31. Contexto histórico

El mundo del siglo I era un mundo expectante. Se hacía necesaria una fuerte base para justificación de la unidad del Imperio, y se encontró tal herramienta en la gnosis, que trató de dar dar cobertura filosófica al magma de religiones nuevas que daban cuenta de esa función, que no la cumplía la religión oficial del Imperio.

El cristianismo no llega como una nueva doctrina, sino como una buena noticia: la de la llegada de Dios al mundo con una promesa de salvación. El medio geográfico de esta eclosión es la Palestina del siglo I, definida por un atormentado proceso histórico. Israel y Judea habían establecido una unión, que termina destrozada por la invasión de Nabucodonosor, rey de Babilonia. Tras el exilio subsiguiente, regresan las tribus, hacia el 564 (a.E.C.) con Ciro, regresando a Israel. El territorio de Judea es sometido a una fuerte helenizacion en una zona de litigio entre el reino Seléucida y el Ptolemaico. En el siglo II a.C. Hay una sublevación contra los Seléucidas, en la que Judea restaura el Templo y vuelve a tener identidad histórica. Posteriormente Judea se convierte en una tierra más del poder romano, hasta el período de Herodes el grande, en el que Judea tiene una gran autonomía en la medida en que Herodes mantenga la obediencia a Roma y mantenga la tributación. Esa relativa independencia hace que se estabilice una organización política que es la primera que va a recibir el mensaje cristiana. El rey es el heredero de la dinastía asmodea, cuya justificación de poder pasa por el reconocimiento de los sacerdotes del propio reinado.

En todo caso, Judea no es más que una diminuta región de la provincia romana de Siria, que es la importante, y Poncio Pilatos es el procurador de Siria. Socialmente Judea se divide en los siguientes grupos:

1. La clase sacerdotal superior, de los saduceos,que aparecen en los Evangelios como gentes descreídas que han pactado con el imperio romano sin tener ninguna fe auténtica.

2. Los fariseos son una reacción frente a la casta sacerdotal, siguen estrictamente las normas de la Torá, y los más fieles guardianes del pacto entre la soberanía real y el pueblo. En los Evangelios los fariseos son los que siguen la letra de la ley, pero no su espíritu.

3. Los zelotes son observantes radicales que pertenecen a las clases populares, con un fuerte nacionalismo religioso que proviene de los fariseos. Son la base de las revoluciones que conocerá Israel de la época de Cristo en adelante. Tienen dos bases ideológicas muy importantes: la impugnación de los tributos y la soberanía religiosa. Ambas servirán de anclajes de identificación con el cristianismo. No reconocen la soberanía del emperador romano, porque la soberanía pertenece a Yahvé.

4. Los inobservantes. Son como los zelotes, pero están desligados de la observancia religiosa del templo. Impregnan toda revuelta revolucionaria y son un elemento de inestabilidad. Actúan en el interior de la sociedad.

5. Los esenios. A diferencia de los inobservantes, se separan de la sociedad. Al mismo tiempo se separan también del templo, siguiendo una observancia del judaísmo con muchos elementos comunes con el cristianismo separan hombres de mujeres, aceptan el bautismo, tienen una teología angélica, y tienen la imagen de un Mesías, que no es un rey material, sino espiritual, representante de la justicia en el mundo, que es sacrificado por sus congéneres, de un modo que recuerda poderosamente a la figura de Cristo.

Los evangelios canónicos son los que han sido declarado como tales en el siglo IV, hasta el siglo VI, cuando ya se ha producido el proceso papal de la Iglesia. Se ha separado de los textos canónicos otros textos denominados apócrifos. Por lo tanto, en La Biblia tenemos ya una fuerte selección previa de las historias de la vida de Cristo. Los otros textos apócrifos relatan otras vidas de Cristo, muchas veces no cocientes con la canónica. No tenemos por lo tanto acceso a una biografía de Cristo, sino una selección muy tardía de posibles textos. Esa selección depende de condiciones de la predicación: los textos canónicos son los que presentan una determinada doctrina que es presentada como la doctrina cristiana. La operación de elegir una doctrina y luego seleccionar los textos en función de esa elección es un hecho comprobado y admitido.

La teología protestante del siglo XX diferenció al Cristo histórico del Cristo de la fe, habida cuenta de que el primero se nos escurre entre los dedos, dada la ambigüedad textual preseleccionada como canónica. Nuestras fuentes son:

1. Los textos canónicos.

2. Los textos apócrifos.

3. Las fuentes paganas.

4. Las fuentes judías, como el Talmud en el que en el texto sobre el Sanedrín se habla de concebir a Cristo como hijo de un linaje real.

