Procesos emergentes de sabiduría colectiva (Jesús M. Landart)

El auge de la prensa, la radio, la televisión y otros medios de comunicación permitió el desarrollo de una institución independiente: el "Cuarto Estado", central en los procesos democráticos pluralistas. El uso cada vez mayor de Internet y las tecnologías digitales relacionadas está creando un espacio para conectar a las personas de manera que permita una nueva fuente de rendición de cuentas en el gobierno, la política y otros sectores. Dutton, W.H.

La emergencia de esta tercera cultura, que no es sino la articulación explícita de dos líneas a veces separadas (la técnico-cientifico y la cultural) a la vez que supone una profunda abstracción informativa de los elementos esenciales de creación y transmisión cultural, requiere adoptar marcos conceptuales nuevos que, superado el miedo a romper con el pasado, hagan brotar nuevas posibilidades que han sido, de manera constante, una de las fuentes principales de creación cultural, ahora a veces caracterizada como innovación social. J. F. Álvarez

INDICE

1. Introducción

2. La sabiduría colectiva

2.1. El proceso clásico de deliberación

2.2. Los procesos de emergencia de sabiduría colectiva

3. Las TICs lo cambian todo

3.1. La ley de Moore

3.2. El precio importa

4. El tercer entorno

4.1. Smart mobs

4.2. Swarming

5. El importante papel de las ciencias sociales

6. No es oro todo lo que reluce

7. Conclusiones

8. Referencias

1. Introducción

El crecimiento explosivo de las potencialidades de interconexión humana propiciado por las TICs ha cambiado profundamente el funcionamiento de la sociedad civil. Este trabajo explora las implicaciones de todo ello poniendo foco en la emergencia de procesos de sabiduría colectiva. No se trata de un proceso nuevo, sino que es una nueva forma, de exuberancia desconocida en tiempos anteriores, de algo que estaba ya presente de algún modo desde que se dan procesos deliberativos en el seno de las sociedades. Por ello empezaremos por estos procesos, conocidos desde antiguo, que han sido estudiados desde prismas novedosos sólo desde hace unas décadas. Estos procesos generan sinergias en el interior del grupo, que facilitan la toma de decisiones buenas (en el sentido de lo más cercanas posible a un óptimo, al menos local).

A mediados de los años noventa todo cambió con la irrupción de internet. Y sólo fue el comienzo, pues a la existencia de la web se unió la deslocalización: desde un portátil o desde un smartphone era posible gozar de toda la potencia de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información (TICs), y gracias a la conectividad sin precedentes que proporcionaban, surgió una pléyade de aplicaciones y de tecnologías nuevas: redes sociales, mensajería, transacciones bancarias, teletrabajo, etc. Aún vivimos en ese proceso sorprendente, novedoso y expansivo. El mundo del trabajo ha cambiado para siempre, y la sociedad civil y sus procesos, también.

El aumento de complejidad de la estructura de enlaces débiles propicia la aparición de fenómenos emergentes de sabiduría colectiva que, como decimos, ya estaban en alguna manera presentes en los procesos de deliberación clásica; pero ahora una tupida red de realimentaciones convierte el fenómeno en algo radicalmente nuevo. Exploraremos los mecanismos subyacentes a esta emergencia, principalmente estadísticos.

Tal es la entidad de este cambio que hay un consenso generalizado sobre el hecho de que vivimos un cambio de importancia similar a la revolución agrícola o la revolución industrial. La existencia de la llamada brecha digital no empaña este proceso en mayor medida en que la existencia de sociedades de cazadores y recolectores empaña la revolución agrícola, o la existencia de pueblos nómadas empaña la revolución industrial. El hecho indiscutible es que a mediados de los noventa surge el llamado tercer entorno, y nada vuelve a ser igual. Nuevos métodos de autoorganización social, a veces en procesos rapidísimos, empiezan a ser factibles mediante eventos de swarming o enjambre, las reivindicaciones de la sociedad civil encuentran cauces insospechados para la acción y la misma práctica científica y humanística se ve enriquecida por las nuevas posibilidades de interconexión, creación, edición y distribución de información técnica.

A su vez, la economía, filosofía y las ciencias sociales y la filosofía reflexionan necesariamente sobre todo ello. De los modelos basados en la figura del decisor racional que actúa maximizando su función de utilidad se evoluciona a modelos de racionalidad acotada, y se va ponderando cada vez más la importancia de las relaciones y de las emergencias. La pasiva imagen orteguiana de la masa social como depósito de toda la inercia en los procesos sociales comienza a ser trocada en una imagen en la que las masas ocupan un papel activo, inteligente y capaz de generar espacios de soluciones.

No se ha querido terminar sin mencionar que no es oro todo lo que reluce: siempre acechan mecanismos (estadísticos y psicológicos) que dificultan la emergencia de comportamiento social inteligente, mencionamos varios de ellos. Peor aún: siempre es posible que las emergencias sean muy fuertes pero nada inteligentes. El caso de los enjambramientos (swarming) sociales a golpe de SMS para un linchamiento o la manipulación social de un líder o un lobby serían dos casos paradigmáticos.

2. La sabiduría colectiva

En la introducción a Collective wisdom: Principles and mechanisms, Hélène Landemore explica que el propio concepto de sabiduría colectiva tiene un aspecto muy novedoso y a la vez otro sumamente clásico. La base clásica del concepto es tan antigua como los sofistas, y fue posteriormente desarrollada de modo amplio por Aristóteles. Recoge la intuición general de que muchas cabezas piensan mejor que una sola. Sin embargo no se trata de una mera acumulación de (diríamos en lenguaje actual) capacidad de proceso de datos. Hay más: los procesos de deliberación implícitos en toda reunión de humanos pensantes conlleva la emergencia de nuevas posibilidades que no se dan cuando un pensador, por muy potente que sea, se encierra en su celda a reflexionar profundamente sobre los temas de su interés. El aspecto deliberativo es esencial para entender los procesos emergentes que se dan en el proceso de pensamiento colectivo.

Deliberación es un término de raíz latina, compuesto a partir del étimo libra, balanza, de donde ha heredado la metáfora subyacente en la idea de sopesar o ponderar los pros y los contras de una resolución que se debe tomar ante una cuestión práctica planteada. La metáfora leibniziana de la Balanza de la Razón. (Vega, 2010)

2.1.El proceso clásico de deliberación

Según Vega (2010) la deliberación clásica tiene tres notas constitutivas:

1. Es un género retórico

Es un discurso que apunta al futuro: versa sobre algo venidero, sea para aconsejarlo, sea para prevenirlo. En su aspecto retórico navega entre dos tendencias, haciendo buena la etimología antes mencionada de balanza, pues calibra entre que lo conviene y lo que debe ser evitado, buscando el camino óptimo, o al menos la dirección óptima a la que dirigir las actuaciones de cada momento a la luz de la información disponible en cada momento.

