23. Aristóteles IX

Hemos visto una interpretación del matemática alternativa a la del modelo platónico, en la que se contempla la acción ontopraxeológica aristotélica. Esta construcción necesita una justificación dada desde un nivel superior de la razón, que es lo que vamos a hacer ahora. Las matemáticas suponen un sistema de saber formados por universales abstractos, entes de razón, de modo que su operatividad viene dada por su utilidad, como decimos, en un nivel superior, que será el de la física.

La física aristotélica: introducción

Física es el título dado por Andrónico de Rodas a una colección de libros aristotélicos. El comienzo de la física aristotélica puede hacerse, como recomienda Aristóteles en Los meteorológicos, desde los niveles más primarios, en esta dirección es como mejor se nota la capacidad explicativa de la matemática y por lo tanto nos produce una mayor seguridad en la fundamentación de este nuevo nivel de la realidad sobre el anterior.

La φύσις es la naturaleza sensible. Cuando Aristóteles habla de La Naturaleza habla de algo para lo que se necesita el referente platónico. Platón distingue el mundo inteligible y el sensible, y en esta dicotomía el descrédito del mundo sensible es absoluto. La naturaleza sensible es inferior, mera copia efectuada con la materia, elemento reactivo, que soporta la acción ejemplar del demiurgo. La causalidad en este caso es proyectiva, y la materia es reactiva, oscurecedora de la verdadera naturaleza de lo inteligible. Para Aristóteles, hablar de física supone una revulsión de este punto de vista platónico. Aristóteles hace un acto de apostasía respecto a la Academia en lo que se refiere a su visión global de la naturaleza, y vuelve los ojos a los físicos jonios. Abandona lo que hay de pitagorismo en Platón, apostando por una concepción del mundo que subraya tres características:

1. La convicción en la profunda unidad del mundo.

2. La necesidad de que el mundo esté dotado de sus propias leyes. Es un mundo organizado desde dentro, y dentro del mismo habrá que localizar ese orden.

3. El reconocimiento de la φύσις constituye una potencia de generación: tiene en sí misma el principio de sus acciones. Al poner en el centro de sus consideraciones al número, los pitagóricos habían introducido un dualismo en la naturaleza que heredó Platón y que Aristóteles quiere descartar.

La decisión 3 es determinante desde el punto de vista ontológico. Es un abandono del dualismo platónico que regresa a la imagen de una naturaleza animada que tiene en sí misma su propia dinamicidad de manera esencial. Es una explicación de orden ontopraxeológico: si dotamos de autonomía a la naturaleza, podremos encontrar justificación a las actividades explicativas de la razón en la comprobación empírica, y en la medida en que la inteligencia (el νους) que propone en sus explicaciones un mecanismo de descripción práctico forma parte de la misma naturaleza, la unidad del mundo es la propia comprobación de la legitimidad de los actos que la misma inteligencia introduce. Así, el pensamiento de Aristóteles es una suerte de naturalismo: las acciones del νους son naturales; y primer objetivo de la física lograr hacer transparente a nuestros ojos el nivel anterior y hacer de nuestras acciones prácticas acciones naturales de modo que el giro ontopraxeológico encuentre una dimensión puramente ontológica de su justificación.

A su vez, la justificación que logremos dar a la física será la base sobre la que edificaremos u justificaremos la ética y la política, construcciones del νους en orden a mejorar un mundo deficiente. Esto es importante, porque ahora las acciones prácticas serán vistas como acciones naturales, aunque de un tipo especial, con una teleología, pero no por ello dejan de ser acciones naturales. La política y la ética conformarán tipos especiales de acciones de tipo físico. También las ciencias técnicas deben ser vistas desde esta perspectiva unificada. Este es el puesto intermedio, a modo de gozne, de la física: de un lado permite comprobar los operativos racionales entendidos como intervenciones, y de otra parte convierte a estos operativos del νους en una instancia que responde a una finalidad de la naturaleza. La naturaleza se completa a sí misma con la ética y la política en una especie de adelanto del un Principio Antrópico.

