47. Visigodos y Ostrogodos

En san Agustín termina la conformación del cristianismo con la idea de transferencia del concepto de redención que pasa de ser un elemento de la experiencia personal a convertirse en un fenómeno nuevo: el sujeto de la redención es la Iglesia con su auctoritas. En este sentido san Agustín està en el quicio entre un mundo antiguo y un mundo medieval. Sin embargo hay un período suficientemente largo durante el cual ni el mundo antiguo está terminado ni el nuevo está ya en marcha. Este período intermedio, lleno de invasiones, migraciones y convulsiones es el que vamos a estudiar ahora.

Es un período de dos siglos sin ningún elemento de ruptura definitivo, sino con un continuum de modificación y decadencia de los parámetros del mundo antiguo. Las dos constataciones principales de este momento son ambas negativas:

1. No se produce un nuevo modelo económicas que arrastre consigo transformaciones culturales de importancia.

2. No se produce ningún discurso que permita señalar novedades en el ámbito del pensamiento antiguo.

Asimismo, dos acontecimientos definen este momento:

1. La constitución de los reinos bárbaros.

2. La reconstrucción de una idea del imperio de accidente, que coincide con Carlomagno y el Imperio Carolingio, que terminará agotado por las invasiones produciendo, ahora sí, el colapso completo del modelo anterior.

No pasando ninguna gran cosa nueva, el gran problema es el de mantener intactas las estructuras de la cultura antigua. La transferencia de saber los siglos VI y VII de las estructuras de paideia romanas colapsa completamente, sofriendo las mismas consecuencias que otras muchas cosas dentro del imperio, y debe ser recuperada en virtud de designios voluntarios de los nuevos poderes, voluntades que se atribuyen a la única institución con capacidad de hacerlo: la Iglesia, con la doctrina elaborada por san Agustín, basada en un lema triple: Derecho para organizar, educar y reprimir.

Todo el discurso eclesiástico defensor de este triple derecho está presidido por la carta a Diomedes:

nosotros que no somos de este mundo, tenemos atribuida por Dios la facultad de organizarlo mediante la herencia cultural recibida mediante la posibilidad de gestionar la educación, y mediante el derecho a reprimir las disidencias.

Los estados bárbaros que se forman como consecuencia de las invasiones son principalmente dos:

1. Los visigodos. Es probablemente el más antiguo, ya asimilado en la época romana. Fueron presionados por los hunos, los que los desplazó hacia Occidente. Logran una capital estable en Aquitania, en Aquisgrán. Es el primero de los reinos bárbaros. En el reino visigodo la herencia romana es más firmes con funcionarios educados en la tradición romana, y es por tanto la primera que consigue una estructura estable. Cuando se convierten, se harán arrianos de modo que el gobierno visigodo se constituye ya como un problema. El debate se resuelve mediante una institución que son los Concilios Toledanos. Allí se disputa la ortodoxia cristiana, y sirven de instrumentos de gobierno de los propios reyes visigodos. San Leandro y su heredero San Isidoro de Sevilla serán dos intelectuales del momento. San Isidoro es un personaje del siglo VII que nace en 5660 y muere en 630. Es el autor de un instrumento que cobra una importancia decisiva par la construcciones e la Edad Media: la conversión de la sabiduría en una especie de enciclopedia: Las Etimologías. El criterio es, cómo no, la etimología, el valor del vocablo que representa cada elemento que va a ser rellenos o por las tradiciones filosóficas de la antigüedad. Es una especie de recetario que conserva un imaginario de los principales saberes puestos en peligro por la invasión Bárbara y la ruptura de la educación pública. En Las Etimologías se va presentando la cultura clásica en forma de una información sintética a preservar condensada. En general la Edad Media no dispone de los textos clásicos de verdad, se estudia una sabiduría estabilizada, enciclopédica de una herencia que no es sino el platonismo medio revestido de cristianismo, convertido en archivo. Hay una enorme propensión al archivo en la Edad Media, en forma de tópicos fuertemente condensados, en forma educativa no discutida y depurada doctrinalmente.

2. Los ostrogodos, que invaden Italia, y terminan posesionándose de las tierras italianas. Través de Teodorico conforman un reino de duración breve pero muy importante en la configuración de la herencia cultural. Los ostrogodo no tienen instituciones particulares, sino que replican las propia del Imperio.

Dos personajes son importantes en terreno ostrogodo: Boecio, un miembro de la clase Patricia romana y Casiodoro, político y escritor latino muerto en 580. Casiodoro tiene el encargo real de restablecer la educación en la península italiana. De artibus es una obra suya en la que aparece el sistema de las siete artes liberales, que será el sistema general de la educación medieval. Boecio tiene mucha importancia y su historia está tramada con la sustitución de las instituciones romanas por las instituciones eclesiásticas. Fue cónsul en 510, y tradujo del griego al latín las obras de Aristóteles, comenzando por las obras del Órganon. Llevó a cabo con ello la incorporación de la herencia aristotélica. Con esta traducción Boecio llega a una especie de presentación unitaria de la antigüedad, como si ésta fuera un discurso único y ejemplar. Debemos a Boecio la operación por la que se ha platonizado a Aristóteles, ofreciendo como decimos una interpretación unificada de la filosofía griega. Esa versión unificada es la que se pone al servicio del cristianismo. En la medida en que Boecio se pone al servicio de la Iglesia, como se espera de un patricio romano, choca con Teodorico, que lo apresa y lo condena a muerte. En sus últimos meses de vida escribirá De consolacione philosophiae. Finalmente la consolación viene de la filosofía, no de la teología ni de la religión.

