HUSSERL

1. Husserl y el bergsonismo

Husserl envío a Bergson una copia de sus Ideas I. Este le agradeció sin dejar de mostrar las discrepancias entre ambos, a pesar de las similitudes. Ambos comparten el interés por el tiempo y ambos buscan, una idea de tiempo que no lo reduzca a un objeto similar al espacio, a una suma de instantes que ocupan un lugar, un tiempo vivencial no cuantificable. Bergson priorizará el pasado y la memoria mientras que Husserl privilegia el presente desde el que se producen retenciones y protenciones. Sus principales coincidencias serán:

1. La importancia de la intuición. Su principal coincidencia consistirá en que ambos consideran que la percepción, la memoria y la imagen son experiencias vinculadas por la intuición, y en la condena de ambos al cientifismo. Ambos valoran la intuición, y Husserl llegará a conceder que incluso los conceptos lógicos deben tener su origen en ella si quieren ser unidades válidas de pensamiento. No obstante no entendían lo mismo por tal concepto:

1.1. Para Bergson la intuición es la clave de la duración, el verdadero método sin reglas de la filosofía. Bergson no concibe una intuición eidética, la intuición bergsoniana es más un contacto directo de la conciencia con la materia.

1.2. Husserl se interesó en la intuición empírica como experiencia intuitiva de un objeto individual, que hace que éste se dé originariamente. Husserl habla de la intuición pura de las esencias, y sí concibe una intuición eidética. Todo pensamiento, en Husserl, debe mostrar su coherencia haciéndose intuitivo.

Husserl amplía la intuición: no es meramente el paso necesario de la intuición sensible a la categorial, ésta, la intuición categorial, no es tampoco una mera significación simbólica, es realmente (para Husserl) dirección hacia el objeto pensado. Ambos pretenden mediante la intuición ir a las cosas mismas, pero la intuición bergsoniana es más un contacto directo de la conciencia con la materia, mientras que la husserliana es el contacto originario de la conciencia con la cosa, relacionado con la intencionalidad.

2. La reacción al cientifismo. La reacción ante el objetivismo científico (cientifismo) de la ciencia del momento es una base del pensamiento de Husserl. Tal cientifismo es una perversión de la ciencia. Para Husserl el peligro del cientifismo es el olvido del suelo (Boden) en el que todas las ciencias se sustentan: el mundo de la vida (Lebenswelt). Aquí la concordancia con Bergson y su élan vital es total.

3. La continua referencia al Lebenswelt, o mundo de la vida. Y la crítica a su enmascaramiento. La atención al Lebenswelt impulsará a Husserl a atender al cuerpo como centro de experiencias vividas.

4. La oposición a las visiones cuantitativas de la vida.

5. La importancia de la intencionalidad. Para Husserl será troncal, no así para Bergson. Bergson no desarrolla ninguna teoría sobre la naturaleza de la subjetividad, pero Husserl desarrolla una concepción de la subjetividad que descansa en la intencionalidad de la conciencia. Dicha intencionalidad es lo que diferencia los actos de la conciencia de las actividades psíquicas. Por tanto, Husserl no está preso del psicologismo como Bergson.

Los comienzos de la fenomenología

Surge a comienzos del XX con Husserl como un rechazo al historicismo, al irracionalismo, al cientifismo y al psicologismo. El psicologismo reduce la subjetividad cognoscente a la psicológica, y reduce las leyes lógicas a hechos psicológicos. No obstante Husserl confía en la razón en constante autocrítica. Se opone a la división kantiana entre razón teórica y práctica, y a su separación del entendimiento.

Ante todo, Fenomenologia significa descripción de los fenómenos, y éstos son lo que aparece a la conciencia y consiste en ese mostrarse y en los modos esenciales en los que se muestra. La máxima "a las cosas mismas" expresa ese objetivo de correlación intencional entre yo y mundo, objetivo que se distancia tanto de empirismo como del idealismo. Ahora bien: las cosas mismas no son las cosas en sí, en tanto que opuestas a las cosas para sí, sino que son las experiencias de las mismas como hechos de conciencia. El empirismo también quiere ir a las cosas prescindiendo de todo prejuicio, pero funda todo conocimiento en la experiencia, al suponer que en ésta únicamente se dan las cosas. Pero eso es un prejuicio, pues las cosas se dan en un amplio tipo de actos, como la evidencia intuitiva de las esencias. De hecho, para la Fenomenología suceden dos cosas:

1. La intuición eidética será la que posibilite la experiencia, que siempre es posterior.

2. Toda intuición eidėtica lleva detrás de sí algo individual que le corresponde.

Al tomar las cosas mismas como objetivo, la Fenomenología supera el dualismo entre sujeto de conocimiento y objeto conocido, entre lo inmanente y lo trascendente. Establece un a priori de correlación entre ambos como una estructura de la conciencia intencional.