La φύσις es una unidad que contiene su propia legislación. Esto supone la eliminación del dualismo platónico, y supone algo más: la imagen de un mundo en sí mismo animado y dinámico, al que el estar dotado de vida (animado) es su nota más importante. Es un mundo en el que el fenómeno principal es irreductible a un conjunto de leyes, sino que tiene en sí mismo el principio de sus determinaciones. Ahora ya no hay divorcio entre el mundo sensible y su explicación: ésta reside en la matemática, que es confirmada una y otra vez en el mundo animado.

La vida se compromete con dos clases de fenómenos: con formas de necesidad que provienen de la constitución de los cuerpos (leyes del movimiento, de la generación y de la corrupción, etc) , y formas de necesidad que construyen el futuro, que se plantea si suceden ciertos antecedentes (en la que es fundamental la capacidad de elección humana, pero entendida como integrante a la naturaleza). La acción humana, como vemos, forma parte de los operativos de la naturaleza.

Aristóteles introduce con todo esto una imagen biológica del mundo. Tras el Renacimiento perdió mucha fuerza, pero en los últimos cincuenta años ha empezado a tomar fuerza. Esto es debido entre otras cosas al fracaso del dualismo explicativo del mundo. Cuando Darwin propone su teoría, pone en marcha una idea profundamente aristotélica: el conocimiento en el hombre no es más que una acción adaptativa, como las que exhiben los animales; es una acción exactamente igual a las otras acciones animales, desaparece todo dualismo explicativo. Incluso la existencia del método científico se contempla como una adaptación al medio en la especie humana. Hay cada vez más una comprensión profundamente biológica de la naturaleza. Supone un cambio en la comprensión completa del universo. La física aristotélica es una física biológica, y en cierto sentido, muy poco física. Su orientación será teleológica: cualquier proceso en la naturaleza se orienta hacia la consecución de resultados, que pueden ser descritos en términos adaptativos.

Para sugerir esa unidad orgánica, Aristóteles señala que le mundo físico debe tener una forma concreta: forma de esfera. Así como la esencia de los números era la numerabilidad, que se cumple en lineas, superficies y volúmenes, que se determinaban por un límite, donde la numerabilidad es temporal pero su determinación es espacial; el mundo tendrá que tener una forma, unitaria, que lo contiene todo en un límite continuo, lo que sugiere que el volumen que mejor describe esa forma de unidad es la esfera.

La naturaleza, con carácter provisional, es concebida como una esfera, en cuyo límite espacial está el éter, que es realmente un cuerpo, de gran sutilidad. El éter no es nada más que el límite de la naturaleza, envuelve la totalidad de los cuerpos físicos contenidos en el mundo. La astronomía medieval contempla otra visión del éter diferente a la aristotélica: aquello necesario para que no haya vacío sobre el que se desplazan los cuerpos celestes. La suspensión del éter a partir de Galileo no alterna la visión aristotélicas, porque su visión es mucho más como límite de la naturaleza que como soporte en lugar del vacío. Para presentar una unidad de la φύσις hay que presentarla como cerrada, y de ahí la necesidad de un límite, una limitación que es el éter aristotélico.

La φύσις se refiere siempre al interior a dicha esfera cuyo borde es el éter, en la que gobiernan varios principios explicativos de unidad orgánica:

1. El principio de armonía: dentro de la esfera física nada impide la existencia de unos fenómenos con preferencia a otros, es sólo la racionalidad la que impera. Se trata de una postulación, pero es la postulación mínima para asumir la legitimidad de la racionalidad del mundo. A posteriori podremos justificarlo en base a la comprobación empírica de los asertos que construyamos ontopraxeológicamente gracias a esa misma racionalidad. La ley máxima en esta racionalidad es la de la dinamicidad de todos los factores naturales: la naturaleza es el receptáculo de los movimientos, y estos solo pueden ser pensados de dos modos: cuando hay una acción de choque (que imprime energía a un cuerpo), o cuando se produce un movimiento natural, que no tiene su causa en las acciones de los agentes que mueven lo movido.

