43. Orígenes II

Hemos visto cómo se transforma después de un larguísimo proceso la παιδεία cristiana bajo la influencia de Orígenes en la Escuela de Alejandría. Por una parte presenta el cristianismo como una forma de educación alternativa, general y del mismo alcance que la παιδεία clásica y además establece una modificación profunda en la transmisión del propio cristianismo. Se produce una absorción de la clasicidad y la elaboración de un discurso propio. Para ello Orígenes recoge un rico pasado, y tiene la capacidad de introducir un tipo de discurso de gran novedad histórica, con una gestualidad diferente: deja de ser filosofía para convertirse en teología.

El enfoque de Orígenes no puede ser descrito adecuadamente en términos puramente religiosos, pero tampoco en términos puramente filosóficos. Basa sus doctrinas en las escrituras, pero de la fe sencilla se pasa al conocimiento en el sentido gnóstico, mientras que declara la insuficiencia de ambas cosas. Por ello convierte el λόγος en un λόγος θεώου Los tres ejes de su doctrina son:

1. La construcción conceptual del cristianismo. Hasta ahora ha sido la memoria de una historia, la de los hechos y dichos de Cristo, presentada a veces bajo forma gnóstica y helenístico, pero que hasta orígenes no ha logrado la sistematización de una historia de la sabiduría, como una construcción estructural teológica.

2. La incorporación de los textos bíblicos tienen que ser interpretados como un material plástico sujeto a interpretación. El material último sobre el que se forma el cristianismo es espiritual, pneumático, basado en la imagen de Dios, no en la sabiduría de los hombres como en la filosofía helenística. Por eso era tan importante para Orígenes distinguir entre el Primer Dios y el δεύτερος θεός, pues el segundo es el que da expresión al primero, Cristo como espressio dei. Los griegos hablan de la θύσις, origen de toda sabiduría, mientras que los cristianos, de Dios, un dios que está fuera de lo natural (como creador) y dentro de lo natural (pues lo natural tiene la clave interpretativa en Él y en la huella que él deja en la naturaleza, por que adiós está en el mundo, pero el mundo no es Dios).

3. Lo que diferencia del análisis de la φύσις y del modelo de Orígenes es la construcción de una auctoritas. Toda la cultura griega está determinada por una falta de autoridad, por un bagaje controversial, una incapacidad de unificación referencial. Cuando se toma a la φύσις como guía, se permite una libertad de pensamiento que permite múltiples caminos, tal y como ha sucedido secularmente con la filosofía griega. Orígenes cambia todo ello: el objeto de análisis no es ya la naturaleza, sino la huella de lo divino en la naturaleza, con una operación previa de separar lo divino respecto a sus producciones. Con todo ello, y dado que no hay ninguna posibilidad de contrastación empírica de la naturaleza de Dios, se tiene que crear de manera definitiva un concepto de interpretación recta, bajo una autoridad interpretativa. Basará legitimidad en la transmisión apostólica continua desde Cristo. Este es el referente específico de la verdadera fundación de la Iglesia.

En estos tres ejes dan una estructura intelectual sobre la que se instituye el último elemento de conformación del cristianismo. El gesto práctico precede al teórico en Orígenes, como siempre ocurre, hay ciertas necesidades contextual es, históricas y procesual es que determinan la teoría, que siempre es posterior: el ejercicio de la razón no está determinado de antemano.

Así pues, la teología establece una lectura interpretativa de los textos y propone un criterio de resolución de las controversias, que ya no podrá ser dialéctica como en los griegos. Ahora va a haber un discurso enunciativo teológico basada en una mitología firmemente establecida como auctoritas.