La conciencia fenomenológica no está encerrada en su inmanencia, es intencional. La intencionalidad es la relación entre la conciencia y aquello a lo que tiende, el mundo. La conciencia no es una substancia que posteriormente se ponga en relación con el mundo: su esencia es esa relación.

Al cogito mismo le es inherente, como inmanente en él, un mirar al objeto que, por otra parte, brota del yo, el cual no puede pues faltar nunca. Todo acto intencional (percepción, rememoración, anticipación, decisión, etc) es una vivencia de la conciencia, y por lo tanto, está referido a algo (no se trata de una vivencia psicológica, de un sentimiento.

Husserl se separará de la idea de Brentano sobre la intencionalidad de la conciencia y su papel como origen del sentido. Aunque Husserl tomó de Brentano su intencionalidad, como todo filósofo, fue más allá del maestro. Brentano atribuía intencionalidad a los fenómenos psíquicos, frente a los fenómenos físicos que carecían de ella. Sin embargo, Husserl le reprocha que aunque su intencionalidad se dirija a objetos externos a la conciencia; aunque se trate de objetos psíquicos, su concepción sigue estando presa del objetivismo.

Para Husserl, la intencionalidad es un acto. El acto intencional se compone de:

- Cualidad del acto o modalidad o forma.

- Contenido del acto o materia (relación con el objeto al que apunta).

En este sentido y no en el puramente kantiano (forma de la sensibilidad, del entendimiento, etc., frente a materia) si que hay cierta analogía. Ahora bien, la diferencia fundamental con Kant es que en Husserl no hay dualidad noúmeno - fenómeno, o sea, el fenómeno no es la cosa en sí tal y como aparece; no hay cosa en sí; las cosas mismas son aquéllas a las que nos dirigimos intencionalmente.

Brentano cree que los objetos físicos entran en la conciencia a través de la sensación, que las vivencias contienen tales objetos físicos. Y que la intencionalidad consiste en la conciencia de tales objetos. Para Husserl en cambio intencionalidad es dirigir un acto al objeto, en virtud de tal acto el objeto no pasa a formar parte de la conciencia, sino que ésta se abre al objeto. La intencionalidad exige un objeto intencionado, que no tiene que ser real. El objeto real está ahí, el intencional existe en tanto la conciencia se dirige a él. Por eso decimos que para Husserl, a diferencia de Brentano, la existencia de una vivencia intencional no es la de un objeto dentro el psiquismo. Para Husserl, la intencionalidad de la percepción es más la orientación hacia las vivencias que lleva consigo dicha percepción. Pasaremos a ver varios conceptos importantes en la fenomenología husserliana:

Reflexión

Una de tales vivencias es la reflexión: modificación intencional de lo vivido, en virtud de la cual el objeto percibido deviene objeto intencional de otra vivencia. La reflexión requiere percepción sensible, pero es más que eso. No tiene el sentido habitual de la palabra, sino que indica una verdadera flexión de la intuición sobre sí misma. Con la reflexión, la conciencia irreflexiva que teníamos de lo percibido se convierte en conciencia reflexiva. No es un acto deductivo ni cognoscitivo, en la reflexión la vivencia no se duplica en otra, sino que se convierte en objeto intencional.

Nóesis y nóema

Nóesis es el acto donador de sentido, el momento de la conciencia propiamente dicho. A este acto le corresponde el objeto apuntado a través de los datos sensibles: el nóema. En una percepción el nóema sería el objeto percibido.

Actitud naturalista y actitud natural

Husserl diferencia ambas. La actitud natural es la de la vida biológica, para ella el mundo es una constante en la que todos estamos inmersos viviendo en su seno. Es una actitud que no objetiviza, es la de los actos ligados a la conciencia como percibir, pensar, desear. La actitud naturalista en cambio, criticada por Husserl, es la que adopta el científico cuando trata de estudiarlo todo como un objeto, y pude ser tanto objetivista como psicologista. Es criticada por pretender ser autosuficiente, por querer erigirse en la única actitud posible, exclusiva poseedora de cientificidad.