2. Todos los cuerpos tienen un lugar natural hacia el que tienden. Esta es una de al ideas más fracasadas de Aristóteles, pero hay que saber interpretar ese fracaso. En la física aristotélica los cuerpos graves para los que ha terminado la causa de su movimiento, reposan eternamente en el lugar que les es natural. Eso explica aristotélicamente la estaticidad del mundo mineral (pensemos en la configuración geográfica), resultado de un movimiento que ha devenido estable por ausencia de causa.

3 . Para explicar la constitución de los cuerpos, hecha mano de la teoría de los cuatro elementos, tierra, agua, aire y fuego; y explica con ello la estabilidad a pesar de la propia dinamicidad del mundo. Nunca la constitución de los objetos es completamente equilibrada, sino que siempre se establecen modificaciones incluso en los cuerpos sometidos al reposo. Esto explica las corrupciones y las generaciones de los cuerpos, incluso de los inertes tales como ríos y montañas.

Los cuerpos con principios de movimiento propios conforman el mundo de los animales y de los vegetales. El movimiento es el que los explica, y la causa de los mismos reside en ellos mismos. En los cuerpos inertes la idea de lugar natural describe completamente los movimientos de los mismos de un modo teleológico. Con los seres que tienen en sí mismos la causa de su propio motivo de movimiento ocurre parecido, a otro nivel, con el cumplimiento de ciertas leyes que forman la teleología de vegetales y animales: se trata de la estructura filosófica dominada por los conceptos de potencia (δύναμις) y acto (ἑνεργεια)

La potencia expresa lo que todavía no es, siendo el acto aquello que el cuerpo es actualmente. La δύναμις es lo que se posible (δύνατον) si nada lo impide. En la medida en que el acto es la realización de la potencia, es el despliegue de la posibilidad ya contenida en la potencia. ἐντελεχεια estaría mejor traducida por realización que por acto. El movimiento es el paso desde lo que es posible si nada lo impide hasta su realización. Los movimientos no proporcionan una sensación de inestabilidad permanente porque en todo caso, y salvo que algo lo impida, a lo que se tiende es a su realización completa, para quedarse en esa forma. Por eso el mundo es estable, tiene unicidad y estabilidad. Al cumplimiento de esa condición de máxima realización es ἐντελεχεια. la realización de lo que de otra manera puede ser visto en el desarrollo de un proceso determinado. La diferencia entre ἐντελεχεια y

ἑνεργεια es por tanto cuestión de punto de vista o perspectiva:

- Ver el mundo a partir de la ἐντελεχεια supone ver el mundo realizado de acuerdo con sus esquemas realizados.

- Ver el mundo a partir de la ἑνεργεια es verlo en tanto que proceso de realización de la δύναμις, de lo que es posible.

Esto es importante porque a través de la ἐντελεχεια Aristóteles justificará más adelante la construcción de un mundo en el que sean respetadas sus formas naturales, es decir; la ética y la política. La ἐντελεχεια es el mundo visto desde el punto de su perfección, y marca ese estado de plenitud tal que ya no permite pensar un estado distinto más allá de él. La ἐντελεχεια es el cumplimiento perfecto, y el límite más allá del cual ningún fenómeno puede producirse, por eso determina la armonía general de las leyes de la naturaleza. Así pues, la ἐντελεχεια es tanto perfeccionamiento como límite.

