18. Aristóteles IV

Para completar la explicación del pensamiento aristotélico del tema anterior hace falta ver que la retórica tiene personalidad propia, al margen de su encuadre en el conocimiento científico aristotélico.

Ahora se trata del uso pleno del aparato del lenguaje, incorporando las instancias subjetivas de las que el lenguaje se había depurado en el acercamiento netamente científico. Ahora hacemos un uso no restringido del lenguaje para incorporar todos los saberes a un sistema unificado. De ahí que la retórica, como contra estrofa de la dialéctica, tendrá un carácter ambiguo.

¿Todo cabe dentro de una teoría de la ciencia así entendida? Aquí estudiaremos esas formas de cobertura que aspiran a algún tipo de racionalidad, pero que no son accesibles desde un lenguaje depurado.

Πέρι ερμηνείας presenta una teoría de la mímesis y de usos del lenguaje diferentes de los de la doctrina platónica. La limitación al lenguaje apofántico (basado en la ontopraxeología de las definiciones esenciales y de los axiomática) se quedará ajeno a una parte importante que la comunidad lingüísticos permite. El θιμός es el mundo de las pasiones y afecciones, y aquí no puede ser obviado.

Todo lo que no puede ser tratado, nos dirá el πέρι ερμηνείας, por el λόγος αποφαντικός debe ser tratado por la retórica (estudio de la persuasión) y de la poética. Nuestra clasificación del Órganon parece excluir ambos mundos, ni la poéticas ni la retórica se encuentran en el Órganon tal y como lo expresamos actualmente, y sin embargo en el esquema aristotélico, forman parte del Órganon porque completan el universo de lo que una comunidad lingüística encuentra como herramienta racional. Abogaremos aquí por su inclusión, pues forman parte del intento aristotélico de acceder a una universalidad de lo racional, junto a la dialéctica.

Los libros que conforman lo que denominamos Poética de Aristóteles afirman que los enunciados pueden ser de dos tipos:

- Las narraciones de hechos singulares, con tendencia a organizarse como narraciones tradicionales, μύθοι. Dan lugar exclusivamente a procesos de degradación permanente de la vida racional, produce incorporan elementos para los que no hay posibilidad de ejercer dicha racionalidad. Es independiente de la razón que pasen tales cosas, y tales otras, y... Es la parataxis la que define tales situaciones. El mito es aquello que debe ser evitado si se propone un mundo racional. La Historia es en Aristóteles lo irracional. Por eso Aristóteles nunca puede ser absorbido por Hegel.

- Los enunciados de la universalidad, para los que κατα ερμηνεία se escapan de la teoría de la ciencia. Es decir, hay enunciados de universalidad que no son cubiertos por el contexto racional de definiciones esenciales. Por eso, la teoría de la ciencia se queda corta.

La retórica y la poética se hace cargo racional de aquellas cuestiones debemos arrancar del decurso azaroso de los acontecimientos del punto 1, pero tampoco son capaces de tratamiento científico porque para ellas el λόγος αποφαντικός depurado de subjetividades, pulsiones y pasiones, no es válido. Lo importante de Aristóteles es que no por admitir lo subjetivo, lo pasional, deben esos temas arrojados a la irracionalidad de la Historia. Eso es quedarse a la intemperie de la acción del καος. Veamos ambas herramientas complementarias de la dialéctica, si bien con personalidad propia.

Retórica

Es el intento de llevar a una instancia racional aquellas proposiciones que no son descriptivas. Subyace aquí una severa advertencia: todo aquello en lo que no tomemos las riendas, lo tomará la Historia con su decurso azaroso e irracional. Lo que diferencia a la Historia de los enunciados racionales es la apuesta sobre la universalidad. Es la individualidad de lo que acontece lo que imposibilita su irracionalidad. La Historia es para Aristóteles contingencia pura, es lo que sucede cuando no nos hacemos cargo de ello.

La estrategia de la retórica consiste en tratar los afectos y las pasiones como sí pudieran ser parte de las premisas (προτάσεις) de un argumento.

En síntesis la retórica es un catálogo de formas de enunciados retóricos teniendo en cuenta los elementos subjetivos, afectivos y pasionales. Mediante esta incorporación los afectos y las pasiones forman una retícula racional que es clasificable y utilizable prácticamente dentro de los argumentos de la persuasión. Por ello la retórica es un brote propio, no mera comparsa de la dialéctica. La retórica consigue la disolución de las pasiones, al convertirlos en premisas de argumentos, lo que hace posible el intercambio enunciativo de algo que en principio parecía no permitirlo. Es arrebatar un espacio a la Historia en beneficio de la racionalidad. Por eso los razonamientos de este tipo se denominan entimemas, pues se basan en el θιμός del lenguaje pleno, con toda clase de fenómenos diferentes de los descriptivos.