2. Supone la práctica de la prudencia reflexiva

Deliberamos sobre opciones de acción que pertenecen a la esfera de lo posible para nosotros. Quedan fuera de la deliberación lo irremediable, lo que no depende de nosotros. En suma, la deliberación viene a ser un ejercicio de la prudencia «como modo de ser racional, verdadero y práctico respecto de lo que es bueno y malo para el hombre»[1]

3. Es una modalidad de discurso público.

Los asuntos de la deliberación son asuntos públicos, que atañen a la colectividad. Por ello Vega (2010) afirma que “su curso en este ámbito de discurso público descansa en ciertas bases pragmáticas de entendimiento y coordinación entre los agentes participantes, miembros de la comunidad involucrada”.

El proceso típico de deliberación clásico tiene una serie de pautas estandarizadas: se comienza con el planteamiento del asunto a tratar, se distribuye, discute y evalúa la información disponible, se lanzan propuestas y contrapropuestas, se pasa a un proceso de ajuste, revisión y escrutinio, se adopta una resolución que es confirmada y se cierra la el proceso deliberativo. En medio del proceso surgen diversas sinergias cada vez que muchas personas comparten su información y sus argumentos, guiándose mutuamente hacia la imagen más exacta de la situación, con lo que se consigue al menos aumentar mucho la probabilidad de acceder a un óptimo local.

2.2. Los procesos de emergencia de sabiduría colectiva

Sin embargo sobre este panorama clásico de deliberación, tan antiguo como la sociedad humana, surge uno radicalmente nuevo, fruto de la interacción de las masas con la tecnología digital, que pone en nuestras manos unos modos de interconexión desconocidos por la especie hasta hace menos de tres décadas.

Landemore (2012) recoge al menos tres motivos por los que la situación actual es radicalmente diferente aquella a la que se enfrentó Aristóteles:

1. El número de personas involucradas en los procesos elaborativos pasa de ser un puñado de miles (los ciudadanos del ágora ateniense) a ser millones.

2. La exactitud informativa muchas veces emana directamente de la ponderación automática de informaciones parciales de cada componente de la muchedumbre sin necesidad de deliberación ni pérdida de tiempo: los errores individuales se promedian y esto hace que los valores poblacionales sean muy precisos. El ejemplo perfecto, que usa Landemore, es proporcionado por Surowiecki (2005), y relata una experiencia empírica de Francis Galton en Plymouth en el año 1906: un gran grupo de personas no expertas estima el peso de un buey abierto en canal en un mercado de forma mucho más ajustada a la realidad que los expertos. La conclusión fue: “dadas unas circunstancias adecuadas, los grupos manifiestan una inteligencia notable, y con frecuencia son más listos que los más listos de entre ellos

3.La tercera diferencia no podía ser otra que la globalización y deslocalización de los agentes. Ya no hay ágora ni mercado, sino que los individuos están dispersos y a la vez profundamente interconectados mediante las redes sociales y las inmensas posibilidades que la tecnología de la información proporciona hoy en día. La propia complejidad de las redes, en crecimiento exponencial, proporciona emergencias que ni siquiera han sido aún bien estudiadas y calibradas.

A modo de ejemplo Landermore cita la calidad débil de los enlaces interpersonales de las actuales redes sociales, por ejemplo FaceBook o Twitter. Los grafos de estas redes están formados por enlaces tan débiles que se hace muy probable tener acceso a informaciones, opiniones y reflexiones muy alejadas de las propias y comunes con un círculo íntimo de amigos. Esto hace pensar que las redes sociales pueden preparar el terreno para decisiones colectivas de mayor calidad, entre otros motivos porque la debilidad de estos enlaces dificulta el fenómeno conocido como ignorancia pluralista (pluralistic ignorance), curiosa situación que se produce cuando un conjunto muy amplio de miembros de un grupo sostiene particularmente una opinión mientras piensa que el grueso del grupo, que supone bastante homogéneo por la fortaleza de los enlaces, sostiene la contraria. Ello hace aumentar la probabilidad de que actúen a favor de la propuesta que presuponen falsamente que es mayoritaria, pero que personalmente no admiten, con el resultado de que sea aceptada una propuesta que en realidad pocos o ninguno de los miembros defendería a priori. La idea de que la debilidad de los enlaces de las redes sociales favorece la disminución de este efecto no deja de tener sentido; la identificación grupal es la causa raíz de muchos casos de ignorancia pluralista: en los grupos más cercanos los individuos a menudo actúan por el deseo de ser buenos miembros del grupo pero interpretan el comportamiento similarmente motivado de otros como reflejo de creencias y opiniones personales.[2]

Los procesos de emergencia de sabiduría colectiva tiene dos fuentes: la inteligencia individual de los nodos (miembros, individuos, personas en definitiva) y la diversidad cognitiva proporcionada por los enlaces. La complejidad de estos procesos proviene de la propia complejidad del grafo asociado a la comunidad social resultante, y de la de los mecanismos involucrados. Como hemos visto, algunos ejemplos son versiones modernas de las viejas prácticas deliberativas de siempre, aceleradas con las capacidades que las TICs ponen en manos de las sociedades actuales: deslocalización, inmediatez, etc. Pero otros se parecen más al ejemplo del mercado de Plymouth y Francis Galton: procedimientos de agregación en los que ni siquiera es necesaria la comunicación real ni la deliberación, simples medidas estadísticas de centralización (normalmente media o mediana) son suficientes para presentar el resultado del proceso.

La mencionada debilidad de los enlaces y la facilidad de interconexión hacen además que en el seno del grupo exista una gran diversidad cognitiva. Parecen haber indicios muy firmes de que una amplia diversidad cognitiva es buena para la toma de decisiones colectivas correctas. Hong y Page aportan, como veremos a continuación, evidencia empírica de que cuando se trata de resolver un problema colectivo de cierta complejidad, para que surja una buena respuesta colectiva es preferible que agreguemos individuos de pensamiento diverso, antes que formar el grupo con "los mejores y los más brillantes".[3]

La elección de la denominación de sabiduría colectiva (collective wisdom) para nombrar este fenómeno no es casual, y obedece a varias consideraciones. Se pretende evitar hablar de inteligencia colectiva, dado que la inteligencia hasta ahora considerada, es una propiedad de sistemas concretos, individuales, sean humanos o informáticos, y tenía unas connotaciones técnicas al estar signada por las ciencias computacionales y por la neurociencia moderna. Asimismo se pretende evitar hablar meramente de racionalidad colectiva, por ser ésta una palabra con connotaciones de corrección formal y coherencia interna que en nuestro caso no es de aplicación. Hablamos de sabiduría colectiva como fenómeno distribuido, sin localización concreta, que no se concentra en los nodos de las redes respectivas. La propia mención realizada más arriba a la diversidad cognitiva como un factor importante de la sabiduría colectiva armoniza bien con este concepto global, deslocalizado y distribuido toda vez que la diversidad cognitiva es obviamente un atributo grupal, no puede ser atribuida a los individuos. No se trata de una combinación lineal de las propiedades de los integrantes, sino que estamos ante un fenómeno emergente, ante una superveniencia en un sistema complejo, que no es mera amplificación de las “sabidurías individuales”, sino que es sistémica.