Hacer una síntesis científica de todo ello es poco menos que imposible. Al respecto de su nacimiento, es imposible tener ninguna certeza. La única narración larga y coherente es la de Lucas, que sostiene que José y María, en virtud de la existencia de un empadronamiento tenían que ir a Jerusalén, teniendo que parar en Belén cuando sobrevino el parto. Mateo añade sobre la narración de Lucas un detalle: la aparición de un ángel a José explicándole que el fruto del vientre de su esposa proviene de Dios. No hay ningún empadronamiento en este momento, si lo hubiera tampoco contemplaba el desplazamiento de personas, lo que era absurdo. Ni desde el punto de vista histórico ni desde el punto de vista del empadronamiento se sostiene la historia. El asunto de la virginidad de María es meramente teológico, y existen incoherencias al respecto, cuando mencionan a los otros hermanos de Cristo. En suma: no hay manera de salvar ni el nacimiento en Belén ni la anunciación. Tiene que verse aquí el intento de hacer casar la narración con el cumplimiento de las profecías piel Antiguo Testamento (en Miqueas viene escrito que el Mesías nacerá en Belén). Lucas escribe como instrumento de la predicación paulina, dirigida a los griegos, y en el mundo griego las vírgenes fecundas forman una tradición mítica muy fuerte, mientras que en el ámbito judío son completamente desconocidas. Lucas y Mateo se enredan en la genealogía de Cristo para hacerlo provenir del linaje de David, e introducen un factor de contradicción con el hecho de una madre virgen, ya que el sucesor de David sería José, y no María; además de presentar dos genealogías contradictorias por no coincidentes. Por si esto fuera poco, la muerte de los inocentes es insostenible, porque Herodes llevaba seis años muerto. En suma: sobre la infancia de Jesús no hay ninguna evidencia de que los relatos bíblicos tengan ninguna componente histórica.

Del período de juventud de Cristo ningún evangelio canónico dice nada, salvo el relato de la pérdida en el templo. Y en el período de la vida pública las contradicciones entre los evangelios sinópticos (Marcos, Lucas y Mateo) y el de Juan son inmensos. Lo único que podemos es introducir el criterio de la repetición: lo que aparece en las cuatro versiones lo podemos dar por más seguro. Algunos dichos y discursos podríamos dar por buenos con este criterio, más que hechos: el discurso de las bienaventuranzas, algunas parábolas y algunos discursos, como aquel que predica el amor a los enemigos, y el rezo del Padre Nuestro.

La institución de la Iglesia centrada en Pedro aparece en dos evangelios, el de Mateo (dirigido a los judíos) y el de Marcos. El discurso que sitúa a Pedro como cabeza de la Iglesia en los otros dos hace pensar que tal inclusión se realizó hacia los años 60, cuando se estabilizó la institución papal a favor del bando de Pedro.

El último período de la vida de Cristo, el de la pasión y muerte, es completamente teológico y no histórico, los acontecimientos siguen un esquema común en los cuatro evangelios, aunque hay contradicciones sustantivas que impiden hacerse cargo de lo como una narración histórica, y ello por varios motivos: no se ejecutaba a nadie en Pascua. Ninguno de los acontecimientos que narra Juan tiene paralelos en los otros tres, sobre todo lo relativo a la última cena. El desenlace se convierte en un galimatías de difícil interpretación: el Sanedrín se reúne de noche, lo que no tiene verosimilitud, ni es verosímil que una condena de muerte necesite ser llevado al procurador Pilatos, que tiene que venir de Siria es profeso para ello, ya que el propio Sanedrín tenía potestad para ello.

Los anales de Tácito, están incompletos precisamente en los días en los que debería haberse registrado la condena a muerte de Cristo, lo que da pie a pensar que han sido expurgados por cristianos. La única fuente rabínica que habla de Cristo dice que era de estirpe regia, y menciona la aparición en Jerusalén encima de un asno, que corresponde a la tradición regia.

Lo que no cabe duda es que todos los evangelios se escriben con una intención salvífica. Combinando todo lo que conocemos, se impone la evidencia de que la construcción de que la biografía de Cristo, hecha sobre bases argumental de tamaño diminuto, ha debido ser un producto de la propia predicación cristiana. Para el año 45-46 ya está montada la predicación, y sobre la base de las necesidades de dicha predicación se redactan, modificar y rectifican los evangelios para servir a una predicación que ya había comenzado. Los propios evangelios se escriben como sostén de la predicación, y de ahí sus diferencias mutuas. La Iglesia se constituye cuando la predicación choca con la religión imperial, los textos sinópticos presentarían las fases de elaboración inicial, mientras que el de Juan sería algo posterior.