Oriente y Occidente

1.1 Imprecisión de los términos Oriente y Occidente.

Sin lugar a dudas las culturas orientales y occidentales son diferentes, en algún momento fueron consideradas inclusive opuestas. Sin embargo, es muy importante que se entienda la complementariedad de ambas culturas ya que es necesario que al estudiar los diversos conceptos filosóficos nos pongamos en el lugar del concepto originario. Mal podríamos dar a entender que ambas culturas son opuestas, este concepto en el mundo actual ya está desterrado, debe tomarse todas estas descripciones como que la suma de ambas culturas será de vital importancia para el futuro de la humanidad.

Colores en el vestir, Oriente multicolor, Occidente gris, sabores en las comidas...

1.2 Coincidencias y discrepancias.

- El orgulloso Occidente pensó que no tenía nada que aprender de Oriente. Oriente considera la vida como un continuo crecimiento desde la materia hacia el espíritu. Occidente considera la vida como un continuo crecimiento desde la sencilla vida material hacia un desarrollo científico complejo y siempre expansivo.

- El indiferente Oriente sintió que no tenía nada que escuchar de Occidente. Según Oriente, Occidente es cualquier cosa menos divino. Según Occidente, Oriente es indolente. No es exagerado decir que Oriente tiene un temor terrible a la vida dinámica. Asimismo, Occidente tiene un temor terrible a la solitaria calma del ser. (A mí esto me parece una colección de tópicos difícilmente defendibles, buenos quizàs hace un par de siglos, pero indefendibles en el XXI)

Puede que a Oriente le falte cuidado, detalle y exactitud, pero a Occidente le está faltando amplitud, vastedad y universalidad. Oriente carece de una inteligencia terrenal, práctica. Occidente carece de la incomparable realización del Ser.

Oriente siente que el dominio de los propios movimientos internos es la verdadera plenitud de la vida. Occidente cree que el dominio del mundo es la verdadera plenitud de la vida.

La humildad y la devoción son para Oriente un derecho de nacimiento. La honestidad y la franqueza son para Occidente un derecho de nacimiento. La combinación de estos cuatro poderes debería ser el ideal del ser humano.

Oriente ha querido conquistar al mundo en nombre de la Liberación. Occidente ha querido conquistar al mundo en nombre del comercio y de la religión.

Oriente posee el control del Espíritu. Occidente posee el control de la Materia. El Espíritu es existencia creativa y consciente. ¿Qué es la Materia? Es todo menos sustancia mecánica inanimada. La Materia es una Energía vibrante que deliberadamente oculta dentro de sí Vida y Conciencia.

El individuo de Oriente está contento de guiarse por el lema: «Déjenme vivir sin ser visto ni conocido y déjenme morir sin ser llorado». Y podría agregarse: «Dejemos que todo se haga sin demasiado esfuerzo». El individuo de Occidente, por el contrario, parece desear la completa expresión de su individualidad; desea construir para sí mismo una posición fuerte y poderosa en su propio mundo.

La muy antigua experiencia de Oriente con la vida espiritual, le ha enseñado equilibrio interior y ecuanimidad en el trabajo. Puede permanecer apartado de la frustración, la agitación, la irritación por trastornos menores y todo lo que perturba el equilibrio interno. Puede hacer tranquilos reajustes y continuar con la misma calma. Esto es lo que Occidente todavía tiene que aprender.

La intensiva experiencia de Occidente con el progreso material le ha enseñado a ser objetivo en el trabajo. Ha aprendido a quedar apartado del favoritismo, el nepotismo y otras consideraciones personales al llevar a cabo un trabajo necesario. Puede hacer el trabajo por su propio bien, con rapidez y eficacia, y con la mejor mano de obra disponible. Esto es lo que Oriente todavía tiene que aprender.

1.3 Influjo, aportaciones e intercambios.

La filosofía de la India es, en su origen, la búsqueda de la Verdad más elevada. Unicamente la Realidad que está más allá de los sentidos ha sido capaz de saciar la sed interna de Oriente.

La filosofía europea es, en su origen, un examen de las ideas por medio del intelecto crítico. Hasta ahora, la razón y el intelecto han sido suficientes para alimentar al hambriento Occidente.

1.4 Diálogo entre Oriente y Occidente.

Es ahora cuando Oriente y Occidente han llegado a descubrir la necesidad de un matrimonio entre la Mente y el Espíritu.

Oriente y Occidente pueden considerarse como dos ojos del mismo cuerpo humano. Las otras divisiones y distinciones humanas –raciales, culturales y lingüísticas– están destinadas a desaparecer de la conciencia humana cuando esta se inunde con la Luz y la Fuerza supramentales. Esta es la consecuencia inevitable de la Hora de Dios que está alboreando por todo el mundo. Las diversidades estarán ahí, enriquecidas y acrecentadas en su plena medida. Pero estas diversidades no serán perturbaciones para la conciencia general sino al contrario, serán felices y armoniosos complementos para un todo único. La humanidad será una verdadera familia humana en el pleno sentido del término y en un sentido todavía desconocido. La respuesta a la nueva Luz excederá ciertamente las expectativas humanas.