De consolacione philosophiae tuvo una difusión enorme, e introdujo una vertiente en la cultura medieval que tardó mucho en fructificar, el hecho de que la dos reducción individual del individuo no depende de los constructos institucionales, sino que tiene que ver con la conciencia individual. Es un clásico representante del llamado estoicismo cristiano.

Por lo que Casiodoro y Boecio han sido importantes es por esas construcciones que hacen posible una conservación marcada por al ejemplaridad del mundo antiguo. Lo importante de todo el proceso no pasa por esta operación, porque está es una operación al servicio de otro proceso mucho más importante: el problema de quién va a suplir el vacío del Imperio del Occidente. Este es el problema que se pierde de vista cuando no se aplican los necesarios criterios de sociología del conocimiento, los esfuerzos de san Isidoro, Casiodoro, etc, van encaminados a responder a esta pregunta, que es la importante. De momento hay tres candidatos:

1. El imperio de Bizancio, que mantiene intacta su aspiración a la soberanía de Occidente. Prácticamente lo logra en parte de Italia, centrada en Rávena, en el sur de España. No lo logra, el momento de mayor poder bizantino se limita al enarcado y el sur de España y de Italia. Es un intento y fracaso. Bizancio se irá convirtiendo de un imperio romano en un imperio griego, centrado en Bizancio.

2. El propio reino ostrogodo de Teodorico. Con bases materiales muy toscos intenta reconstruir el Imperio Romano. Si. Teodorico hubiera logrado que los intelectuales a su servicio apoyasen este proyecto la historia medieval hubiera sido algo diferente. Pero este experimento fracasa dos veces, primero con los ostrogodos y luego con los francos.

3. La propia Iglesia. Todo el artefacto de san Isidoro y de Casiodoro (aunque esté al servicio directo de Teodorico) es el esfuerzo de conseguir que el verdadero heredero ya no va a ser el poder político, sino la Iglesia. Mientras dure la idea de que el imperio es reconstruible, mientras los reyes bárbaros se crean llamados a reconstruir el Imperio, habrá Edad Antigua, y no pasará a ser verdadera Edad Media hasta que se de el vuelco al poder de la Iglesia.

El último de los grandes pensadores de este momento es san Gregorio Magno, o, que también pertenece al patriciado romano. Educado en la cultura antigua, tiene ese gesto ecléctico de superposición de la cultura antigua unificada convertida en archivo. Es un hombre que toma tres decisiones radicalmente importantísimas:

1. Reivindicar la soberanía y el poder temporal del papa sobre Roma. Condena la diversidad litúrgica, favoreciendo la unificación completo del rito, incluso en el canto (gregoriano en su honor).

2. Su fuerte apoyo a una forma de vida eclesiástica: el monacato, no ya como un ideal de la salvación personal, sino como un mecanismo político de la difusión del poder eclesiástico. Los monjes serán instrumentos de evangelización de Alemania e Inglaterra.

La Edad Media no se podría entender sin esta toma de las riendas en forma de soberanía eclesial en lo educativo y en lo represor, con base ideológica agustiniana y fuerte componente platónico, aunado con una síntesis unificada de la cultura clásica en modo de archivo. En el marco de una soberanía suprapolítica va a quedar instalada la cultura: la educación va a dejar de ser algo puesto al servicio del desarrollo social para estar al servicio de la supremacía de la Iglesia y de los valores que determinarán de manera rígida las formas de apropiación, acomodación y determinación de la conciencia en los términos en los que presentó san Agustín. Efectivamente, la idea básica de que la redención ni es otra cosa que la soberanía de la Iglesia, con su derecho triple de educación, organización y represión. Tras dos siglos y medio de luchas, la Iglesia es la única que queda intacta y con capacidad como para afrontar los retos de la Edad Media, entendiendo la educación no como un artefacto al servicio de la sociedad, sino al servicio de la supremacía de un modo de ver el mundo.

Desde Hegel se suele conocer esta visión que se inicia aquí pero que estaba anunciada en san Agustín, como el período de la escisión, porque el mundo terreno, que se rige por claves políticas, deja de ser el propietario, o el gestor de la cultura, y el otro mundo,el que tiene que ver con el ejercicios e la salvación y la redención, es el que tiene las rienda de la gestión del mundo terrenal. Occidente es de alguna forma fruto de este período de escisión. Los siglos VI, VII y VIII no producen ningún pensamiento interesante, pero son decisivos porque nace un nuevo modo de entender la gestión del saber, con un discurso diferente en el cual la cultura será un asunto de la salvación.