5. Filosofía como respuesta

El saber como reconstrucción del αρχή, permite resolver los problemas de la explosión de la soberanía entre los ciudadanos. Así, el asunto del saber es deudor del contexto social. El fracaso, la incapacidad del modelo griego de crear un modelo que determine la vida social en la Grecia Clásica fue el magma fértil del que surgen las iniciativas, la discusión interesante, la emergencia de los signos culturales que nos caracterizan como Occidente. El proceso que convirtió en central la pregunta de cómo se recaba el saber no tuvo en Grecia una respuesta unificada. Por eso cabe hablar de un cierto fracaso milagroso de la cultura griega. Milagroso por lo fértil de sus consecuencias.

La primera respuesta a la pregunta fué de carácter religioso: en condiciones de supresión de la soberanía real, el αρχή, la generación de λόγος, debe ser ejercido por los dioses. Con esta iniciativa aparece una literatura moral, el modelo pindárico, que otorga al concepto de divinidad los mecanismos básicos de apropiación de la sabiduría. Fue el modelo originario del mundo griego, evolucionado desde la propia idea de religión. Los dioses no son ni buenos no malos: son fuertes y poderosos. Imponen su voluntad sin moralidad, son caprichosos. Lo que encontramos en la constitución de la ciudad es un mecanismo triple:

1. Nacimiento de una religión tutelar: conversión de los dioses en seres providentes, protectores de la ciudad.

2. Los dioses expresan la posibilidad de establecer una ley moral.

3. Estas leyes divinas se institucionalizan en tribunales que darán solución a los problemas humanos.

Estas tres características definen el modelo más antiguo de reconstrucción del αρχή en las poleis, vinculándolo a la voluntad de los dioses. El teatro de Esquilo alcanzó un prestigio similar a los podemos homéricos, especialmente La Orestíada, que presenta un prototipo de esta forma de reconstrucción del saber. La primera de sus tres tragedias, Agamenón, relata la imposibilidad del retorno de los tiempos heroicos. Al regresar de la batalla, Agamenón es asesinado por su esposa, Clitemnestra. El segundo drama, Las Coréforas, presenta al hijo de Agamenón, Orestes, que se ve obligado a vengar al padre, lo que implica matar a la madre, según la lógica heróica micénica. Cuando lo hace es perseguido por las Erinias y huye enloquecido sin encontrar ninguna ciudad que le dé hospitalidad. En el tercer drama, Las euménides, es Atenas quien le acoge, una Atenas triunfal en Salamina en la cumbre de su poderío. Los coros atenienses, divididos en dos, van cantando los peso y contras de acoger a Orestes. Atenea anima a hacerlo, pero de acuerdo a leyes que expresan la voluntad de los dioses. Aquí saber es recordar los títulos de legitimidad de esas leyes.

La identidad entre saber humano y saber divino se manifiesta en el hecho de que sí la poesía es el análisis de la racionalidad, su vehículo es el teatro. Es la sociedad misma la que gestiona el culto a los dioses, organizada en torno a un calendario de fiestas creado a tal efecto. Asimismo, se organiza un instrumento de educación de la ciudadanía que incluye la asistencia a las representaciones teatrales, mecanismo público de paideia social. Platón recoge íntegramente este programa en sus diálogos, como cuando Sócrates acepta su sacrificio antes de violar la ley, por muy injusta que sea.

Sin embargo, casi desde el inicio de esta emergencia de nuevo orden en el siglo VII- VI, este modelo recibió críticas y fue sometido a debate. La voluntad que va a llevar a la resolución de los conflictos en los tribunales conforme a leyes normativas no está realmente en mano de los dioses, sino de los hombres, la soberanía no es susceptible de una reconstrucción unificada por voluntad divina, sino que está diseminada entre los ciudadanos. Así, se conforma un discurso que se rige por la verdad, no tal y como es expresada por los dioses, sino por el discurso más persuasivo.