Cuando se haga tal cosa, los argumentos no serán demostrativos, pero sí pueden ser persuasivos, que es de lo que se trata. Es evidente que todo este intento es una especie de reconciliación con la sofística.

Poética

Esta misma estrategia de la retórica la vemos en la Poética., que tiene un color bien diferente. Se trata en ambos casos de ver si hay alguna forma de construir universales que no sean como los universales del λόγος αποφαντικός. La estrategia de la poética será diferente: ahora no se asimilan los elementos que proceden de pasiones y afectos a argumentaciones lógicas, sino que ahora buscaremos universales que no son como los de la ciencia, es decir, de universales singulares.

Ciertamente, la retórica puede garantizar el consenso, pero no la obediencia de la sociedad. Podremos convertir la ira en un argumento, pero eso no tiene que convencer al airado. Para arrebatar la irracionalidad a la Historia la retórica esto no es suficiente, además es necesario a continuación un mecanismo ejemplarizante para que las conclusiones de los razonamientos retóricos sean aceptados por la sociedad.

La poética no es una parte de la ontología de Aristóteles, no se decide cuestión ontológica alguna; se discuten mecanismos sociales de ejemplaridad. Está es una de las raras ocasiones en las que Aristóteles es profundamente antiplatónico. El arte entendido como mímesis, que en Platón es una reproducción de un apariencia, y por tanto el escalón más bajo, en Aristóteles da un salto a un valor enorme: ahora el signo está en el lugar de las cosas, pero el signo es uno sólo mientras que las cosas son múltiples. El signo artístico no mimetiza la realidad sino que establece un modo de universalizar lo individual. No es preciso anular, como hacíamos con el lenguaje para acceder a la ciencia. Ahora la singularidad, múltiple y plural puede ser representada en un único punto. Acciones muy diferentes, pero análogas, pueden ser representadas por un único signo. Un sólo signo representa ahora una multiplicidad mediante la poética. Al margen de las operaciones abstractivas están las operaciones simbólicas, que consisten en mantener la singularidad mostrando la unidad de se representación en el signo artístico. Eso es lo que hace la literatura y el arte, y por ello puede ser reducir la un universo controlado a la filosofía: es le acceso a la posibilidad de acceder a universales individuales, que sirven como prototipo educativo y ejemplo ciudadano.

Ese valor de símbolo lo procura por igual la epopeya, la tragedia o la comedia, las tres partes de la poesía (aquí no se hace cargo de la lírica). Es suma, se trata de establecer estrategias racionales de aplicación comunitaria mediante la universalización de particulares. Se presentan en forma literaria los acontecimientos históricos de manera que se genera un mecanismo de actuación que elimina para el futuro las desmesuras y prepara un camino racional a los espectadores. Es la introducción de un dispositivo educativo con lo que se consigue una limpieza, una καφάρσις, mientras que la Historia es la mera concatenación de los hechos tal y como fueron, de modo irracional. Nada es, por ello, más ajeno a la poética que la Historia, porque la Historia no universaliza los hechos, y la poética sí lo hace. Por la poėtica expresamos el rasgo que define a esa universalidad, para proyectarlo sobre el plexo de la socialidad con intenciones educativas.

Por eso, así como la retórica complementa la ciencia, la poética activa un dispositivo diferente por la vía de la ejemplaridad. Aristóteles cree que mediante esta red inmensa, a veces mediante un discurso apofántico, a veces probabilístico, otras retórico y aún otras poético, no queda ningún resquicios de la convivencia humana que no pueda ser entendido bajo una racionalidad más o menos fuerte que la abarque.

La teoría de la ciencia no es una teoría de la verdad, sino que la teoría de la verdad es un instrumento más en la teoría de la ciencia de Áristóteles. El Órganon es la acción de lanzar una red sobre lo real, de modo que todo, con diferentes mecanismos, pueda ser rayado de forma racional, y se evite la pura violencia de los actos entregados a la fortuna y al azar de la irracionalidad histórica.

Quedará la pregunta de la legitimación de todo esto, alguna forma de fundamentación de esta ambiciosa a la vez que débil de la racionalidad humana completa en una especie de Ciencia de las Ciencias, es lo que veremos en las dos lecciones siguientes.