35. Paideia cristiana

Intentamos analizar el cristianismo desde su conformación histórica, así como la constitución de un elemento paidológico de la comunidad humana capaz de construirse sobre la base de la absorción de la realidad precedente: el mundo de la cultura grecolatina. La literatura apostólica había pintado ya una realidad inteligible para nosotros, tras la evidencia de la no presentación de Cristo en una Parusía y tras las primeras persecuciones, ofrece la visión de un mundo dividido en dos: los integracionistas y los contrarios a la integración en el Imperio. El triunfo del programa adaptativo tiene lugar en el marco de una voluntad decidida de expresarse en la paideia.

La primera noticia que se obtiene documentalmente de los cristianos data de la época de Claudio, se trata de un informe en el que se dice que los bandidos están comandados por un tal Cresto (Cristo). A ello el emperador responde con una actitud represiva, pero comedida. No hay una persecución de cristianos o al menos no más que lo que se persigue a todo delincuente que se muestra contrario a los dogmas integradores del Imperio. La persecución de Nerón no lo fué hacia los cristianos, sino sólo hacia los líderes, Pablo entre ellos. Posteriormente habrá una serie de persecuciones, reflejada en la literatura martiriológica, pero hasta los decretos de Diocleciano no habrá una verdadera persecución de los cristianos.

En vista del fracaso de la filosofía, que sólo ha logrado impregnar a las élites del imperio, y en vista de los múltiples movimientos religiosos que están surgiendo por doquier, el cristianismo mide sus fuerzas con una paideia pagana, que debe ser definido como un conjunto de actitudes adaptativas, sin una planificación cuidadosa de ningún tipo. La Idea de que el Cristianismo haya supuesto un verdadero peligro para el imperio, y de que el Imperio reaccionara en contra es fruto de un desajuste hermenéutico y de una visión interesada interna, sin base historiográfica alguna. Es importante rechazar este enfoque hermenéutico equivocado: no hay una legislación específica contra los cristianos en los primeros siglos, sino que es un movimiento menor. No será hasta finales del siglo III con Diocleciano en el poder (284-305) cuando la masa crítica de cristianismo era ya preocupante, que el imperio cargará específicamente contra los cristianos.

La paideia pagana

Dos puntos de vista son necesarios para comprender la paideia pagana:

1. La situación de la filosofía, que ha incorporado a élites del imperio capaces de repetir el gesto epicúreo o estoico, y que tiene que apoyar una educación ecléctica porque no hay otra. Es decir: Roma no crea una alternativa, sino que mira hacia atrás, hacia Grecia. La continuidad de los pensadores romanos con los anteriores griegos es consciente y aceptada.

2. Roma tiene la necesidad de reconocer lo que hay en su Imperio, y ente lo que hay figuran las preocupaciones de su sociedad. Entre dichas preocupaciones sociales figuraba la salvación personal, atendida por las religiones mistéricas, por las actitudes populares ni ninguna componente filosófica, pero muy pujante. Es un mundo de ansiedad religiosa, cuya atención es de una importancia de primer orden.

Una transformación del mundo que provoca la aparición de ciudades inmensas, con enormes bolsas de pobreza, ayuda la aparición de discursos religioso vinculados a la esperanza y a las promesas de salvación. Pero lo decisivo no es que el cristianismo forme parte de estos movimientos. Lo decisivo es que la idea de comenzar una educación que deba recoger las aspiraciones sociales bajo la forma general de la cultura anterior. Se efectúa así una síntesis entre las necesidades sociales y las posibilidades paidológicas de absorción del legado grecorromano en la forma de un eclecticismo inmediatamente adaptado a las circunstancias. El eclecticismo había surgido ha en el siglo II antes del Cristo como defensa filosófica al escepticismo, es un cierre de filas frente a un enemigo común. Así, el estoicismo evoluciona había un abandono de sus tesis más extremas en favor de una síntesis con el platonismo, gracias a los esfuerzos de dos autores del siglo II a.C.: Panecio y su discípulo Posidonio.

Por obra de estos dos pensadores el estoicismo abandona las posiciones de la física y se convierte en una filosofía de la trascendencia. Este estoicismo pone el modelo de lo que va a ser la educación romana, y es la que adopta Cicerón.

Cicerón es, si no un gran filósofo, sí un gran educadora. Su importancia es enorme aunque no presente aportaciones filosóficas geniales y personales. Es el autor de una exportación del estoicismo medio que tendrá una enorme importancia en los tres primeros siglos.

El estoicismo medio, luchando contra el escepticismo ha dado importancia a la probabilidad, y la ha estudiado no como el platonismo de Carnéades (incidiendo en la imposibilidad de acceder al al verdad) sino en un concepto nuevo: la probabilidad, lejos de ser el resto, lo que queda una vez habiendo admitido la imposibilidad de la verdad, es justamente lo contrario: es el criterio o índice de que la verdad es posible, aunque no esté alcanzada. Si no está alcanzada es porque está en el mundo inteligible, con lo que supone de platónico este detalle. La verdad existe (por el criterio de la probabilidad, pues es la existencia de la verdad la que da el más y el menos de las probabilidades), y no pertenece al mundo de los sensible, sino en el inteligible. Esto indica que existe una estrategia educativa ideal que es respetuosa tanto con la divinidad como con el mundo de los hombre. Este es el criterio del consenso, que sólo tiene sentido si se admite la existencia de la verdad. Es en virtud de la existencia de la verdad que podemos llegar a un consenso discutiendo las posturas enfrentadas según el más o el menos de una probabilidad que sólo tiene sentido en cuanto que se acerca más o menos a esa verdad no alcanzada. Los dioses han querido que tengamos acceso a un aparato argumental basado en la lógica para acercarnos a esa verdad. Este es el modelo que tendrá éxito, y es lo que se denomina Segunda Sofística, movimiento pésimamente estudiado.