La intencionalidad

Husserl estudia en el segundo tomo de sus Investigaciones Filosóficas los actos del sujeto que constituyen la ciencia. Pretende entender cómo los objetos científicos se presentan a la conciencia, y es entonces cuando formula la intencionalidad como uno de los principios fundamentales de los actos de la conciencia. Supera con ello el problema de la oposición entre noúmeno y fenómeno dejada a la posteridad por Kant. Acaba de paso con la trascendencia e inaccesibilidad del noúmeno. Para Husserl la trascendencia de la cosa es su ser-en-sí, pero ello es inseparable de la conciencia. Es decir: el objeto es trascendente, pero en la inmanencia de la conciencia intencional.

El cogito cartesiano es sustituido por el "yo tengo conciencia de algo". No se trata de encerrarse en una torre filosófica de marfil sino de todo lo contrario: tematizar lo fenoménico. Con esta nueva herramienta, Husserl se separa tanto del psicologismo como del idealismo.

1. Del psicologismo, porque para Husserl las cosas no se reducen a meras representaciones mentales.

2. Del idealismo de Berkeley, porque para Husserl el mundo no es nuestras representaciones. Ahora hay distinción entre los contenidos de conciencia o vivencias, y los objetos de conciencia. Éstos son sus correlatos, pero no la conciencia misma. La vivencia no es un proceso psicológico, sino una relación esencial y a priori.

La Fenomenología se plantea como una ciencia de esencias, intuitiva, provista de fundamentos absolutos. Sin embargo está muy lejos de un realismo platónico de las esencias. Aquí las esencias son ideales, y las ideas no son objetos reales en un mundo independiente, sino asuntos o temas, objetos de nueva índole.

La esencia (eidos) es un objeto de nueva índole. Así como lo dado en la intuición individual o empírica es un objeto individual, lo dado en la intuición esencial es una esencia pura.

Este eidos no es deducido de forma abstracta, sino que es revelado por las cosas, por la intuición que es visión directa (Wesensschau) de su núcleo eidético. Esta ideación no implica cuantificación. No es inteligencia (que Bergson asimilaba a especialización de la intuición). Tampoco nos lleva a las esencias exactas de los conceptos ideales. Por el contrario, nos permite encontrar esencias inexactas, perceptivas, fluctuantes de lo real. Los diferentes rojos, por ejemplo, los percibimos como esencias inexactas, individuales, alejadas de ese rojo ideal.

La esencia empírica alcanza el objeto originalmente, pero la intuición de la esencia es conciencia de algo que es dado originariamente en esa intuición. Tenemos por tanto dos intuiciones, la eidética y la empírica, el objeto de la intuición eidética es una esencia pura, mientras que el objeto de la intuición empírica es un objeto individual. Sin embargo, la intuición de la esencia (la eidética) no es un acto originario, sino fundado en intuiciones empíricas. La intuición de la esencia se ayuda de las variaciones imaginativas sobre el objeto hasta llegar a su Invariante constitutivo. Así accedemos a su esencia, que no es sino aquello sin lo cual el objeto no puede ser pensado. Es por ello la condición de posibilidad del conocimiento y del ser.

Definiéndose la fenomenología como la ciencia eidética de estas esencias, exigirá abstraer todos los rasgos quedes en variar imaginativamente hasta llegar a lo Invariante. Así se consigue la intuición esencial, o categorial, que constituye la estructura ideal del objeto. No será ni predicado de la cosa, sino eso: su estructura esencial. Estas esencias pueden ser:

1. Materiales. En cierto sentido, las verdaderas esencias. La esencia material se obtiene por el procedimiento de la variación.

2. Formales. Es algo eidético, radical y esencialmente distinto. Es como una esencia completamente "vacía", es como una esencia que se ajusta a la manera de una forma vacía a todas las esencias posibles. La ontología formal se ocupa de ella. Estas esencias son vacías, la ontología formal sólo contiene formas, pero todas las de las ontologías posibles.

Las ciencias por su parte, pueden buscar:

1. La evidencia empírica del hecho individual.

2. La evidencia intelectual o intuición eidética. Es la única apodíctica.

La fenomenología no es una ciencia de hechos, busca evidencia apodíctica originaria. No estudia las diversas ontologías regionales. Su objeto es la vida de la conciencia. Es una ciencia eidėtica de la conciencias, es ciencia primera, porque está llamada a llevar a las demás ciencias a la autoconciencia.

