40. Amonio Saccas

Hemos cerrado en las lecciones anteriores el pensamiento a la altura del siglo II. Se había llegado a una situación en la que la acumulación de tensiones económicas había llevado al Imperio a una crisis general, mientras que el cristianismo había llegado a unas cotas sociales y doctrinales importantes:

- En sus sucesivas confrontaciones con la paideia griega y con el gnosticismo generó una doctrina que incorpora buena parte de las tesis gnósticas, como se ve en Clemente de Alejandría.

- El cristianismo se ve impulsado a propiciar sus signos de identidad y a acoplarse a la situación del mundo que le rodea, lo que le hace adoptar a su vez una παιδεία para el Imperio. El cristianismo tendrá que ganarse a pulso su capacidad de orientar la educación del Imperio.

En esa torsión se ponen en marcha en los inicios del siglo III elementos en los que se fragua el destino de Occidente. En esa forma de educación nueva los tres elementos fundamentales son:

1. La variación de la doctrina hasta llegar a una divinización de Cristo. Es un proceso de acoplamiento a las conformaciones religiosas generales de la época. Hay una tradición en favor de la divinización de Cristo, pero hay también un montón de síntomas que hacen pensar que el cristianismo podía haber derivado hacia otras posibilidades doctrinales. Se trata en todo caso de una consecuencia de los discursos de la consolación helénico-orientales, mientras que para la tradición judía la divinización de Cristo es motivo de escándalo.

2. A finales del II la Iglesia ya se ha organizado como una institución, asignando roles y creando jerarquías, aunque de modo clandestino. Los episcopados llegan a los límites de las provincias romanas. Conocemos muy bien la Escuela de Alejandría, que terminará en Orígenes, esta institucionalización se hace posible porque el cristianismo adopta un conformación eclesial.

3. El acoplamiento del cristianismo al discurso del eclecticismo forma la base de su programa educativo, con la exclusión del epicureísmo y del escepticismo, y la aceptación del platonismo y del estoicismo, dando la primacía al pensamiento platónico.

La mitad segunda del siglo II e inicios del III acumula tensiones sinnúmero, que ha dejado muchas huellas en documentos históricos. Tres asuntos históricos de suma importancia ocurren en ese momento:

1. El imperio llega a su máxima extensión y ya no se puede extender más por causas de mera logística. Está definitivamente demarcado el limes imperial. El modo de producción esclavista de imperio, basado en la nueva conquista de tierras, llega a su final. Esta limitación territorial significa que el aporte de esclavos cesa, creando tensiones de dos órdenes: para sostener la producción, que debe modificarse radicalmente sin esclavos, a base de colonos libres, y se produce la aparición de la clase social de la gleba, vinculada a la tierra y a los propietarios. Todo ello hace que el Imperio empieza a tener una estructura social diferente.

2. La defensa de las fronteras sustituye al afán expansivo de antes, lo que genera una presión importante. Los bárbaros presionan hacia el interior a principios del III y el imperio se hace defensivo. Por un lado es un lugar muy rico, y por otro muy débil, porque los elementos de cohesión empiezan a reblandecerse. El siglo III comienza con la dificultad de seguir generando una economía productiva desde el interior con una presión desde el exterior cada vez mayor.

3. Se producen turbulencias económicas de enorme magnitud, con grandes inflaciones y deflaciones, el panorama empeora por las presiones mencionadas en el punto 2. El equilibrio entre el Senado, que representa a los propietarios y el Princeps, se tambalea. El régimen del principado se sostiene precariamente y va generando un tipo de organización política diferente: el Dominado, en forma de monarquía absoluta y totalitario. Es el cambio del orden de poder, de lo económico a lo militar con los llamados emperadores Ilirios, la serie de emperadores del imperio entre 268 y 285. El emperador más brillante y que mayor estabilidad consigue es Aureliano.

Todo ello produce enormes bolsas de pobreza y enfermedad, problemas de política exterior con el imperio persa. Se efectúa la toma de conciencia de que la magnitud del imperio no se puede mantener. Como reacción, el Imperio se convierte en un estado absoluto. Diocleciano concebirá una solución en la división del imperio con dos césares y dos augustos, la tetrarquía. Esta división inicia la ruptura definitiva del Imperio, aunque haya un intento de reunificación con Constantino. La situación de Constantino es curiosa porque mientras consigue la unificación doctrinal entre el Imperio y el cristianismo, que parecía necesaria para mantener la estructura imperial, asiste a la partición definitiva. A este momento de grandes turbulencias y destrucción le corresponde severos intentos de reconstrucción de la base ideológica del Imperio. Este esfuerzo será realizado en grado sumo por el paganismo, en la presentación del neoplatonismo. El neoplatonismo no es la aparición de una filosofía nueva, sino la necesidad reformista de reestructuración fiscal, financiera, política y exonómicas, una enorme operación entre la realidad políticosocial del momento y el saber de ese momento.