Otra forma de actuar frente un αρκή que ha sido dividido es aceptar que no puede volver a reunificarse, y como no es posible que la ley represente una unificación imposible, representará al menos lo que más conviene probablemente a la ciudad. Si se estima que la palabra es de los hombres, el acto de persuadir en el ágora es la atribución que puede lograr vencer en un discurso que se enfrenta a otros discursos. El mundo de la persuasión es lo que marca ahora el saber. El mundo de la retórica nace así, con Córax y Tisias. Córax fue maestro de Gorgias. Nace así un debate entre la religión y la sofística. La sabiduría no da lugar a un λόγος unificado, sino a un enfrentamiento de λόγοι. Los escolares ya no aprenderían poesía, sino retórica y maneras de argumentación.

Lo que hizo la sofística es radicalizado la democracia.mel momento de Pericles es el de la máxima expansión de esta ilustración ateniense, en la que el debate que apela a la probabilidad de lo más conveniente. En la medida en que la democracia ateniense fue en declive por incapacidad de dar respuesta a sus propios problemas y acaba con la pérdida de la Guerra del Peloponeso, la sofística decae paulatinamente. En todo caso, la sofística nos proporciona un segundo modelo de organización del saber.

Un tercer modelo de constitución del saber, diferente de los dos citados (la retórica y la religión) es el que proporciona la filosofía. Puestos a escoger entre verdad y probabilidad, escogió el de verdad, sin embargo no aceptó que la verdad estuviera en la voluntad de los dioses. Los primeros fragmentos que podemos reconocer como filosóficos (no por expresar algo relativo al saber, que ya lo hacían los otros dos géneros como hemos visto, y en muchas manifestaciones literarias, sino por hacerlo de este tercer modo) entregan la soberanía a alguien que no siendo ni los hombres ni los dioses, puede ser objeto de ella: la φύσις. La φύσις es autolegislada, que se despliega de suerte que provee las necesidades de cualquier interrogatorio sobre la verdad. Los primeros filósofos se volverán por tanto hacia la φύσις. La filosofía nace en la Jonia costera, que procede de la emigración micénica del primer proceso emigrante. Thompson ha demostrado que los primeros filósofos (Thales, Anaximandro) eran reyes. Los reyes ya no son gentes que tengan la soberanía, la han perdido a favor de las ciudades. Sin embargo retienen la memoria del saber, y retienen el poder de hacer leyes no manipulables por los intereses humanos ni dictadas por los dioses. Estas leyes son las leyes de la naturaleza.

Hasta Parménides, la filosofía no se reconoce a sí misma como tal. Se constituye como un gesto que va a otorgar la educación un plano de la soberanía distinto de los hombres y de los dioses. Se presenta a sí misma como el saber de lo oculto, y lo oculto son las leyes de la naturaleza. Propone un concepto de verdad fuerte, no es ya un asunto de gestión ni ritual ni asambleario. Ahora hay una ley: la verdad, que se opone a la construcción de los endoxa. Tanto la propuesta religiosa como la sofística pretendían crar un estado de opinión, ahora la filosofía no pretende Ló mismo.insta sustituir el estado de opinión por un conocimiento que se justifica a sí mismo por su valor de verdad. Hay una transferencia del saber a la episteme, el valor de la ciencia y del conocer riguroso, que no es arbitrario por que no depende de la voluntad de los dioses, ni es cuestión de opinión, porque no depende de los acuerdos de los humanos.

Terminamos con tres notas de lo principal:

1. La Filosofía no nació como un acto genético que conduzca del no saber al saber, sino que con pugna con otras formas diferentes de organizar el saber. No hay un proceso unitario que pase de un antes a un después, sino que fue un proceso en medio de otros.

2. No hubo nunca un triunfo de uno de los tres sobre los otros dos. La retórica o sofística, la religión y la filosofía se alternan, con importancias relativas en todo momento. Organizada en forma de escuelas o sectas, la filosofía mantuvo la llama de aquel saber de ciencia, riguroso, que estaba en pugna con los otros dos.

3. Ese no-triunfo es la raíz más completa de nuestra cultura occidental. Siempre hay una pugna entre el saber por ciencia, por motivos morales o por acuerdos humanos. La convivencia de estas tres fuerzas que reclaman para ellas los atributos del saber han hecho de la cultura occidental el caso extraordinario que es.

No hay una historia del pensamiento, hay una historia de pugnas de diversos modelos de pensamiento. La filosofía es uno de ellos.