Sobre los mecanismos concretos subyacentes a la emergencia de la sabiduría colectiva, se han barajado principalmente tres:

(1) El teorema del jurado de Condorcet, que generalmente se usa para defender las propiedades epistémicas del gobierno de la mayoría. Se trata de un teorema probabilístico que establece que en condiciones muy generales, la probabilidad de llegar a un resultado decisional correcto aumenta asintóticamente a la unidad con el tamaño del grupo siempre que la probabilidad individual de cada integrante de decidir correctamente sea superior a 0.5.

2) El denominado "milagro de agregación" (miracle of aggregation), es un resultado de apariencia paradójica pero de base absolutamente estadística que, basado en la ley de los grandes números, establece que si una gran mayoría de electores o votantes o decisores está totalmente desinformada sobre el asunto a decidir, la decisión colegiada será igual que si la mayoría estuviera bien informada. Este resultado paradójico se basa en el hecho de que las colas de las distribuciones aleatorias normales[4] son simétricas, pero los decisores bien informados no dar respuestas aleatorias, por lo tanto los resultados de la mayoría es ruido que se cancela, prevaleciendo (de cara a decisiones por mayoría simple al menos), la opinión de la minoría bien informada, que por el hecho de estarlo exhibe un comportamiento sesgado hacia la mejor solución. Se puede objetar que para que una minoría asimétrica prevalezca sobre el ruido mayoritario éste debe ser extremadamente simétrico, y eso es una suposición excesivamente fuerte. De hecho, perfectamente puede estar polarizada y manipulada desde el poder de un gobierno, un lobby o un grupo de opinión. Volveremos a este punto cuando tratemos de los peligros que acechan a la emergencia de sabiduría en las masas sociales.

(3) El Teorema de Hong- Page[5] de capacidad de triunfo de la diversidad. Lu Hong y Scott E. Page defienden un modelo de sabiduría colectiva en el que son determinantes tanto la individualidad como de la diversidad cognitiva. Ambos autores presentan un teorema denominado "Teorema de capacidad de triunfo de la diversidad", según el cual la diversidad cognitiva siempre triunfa sobre la capacidad cuando el problema es difícil y diverso, y el grupo sea mayor de cierto tamaño mínimo.

Estlund (2012) por su parte afirma que hay sólidos argumentos racionales a favor de la idea de que el tamaño importa, y mucho, en los procesos de conocimiento colectivo. Según Estlund, cuatro son los factores que inciden directamente en estos procesos: una deliberación equitativa, una buena cobertura (representación de todos los puntos de vista), el conocimiento agregativo en el sentido de Condorcet y la inclusión de todas las perspectivas de la razón mediante diferentes personas que aportan diferentes puntos de vista a la discusión pública, mejorando la calidad epistémica del proceso. De los cuatro, los tres últimos sugieren fuertemente una relación directa entre el tamaño del grupo y la calidad del resultado decisional.

3. Las TICs lo cambian todo

3.1. La ley de Moore

La irrupción de internet, y con ello la multiplicación exponencial de la posibilidad de interconexión de los ciudadanos ha alterado profundamente las posibilidades de emergencia de sabiduría colectiva. Los grandes avances en microelectrónica han sido espectaculares más allá de todo lo mencionable tras cinco décadas cumpliendo la ley empírica de Moore enunciada en la siguiente cita publicada en 1967:

The complexity for minimum component costs has increased at a rate of roughly a factor of two per year. Certainly over the short term this rate can be expected to continue, if not to increase. Over the longer term, the rate of increase is a bit more uncertain, although there is no reason to believe it will not remain nearly constant for at least 10 years.[6]

Figura 1 [7]

Han pasado cincuenta años y la capacidad microelectrónica se ha duplicado más de treinta veces desde que Moore escribiera su cita. Esto equivale a más de mil millones de veces la capacidad de 1967. En la figura adjunta se puede observar, en escala logarítmica, la evolución del número de transistores por circuito, el rendimiento de hilos de ejecución individuales en los procesadores, la frecuencia de trabajo, la potencia y el número de núcleos de los microprocesadores a lo largo de las últimas cuatro décadas. Nótese que en una gráfica logarítmica las gráficas de apariencia lineal corresponden a funciones exponenciales. A la vista de este explosivo desarrollo se entiende se suela comentar que el smartphone de un adolescente tiene hoy en su interior tanta potencia de proceso de datos como la NASA en su conjunto en el cénit del programa Apollo. Tengamos en cuenta además que el software ha coevolucionado con el hardware, los programas se han hecho más sofisticados, más inteligentes, más complejos y más eficientes a medida que el hardware podía soportarlos, y a su vez la sofisticación del software exige continuas mejoras en el hardware, de modo que se da una realimentación positiva entre ambos. Todo ello de alguna manera venía implícito en la ley de Moore, como algunos supieron verlo. Baste el siguiente ejemplo:

En 1969, casi de manera sincrónica con la llegada del hombre a la luna el profesor español Luis Miravitlles, científico y divulgador español, escribió un libro de divulgación científica titulado “Visado para el futuro”[8]. El libro es fruto de su época, pero es un ejercicio muy lúcido de prospectiva realizado por una personalidad del mundo de la ciencia española; profesor adjunto de Bioquímica y Geología en la Universidad de Barcelona y miembro de la Comisión Especial de Selenología de la NASA. En dicho libro el profesor Miravitlles afirmaba:

Imagínese una máquina, que tendría mucho más de poderoso pulpo tentacular inteligente, que de máquina en sí, capaz de proporcionarnos desde el periódico de cualquier parte del mundo hasta el diagnóstico y tratamiento de una enfermedad, con sólo apretar un botón. (…) Se calcula que para dentro de veinte años (recordemos que esto se escribe en 1969) se dispondrá de una terminal universal de comunicaciones (teléfono, escritura, radio, teletipo, televisión, etc...) en una sola unidad, utilizable tanto en el hogar como en la oficina, tanto por el técnico como por el niño de corta edad.[9]

3.2. El precio importa

Así pues, hace ya cincuenta años se tenía bien claro (en niveles bien informados) que el progreso de las TICs iba a ser exponencial y que se vivía al inicio de un gran cambio de importancia similar a la Segunda Revolución Industrial, si no mayor. La democratización en el acceso está aún lejos de conseguirse a nivel mundial, no debemos olvidarnos de la brecha digital, pero se avanza rápido, y los precios de los elementos han caído estrepitosamente: un MB de memoria RAM en 1957 costaba del orden de 3·108 dólares, implementado en tecnología a base de flip-flops[10]; y actualmente con las últimas tecnologías de almacenamientos masivos cuesta 3·10-5 dólares, trece órdenes de magnitud menos, o si se prefiere una diezbillonésima parte.[11]

Las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación se han convertido en la condición de posibilidad de una renovación profunda del propio concepto de sociedad y de cultura. En palabras de Rainie y Wellman:

Muchas propiedades tradicionales del objeto artístico y de las prácticas culturales, se ven ahora potenciadas y expandidas por el nuevo espacio de posibilidades de acción, interacción social y transformación de “las cosas” que posibilita la triple revolución (Internet, movilidad y redes) que está transformando el conjunto del sistema operativo de la sociedad.[12]

La importancia de las TICs consiste en que han modificado completamente las relaciones entre los individuos. El grafo de las relaciones sociales ha alterado su naturaleza tanto por la calidad como por la cantidad de sus enlaces. Las redes sociales clásicas estaban formadas por nexos fuertes y escasos entre núcleos (individuos).

