42. Orígenes I

El cristianismo real tiene un período muy largo de formación, de ensayo y error hasta configurar un discurso que va a identificarlo propiamente. En la obra de Orígenes encontramos muchas piezas explicables por la evolución anterior. Se trata de un giro que pone sobre el tablero de la historia todos los elementos que conformarán el cristianismo, y para entenderlo cabalmente no se puede perder de vista la propia transformación del Imperio al intentar configurarse frente a la gran crisis del siglo III. Orígenes nace hacia 185 y morirá hacia mediados del siglo III, víctima de la persecución de Decio.

El cristianismo, de no ser una causa penal especial, se convierte con Decio en causa penal específica, con decretos de exterminio. El gesto de Orígenes no es distinto del de Plotino: son contemporáneos estrictos, y ambos intentan acoplar sus propios sistemas a una paideia general, uno desde el paganismo y el otro desde el cristianismo. No se puede entender el motivo de que el cristianismo replantee sus bases discursivas si no se comprende una doble referencia histórica:

1. La modificación profunda de las circunstancias por la enorme crisis del III

2. La restauración de los discursos cristianos conducentes a la anulación de la literatura martirial, que ha sido una literatura de encaje para crear las condiciones necesarias en un contexto de persecución débil, pero no hay literatura martirial que valga cuando la persecución es brutal y conducente al exterminio, como de hecho ocurrió con Decio.

De esta doble circunstancia surge la necesidad de una modificación profunda del discurso cristiano. En torno a la mitad del III encontramos un fenómeno de apostasía generalizada. El decreto de Decio explica que por el hecho de ser cristiano se será reo de muerte. Mucha gente renuncia a sus ideas cristianas ante este peligro terrible. En estos momentos surge el montanismo. Montano se basaba en un rigorismo moral ascético que se traducía en una práctica política revolucionaria antiimperial, y proponía la constitución de formas institucionales eclesiales clandestinas. Subrayaban los elementos del sacramentum como juramentacion, que se plasmaban incluso en movimientos terroristas contra las fuerzas romanas. Asimismo surgirán movimientos que luego serán consideradas herėticos de enfrentamiento con el Imperio, como los llamados agonistas (luchadores, o καθαροί, como se llaman a sí mismos) o circunceliones (vagabundos, como los llaman los romanos). Son los llamados "luchadores de Cristo". En medio de estos dos fenómenos, apostasía y radicalización, para la Iglesia cristiana, que ya tiene instituciones educativas formadas, se plantea el dilema de elegir el camino correcto. En este momento hay que situar el trabajo de Orígenes.

Una de las primeras decisiones es no vincular el destino de la iglesia a la revolución de los esclavos, y desligarse de los καθαροί. La Iglesia tuvo claro que no podía resistir en clave de grupos armados, pero a la vez no podía dejar de actual frente a la apostasía. La constitución de la paideia cristiana es la repuesta a esta doble tentación. Respecto a la apostasía, surge la polémica penitencial. ¿Cuál es el tratamiento que se les debe a dar a los apostatas? Las decisiones de los siglos anteriores, quemar las naves y no dar posibilidad de reintroducción a los que habían incurrido en apostasía habría supuesto dejar de contar con las clases medias que habían abandonado en masa la Iglesia. Esta era la opción de los rigoristas, pero se convirtió en mayoritaria la opción de considerar como nuevo sacramento al acto penitencial. Calixto (que está en la secuencia de los Papas, lo cual sólo significa que es obispo de Roma) e Hipólito mantendrán aquí una discusión al respecto: el primero se mostrará rigorista, negando todo perdón al apóstata. La solución fue aprovechar la institución mistérica del sacramento, que inicialmente tan sólo tenía dos versiones: bautizo y eucaristía, adquiriendo carácter sacramental a la penitencia, que otorga el perdón, ascendido al carácter de kerigma o signo de propiedad el cristianismo. Se debe notar aquí que el discurso cristiano tiene que incorporar nuevos elementos a su dispositivo semántico actual, al margen de toda tradición anterior. Una vez establecido este carácter sacramental es preciso llegar a un acuerdo que recoja por un lado el enfado contra las autoridades romanas y por otro lado que permita continuar la paideia del ciudadano medio del Imperio, está en juego la necesidad de un compromiso, de cara a una transformación de la praxis romana. En la medida en que se logre jugar una dialéctica de la colaboración, trocando la actitud de enfrentamiento, para que la propia actitud imperial cambie y a la vez no dar por perdidos a los que huyen de las filas de la Iglesia en masa, que como a se ha dicho son principalmente clases medias, imprescindibles para un movimiento eclesial.

Orígenes

El buen hacer de los dirigente cristianos consigue que en sólo 11 años se pasa de la política de exterminio (en Diocleciano) a una política de franca colaboración. Orígenes se sitúa en el centro de este intento teórico con un nuevo discurso que aúna cierto compromiso con sus bases sociales, bien perseguidas o bien apostatas, con un gesto dirigido al Imperio.

