15. Aristóteles I

El surgir de Macedonia

El final del proyecto de la Grecia clásica es uno de los momentos más apasionantes de la Historia Antigua. Es un período agónico, el período de Filipo de Macedonia y comprende toda la vida de su hijo Alejandro. Nos movemos entre la primer la parte del siglo IV, hasta el año 370, con la relativa paz que siguió a la derrota de Atenas en la guerra del Peloponeso, la reconstrucción de la ciudad, la transferencia de poder a la liga Tebana y la formación de núcleos de poder estabilizados presididos por relaciones de desconfianza en un horizonte relativamente tranquilo.

Es un período en el que se asiste a la reconstrucción de Atenas en forma de democracia moderada y la Segunda Liga de Delfos. Este monto empieza a turbarse por la presencia de una nueva potencia a mando de un gran rey: Macedonia y se gran rey Filipo. Macedonia es un país medio helenizado, muy en contracto con los bárbaros no griegos del norte. Nunca han sido reconocidos como miembros de los pueblos griegos. Alejandro nace en el seno de una familia muy bien posicionada, y tiene una formación perfecta.

La política de Filipo es de consolidación del poder heredado de Amintas. En la corte, caballeresca, la tendencia a eliminar a los reyes por la violencia para conseguir el poder es muy fuerte. De hecho todos los reyes de Macedonia , Filipo incluido, mueren asesinados. Filipo logra una hegemonía personal y con ello una cierta estabilización donde en su persona.

Lo anterior lo logra gracias a su intervención en Grecia, a través de una política exterior agresiva. Unificar el mundo griego es su idea final, para ello pone en movimiento los recursos intelectuales del siglo IV, centrados en el discurso panhelenista. Existían dos opciones:

1. La de los que preferían mantener el poder en ciertos núcleos diferentes u bien definidos (postura clásica de Esparta),

2. La de los que, con Isócrates, mantienen un discurso de unificación del mundo griego, son los llamados panhelenistas. Macedonia adopta la segunda posición adoptando el punto de vista ateniense a la idea de Isócrates. La idea de helenidad que para Filipo debe regir en toda Grecia es la que tiene a Atenas, y esa es la que debe extenderse a todo el mundo griego. Es difícil saber cuánto hay aquí de pretexto y de oportunidad.

El panhelenismo

La idea es fundar la liga Panhelénica sobre las bases ideológicas de la Segunda Liga Délica ateniense, en la que el elemento dirigente sea Macedonia. A Macedonia le surge sin embargo un enemigo inesperado: la propia Atenas, que siempre tuvo en mente la presidencia de la citada liga. Es un asunto de orgullo de liderazgo el que hace que Atenas se enfrente a Macedonia. El bando ateniense promacedonio, coma dado por el orador Esquines era importante, tras la declaración de intenciones de Filipo se organiza una corriente de opinión en Atenas que pretende colocar al imperio macedonio bajo la luz de un mundo despótico que opera contra los intereses de Atenas, lo que aconseja que Atenas se mantenga al margen de dicha Futura Liga. Demóstenes será el máximo representante del odio a Macedonia, con sus famosas filípicas, cuyo nombre ha trascendido hasta la actualidad en le lenguaje común. Refleja valores de enardecimiento de la identidad ateniense que apelan al patriotismo y a los valores tradicionales de la vieja Polis. Es un discurso contra el despotismo. Sin embargo hay una íntima contradicción en su discurso: si se acepta el idea panhelénico es necesario superar las tendencias fuertemente identitarias de los núcleos pequeños. Demóstenes se moverá en esa íntima contradicción que pinta la realidad de la última etapa de oro de Atenas. En Queronea en el 338 gana Macedonia ante una Atenas que queda inerme. La batalla es considerada como una de las más decisivas del mundo antiguo. Los ejércitos de Atenas y Tebas fueron aniquilados y no pudieron continuar su resistencia, por lo que la guerra llegó a un final abrupto. Sin embargo Filipo perdona a la ciudad de Atenas, sin arrasarla. Filipo fue capaz de imponer una solución a Grecia que todos los estados aceptaron con la excepción de Esparta. Como resultado se creó la Liga de Corinto, que convirtió a todas las polis participantes en aliados activos de Macedonia y entre ellas, con Filipo como garante de la paz. Al tiempo, el rey macedonio fue elegido strategos (general) de una guerra panhelénica contra Persia que llevaba tiempo planeándose. Sin embargo, antes de iniciar la campaña Filipo fue asesinado y el Reino de Macedonia y la responsabilidad de conducir la guerra contra los persas recayó en su hijo Alejandro Magno. Macedonia entra en la historia por la puerta grande, sin embargo Filipo es asesinado al año siguiente por las intrigas de su esposa y madre de Alejandro, Olimpia.

