45. Introducción

Dedicaremos un momento a presentar el esquema general de la exposición de la Filosofía Medieval. Por convención la Edad Media empieza con Constantino y termina con el Renacimiento. Sin embargo está división es artificiosas nacida de argumentaciones ideológicas. A partir del reinado de Teodosio (muerto en 394) y el Concilio de Constantinopla se tiene constancia de la imposibilidad de que el paganismo consiga hacerse cargo de Occidente. En este concilio está terminado el proceso deformación della ortodoxia cristiana y establecido el canon de los libros sagrados, así como la distribución jerárquica y geográfica de la Iglesia.

Hasta que se termina de armar la final y definitiva construcción de la teoría trinitaria faltan flecos, hay herejías como el donatismo y priscilianismo, pero lo más importante está hecho. Se prohíbe la enseñanza del paganismo, se cierran las escuelas, la de Atenas incluida, se clausuran los Juegos Olímpicos (los últimos se celebrarán en el año 393), y el mundo adopta completamente una nueva imagen.

Tras la muerte de ateo dosis su herencia se reparte: el imperio de Oriente se pliega sobre sí mismo, y logra establecer una política exitosa, manteniendo los estándares económicos basados en la economía esclavista. En el imperio de Occidente por el contrario en se logra sostener una unidad, en muy poco tiempo los pueblos bárbaros invaden el Imperio y el último emperador romano acaba en el 474 con Rómulo Augústulo a manos del bárbaro Odoacro, poniendo fin oficial a los euros había acabado realmente mucho antes.

Por todo ello, habría que hablar de una Edad Media en Occidente que no se corresponde con el brillo de Oriente. El tránsito hacia una concepción cristiana de la identidad política marca en Bizancio un período de continuidad completa, mientras que en Occidente se va bruscamente interrumpido por un colchón de muchas décadas en las que la presión bárbara colapsará las instituciones políticas. La llamada Invasión de los bárbaros en realidad no alteran sustantivamente ninguna de las condiciones objetivas en las que vive el Imperio de Occidente, por mucho que se vea afectado por ello. La actividad comercial disminuye debido a la inestabilidad, la economía se resiente, pero no hay cambios sustantivos, el sistema seguirá siendo el mismo, si bien se tarda mucho tiempo hasta conseguir una ortodoxia cristiana de eso crisol de pueblos: no desde el punto de vista económico ni del religioso o del ideológico se consigue una uniformidad a breve plazo, y las gentes que vivieron esos acontecimientos negociaban muy pragmáticamente las cuestiones, vaivenes y cambios con una cierta continuidad, durante siglo y medio o dos siglos las leyes romanas y germånicas previas seguían manteniéndose cien convivencia con las nuevas leyes cristianas. De hecho, las zonas que no conocieron presencia bárbara fueron mayores que las que sí.

A los componentes visigodo en España y franco en Francia les pasó lo mismo: conviven zonas invadidas y zonas estables con la población secular. El impacto sociológico de las invasiones bárbaras es mucho mayor que la presencia real de los mismos, pero las instituciones romanas no colapsaron por dichas invasiones, las constantes culturales siguieron siendo las mismas. Se abre, eso sí, como tarea evangelizadora nueva la conversión de dichos pueblos. Las fuentes indican un sentimiento de continuidad, de acogimiento u acoplamiento de los que vienen y una falta de conciencia de que los acontecimientos que se están viviendo sean irreversibles. La idea general por tanto es de continuidad del imperio de Occidente. Los propios visigodos pretenderán ser el vehículo de dicha continuidad, aunque sea abortada por los árabes. La monarquía franca, última heredera de estos esfuerzos, llevará a cabo esta idea de reunificación imperial con el Imperio Carolingio.

Se trata por lo tanto de un complejo movimiento de continuidad y apropiación de las estructuras imperiales precedentes bajo la mano cristiana. El último de los intento de recuperar el Imperio por Carlomagno nos hará asistir de verdad al final del mundo antiguo. Carlomagno prolongará la maquinaria imperial hasta que las condiciones históricas lo hagan imposible de extender más allá. Eso tiene lugar en los entornos del año mil, que suceden a la herencia de Carlomagno. Entonces, pueblos del norte como los vikingos, así como el incremento de la maquinaria militar islámica lograran romper el comercio y destruyan las infraestructura del continente. Las infraestructuras romanas desaparecen la poblaciones empieza a no poder moverse y el sistema económico basado en la producción agraria y en la manufactura de productos de consumo dejan de existir. Entonces sí se producirá una modificación profunda, entre los siglos X y XI, dándose el inicio del feudalismo, que supone la eliminación del comercio y el anclado de la población a la tierra. Allí empieza un nuevo universo espiritual que ya no es sólo de origen cristiano, sino que supone una objetivación diferente.

Uniendo todos estos datos, defenderemos aquí la tesis de que el fin del mundo antiguo es un proceso muy lento, lleno de episodios dramáticos, pero que sigue siendo esencialmente el mismo. La verdadera Edad Media empieza cuando la presión de los normandos y de los islámicos colapsan la estructura del imperio romano hacia el año mil, tras una lenta agonía.

La filosofía da una repuesta adecuada al momento en san Agustín, que supone un neoplatonismo que bebe de la Escuela de Alejandría, en el que los elementos de originalidad no son muy fuertes, pero sus componentes de sistematicidad completa de artilugio doctrinal es acabado y bien pulido. Con ello géneros un modelo, un paradigma en el que sigue existiendo una estructura política semejante al Imperio (Agustín no conoce el colapso del Imperio, que se produce muy después a su muerte).

Estamos aún en un pensamiento antiguo, si bien pone las bases doctrinales de la revolución posterior de finalización del pensamiento antiguo. Las novedades radicales nacerán a la luz en un mundo occidental que es el más pobre de tres grandes núcleos humanos:

1. El imperio Bizantino, que se sigue autotitulado Imperio Romano, que cada vez usa más el griego en lugar del latín, manteniendo intactos sus procesos comerciales.

2. El Imperio musulmán, tan violento y desordenado como los demás, pero con unas características muy propias.

3. El mundo occidental, cada vez más empobrecido en su lento y decadente declinar.

Cuando no introducimos ninguna ideología positivista de siglo XIX se nos aparece un panorama triple, muy alejado del planteamiento cronológicamente fijado de comienzo y fin de la Edad Media en fechas concretas. Tendremos que analizar por separado el mundo de la continuación bizantina, el mundo de la dominación que es el islámico, y el mundo del monacato empobrecido de un Occidente empobrecido. No caben simplificaciones para estudiar la Edad Media.