Orígenes nace en el 185 en Alejandría en la consumación de la crisis, y vive hasta el 236. Conocemos su vida y obra a través de fuentes directas e indirectas, pero no tenemos sus obras originales. Tiene varias grandes obras: Contra Celso, de la que conservamos la versión latina, la obra fundamental en la que se efectúa su teoría general, De Principiis no se conserva la versión original griega, pues se destruyó tras su condena, Hexapla, y a través de Eusebio, tenemos también su Correspondencia, que es la colección de sus cartas. Entre una y otra cosa, podemos reconstruir su biografía bastante bien. Nació en una familia cristiana que perdió su hacienda por causas legales, y tuvo que crecer en condiciones de extrema pobreza. Se educó en la escuela cristiana de Alejandría. Adopta en su juventud un gesto rigorista, de un cristianismo radical hasta el punto de castrarse para vivir más intensamente la religiosidad. Su experiencia en el Didaskalion es decisiva para la amortiguación de esta forma de educación, acercándose a la paideia helénica gracias al esquema pedagógico de Clemente de Alejandria, que ve conciliable la sabiduría griega con el cristianismo, como vimos.

Aún tiene más importancia el hecho de que en Alejandría está dando clases Amonio Saccas, si bien no se sabe si Orígenes acudió a sus clases. Es patente que existiendo la escuela de Amonio Saccas, un hombre tan despierto como Orígenes, tuvo que recibir influencias. Lo evidente es que en sus obras están patentes las corrientes de Amonio Saccas, asistiera o no a sus clases. A partir del 218 Clemente es obligado a dimitir por su colaboracionismo con la cultura griega, y se marcha del Didaskalion, y se convoca a Orígenes para dirigirlo. Recompone enteramente el Didaskalion, reorganizando, contratando toda una serie de nuevos profesores, y adopta en esos años la idea de un ajuste de cuentas que dará lugar a la nueva discursividad cristiana. Es ahora cuanto escribe su De Principiis. Sus obras son consideradas demasiado rupturistas por el obispo de Alejandría, Demetrio, y es obligado a exiliarse a Capadocia. Muere en 252-253 tras malvivir sus últimos años, perseguido.

Orígenes había acudido a Roma en su juventud, y conocía las condiciones de la política imperial; y en Capadocia tuvo como alumna a la propia madre del emperador. Por todo ello, olfatea muy bien las necesidades del cristianismo, sobre todo percibe dos ideas:

1. Los procesos revolucionarios no van a ayudar al cristianismo, de hecho pueden acabar con él.

2. El discurso que el cristianismo ha ofrecido hasta el momento al respecto de la filosofía griega, que alterna entre el rechazo y la incorporación completa, es un discurso agotado.

En este contexto se debe estudiar la aportación textual de Origenes. Una aportación sobre la que se asentará para el futuro la ortodoxia cristiana. Con Orígenes el cristianismo sale al encuentro de un discurso propio. En De Principiis adopta una posición definitiva sobre la postura que el cristianismo debe adoptar sobre la sabiduría. Hasta el momento las dos corrientes eran dos: los que indicaban que el cristianismo era una doctrina nuevo, y que por lo tanto rechazaban cualquier conexión con la filosofía, y la de los que, como Clemente de Alejandría, señalaban que la filosofía helena no era sino una propedéutica del cristianismo que vendría, siendo toda la filosofía anterior una especie de Segundo Antiguo testamento. Frente a ambas corrientes, Orígenes señala que el cristianismo tiene que poder mostrar una doctrina propia, un discurso específicamente suyo, que no pueda ser identificado ni con la sofística ni con las profecías judaicas. Por el testimonio de Porfirio sabemos que Orígenes era versado en filosofía griega, pero no necesitamos estos apoyos, porque en el propio De Principiis hay elementos suficientes para saber que a orígenes consideraba que la filosofía era un momento de la constitución procesual del saber, un miembro a la vez necesario e insuficiente. Será preciso estudiar el platonismo, el estoicismo y las fuentes clásicas para construir a partir de ahí un discurso que tiene que abandonarlos cuando adquiere su camino propio. Gregorio Taumaturgo añade, abundando en la idea, que la filosofía era necesaria en el mismo modo en que las concubinas eran necesarias en el patriarcado hebreo. Es decir, para poder tener descendencia no importó en unos determinados momentos que los patriarcas hebreos tomarán concubinas, del mismo modo el cristianismo puede tomar como sierva a la filosofía. La fórmula latina que pasará a la historia del pensamiento será "Philosophia ancilla theologiae".

Orígenes propone la necesidad de un curso preparador que constara de filosofía platónica, de una interpretación del alegorías o bíblico, y de una colección de todos los poetas antiguos que no hayan sido ateos o que no desprecien a la divinidad; todo ello con interés propedéutico para la educación en el cristianismo. Además, identificará la filosofía con la gnosis. La gnosis no queda ni condenada ni excluida: queda subordinada, se convierte en un elemento al servicio de una construcción superior.