La conciencia despierta del hombre está tendiendo visiblemente hacia lo Divino. Este es un rayo de luz sumamente esperanzador en medio de la oscuridad que hoy nos rodea. Este es un momento, no simplemente de unir las manos sino de unir las mentes, los corazones y las almas.

Atravesando toda las barreras físicas y mentales entre Oriente y Occidente, muy por encima de los patrones nacionales, por encima incluso de patrones individuales, ondeará el estandarte supremo de la Unicidad Divina.

1.5 Historia del orientalismo.

(Edward Said ORIENTALISMO, 1978)

Oriente no es sólo el vecino inmediato de Europa, es también la región en la que Europa ha creado sus colonias más grandes, ricas y antiguas, es la fuente de sus civilizaciones y sus lenguas, su contrincante cultural y una de sus imágenes más profundas y repetidas de Lo Otro. Además, Oriente ha servido para que Europa (u Occidente) se defina en contraposición a su imagen, su idea, su personalidad y su experiencia. Sin embargo, nada de este Oriente es puramente imaginario. Oriente es una parte integrante de la civilización y de la cultura material europea. El orientalismo expresa y representa, desde un punto de vista cultural e incluso ideológico, esa parte como un modo de discurso que se apoya en unas instituciones, un vocabulario, unas enseñanzas, unas imágenes, unas doctrinas e incluso unas burocracias y estilos coloniales. En contraposición, el conocimiento que América tiene de Oriente parece considerablemente menos denso; sin embargo, nuestras aventuras japonesa, coreana e indochina probablemente estén creando ahora una concienciación de lo “oriental” más seria y realista. Por otra parte, la creciente expansión política y económica de Estados Unidos en Oriente Próximo (Oriente Medio) ha influido decisivamente en nuestro conocimiento de esta región.

Es evidente que cuando hablo de orientalismo me refiero a bastantes cosas, todas ellas, en mi opinión, dependientes entre sí.

En general, la acepción de orientalismo más admitida es la académica, y esta etiqueta sirve para designar un gran número de instituciones de este tipo. Alguien que enseñe, escriba o investigue sobre Oriente —y esto es válido para un antropólogo, un sociólogo, un historiador o un filólogo— tanto en sus aspectos específicos como generales, es un orientalista, y lo que él —o ella— hace, orientalismo. Si lo comparamos con los términos estudios orientales o estudios de áreas culturales (area studies), el de Orientalismo es el que actualmente menos prefieren los especialistas, porque resulta demasiado vago y recuerda la actitud autoritaria y despótica del colonialismo del siglo XIX y principios del XX. Sin embargo, se han escrito muchos libros y se han celebrado muchos congresos con “Oriente” como tema central y con el orientalismo, con su nueva o vieja apariencia, como principal autoridad. La realidad es que, aunque ya no sea lo que en otro tiempo fue, el orientalismo sigue presente en el mundo académico a través de sus doctrinas y tesis sobre Oriente y lo oriental.

En cuanto a esta tradición académica, cuyos destinos, transmigraciones, especializaciones y transmisiones que son, en parte, el objeto de este estudio, existe un significado más general del término Orientalismo. Es un estilo de pensamiento que se basa en la distinción ontológica y epistemológica que se establece entre Oriente y —la mayor parte de las veces— Occidente. Así pues, una gran cantidad de escritores —entre ellos, poetas, novelistas, filósofos, políticos, economistas y administradores del Imperio— han aceptado esta diferencia básica entre Oriente y Occidente como punto de partida para elaborar teorías, epopeyas, novelas, descripciones sociales e informes políticos relacionados con Oriente, sus gentes, sus costumbres, su “mentalidad”, su destino, etc.

Siempre se ha producido un intercambio entre el mundo académico y el más o menos imaginativo del orientalismo, pero desde los últimos años del siglo XVIII la comunicación entre los dos ha sido considerable y bastante disciplinada —quizá incluso regulada—. Con esto, llego al tercer significado de orientalismo, que se define de una manera más histórica y material que los otros dos. Si tomamos como punto de partida aproximado el final del siglo XVII, el orientalismo se puede describir y analizar como una institución colectiva que se relaciona con Oriente,relación que consiste en hacer declaraciones sobre él, adoptar posturas con respecto a él, describirlo, enseñarlo, colonizarlo y decidir sobre él; en resumen, el orientalismo es un estilo occidental que pretende dominar, reestructurar y tener autoridad sobre Oriente.

