dogmatismo, en el segundo, el de Pitágoras, tenemos los balbuceos del escepticismo. Esta dicotomía parece colapsar la idea de que es posible identificar un λογος que no pueda ser criticado.

El verdadero despertar de la filosofía no lo encontramos hasta Jenófanes y Parménides.

Jenófanes es un pitagórico que ha abandonado el pitagorismo, y Parménides es un discípulo suyo. Jenófanes crea y da leyes en el contexto eleático, tras abandonar Crotona y el pitagorismo. Jenófanes afirmará que lo divino es Uno, y que ese Uno es la φύσις. La atribución de la sabiduría lo es al todo que es la φύσις. Una vez señalada la unidad de ese todo que es divino, no ha lugar ni a cambios ni a transformaciones, de modo que todo cambio debe ser atribuido a la vía de la doxa, de la opinión. Esto no implica que lo sujeto a opinión sea falso, sino que debe haber una ligazón de dichas opiniones con el Uno para que sea verdad. Aún no se está atendiendo a una dificultad: ¿aquello que habla del todo, el λόγος, pertenece a la naturaleza misma o simplemente habla de ella?

Parménides se dedicará a responder esta pregunta. Parménides se mostró en continuidad con la actitud filosófica de Jenófanes. Escribió un libro sobre la naturaleza en versos hexámeros. Este es un intento de acercamiento con la épica anterior. Disponemos de su famoso poema y de fragmentos y menciones indirectas. La elección del hexámetro tiene importancia en Parménides: denota una voluntad de retirarse del mundo pitagórico, que se concilia con la retórica en prosa. En los pitagóricos, el discursos se aleja de la φύσις acercándose a la matemática y adoptando una forma prosaica. Parménides propone al elevación de la filosofía a discurso sacralizar, que no intentará sólo ser distinto de la religiosidad y de la retórica, sino que pretende ser superior a ambas. Adopta por ello una forma que dignifica y eleva el discurso, en actitudes antipitagóricas:

- crítica la autonomía del λογος bajo la forma de un universo engañoso de palabras.

- crítica la posibilidad de conciliar los dos discursos posibles de la filosofía, representados por Heráclito y Pitágoras, se trata de negar la dicotomía ilícita a todo discurso pitagórico. Los dicranoi del poema parmenídeo, dobles cabezas representan las dicotomías pitagóricas. Parménides reivindica el gesto más heraclíteos: el λόγος ES de la naturaleza.

La diosa de la verdad αλήθεια es capaz, en el poema, de dar órdenes, que son de obligado cumplimiento. Aquí Parménides actúa como un tirano, como un legislador: "te mando que tomes esta vía(la vía del ser) te prohibo que tomes esta otra (la vía del no ser)". La vía de la αλήθεια dice que el ser es, y allí donde es, ser es lo mismo que pensar. Existe la mediación del pensar, es el nous quien habla. La naturaleza no tiene capacidad de habla, por lo que no es posible una relación directa con la φύσις, el decir es un decir del nous. De todos los decires posibles del que piensa, hay uno y sólo uno que declara la verdad del ser: el decir-pensar, o el decir que da el ser. Que el decir es autónomo indica que podemos hablar de muchas maneras (desde un punto de vista sentimental, por ejemplo) pero hay una forma de decir cuyo resultado es el ser, y esa es la propia del νοειν, del pensar. Si el decir que está de acuerdo con el νοειν es lo mismo que el ser, se supera de un golpe la ambivalencia que percibimos entre Heráclito y Pitágoras. Ese decir no es de la naturaleza, pero tampoco es un decir autónomo que representa a la naturaleza. Es un decir que corresponde a las categorías específicas del νους.

El programa de la filosofía surge de la postulación de una identidad entre el pensar y el ser. Las leyes de la naturaleza son propiamente algo que pertenece a la naturaleza, pero que sólo se revela o desvela en una forma enunciativas y sólo una: la forma del saber riguroso. Se admite la pluralidad de los decires, pero sólo uno es representativo de la φύσις. Con él se abre la verdad respecto a los comportamientos regulares de la naturaleza. La filosofía consiste en la confianza en que con un decir que es conforme al νους se abre el acceso a la verdad de la naturaleza.

Interesa dejar claro que la cuestión del lenguaje queda incorporado a partir de ahora de una manera distinta a como la habían propuesto Heráclito o los pitagóricos. Si un discurso matemático enuncia las leyes de la φύσις pero no pertenece a la φύσις, ese λόγος ni es propio de la naturaleza ni es sólo propio del νους, sino que establece una casona intermedia en la que se produce la identidad. ¿Quién pone esa zona intermedia?