A partir de aquí hay una gran dinamicidad histórica; se hace una declaración de fin de la Liga Panhelénica, pero el joven Alejandro demuestra una gran capacidad de mando, pone las cosas en el mismo nivel en el que estaban a la muerte de Filipo en pocos años: una Grecia unificada bajo el poder militar de Macedonia, con capacidad de volcarse en las grades empresas imperiales de Filipo. Con él empieza un periodo nuevo que acabará para siempre con el panorama de las poleis, la segunda liga délica queda cancelada, Esparta se reduce para siempre a una ciudad insignificante, y la historia de Grecia será ahora la historia de Alejandro. Sus conquistas desafían incluso la imaginación moderna.

Cambio del Geist cultural

El periodo de Alejandro introduce una serie de elementos culturales nuevos en el panorama cultural griego. Esto se refleja incluso en la pérdida de la estructura profunda de la literatura de la época: la tragedia conoce una rápida caída: Eurípides no tiene descendientes. Agatón de Atenas (448-400) y sus compañeros son autores cuya vinculación con los intereses profundos de los espectadores , otrora imprescindible, desaparece y se convierte en una confrontación de discursos mucho más universalistas, en donde la conexión entre el hombre y el dios como fuente de moralidad deja lugar a la confrontación humana (demasiado humana, que diría Nietzsche) de confrontación de intereses. Así, la tragedia como género deja de tener interés y se transforma en una especie de comedia dramática: ya no hay límites infranqueables puestos por la voluntad de los dioses, sino un planteamiento general de una forma de sociedad ya no ateniense, sino universal y cosmopolita. Al respecto de la comedia, pasa igual. los sucesores de Aristófanes son inciertos. La comedia como había sido concebida en la época dorada, también desaparece; pero surgen nuevas maneras que tienen más que ver con el debate oratorio, la historia y las escuelas filosóficas que se hallan en boga. Los historiadores alejandrinos, como Teopompo, son de esta época. Su horizonte de explicación ya no es el de Tucídides, análisis en el contexto de la ciudad con atención a las causas probables de los hechos; sino que atiende a la concepción de una helenidad como comunidad institucional que representa el sujeto de una Historia General Universal. La Historia particular de una comunidad, y no digamos de un individuo, solo tiene importancia en cuanto integrante de esa comunidad global y universal. La oratoria cada vez se ve menos dirigida a dirigir a los estados como al debate forense, en los tribunales.

Al respecto del arte, la arquitectura pasa de una arquitectura fuertemente vinculada a los valores de la cuidad, tales como el Partenón de Atenas o el Teseion (templo a Atenea en Hefeso). Los templos ahora nos hablan de un mundo mucho más universalista que los edificios de la Atenas de la Acrópolis de cincuenta años antes.

Alejandro tiene como escultor personal a Lisipo, que representa sus estatuas con una fuerte individualidad, pero a la vez expresa simbolismos comunes a toda la humanidad, y deja de tener el propósito de nuclear a un ágora ciudadana que se pueda sentir representada. Ahora es mucho más dramática e individualista. Lisipo, junto con Praxíteles, Escopas, y Apeles, fue uno de los protagonistas absolutos del arte del tardío periodo clásico griego. Con ellos la escultura se estiliza, pues alarga el canon de las esculturas y destaca la individualización realista en los retratos. En efecto, uno de sus mayores méritos, fue el de modificar y renovar, en primer lugar, el canon de proporción para la representación del cuerpo humano, que anteriormente se había fijado por Policleto, en relación 1:7. Lisipo revisó el canon aumentándolo a siete cabezas y media.

La comunidad de referencia ahora será la comunidad civilizatoria: tras Alejandro ya no se trata de Atenas o de Esparta: es la civilización griega en su conjunto. Por eso cuando Roma se enfrente a Grecia no se las tendrá que ver con un espacio comercial, sino que buscará convertirse en el sujeto de esa representación de lo helénico. Por eso esta época es tan importante: en ella surge la identidad civilizatoria. Somos, como Occidente, herederos de esa idea helenística, no de la idea de la democracia de la griega clásica.

El papel de la filosofía en el mundo helenístico.

Para toda esta enorme empresa la filosofía tiene su respuesta, y se centra en la figura de Aristóteles. No se le puede entender sin apreciar de qué manera su pensamiento se va ajustando a este contexto cultural helenístico pero la respuesta filosófica no es sólo aristotélica. También está la respuesta de Pirrón de Elis. Pirrón defenderá el valor de la filosofía desligado del contexto y centrada en la vida del propio pensador. Su posición, objeto de debate implícito en parte de la obra de Aristóteles propone una conversión completa para convertirse de educadora de pueblos en educadora de individuos. Deja de cultivar la virtud ciudadana para cultivar aquellos aspectos que pueden llevar a la felicidad del individuo, abandonando por ello la παιδεια.

La obra de Aristóteles es la despedida de la antigüedad a lo grande, y la explicamos en las próximas lecciones.