La citada construcción tiene dos escalones.

1. El inferior es el de la fe, que es lo propio de las gentes que son somáticas, con un nivel escaso de formación e inteligencia, con lo que necesitan ser persuadidos por la fuerza de las palabras. La lectura de las escrituras es el camino de salvación de estas personas, el nivel de los creyentes que deben obediencia a la Iglesia.

2. El segundo escalón es el formado por los que saben descubrir la carga alegórica que debe ser trascendido en las escrituras, y esto es lo propio de los que deben dirigir la vida de la Iglesia. La Gnosis resulta estar incorporada a la administración de la Iglesia par la formación de las élites dirigentes, capaces de acceder a un conocimiento superior en el que se va a identificar un discurso enteramente nuevo, que ya no es gnóstico, es Σοφία, sabiduría, y es θεωρία, contemplación, sabiduría y contemplación de la real naturaleza de Dios. Este discurso de segundo nivel, es precisamente el discurso de la Teologia, el que será ya propio de la Iglesia.

Este saber cuya misión es iluminar la praxis moral y el conocimiento es un neoplatonismo cristiano: una serie de decisiones tomadas sobre el cuerpo de la paideia pagana que permite un discurso nuevo y superior a él en el que se juega que el cristianismo tenga definitivamente su propia paideia. Para ello, identificará el Uno plotiniano con Dios. El Uno podía ser pensado en Plotino como lo que hace posible la existencia de los individuales, está operación de substantivación tiene que ser pensada positivamente, para que esté en la base de una procesión plotiniana de las sucesivas hipóstasis. Orígenes señala que cuando hablamos de adiós como una substancia o ser nos referimos a un contenido desconocido e incomprensible que, de quedarse en ese contenido, no daría de sí ni produciría nada por vía emanantiva, pero que sin embargo puede pensarse a sí mismo, reflejarse a sí mismo en cuanto que se identifica con el λόφος. La substancia divina se expresa como λόγος, que no es más que el aunó pensando se a sí mismo. Y ese λόγος sí es susceptible de emanación. Dios es por tanto Uno y Dos. Como Uno obtiene expresiones características como Sumo Bien, Ser en Absoluto, etc, pero cuando es pensado como λόγος se expresa como Cristo. Se puede hablar de que Sios es Uno y Dos porque considerado en sí mismo es pire incomprensibilidad, pero puede ser pensado como Dos considerado como el universo de inteligibles que es el λόγος. El paso de lo in nombrarle e ininteligible a lo nombrarle e inteligible es exactamente la redención, que es lo que nos da la esperanza de interpretación. La redención no es otra cosa que la aparición del sentido.

Dicho de otra manera, Cristo es la manifestación de las ideas de Dios. La interpretación somática, de primer escalón, dice que Cristo se ha hecho hombre por una culpa originaria que deba ser resuelta, en una interpretación mitológica. Es una explicación suficiente para la salvación, pero para gentes vulgares, somáticas, pero que no es lo propio de la sabiduría cristiana. Lo propio de la sabiduría es que la redención obedece a la propia naturaleza divina, hay Dios porque hay redención, y Dios se expresa en la manifestación del sentido, y aquí viene el neoplatonismo en ayuda teórica: el λογος de Dios forma mundos, y los infinitos mundos posibles, y recorrer la redención no es sino recorrer cuántos mundos sean precisos hasta alcanzar a Dios. La idea nueva y característica de Orígenes respecto al esquema plotiniano es que el acto por el que el Uno se desdobla es el Espíritu. El espíritu es un acto de voluntad, de afirmación, que implica decir sí a la propia conversión de lo inefable en lo inteligible. No hay una derivación bajo la función de la necesidad que involucraría la noción de un dios incapaz de detener sus actos, sino un acto de voluntad divina que proporciona una imagen de Dios diferente de la pagana. Se trata de un acto de la libertad de Dios. A partir de ese acto creador, la creación es incesante. Cristo, como segundo Dios, es cogenerado ab eterno, es Dios mirándose a sí mismo

El fiel es convocado a un retorno a Dios a través de los mundos posibles, este retorno o restauración se cumple de acuerdo con el modelo plotiniano: mediante una acción práctica de cultivo de virtudes (ejercicio de la moralidad y justicia política), y mediante las virtudes intelectuales, par elevarse al nivel del conocimiento para acceder a la naturaleza de Dios.

Resumiendo, para Orígenes la teología es tres cosas:

1. La teología es un discurso de conocimiento que involucra una cierta iluminación divina, tal que sin ella ni hay conocimiento ni ciencia ni moralidad.

2. La teología es un conocimiento fundado de los inteligibles, pues da el fundamento a los mismos, lo que hace posible toda ciencia.

3. La teología es la conexión el conocimiento fundado con la preexistencia divina a través de vínculos de multiplicación, de purificación del sentido. Podemos buscar en cada universo de los posibles secuencias de significación que dotan de sentido.