Algunos pensarán que son las leyes del νους las que generan la identidad, otros que la naturaleza es ella misma racional, y que el νους es simplemente un fenómeno de dicha racionalidad (como Aristóteles). El logros adquiere una condición que serå la condición de la filosofía. A partir de ahora nadie podrá decir que el νους es de la naturaleza, ni que es de la razón, sino que toda explicación filosófica es establecer una ecuación entre el que piensa y lo pensado (en términos modernos, entre sujeto y objeto).

Los discípulos de Parménides organizaron la argumentación en la necesidad que el νους impone sobre la racionalidad. Es lo que hace Zenón: si no pensáramos así, ninguna visión racional sería compatible con la φύσις. Frente al panorama parmenídeo sólo se puede negar la mayor: negar la identidad entre el ser y en pensar, con lo que se cae la base misma de la filosofía.

Gorgias escribió un tratado sobre el no ser (sus famosos tres argumentos). Con ellos da en la diana de los tres pilares del discurso científico. Si el ser no es, sólo podríamos razonar sin los datos de la sensibilidad, atendiendo sólo a los elementos de la necesidad lógica. Aún así, desligados de la percepción sensible, el ser no sería cognoscible porque todo objeto no sería más que una construcción del sujeto. Si finalmente decidiera que la percepción no importa y sólo valen las leyes racionales, nada podría convencerme de que no es un constructo mío. Y si a pesar de todo, el ser fuera así cognoscible, tampoco sería comunicable porque no puedo asegurar la intersubjetividad, no puedo estipular la aceptabilidad universal de una comunidad que adopte las mismas leyes del decir que las mías. Gorgias se manifiesta a favor de la pluralidad de los decires.

Pese a Gorgias ahí está el programa de la filosofía, y ello por tres motivos:

1. Seguir la vía de "el ser es" se trata de una orden, un mandato de la diosa αλήθεια, no de un punto de llegada discursivo. No es que la actitud escéptica sea más o menos razonable. Pirrón hablará a favor de adoptar puntos de vista, opiniones, tan válidas como otras. Seguir las leyes racionales es una orden. ¿Por qué se puede mandar esto?

2. Porque no hay alternativa. Plantear otra posibilidad que atenerse a la racionalidad de la mente significa introducir un discurso relativista en el que ni norma teórica ni práctica puede ser engendrado. La orden tiene el carácter de una apuesta, política y moral, ya que de lo contrario se impondrá la violencia o el deseo del poderoso. En la orden de seguir el camino de la racionalidad hay un impulso teórico que genera un momento práctico: la seguridad de que toda alternativa a esta mirada racional sobre el mundo es generadora de violencia e incapaz de producir un esquema universal de conducta.

3. Mirar el mundo bajo la identidad entre el pensar y el ser equivale a mirar el mundo bajo la noción del conocimiento. No se introduce con esta palabra nada que no tenga el mismo rango que otros conceptos anteriores, conocimiento sólo quiere decir una selección de los intereses que mueven la proporción de discursos y su valoración y aceptación. Bajo la propuesta axiológica del conocimiento se fundamentan sólidamente los dos puntos anteriores.

Por tanto no es una mera orden, una opción hacia la universalidad, sino que es una orden que hace que mirar el mundo bajo el conocimiento, y eso significa dejar de lado otras opciones. Por eso realmente la filosofía termina siendo un hecho soberano. Y ello tiene valor educativo y político. Por lo tanto, a partir de aquí el debate ya será externo, el debate interno ha quedado prácticamente inmunizado, aunque quedarán múltiples ajustes pendientes, como el de las paradojas parmenídeas con la experiencia sensible.

Lo interesante es percibir lo que tiene todo esto de momento fundacional. No se ha dilucidado si el λόγος es de la ψύσις o sólo habla de ella, pero se ha dicho algo muy importante: cualquiera que sea la respuesta, se ha declarado la legitimidad de hablar en nombre de la φύσις por medio del λόγος. Buscamos la verdad porque es un mandato que nos lleva a una determinada actitud y a excluir otras, vivir conforme al conocimiento es una decisión que está impuesta por razones que superan cualquier voluntarismo, sustentada en sus beneficios: deberse no a la voluntad de los dioses ni a las arbitrariedades de la opinión humana, sino a la racionalidad. Ahora por primera vez se puede decir que la filosofía deja de ser mitológica.