Epojé

Husserl pretende superar la inaccesibilidad del noúmeno kantiano mediante la intencionalidad. Para ello plantea la epojé, que es el acto de pasar de la actitud natural a la fenomenológica. Practicar la epojé es convertir todo dato en fenómeno para la conciencia, para hallar las esencias, despojándose de todo añadido para quedarse con el objeto tal y como se da, pero sin posicionamiento de lo percibido, sin "posición de existencia".

El mundo natural es un mundo infundado. La actitud natural no nos da su fundamento, sino únicamente la creencia de que está ahí dado. Fundarlo es averiguar en qué radica su posibilidad, y para ello Husserl propone la epojé, que consiste en poner entre paréntesis el carácter existencial del mundo y dejar fuera de juego toda tesis sobre él, absteniéndonos de juzgar. No es sin embargo separación para siempre: la conciencia siempre tiende a lo que la trasciende.

Tampoco es duda cartesiana hiperbólica. No se pone en duda la realidad sino que se suspende el juicio de existencia sobre la misma. Descartes considera el mundo como no existente y busca pruebas de tal existencia. Husserl no duda de dicha existencia, hace epojé de ella para indagar cómo se nos manifiesta, cómo es para la conciencia eso que existe. Duda cartesiana y epojé husserliana tienen poco que ver. La epojé es un cambio de actitud, no una duda escéptica.

2. La fenomenología trascendental

Yo empírico y yo trascendental

La epojé no reinterpreta ni niega la realidad, sino que desecha su interpretación natural; ahora se trata de fundar el sentido de la realidad reconduciéndolo a su fuente: la conciencia. Por eso la fenomenología es ciencia primera, otras deben fundarse en ella y en ese sentido es fenomenología trascendental. Husserl se irá decantando como partidario de un idealismo trascendental, el motivo ese siguiente: si el objeto se da a la conciencia en correlación con ella, es preciso estudiar el yo que unifica todas esas donaciones, y ese yo no es el yo empírico, sino un yo trascendental. Pero ese yo no es otro diferente que el empírico, sino el mismo, pero tras la epojé, cuando ha tomado conciencia de ser el polo subjetivo del conocimiento verdadero. Lo repetimos por su importancia:

El yo trascendental es el mismo yo empírico, tras la epojé, una vez ha tomado conciencia de ser el polo subjetivo de unidad sintética del verdadero conocimiento.

Así, tenemos dos polos en la correlación entre objeto y conciencia:

1. El yo empírico (subjetivo).

2. El yo trascendental (objetivo). No es una reduplicación del yo empírico, sino que surge de él tras la epojé. Es el que unifica todas las vivencias.

El idealismo trascendental de Husserl se diferencia del kantiano en que éste estudia las condiciones de posibilidad del conocimiento puro, mientras que el de Husserl lo hace del conocimiento concreto, del que nos da las cosas mismas. Pero Husserl no cae en el subjetivismo: distingue por un lado la vivencia subjetiva (el vivir la experiencia), y por otro su significación (la idealidad que es alcanzada en dicha experiencia).

La verdad y la constitución de sentido

La verdad es una de las vivencias, la fenomenología la contempla como parte de la experiencia vivida, y de la Lebenswelt. Esa experiencia vivida de la verdad es la evidencia, que es el modo originario de la intencionalìdad, es la propia donación a la conciencia de la cosa. Se distingue completamente de la vivencia psicológica, pues experiencia vivida de un objeto ideal no empírico.

La verdad no es un absoluto, sino una revisión constante que incluye rectificaciones y superaciones en el seno de la Lebenswelt. Husserl elogia la labor de Descartes (dedicándole sus meditaciones cartesianas) al tomar su decisión de partir sin supuestos, pues su cogito supone cierta epojé, pero lamenta su poco conocimiento del yo como unidad sintética del que tomamos conciencia tras la epojé.

Por la epojé fenomenológica reduzco mi yo natural humano y mi vida psíquica a mi yo fenomenológico trascendental. El mundo objetivo que para mí existe, que siempre existían y que existirá, que siempre podrá existir con todos sus objetos, extrae todo su sentido y su validez de ser - aquel que en cada caso tiene para mí - de mí mismo, de mí en cuanto a yo trascendentales yo que emerge únicamente con la epojé fenomenológica trascendental.