El fundador de la escuela neoplatónica es Amonio Saccas, aunque el principal expositor será Plotino. Plotino se formará en la Alejandría del Didaskalion, lugar en el que se encontrará con Amonio Saccas. De 232 a 243 permanece como discípulo de Amonio Saccas, que estaba creando un sistema de fusión de la sabiduría anterior completa. Allí coincide con filósofos influyentes en el Imperio, como Orígenes el Pagano, que no tiene nada que ver con el Orígenes cristiano, aunque éste también estaba por allí. También está Longino, autor de De lo sublime.

La obra de Plotino puede ser o no original, pero su obra se convierte en la base troncal del cambio filosófico del paganismo en el convulso siglo III, y adquiere aún mayor significación por la influencia que tuvo en el cristianismo que lo combatía dialécticamente. La obra de Plotino engendra un movimiento que no le pertenece, sino que está tomado como una política de gran importancia, la transformación del imperio en la gran crisis del siglo III. Plotino acompaña al emperador Gordiano a Persia, en una campaña en la que el propio emperador muere. Al regresar abre una escuela en Roma, escuela a la que van incluso los emperadores, como Galiano y su esposa. La influencia de Plotino en las áreas del poder imperial eran enormes. Todos estos indicios hacen pensar que Plotino es responsable de la nueva paideia imperial en el proceso de reconstrucción del imperio, más allá de la originalidad de su obra y de su deuda con Amonio Sacas.

La obra de Plotino (contracentrada en Las Enneadas) no puede desligarse de esta puesta al servicio de un último esfuerzo por cohesionar el imperio. A su muerte a Porfirio hereda su escuela. Porfirio escribe la biografía de Plotino y mecaniza su sabiduría en un modelo oficial educativo, aún sin ser un gran pensador. Nos quedan dos documentos, la Carta a Albion, y la Carta a Marcela, en la que expresa su ideología acabada de neoplatonismo. En su fase final, la paideia consagra el eclecticismo como lo propio de su capacidad educativa. Toda teoría (excepto el epicureísmo y el escepticismo) es susceptible de una presentación sistemática si se hace bajo el imperio de la presentación platónica. La imagen de un Dios identificado con el bien y a su vez compatible con el politeísmo pagano es su carta de presentación.

El neoplatonismo tiene un propósito político definido: construir un sistema doctrinal bajo el molde de la sabiduría helenística. Un discurso común unifica todas esas tendencias dispersas de religiosidad popular. Este discurso pagano común contiene los siguientes elementos:

1. La idea del mal presente en el mundo. La sensación de que la pobreza no tiene ningún remedio se hace más patente en la gran crisis del siglo III. Masas inmensas de gentes desdichadas que no encuentran oportunidades tienen la sensación de que el mundo está desarreglado, sin posibilidad de encontrar la felicidad, y está realidad la tiene que absorber la doctrina de Plotino.

2. La transformación del mesianismo en una escatología. Este mesianismo popular no es el judío, sino el mitraico, y se va transformando en un mesianismo escatológico que no depende de fuentes hebreas. Esto a su vez influirá en el cristianismo fuertemente. La parusía es el regreso inmediato, que se transforma asimismo en un mensaje escatológico en el cristianismo, pues estos están especialmente bien preparados por su lado para asumir esta escatología.

3. Es posible una restauración de la justicia dentro del estado. En vez de dirigir la atención a esa esperanza escatológica del punto 2, la última pedagogía de la antigüedad propone una reconversión que sostenga la autonomía del ciudadano: no dependemos de la situación irremisiblemente mala del mundo para lograr la autonomía del bien. Esta autonomía es el núcleo del pensamiento plotiniano, y se expresa bajo una forma que tendrá que ver con la restauración, con la αποκατάστασης como regreso a las fuentes de la realidad que no se halla depreciada por el mal del mundo, y que es capaz de crear ciudadanos que se sientan libres. Se trata del hombre que se satisface a sí mismo a través de su relación con el Uno inteligible.

Toda esta configuración doctrinal es fruto de una síntesis y de un esfuerzo por restaurar el Imperio. De hecho, es el último esfuerzo. Sobrevivirá a la propia destrucción del Imperio Romano. Neoplatónicos habrá después, cuya supervivencia ya en la Edad Media tendrá lugar bajo la forma de una absorción: la absorción cristiana, por mucho que en Plotino haya una crítica del cristianismo y de la gnosis. En la lección siguiente veremos las afirmaciones de Plotino, la última paideia del paganismo.