Los individuos se están redefiniendo como núcleos de condensación de múltiples conexiones débiles, superpuestas a las clásicas redes de vínculos fuertes (familia, próximos, grupos de intereses cercanos). Emergen así nuevos espacios de sociabilidad que, como otra capa de estructuración social, se están conformado mediante conexiones híbridas, físicas y virtuales, que posibilitan las tecnologías; sin duda, uno de los focos privilegiados desde los cuales cabe analizar esa realidad potencial es precisamente el ámbito de lo que genéricamente llamamos cultura. (Alvarez et al., 2013)

Es en ese nuevo magma social, radicalmente diferente, en el que emergen las nuevas potencialidades inéditas: en la creación artística, en la difusión audiovisual, en la investigación científica, en la divulgación científica, en el mundo editorial y en la financiación de todo ello por medio de las posibilidades de transacción de dinero electrónico, cajeros, tarjetas, etc. Cada uno de estos aspectos merece estudios pormenorizados.

4. El tercer entorno

El nuevo espacio social articulado por las TICs está posibilitando un escenario "que difiere profundamente de los entornos naturales y urbanos en los que tradicionalmente han vivido y actuado los seres humanos" (Echeverría, 1999). El profesor Javier Echeverría denomina primer entorno (E1) al entorno natural, la biosfera en la que el Homo sapiens ha sido esculpido por la selección natural e incluye la aparición de la cultura, la agricultura y las primeras formas de organización social humana. El segundo entorno (E2) es la polis, imbricado con el anterior pero radicalmente nuevo: el mercado y la industria, la Iglesia, los ejércitos y las nociones de patria, poder y estado son algunas de sus formas constitutivas. El tercer entorno es el espacio social que tiene a las TICs como condición de posibilidad y constituye el tercer gran momento de la humanidad, el que estamos viviendo actualmente. No es la única manera de nombrarlo, el sociólogo español de la Universidad de California en Berkeley Manuel Castells (que acuñó el término “red de redes” para referirse a la web) habla de sociedad informacional para el mismo concepto. Para el profesor Castells el nuestro es

un periodo histórico caracterizado por una revolución tecnológica centrada en las tecnologías digitales de información y comunicación, concomitante, pero no causante, con la emergencia de una estructura social en red, en todos los ámbitos de la actividad humana, y con la interdependencia global de dicha actividad. Es un proceso de transformación multidimensional que es a la vez incluyente y excluyente en función de los valores e intereses dominantes en cada proceso, en cada país y en cada organización social. Como todo proceso de transformación histórica, la era de la información no determina un curso único de la historia humana. Sus consecuencias, sus características dependen del poder de quienes se benefician en cada una de las múltiples opciones que se presentan a la voluntad humana. (Castells, 2005)

Topológicamente el tercer entorno está deslocalizado: si E1 se centraba en el campo y conformaba la sociedad agraria y E2 se centra en la ciudad y conforma la sociedad urbana, E3 tiene su sede en el ciberespacio, su naturaleza es electrónica y conforma la sociedad informacional. Para Echeverría el tercer entorno implica una emergencia de importancia crucial en la historia de la humanidad. Tanto, que ofrece (Echeverría, 1999) una serie de oposiciones entre los entornos E1 y E2 considerados en conjunto, y E3.

En efecto, E3 es topológicamente distal y reticular, mientras que E1 y E2 eran proximales y recintuales. Tiene naturaleza virtual, informacional, y es por lo tanto artificial mientras que los dos entornos E1 y E2 eran materiales y naturales. Asimismo trasciende todo concepto de nacionalidad y de localidad, y se convierte en transnacional y global. El ciberespacio se convierte así en un nuevo entorno humano de interacción con potencialidades antes desconocidas. Y nace como espacio ciudadano, como

un espacio virtual de interacción […], un espacio-sistema relacional. A diferencia de otros tipos de espacios, que pueden ser utilizados para distintas funciones, pero que tienen una naturaleza física primaria, el ciberespacio surge directamente como un espacio relacional. Dos personas pueden encontrarse en un lugar y comenzar allí algún tipo de relación, pero ese espacio estaba ahí antes y seguirá después de que esa relación termine. El ciberespacio existe solamente como espacio relacional; su realidad se construye a través del intercambio de información; es decir, es espacio y es medio. Una red sin interacción entre sus miembros deja de ser una red; la red existe porque existen relaciones entre sus integrantes. […] El ciberespacio surge en y por la comunicación, de ahí su doble naturaleza de espacio y medio.[13]

Desde el inicio el ciberespacio nace bifronte: ofrece una cara amable de un espacio libertario de puesta en común, autiautoritario y no jerárquico, lugar de resistencia, de opinión y de deliberación pública; y simultáneamente otra en la que muestra ser un lugar en el que el ciudadano ha sido substituido por el consumidor y el Estado por el Mercado y la globalización se ha tornado en uniformidad. De hecho, en fecha tan temprana como 1996 el ciberactivista John Perry Barlow articulaba una Declaración de la Independencia del Ciberespacio[14] como contestación a la Ley de Telecomunicaciones aprobada ese mismo año por el Congreso de los Estados Unidos. Ya en ese escrito se observan las tendencias de la sociedad-red de la que hablaremos en breve: de enfrentamiento libertario al poder estructurador jerárquico.

Proclamáis que hay problemas entre nosotros que necesitáis resolver. Usáis esto como una excusa para invadir nuestros límites. Muchos de estos problemas no existen. Donde haya verdaderos conflictos, donde haya errores, los identificaremos y resolveremos por nuestros propios medios. Estamos creando nuestro propio Contrato Social. Esta autoridad se creará según las condiciones de nuestro mundo, no del vuestro. Nuestro mundo es diferente. El Ciberespacio está formado por transacciones, relaciones, y pensamiento en sí mismo, que se extiende como una quieta ola en la telaraña de nuestras comunicaciones. Nuestro mundo está a la vez en todas partes y en ninguna parte, pero no está donde viven los cuerpos.[15]

4.1. Smart mobs

Multitudes inteligentes, smart mobs o flash mobs en inglés, constituyen una forma nueva de organización social que nace y se estructura a través de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones. El término fue acuñado por Howard Rheingold en su libro “Smart Mobs: The Next Social Revolution” (2002), donde define las smart mobs como “grupos de personas que emprenden movilizaciones colectivas –políticas, sociales, económicas– gracias a que un nuevo medio de comunicación posibilita otros medios de organización, y lo hacen a una escala novedosa”. Estas tecnologías, actualmente en pleno desarrollo, incluyen desde luego a Internet, con medios de comunicación digital tales como chats, blogs, y páginas de contenido colaborativo así como también incluye a dispositivos de comunicación inalámbrica como teléfonos móviles, tablets y PDAs. La facilidad de acceso y la computación ubicua están alterando profundamente los usos y modos de compartir la información así como de generarla. Por todo ello, una "smart mob" es un grupo que, aunque no dispone de un centro jerárquico del que manan directrices, ni de un esquema estructurado, está muy lejos de ser una mera muchedumbre. Al contrario, exhibe comportamientos inteligentes o al menos eficientes debido a la emergencia de una inteligencia social que superviene del crecimiento exponencial de enlaces en la red. Esta red de enlaces (en su mayoría débiles como ya hemos apuntado anteriormente) permite a las personas conectarse con la información y con otras personas, permitiendo de esta manera que se forme una coordinación social emergente.