Por otro lado, el orientalismo mantiene una posición de autoridad tal, que no creo que nadie que escriba, piense o haga algo relacionado con Oriente sea capaz de hacerlo sin darse cuenta de las limitaciones de pensamiento y acción que el orientalismo impone. En pocas palabras, que por causa del Orientalismo, Oriente no fue (y no es) un tema sobre el que se tenga libertad de pensamiento o acción. Esto no significa que el orientalismo tenga que determinar unilateralmente lo que se puede decir sobre Oriente, pero sí que constituye una completa red de intereses que inevitablemente se aplica (y, por tanto, siempre está implicada) en cualquier ocasión en que esa particular entidad que es Oriente se plantea.

5.1 Preguntas que plantea

El tipo de cuestiones que el orientalismo plantea, por tanto, son las siguientes:

· ¿qué tipo de energías intelectuales, estéticas y culturales participaron en la elaboración de una tradición imperialista como la orientalista?

· ¿Cómo la filología, la lexicografía, la historia, la biología, las teorías políticas y económicas, la narrativa y la poesía lírica se pusieron al servicio de una visión del mundo tan imperialista como la orientalista?

· ¿Qué cambios, modulaciones, refinamientos e incluso revoluciones sufrió el orientalismo? · ¿Qué significado adquieren en este contexto la originalidad, la continuidad y la individualidad?

· ¿Cómo se transmite o reproduce el orientalismo de una época a otra?

En fin, ¿cómo podemos estudiar el fenómeno cultural e histórico del orientalismo considerándolo como una obra humana voluntaria —y no como una especie de razonamiento en el vacío—, con toda su complejidad histórica y con todo su detalle y valor, sin, al mismo tiempo, perder de vista la alianza entre la acción cultural, las tendencias políticas, el Estado y las realidades específicas de dominación?

Fuerza cultural (pág 64-65)

La fuerza cultural no es un concepto del que podamos tratar fácilmente, es mejor no aventurar generalizaciones sobre una noción tan vaga, aunque importante, mientras no se haya analizado primero una gran cantidad de material. Para empezar, puede decirse que Occidente, durante los siglos XIX y XX, asumió que Oriente —y todo lo que en él había—, si bien no era manifiestamente inferior a Occidente, sí necesitaba ser estudiado y rectificado por él. Oriente se examinaba enmarcado en un aula, un tribunal, una prisión o un manual ilustrado, y el orientalismo era, por tanto, una ciencia sobre Oriente que situaba los asuntos orientales en una clase, un tribunal, una prisión o un manual para analizarlos, estudiarlos, juzgarlos, corregidos y gobernarlos. El orientalismo reforzó y —fue reforzado por— la certidumbre de que Europa, u Occidente, dominaba literalmente la mayor parte de la superficie de la Tierra. El periodo en el que se produjo el gran progreso de las instituciones y del contenido del orientalismo coincidió exactamente con el periodo de mayor expansión europea.

1.5.2 Política (pág. 245-246)

Oriente tal y como aparece en el orientalismo es, por tanto, un sistema de representaciones delimitado por toda una serie de fuerzas que sitúan a Oriente dentro de la ciencia y de la conciencia occidentales y, más tarde, dentro del imperio occidental. Si esta definición de orientalismo parece, sobre todo, política, es simplemente porque considero que el orientalismo es en sí mismo el producto de ciertas fuerzas y actividades de carácter político. El orientalismo es una escuela de interpretación cuyo material es Oriente, sus civilizaciones, sus pueblos y sus regiones.

Tal vez una visión como la de Nietzsche nos sorprenderá por ser demasiado nihilista, pero al menos llama la atención sobre el hecho de que desde que ha existido en la conciencia de Occidente, Oriente ha sido una palabra que poco a poco se ha hecho corresponder con un vasto campo de significados, asociaciones y connotaciones que no se referían necesariamente al oriente real, sino más bien al campo que rodeaba a la palabra. El orientalismo no es pues solamente una doctrina positiva sobre el Oriente que existe en un momento dado en Occidente. Es también una tradición académica muy influyente, (cuando se refiere a un especialista académico al que se llama orientalista), y una zona de interés definida por viajeros, empresas comerciales, gobiernos, expediciones militares, lectores de novelas y de relatos de aventuras exóticas, historiadores naturales y peregrinos para los que Oriente es un tipo específico de conocimiento sobre lugares, gentes y civilizaciones específicas. En efecto, el estilo oriental se convirtió en algo frecuente y se afianzó en el discurso europeo. Bajo este tipo de lenguaje había una base doctrinal sobre Oriente que se había forjado a partir de las experiencias de muchos europeos, experiencias que coincidían todas en aspectos esenciales de Oriente tales como el carácter, el despotismo, la sensualidad y el gusto orientales. Para cualquier europeo del siglo XIX —y creo que se puede decir casi sin restricciones— el orientalismo era este sistema de verdades, verdades en el sentido que Nietzsche da a la palabra. Es por tanto exacto que todo europeo en todo lo que podía decir sobre Oriente era, en consecuencia, racista, imperialista y casi totalmente etnocentrista.