Los decretos de exterminio, comenzados en torno al 240 por Decio, se extiende hacia el 311 con el final de Diocleciano (muere en el 312), cuando establece ya la tetrarquía, cuando el propio Diocleciano es consciente del fracaso de las persecuciones. El cristianismo accede a las clases medias imperiales, y al final Galerio en 311 concede un decreto de tolerancia en vida aún de Diocleciano. Por tanto, el decreto del año siguiente de Constantino y Licinio del año siguiente, 312 (el Decreto de Milán); no tiene tanta importancia aunque es muchísimo más famoso. Constantino, en conversaciones con Licinio, es nombrado Augusto de Occidente y entiende el valor de apelar a la sociedad a la hora de establecer los puntos fuertes del imperio. Por ello se apresura a dar a entender que bajo su poder, los ejércitos luchan bajo un signo nuevo: el signo de la cruz. El decreto de Constantino ya nos erá un mero decreto de tolerancia sino un decreto de culto, aunque ėl personalmente nunca será un creyente, y su bautismo en plena agonía será mera filfa. En el decreto de Milán de 312 Constantino, de conformidad con Licinio, reconoce la religión monoteísta, y establece un culto para ella, que es el culto de la religión. Imperial, que sustituye la divinidad del emperador por la divinidad de ese Dios único que en adelante va a amparar al Imperio. No es verdad que se trate de un edicto de tolerancia más, sino que introduce unas prácticas litúrgicas que no conllevan la identificación con un Dios Único anterior, el Sol Invicto, pero cuya liturgia será ya la del Dios cristiano. Poco después, y tras mil intrigas, Constantino vuelve a reunificar en su persona la totalidad del Imperio, se disuelve la Tetrarquía y desde ese momento el cristianismo se convierte ya de facto en la religión del Imperio. Constantino no ha producido la cristianización, pero desde Constantino el culto imperial es ya cristiano en el 324.

En 311 era perseguido todavía en un decreto de exterminio, y en 313 es ya culto oficial del Estado. Eusebio de Cesarea saludará esta transformación vertiginosa como un milagro divino, introduciendo la idea de que la Historia está dirigida por la Providencia. Los perseguidos, en dos años se ven peraltados a la situación de nutrir la liturgia de toda el Estado. Por supuesto, el proceso de ajuste es largo y difícil, no automático, los problemas internos del cristianismo se convierten en problemas imperiales y es el Estado el que puede imponen la solución a los conflictos, pero a la vez quien vence en los conflictos no quiere verse supeditado al Estado. Esto generará múltiples problemas y dificultades, en la paradójica situación de une la resolución de los conflictos doctrinales necesita tanto la autoridad del Imperio como la independencia del Imperio. No será hasta los inicios del siglo VI que se consiga el traspaso completo del paganismo al cristianismo. Algunas muestras de los hitos al respecto son los siguientes:

-En el 379, con Teodosio, los emperadores dejan de tener la condición de Pontifex Máximus, que se mantenía desde Constantino. Ambrosio, obispo de Milan le exige el cese de esa prerrogativa imperial.

-En 382, bajo el dominado de Graciano, y por presiones del mismo Ambrosio, obispo de Milán y maestro de san Agustín, se establece que sólo el Imperio basado en la legitimidad de la doctrina cristiana tiene a su vez legitimidad, por lo que se ordena la retirada definitiva del estandarte a Niké, la Victoria pagana, de la presidencia del Senado romano.

- La disputa de las basílicas. Del 386. Una basílica pagana en Capadocia y una sinagoga judía inician una disputa sobre la legitimidad de su mera existencia. Que puedan haber iglesias no cristianas queda prohibido en el 386. En 388 con Teodosio se cancelan todas las sinagogas judías, acabando con la comunidad hebrea de Alejandría y la subsiguiente diáspora de los judíos alejandrinos. En 390 Teodosio quiere hacer una represión ejemplarizante sobre los judíos, y se efectúa la importante división del derecho en dos: derecho civil y derecho eclesiástico, cada uno con su canon legal.

- El edicto de Justitiano de 529 marca el final de la antigüedad. Con este decreto se cierran todas las escuelas paganas, incluida la universidad de Atenas, y la escuela plotiniana de Roma, y es sustituida por una extensión de las escuelas catequéticas al modo alejandrino. El imperio ya no tiene otra educación que la cristiana, siendo disueltos todos los centros paganos y judíos. El 529 comienza verdaderamente el período cristiano y muere el paganismo.