La sociedad resultante de la interacción de las TICs y su posibilitación de estas nuevas estructuras es lo que se ha dado en llamar la sociedad red. El concepto fue acuñado por Jan van Dijk, profesor de sociología y ciencias de la comunicación de la Universidad de Twente, Holanda, en 1991. La sociedad red está conformada por una estructura social, compuesta por redes activadas por las TICs basadas en la microelectrónica y en la informática. La estructura social resultante es fruto del acuerdo organizativo humano en relación con la producción, el consumo, la reproducción, la experiencia y el poder expresados mediante la comunicación significativa codificada por la cultura. (Castells, 2010). La forma como se establecen, mantienen, modifican o destruyen las relaciones sociales cambia ante el nuevo paradigma social en el que se entra a mediados del siglo XX. Un aspecto crucial es que esta nueva sociedad, la sociedad red, nacida como hemos dicho de una revolución tecnológica basada en la información y el conocimiento, genera una nueva economía, la economía en red, cuyas tres características fundamentales son:

1. Es informacional, esto es: la generación y transformación de la información son determinantes en la productividad del sistema. Javier Echeverría (1999) contrastaba este aspecto informacional del tercer entorno con el aspecto eminentemente material de los entornos primero y segundo.

2. Es global, es decir, opera a nivel planetario. Ha superado todo tipo de fronteras físicas y no conoce otras que las presentadas por la llamada brecha tecnológica.

3. Está en red, dando lugar a la empresa-red. Se trata de un nuevo tipo de organización económica caracterizada por su gran operatividad y flexibilidad y adaptabilidad, pues su configuración variable la hace conformarse inmediatamente a las necesidades del mercado en cada momento y situación.

Estas características de la nueva economía cambian radicalmente la forma en que se dan las relaciones de producción, experiencia y poder, redefiniendo el mercado de trabajo y el empleo, la cultura, la política, el Estado y el consumo en las sociedades capitalistas. Pero la propia estructura de la sociedad red propiciada por las TICs hace además de condición de posibilidad de la emergencia de nuevas maneras de organización civil. Los ciudadanos utilizan estas formas de enlace débil para intercambiar mensajes en tiempo real, planificar acciones, iniciar procesos de micromecenazgo (crowdfunding), expresan sus opiniones en redes sociales (FaceBook, Twitter), exponen sus fotografías o videos (Instagram, Pinterest, Tumblr), editan de forma muy sencilla sus propios artículos de opinión (blogs, bitácoras), presentan en formato video sus propias lecciones, clases magistrales, tutoriales, apuntes, explicaciones o comentarios (youtube, vimeo), transmiten consignas de coordinación o comentarios de lo más variado y puntual (grupos de whatsapp) o incluso inician propuestas legales de carácter cívico o reivindicativo (change.org). Los investigadores, tanto en ciencias naturales como humanísticas, colaboran entre sí sin importar su localización, en tiempo real, compartiendo sus datos y reflexiones, y todas estas producciones llegan en tiempo real a los potenciales consumidores (que habitualmente son también productores de contenidos), pues ya no son necesarios terminales informáticos convencionales para acceder a dichos contenidos, sino que basta con un teléfono móvil.

El conjunto de todo ello, unido a la tremenda facilidad de acceso y a la ubicuidad creciente de las zonas wifi, hace que el volumen de datos que se mueven en la sociedad red sea casi indescriptible. Hablamos de big data cuando nos referimos a esas enormes cantidades de datos, a menudo desestructuradas. El big data ha sido definido como “conjuntos de datos o combinaciones de conjuntos de datos cuyo tamaño (volumen), complejidad (variabilidad) y velocidad de crecimiento (velocidad) dificultan su captura, gestión, procesamiento o análisis mediante tecnologías y herramientas convencionales”[16]

Tanto el enorme volumen como su desestructuración crean una gran dificultad a la hora de extraer datos conclusivos del big data: no es nada sencillo obtener información relativa a tendencias u organizaciones emergentes. La dificultad de tal tarea, análoga al del minero que trata de encontrar el valioso mineral en una mina entre toneladas de tierras sin valor, ha propiciado la perífrasis minería de datos, metáfora para nombrar el proceso computacional que intenta descubrir patrones en estos grandes volúmenes de conjuntos de datos.

4.2. Swarming

El espíritu de la colmena, ¿dónde se encarna? No es semejante al instinto particular del pájaro que sabe construir su nido con destreza y que busca otros cielos apenas reaparece el día de la emigración. No es tampoco una especia de costumbre maquinal de la especie, que sólo quiere ciegamente vivir… M. Maeterlinck, La vida de las abejas.

De una u otra forma, y sea cual sea la dificultad de extraer conclusiones sobre tendencias del big data de la sociedad red, lo cierto es que las TICs han hecho posibles acontecimientos que ya pertenecen a la Historia. En muchos casos se trata de acontecimientos de movilización ciudadana mediante mensajes SMS por telefonía móvil, lo que provoca la aparición de un comportamiento emergente conocido como swarming (enjambre). Así ocurrió en España dos días después de los atentados yihadistas de los trenes madrileños del 11 de marzo de 2004, cuando hubo una masiva movilización contra las informaciones del gobierno. (Martos et al., 2005). El swarming consiste en la difusión social por medio de las TICs de un mensaje (publicitario, de consumo, reivindicativo, o lúdico), un meme que se va difundiendo entre los nodos sociales (los individuos) a través de los enlaces débiles de las redes sociales. Si los nodos receptores sienten el suficiente interés por el meme como para hacerse eco del mismo con una ratio media superior a un umbral, el mensaje se difunde en cuestión de horas a todo el segmento poblacional al que va dirigido, de modo que se facilita al máximo, por ejemplo, la difusión de directrices para la coordinación de acciones de protesta, la publicidad de un acto o la llamada a una acción colectiva. Se trata del “boca a boca” clásico, elevado a otra dimensión, convertido en un proceso casi instantáneo de difusión social en aquellos casos en los que resulta exitoso.

Procesos históricos muy conocidos (y no necesariamente edificantes[17]) pertenecen a este tipo de sucesos de enjambre:

La conocida como "la Contracumbre de Seattle" en 1999, que se inició con una protesta masiva frente a la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OCM) que se celebraba esos días. A partir de un primer nodo surgido en la durante las movilizaciones de Seattle, se crea una red global de contrainformación denominada Indymedia, red global participativa de periodistas independientes que informan sobre temas políticos y sociales.

Las protestas populares contra el gobierno español dos días después de los atentados yihadistas del 11M en Madrid, generadas a base de SMS de telefonía móvil a partir de una iniciativa relativamente pequeña en origen.