Vemos que Husserl no duda de la existencia del mundo, si recurre a la epojé es para encontrar un sentido al mundo. La conciencia es constitutiva de todo lo que tiene sentido. Llamamos constitución a esa donación de sentido. Está constitución tiene una estructura de correlación entre el objeto y la conciencia, es la salida de la conciencia a las cosas misma, con carácter ek-stático. Ahí reside la intencionalidad, que ya no es apertura a una realidad exterior, porque el ser intencionado o nóema pertenece a la conciencia intencional. El objeto se presenta a la conciencia como fenómeno, y no se identifica con el objeto de la realidad externa, sino que es el constituido para el yo en su aparecer.

Husserl y Descartes

Para Descartes, en su dualismo, el mundo era sustancia extensa, y la conciencia substancia pensante, pura interioridad clausurada en sí misma y descarnada. No llegó a entender que no hay ego sin cogitatum (lo pensando, el contenido del pensamiento o cogitatio). El yo de la fenomenología no es el cogito cartesiano, ya que no está separado del mundo. Sí es cierto que Descartes llevó la epojé hasta un punto, pero no fue capaz de reconducirla a la subjetividad trascendental, no cayó en cuenta de sus circularidades al echar mano de Dios para trascender el mundo del ego.

En suma, el objetivo cartesiano es ingenuo, porque no da cuenta del sujeto cognoscente ni del mundo de la vida. El residuo de la epojé de la fenomenología no es contingente como las cosas, es necesario. No es una substancia más, no se da a sí mismo como se dan las cosas, sino que es la raíz de todo lo que se da, no es un ego puro aislado, sino un polo de todas las vivencias. Néstor entrelaza lento con el mundo sólo se logra tras la epojé.

La reducción fenomenológica

La reducción fenomenológica sigue a la epojé. Esta reducción está desarrollada por vez primera en La idea de la fenomenología, en 1907. La denomina al inico reducción gnoseológica. Comienza con una crítica del conocimiento natural, que es visto como positivo, pero insuficiente. Para Husserl la Teoría del Conocimiento debe ser una crítica del conocimiento natural de las ciencias. Para ello hay que insertar dicha TC en la fenomenología, trascender lo fáctico y atender a lo dado en las vivencias. La fenomenología no se conforma con efectos psicológicos, que tienen lugar en el tiempo objetivo y son productos de un yo mundano.

La reducción nos lleva a datos absolutos, es decir, no relativos a lo empírico, desconecta el yo empírico, el yo como cosa del mundo. El resultado de la reducción fenomenológica es la cosa misma, lo que es en sí mismo tal y como está dado. Así, la fenomenología abandona completamente el campo de la psicología y se atiende a datos absolutos. La finalidad de la reducción es el esclarecimiento de la vida de la conciencia entendida como la clave de la constitución. No se trata de un proceso deductivo, sino intuitivo.

Varios errores peligrosos a la hora de entender la fenomenología:

1. Es erróneo afirmar que la reducción fenomenológica es la reducción del mundo a la conciencia, pues el mundo sigue siendo lo que es. Lo que hace la reducción es prestar atención al mismo tal y como es dado a la conciencia. Es posible hacer epojé de la existencia de la cosa percibida, pero no de la vivencia asociada pues ésta es inmanente a la conciencia. Por eso, Husserl no afirma no niega nada de la realidad exterior, se centra en el ser que aparece a la conciencia. Toma así gran distancia a todo naturalismo.

2. Es erróneo contemplar reducción y epojé como sinónimos. La epojė es el paso previo, descubre la subjetividad y la intencionalidad, pero quien supera la actitud natural, quien penetra en la trascendentalida de lo subjetivo es la reducción, no la epojé. La epojé neutraliza la existencia del mundo, la reducción lo reencuentra en el ego trascendental, base de la constitución de sentido. La reducción fenomenológica es un método, del cual la reducción trascendental es el resultado.

3. Es erróneo confundir reducción trascendental con reducción eidética. La reducción eidética nos lleva al eidos, mediante la variación imaginativa de características individuales para encontrar invariantes. También es reducción, y de hecho re(con)ducción, pero reconducción de todo lo que se puede dar a su eidos, que no es sino la estructura común a todos los modos de darse algo. La reducción eidėtica es la que nos posibilita la intuición categorial. Sin embargo, la reducción trascendental de la fenomenología no es substantiva como la platónica, no tiene sentido en sí, sino en relación con los actos intencionales de la subjetividad.

4. Es falso que el ego trascendental de Husserl es un yo descarnado.