La apuesta de la Segunda Sofística es la de una filosofía tutelado por la retórica lo que supone una inversión de los métodos clásicos. Como la posibilidad del consenso es una posibilidad de construir leyes y creencias, en aras a la cohesión social, es fuertemente apoyada por emperadores como Adriano. Se trata del arte de una persuasión al servicio del Imperio. Los elementos carismáticos por los que se reconocen las bondades que Roma aporta al mundo se implementan en los discursos retóricos, Marco Aurelio apoyará firmemente a este movimiento, y la mujer de Septimio Severo, Julia Domna, insta a Trajano a que todavía aporte más dinero para que atraiga a Filóstrato, autor de una Vida de los sofistas. En suma, se trata de la superación del estoicismo y epicureismo, para llegar a un arte del bien hablar y de construir buenos discursos, determinados por el peso de unas creencias que recogen la voluntad divina y el despliegue y poder de Roma.

La ideología del Principado, por el cual Roma tiene el encargo divino de construir La Paz y la Civilización a nivel global, tiene a su servicio está Segunda Sofística. Dion de Crusa y Tiberio Claudio Ático, o Helio Arístides fueron tres de los autores más importantes, además de Filóstrato. En el IV será renovada por los últimos fulgores del paganismo con Juliano el Apóstata.

Este intento, a pesar de su incontestable importancia, no llegará sin embargo a impregnar como paradigma a la educación imperial, pues representa a la burguesía del imperio, y no a sus clases populares. Por eso, la educación pasará a un modelo mucho más popular, mucho más cercano a las religiones populares, en las que se aprecia el deseo de dar con un modelo de cohesión educativa que se extienda verdaderamente a la población del Imperio. Será el platonismo medio y el pitagorismo quienes aportarán las grandes ideas para esta educación.la idea de un destino imperial como voluntad divina era una idea demasiado abstracta y lejana, mientras que estas nuevas tendencias proponen una coincidencia entre la divinidad entre el imperio y la divinidad es mucho más débil, pero mucho más pregnante en la sociedad.

El eclecticismo de Séneca y de Cicerón supondrán un acercamiento al platonismo, pero no dejará de estar referidos a las élites culturales del Imperio. Plutarco es el filósofo principal de neoplatonismo romano. En este platonismo del siglo II sigue habiendo un mundo de las ideas y un mundo sensible, pero las ideas ahora consisten en pensamientos de la divinidad: todas las religiones expresan una una misma idea de Dios, y ese Dios contiene en su inteligencia todas las ideas como inteligibles. El μεταχύ, aquello que hace de intermedio entre las ideas (radicadas ahora en la inteligencia divina) y el mundo ya no es un intermedio discursivo, sino sustantivo: se trata de los funcionarios del Imperio. En Celso, que luchará contra los cristianos, la idea de un monoteísmo cuya pluralidad se expresa a través de procesiones intermedias que ejecutan las órdenes de la voluntad divina se desarrolla en las instituciones del Imperio. Es un sistema versátil que admite religiones variadas mientras reconozcan que el destino final está en el Estado. Este platonismo medio es el precedente claro de Plotino y su neoplatonismo.

Pero no es el platonismo medio el único intento pagano de educar a la ciudadanía, el neopitagorismo será otro intento en ese sentido, si bien mucho más místico. El neopitagorismo hace presencia en aroma de la mano de un amigo de Cicerón, Publio Nigidio Fígulo. Hay una entidad que es Dios, el Uno, del que por emanación directa sale otro Uno, que es el Uno sensible, que no puede ser distinto del Uno inteligible, sino que la única diferencia es que éste tiene una superioridad jerárquica sobre el sensible. Obviamente, el primero es la divinidad y el segundo el Estado. Está es la quintaesencia del neopitagorismo. Entre estos dos movimientos no hay controversias, sino que aparecen como dos versiones del mismo intento.

Hasta la crisis del siglo III Roma casi logra crear una definitiva educación pagana. La dinastía de los Flavios se considera a sí misma como la de un período feliz en este aspecto. Es el tiempo de emperadores civilizados como los Antoninos, que no se podrían confundir con los nefastos emperadores perseguidores anteriores. Las instituciones del Estado tienen una pregnancia social que logra un mundo fuertemente ideologizado y cohesionado.

Se han encontrado muchos obstáculos para este despliegue, y uno de ellos es el Cristianismo, que de hecho no paraba de ascender. Habrá un gran interés en demostrar por qué el cristianismo no es una buena educación, Celso y Porfirio de dedicarán a ello con ahínco, si bien hemos perdido los textos, aunque conservamos las réplicas del lado cristiano. Es en este ínterin de esta polëmica civilizada, sin perseguidores ni perseguidos (de momento) donde el cristianismo aprenderá del neopitagorismo y del platonismo medio lo que es la educación. Aquí encontramos las claves rigurosas de cómo una doctrina trivial y dotada de una moral martirial simplona, adquiere y se transforma en una doctrina cpe los y universal que sigue los registros y que mimetiza sus secuencias, enriqueciéndose hasta generar una nueva forma de entender la educación. A partir de ese momento, el choque será inevitable y modificará la historia del mundo. La batalla ideológica subsiguiente tiene dos grandes espadas: Plotino en el lado pagano y Orígenes en el cristiano. Serán los protagonistas de las dos lecciones siguientes.