La primavera árabe, que se fraguó en la Deep web. Esta revolución utilizó Facebook como herramienta interna de movilización y Twitter como instrumento para la información global [18]

Los disturbios en la elección de Miss Mundo 2002 en Nigeria, cuando convocados por SMS, fueron aglutinados en poco tiempo multitud de radicales islámicos que produjeron más de cien muertos en protesta por motivos religiosos contra la celebración del concurso.[19]

La revolución naranja en Ucrania, facilitada por “el uso de nuevos medios, redes sociales y otras herramientas de tecnologías de la información para organizar y mantener las protestas”[20]

Estas iniciativas que utilizan las TICs sirven de plataformas de movilización a los ciudadanos propiciando sinergias espontáneas y consiguiendo resultados macroscópicos en muy poco tiempo, a veces cuestión de horas. Los ciudadanos aprenden de manera natural, por inmersión, estas nuevas maneras de organizarse de modo que se van alfabetizando paulatinamente en el desenvolvimiento digital. A su vez, los veteranos enseñan a los activistas bisoños. No es extraño que en el seno de las movilizaciones circulen tutoriales de cómo utilizar las redes sociales a beneficio de la reivindicación social.[21]

Como hemos dicho, el volumen de datos generado por una smart mob o por una red social tipo FaceBook y lo caótico y desestructurado de su estructura impide aprovechar al máximo toda esa información a beneficio de la ciudadanía por estar en una situación excesivamente en bruto. Nuevamente las TICs, que fueron condición de posibilidad de la aparición de las smart mobs lo son también del análisis de la información que generan: ahí es donde entran (o entrarán) las últimas investigaciones en big data:

La extracción de inteligencia a partir del análisis de los datos generados tanto por las interacciones como por los contenidos generados podría contribuir al desarrollo e incremento de la inteligencia colectiva y repercutir de forma directa en la evolución y enriquecimiento de la smart mob. Se pone así de relieve la importancia de su estudio tanto por la información específica que pueden transmitir los distintos nodos pero también por el uso singular que hacen del social media para su organización y transmisión del conocimiento. Martos et al. (2015)

5. El importante papel de las ciencias sociales

La trascendencia de las emergencias sociales propiciadas por las TICs es de tal envergadura que la filosofía y las ciencias sociales no pueden permanecer ajenas a estos fenómenos. “Las cosas están cambiando en sentido fuerte en nuestra sociedad, y a las ciencias sociales les corresponde analizar esta evolución” (Álvarez, 2014).

La evolución de los estudios de la acción humana a lo largo de los últimos cien años ha pasado de los modelos iniciales centrados en los individuos, a los que se les asocia una racionalidad suficiente para hacer de ellos electores racionales en todo momento, a modelos actuales en los que priman los enlaces por encima de la racionalidad de los nodos, pasando por un intermedio en el que los decisores individuales poseen una racionalidad acotada. La economía clásica intenta explicar la racionalidad humana basándose es una praxeología que ha producido escuelas económicas de estructura muy axiomática, centradas en un hipostatizado “decisor racional” que no dejaba de ser un mito fundacional. Aun así los éxitos de la teoría económica estándar han sido de tal magnitud que incluso críticos de la misma como Herbert A. Simon han concedido expresamente que “los potentes modelos formales de racionalidad que se han construido en el siglo XX merecen considerarse auténticas joyas entre los logros intelectuales de nuestra época” (Álvarez, 2014)

Los modelos fuertemente matematizados de Oskar Morgenstern y de John von Neumann para juegos n-personales generales cooperativos estudiaron los procesos estratégicos de coalición, pero siempre bajo la intuición general de que los individuos eran electores racionales es decir: que actuaban siempre maximizando su función de utilidad. Los teóricos críticos con estos acercamientos que parten de los individuos como agentes puramente racionales propusieron el concepto de racionalidad acotada, en la intención de hacer una propuesta que, a diferencia de la imperante en su momento, fuera más realista. Posteriormente Herbert Simon planteó el concepto de racionalidad acotada en el que el giro principal es acabar con el supuesto de que la decisión consiste en la optimización de algún criterio, para más bien apostar por la satisfacción en cierto grado de un conjunto de criterios (Álvarez, 2014). Así, estos teóricos se han separado de los economistas aferrados al modelo de decisión racional, excesivamente idealizado.

El punto de partida de este tipo de reflexiones es la consideración elemental de que los humanos habitualmente debemos tomar decisiones rápidamente a partir de una información escasa o limitada. Las restricciones de tiempo, conocimiento y capacidades computacionales deben tenerse en cuenta cuando modelamos la toma de decisiones en tiempo real. Para responder inmediatamente el mecanismo debe ser rápido. Para la rapidez es importante utilizar poca información (frugal, escasa y trabajar con ella). Si la opción rápida y frugal no funciona deberíamos reemplazar nuestros procedimientos por otros más ajustados en el sentido evolutivo. (Álvarez, 2014)

En todo caso, la racionalidad emana también de los nodos en el caso de Simon, si bien matizada por la herramienta conceptual que se ha dado en llamar metafóricamente la tijera de Simon (Simmon’s scissors) cuyos dos filos, que limitan dicha racionalidad nodal, son respectivamente las capacidades limitadas de proceso computacional de los individuos y la estructura del entorno de los mismos (la estructura del contexto, podríamos decir). En este sentido camina la propuesta de la racionalidad ecológica de Gingerenzen. En este modelo son tenidas en cuenta las condiciones ambiente y las limitaciones cognitivas. Nos situamos ya ante una propuesta que no solo se preocupa de lo que sucede en los nodos, sino que atiende también a la estructura.

En su proyecto, la estructura ambiental es la que permite explicar cuándo y por qué una heurística dada funciona exitosamente, pues la racionalidad ecológica se caracteriza como el estudio del comportamiento adaptativo que emerge cuando los mecanismos de la mente se corresponden adecuadamente con las estructuras (de información) del entorno. Para encontrar la racionalidad ecológica de una heurística se busca responder a la pregunta sobre en qué ambientes será exitosa una heurística y en cuáles fracasará. La tarea normativa de este proyecto consiste en la evaluación del grado en el que una determinada heurística o estrategia puede lidiar con la solución de un tipo de problema específico en un ambiente dado. (Fonseca, 2016)

Cada paso sucesivo no es sino una mayor valoración de la red, aunque no siempre en detrimento del individuo, como en el caso siguiente. La irrupción en la sociedad humana de las TICs, con sus facilidades de enlace entre individuos, ha propiciado lo que Reinie y Wellmann denominan un individualismo interconectado (networked individualism). En palabras de dichos autores:

Las relaciones sociales están cambiando y la tecnología está en el centro de la historia. Nuestro trabajo en Pew Internet Project y NetLab de la Universidad de Toronto (especialmente la investigación del Connected Lives Project) no respalda el temor de que las tecnologías digitales estén matando a la sociedad. Nuestra evidencia es que estas tecnologías no son sistemas aislados o aislantes. Se están incorporando a la vida social de las personas al igual que sus predecesores. Las personas no están enganchadas a los gadgets, están enganchadas entre sí (…) Al incorporar Internet y los teléfonos móviles en sus vidas, las personas han cambiado la forma en que interactúan entre sí. Se han convertido cada vez más en redes como individuos, en lugar de estar integrados en grupos. En el mundo de las personas interconectadas, es la persona el centro de atención: más que la familia, la unidad de trabajo, el vecindario y el grupo social. [22]