La φύσις está dotada de un principio de finalidad, pero la causa final no es un principio que se impone desde afuera, sino que es un principio completamente natural, interno a la φύσις. Tiene que ver con la ἐντελεχεια, con la conciencia de que el mundo es uno, que forma una unidad orgánica dotada de leyes, que se equilibran y conviven unas con otras, porque tienen el esquema de realización propio que les es natural. Nuestra propia intervención humana y racional es natural, y no hace sino cumplir los fines de la φύσις. La φύσις, en tanto que dotadas de leyes, tiene en sí mismo la propia acción racional del hombre.

Por lo tanto, la ἐντελεχεια y la teleología son los dos elementos explicativos fundamentales de la física aristotélica. Ahora nos falta tan sólo la justificación de ambos elementos por alguna instancia anterior a ellos, que les de una base teórica. Eso lo logra gracias a la otra estructura conceptual de la Metafísica: la estructura de materia y forma.

La naturaleza es un compuesto de materia y forma, no separables, en el que el elemento configurador es la forma (μορφή). Es porque hay materia por lo que podemos hablar de física, pero a la hora de la verdad, no da lugar a ninguna realización ni determinación. Es necesaria la intervención de μορφή. Aquí el referente polémico no es Platón, sino Demócrito. La naturaleza no está sometida a lo fortuito, a pesar de que haya muchos accidentes que impiden que lo posible llegue siempre a su realización, si no fuera así, no habría leyes. Demócrito pensaba que los cuerpos se formaban por combinación azarosa de átomos, y Aristóteles le contesta que la existencia de una organización de la φύσις depende de que no sea azarosa, sino que esté sometida a unas leyes que en definitiva provienen del movimiento hacia su máxima realización definida por la ἐντελεχεια antes explicada. Esto no es un antropomorfismo o proyección de las leyes naturales sobre la naturaleza, sino al revés: las leyes humanas quedan justificadas por este esquema.

Así, la materia es concebida no como un elemento negativo, pero no tiene en sí el principio de explicación, ni de movimiento que permite explicar el acabamiento y la teleología. Para ello, Aristóteles necesita la μορφή como aquella estructura que se inyecta en la materia, desde la que se cumplen o tienen lugar por efecto de su propia necesidad, las leyes físicas del movimiento. Es porque la μορφή de los animales permite su movimiento por lo que éstos se mueven y exhiben comportamientos, etc. Es la forma la que termina siendo el elemento determinante de las leyes de la naturaleza. Cabe ahora preguntarse:

- ¿Existirán formas sin materia? SI la hubiera habría actos que no están sometidos a la potencia. Actos capaces de mover sin ser movido. Tedríamos una visión global del mundo de la estabilidad y dinamicidad con causa en dichas formas últimos sin materia. Aristóteles dice que existen, y que son las acciones. Se dice que son divinas, y que informan a cuerpos celestes en los que la regularidad no está interrumpida, y más allá de ellos, formas suprasensibles, acciones que son la culminación de la física aristotélica.

Se ve aquí un espiritualismo inherente a la física aristotélica. Se puede no obstante pensar en una alternativa no espiritualista: la visión biologista. Las leyes no son leyes de los cuerpos físicos, sino leyes vitales que competen incluso a los cuerpos inertes; en los que hay un principio animador. Lo que hace Aristóteles es separar ese principio de animación pensado al margen de la materia, pero que tan sólo se da en la materia, como una operación ontopraxeológica racional. Realmente para Aristóteles no hay cuerpos inmateriales, sino principios inmateriales, suprasensibles. Una imagen biológica del universo al modo aristotélico separa la totalidad de los fenómenos que pueden ser descritos, respecto a algo que los pone en marcha. Ese algo es una acción que pone en marcha movimiento sin ser móvil, de modo que deben ser interpretado como causas generales y no cuerpos espirituales. Los cuerpos físicos son resultados de esas causas, pero las causas no son entidades separadas sino por la razón humana.

Esto tendrá importancia crucial en el estudio de las acciones humanas, tanto en su vertiente de acción físcia como de acción ética o política.