Para Reinie y Wellman el individualismo interconectado no suprime en absoluto la importancia de los nodos de la red, sino que están potenciados por la propia estructura de enlaces débiles que posibilitan las conexiones móviles. Nada que ver por tanto con las antiguas estructuras inmóviles basadas en rígidas y fuertes relaciones tales como la familia, la aldea o la empresa. Se trata ni más ni menos de un sistema operativo social de nuevo cuño. Esto a su vez exige a los individuos aprender nuevas habilidades:

[Las personas ahora] necesitan desarrollar nuevas estrategias para manejar los desafíos a medida que surgen. Deben dedicar más tiempo y energía a practicar el arte de la creación de redes que sus antepasados ​​para satisfacer sus necesidades. Ya no pueden dejar pasivamente que la aldea los cuide y proteja. Deben establecer una red activa para aprovechar los recursos humanos que necesitan, y deben administrar activamente los límites de su autopresentación en estas redes.[23]

La teoría de la Economía del Comportamiento del premio Nobel Richard Thaler hace más hincapié aún en las debilidades cognitivas de los nodos individuales. Para Thaler y sus seguidores simplemente la teoría de la racionalidad no describe adecuadamente el comportamiento del ser humano. Thaler cuenta una anécdota muy jugosa: los taxistas de Nueva York vuelven a sus casas antes que nunca aquellos días que hay mucha demanda y podrían maximizar sus ingresos. Lo hacen cuando un comportamiento racional les obligaría a hacer exactamente lo contrario. La explicación de Thaler, hechas las correspondientes cautelas, es que los taxistas simplemente son incapaces de analizar correctamente la situación. Se limitan a regresar a sus hogares cuando ya han recaudado lo que suponen previamente que es esperable para un día de trabajo.[24]

Cuando irrumpen las potencialidades de las TICs y la sociedad se estructura como hemos visto en redes de gran relacionalidad débil, debemos entrar en una tercera fase del análisis sociológico. Según Álvarez (2014), estas tres fases son:

1. Una primera fase en la que la masa social se consideraba como un agente irracional y peligroso.

Hay un hecho que, para bien o para mal, es el más importante en la vida pública europea de la hora presente. Este hecho es el advenimiento de las masas al pleno poderío social. Como las masas, por definición, no deben ni pueden dirigir su propia existencia, y menos regentar la sociedad, quiere decirse que Europa sufre ahora la más grave crisis que a pueblos, naciones, culturas, cabe padecer. (Ortega y Gasset. La rebelión de las masas).

2. En la segunda fase la masa se ve como impulsora del cambio y abanderada de una protesta racional formulada por las élites, que se apoyan en la fuerza de la masa y no en la capacidad cognitiva de la multitud. Es la posición de sociólogos y polítólogos como Max Weber, Giovanni Mosca y Robert Michels.

3. En tercer lugar y en fechas más recientes, se pasa a considerar las masas como fuente de conocimiento y sabiduría. Se empieza a hablar de «Masa estructurada», «colaboración masiva», «innovación abierta» e «innovación de usuarios».

La masa, en vez de aparecer como generadora de problemas, se presenta hoy como fuente de inteligencia colectiva. Se abre así la posibilidad de generar soluciones inesperadas, eficientes, poco costosas y originales a los problemas complejos. (Álvarez, 2014)

6. No es oro todo lo que reluce

De todo lo anterior no debemos concluir que la agregación de individuos, potenciada por la facilidad de enlaces propiciada por las TICs, constituya un atractor que desemboque en cada caso en la emergencia de un proceso sapiencial de multitudes con probabilidad unidad. Las cosas son de hecho mucho más complicadas. Existen ciertos mecanismos que impiden o dificultan la obtención de óptimos (o de subóptimos locales) en los procesos, tanto de deliberación social como de swarming o enjambre. Lorenz et al. (2011) identifican esos mecanismos en los diversos efectos de influencia social.

La tesis que emana del trabajo de Lorenz y sus colaboradores es que incluso una influencia social leve puede socavar la sabiduría del efecto multitud en tareas simples de estimación. Obviamente, la realidad social es sumamente compleja, y estas influencias sociales son imposibles de evitar y siempre están presentes en forma de complejas realimentaciones: los electores individuales no solo eligen sus opciones, sino que son conscientes en alguna medida de las elecciones de los demás, y son influidos por la propia marcha social que ellos contribuyen a formar.

Tres son los efectos reductores de emergencia de sabiduría social detectados por Lorenz et al. (2011), dos de ellos exclusivamente estadísticos y un tercero psicológico:

1. El efecto de influencia social (social influence effect). Se trata de un resultado meramente estadístico por medio del cual la influencia social con sus realimentaciones disminuye la diversidad intragrupal sin mejorar por ello la precisión de la optimidad de las soluciones propuestas.

2. El efecto de reducción de rango (range reduction effect). La sabiduría de la multitud no se da por arte de magia, sino que necesita algunas condiciones que simplemente, pueden no darse en la realidad empírica. Concretamente, si el tamaño poblacional no es suficiente, bien pudiera suceder que los valores óptimos (si se trata de elegir una estrategia) o los valores verdaderos (si se trata de estimar un parámetro empírico dado) no pertenecen al intervalo o rango de opciones individuales de sus miembros. No es esperable ninguna emergencia de sabiduría en la decisión de una población cuyas estimaciones individuales forman un intervalo que no contiene al valor óptimo o verdadero.[25]

3. El efecto confianza (confidence effect). Los dos efectos anteriores, combinados, además de socavar la sabiduría social emergente tienen efectos psicológicos que a su vez influyen en los nodos de decisión (los individuos): la mera observación de convergencia social en un asunto a priori debatible y debatido da impresión psicológica de seguridad y confianza en que el camino elegido lleva a buen puerto, aunque los individuos no posean en realidad absolutamente ningún parámetro racional que mida tal bondad.

la confianza de los individuos se incrementa de manera sustancial y significativa en las condiciones de información completa y agregada en comparación con las condiciones de control sin influencia social. Podemos interpretar este efecto psicológico en comparación con los efectos estadísticos: la medida de confianza puede considerarse como "subjetiva" y la fiabilidad de las estimaciones autoinformada y la sabiduría del indicador de masas como "estadística" objetiva de la fiabilidad. La comparación de ambos ilustra que la influencia social socava la sabiduría de las multitudes al aumentar lo subjetivo y disminuir la confiabilidad objetiva de la multitud. (Lorenz el at 2011)

Los resultados experimentales obtenidos por Lorenz y sus colaboradores demuestran que la influencia social por un lado produce la convergencia de las estimaciones individuales, mientras que por otro reduce sustancialmente la diversidad del grupo sin mejorar su precisión. Siempre queda un remanente de diversidad grupal, pero por estos procesos puede quedar tan reducido que el valor correcto se desplaza del centro a las regiones exteriores del rango de estimaciones. Por lo tanto, “al tomar decisiones del comité o siguiendo el consejo de un grupo de expertos que estuvo expuesto a la influencia social, sus opiniones pueden dar lugar a un conjunto de predicciones que ya ni siquiera encierra el valor correcto” (Lorenz et al., 2011). Peor aún: la observación de esta convergencia puede producir (y de hecho produce) en los individuos una sensación psicológica de confianza en la convergencia al valor correcto que reafirma en las opciones erradas.

En suma, Lorenz et al. (2011) efectúan una llamada de atención sobre el peligro de considerar las cosas demasiado alegremente. Reconocen la importancia y realidad de los fenómenos emergentes de sabiduría colectiva, pero insisten en la cautela: los procesos sociales son extremadamente complejos; esta complejidad por un lado posibilita la aparición de fenómenos emergentes como el de sabiduría colectiva, pero las realimentaciones internas de los procesos también llevan a atractores extraños cuyos puntos de convergencia pueden estar alejados del óptimo.

7. Conclusiones

Las TICs, junto a emergencias positivas de sabiduría social (como búsqueda de soluciones cercanas al óptimo) o de autoorganización para acciones concretas (como ayudas sociales imprescindibles en situaciones de emergencia o meramente reivindicativas), también pueden ofrecer soluciones espurias. Y lo que es peor: pueden propiciar el afloramiento de sucesos indeseables o al menos de dudosa moralidad tales como linchamientos públicos, escraches o llamadas a la violencia. En la historia reciente palpitan aún sucesos como la masacre de nigerianos convocada a golpe de SMS con motivo de la celebración de la elección de Miss Mundo en Nigeria, acontecimiento que fue considerado por algunos líderes radicales islámicos como pecaminoso e intolerable. No deja de ser una prolongación de sucesos producidos en décadas anteriores también por las TICs, cuando éstas se reducían a los servicios clásicos de prensa, radio y televisión. Recordemos llamamientos al genocidio en Rwanda o en la Guerra de los Balcanes.

No podía ser de otro modo. Como poderosas herramientas que son, no sólo serán utilizadas por la masa social para producir sabiduría emergente. Los líderes políticos, sociales, los lobbies y las empresas, desde las grandes multinacionales hasta las más humildes, tienen aquí a su disposición una poderosa herramienta que pueden usar para la consecución de sus fines. Del big data generado por la sociedad se pueden extraer suculentos datos tanto para generación de soluciones como para la manipulación interesada de las masas. Como un martillo, que puede usarse para clavar un clavo o para reventar una cabeza, la función social de las TICs es ambivalente. Por ello es preciso atender a todas las posibilidades para que la reflexión sobre el papel social de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación sea lo más completa posible.

8. Referencias

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NOTAS

[1] Aristóteles: Ética a Nicómaco, 1140b

[2] Prentice, D.A. (1996). Pluralistic Ignorance and the Perpetuation of Social Norms by Unwitting Actors

Article in Advances in Experimental Social Psychology 28:161-209 · December 1996

[3] Citado por Landemore, 2012

[4] El Teorema Central del Límite establece que en condiciones muy generales y sencillas de cumplir (esencialmente, que tengan una esperanza y una varianza finitas), la distribución conjunta de una composición amplia de variables aleatorias seguirá una distribución normal aunque las individuales no lo sigan (y con mayor motivo si la siguen). Ese es el motivo de que encontremos por doquier distribuciones normales en los complejos fenómenos sociales que estamos tratando aquí.

[5] Hong, Lu, and Scott Page. 2009. “Interpreted and Generated Signals.” Journal of Eco-nomic Theory 144 (5): 2174–96.

[6] Moore, G. E. (2006). Cramming more components onto integrated circuits, Reprinted from Electronics, volume 38, number 8, April 19, 1965, pp. 114 ff. IEEE solid-state circuits society newsletter, 20(3), 33-35.

[7] Rupp, K., Horowitz, M., Labonte, F., Shacham, O., Olukotun, K., Hammond, L., & Batten, C. (2015). 40 years of microprocessor trend data.

[8] Miravitlles, L. (1969). Visado para el futuro. Biblioteca Básica Salvat;

[9] Op. Cit. 82-83

[10] Un flip-flop es sencillamente un circuito electrónico muy sencillo que puede estar en dos estados nada más. Esto es suficiente para almacenar un 0 o un 1. Es decir, un bit.

[11] Dato ofrecido por John C. Mc Callum en http://hbloke.net/storage

[12] Rainie, H., Rainie, L., & Wellman, B. (2012). Networked: The new social operating system. The MIT Press.

[13] AGUIRRE ROMERO, J. M. (2004): “Ciberespacio y comunicación: nuevas formas de vertebración social en el siglo XXI”, en Espéculo: Revista de Estudios Literarios N° 27, julio - octubre de 2004. Madrid, Facultad de Ciencias de la Información, Universidad Complutense de Madrid. Disponible en URL: http://www.ucm.es/info/especulo/numero27/cibercom.html

[14] https://es.wikisource.org/wiki/Declaraci%C3%B3n_de_independencia_del_ciberespacio

[15] Ibid.

[16] https://www.powerdata.es/big-data

[17] Más adelante veremos que, si bien la alta interconexión de enlaces débiles que proporcionan las TICs favorecen la convergencia de decisiones y la emergencia de soluciones sociales, éstas (soluciones y decisiones) no necesariamente están en la vecindad de los respectivos óptimos, ni siquiera locales.

[18] Ventura, J. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación durante la Primavera Árabe. Un análisis desde la Sociología del Poder. Consultado el 30-04-2017.

http://vaventura.com/wp-content/uploads/2014/07/T2052016-Primavera-Arabe.pdf

[19] Martos et al. (2015)

[20]https://es.globalvoices.org/2013/12/11/como-las-herramientas-de-internet-convirtieron-las-protestas-euromaidan-de-ucrania-en-un-movimiento/

[21] A modo de ejemplo, la española Plataforma de Afectados por la Hipoteca PHA, consciente de la importancia insoslayable de las TICs para cohesionar esfuerzos y generar sinergias favorables a su movimiento, crea una escuela para una mínima alfabetización digital de sus miembros. http://www.lavanguardia.com/vida/20141004/54416735888/la-pah-estrena-hoy-una-escuela-para-ensenar-a-negociar-con-los-bancos.html

[22] Rainie, L & Wellman. B. Networked individualism: what inthe world es that? Publicado en http://networked.pewinternet.org/2012/05/24/networked-individualism-what-in-the-world-is-that-2/. Consultado el 30-04-2017. Traducción propia.

[23] Ibid.

[24] Camerer, C., Babcock, L., Loewenstein, G., Thaler, R.(1997). Labor supply of New York cabdrivers: one day at a time. The Quarterly Journal of Economics, May 1997.

[25] Esto es muy importante: en el ejemplo de la estimación del peso del buey en el mercado de Plymouth todos los encuestados tenían una leve idea de estimar un peso, aunque no fueran expertos en el mercado de carne. Nadie en su sano juicio esperaría convergencia alguna al valor correcto si la pregunta hubiera sido por la constante de Planck, la distancia al cúmulo de Virgo o cualquier tema absolutamente ajeno al acervo cultural de los encuestados. La emergencia de sabiduría social no es un proceso mágico.