62. Tendencias S. XII

Los siglos XI y XII son de recuperación de secuencias que habían quedado rotas, cuando ya se ha destruido el mundo antiguo definitivamente. El siglo XIII es el siglo de las grandes realizaciones filosóficas medievales. Se decantan finalmente tres posturas:

1. Una tendencia que despliega la racionalidad a través de la dialéctica, que no es sino el estudio de la lógica, interpretada como la exploración de la capacidad de la mente humana para averiguar los contenidos de la fe y de la ciencia. Esta exploración está al servicio de una explicación racional de la fe, sin contenido antirreligioso alguno.

2. Una tendencia que considera peligrosa la racionalidad. Puede ser considerablemente fuerte está oposición, como en el caso de san Bernardo, o más suave, como la Escuela de san Víctor, la una enarbola una actuación agresiva hacia los pensadores como Guillermo de Champeaux o Pedro Abelardo, que defienden la autonomía de la razón, la otra se centra en el contenido místico especulativo de la relación con Dios, y es más conciliadora.

3. Las posturas netamente conciliadoras, que preparan el camino a las Summae, al servicio de una capacitación de la vida religiosa en plenitud y en armonía con la fe y la razón.

Estas dos tendencias se van organizando y culminan con la existencia de una caracterización firmes y unos intentos. Asimismo, se debe plantar cara a las nuevas herejías, como la del sur de Francia con los albigenses y cátaros. Éstos opinan que el gobierno del mundo a través del capital impone condiciones de injusticia, y que se hace necesaria la instauración de un reino de justicia. Esto para la iglesia es un problema grave, porque en ese tipo de discurso quedan arrastradas buena parte de las instituciones eclesiásticas. Los cátaros son antisacramentales, y esto es imposible de consentir para quienes administran los sacramentos en forma de un enorme ejercicio de poder.

Joaquín de Fiore (1135-1202) es un buen ejemplo de lo que ocurre en el siglo XII. Produjo un importante movimiento que divide la historia de la humanidad en tres períodos que se desarrollan a modo de un progreso continuo:

El período de Padre, que abarca desde la creación hasta el nacimiento de Cristo.

El período del Hijo, desde el nacimiento de Cristo hasta el fin del milenio. Es el período de la evangelización y el momento de llevar la Buena Nueva a todo el mundo.

El período del Espíritu, desde el comienzo del milenio en adelante, cuando se da por extendida la evangelización. Ahora se trata de establecer el reino de justicia e igualdad.

Es lo suficientemente ambiguo como la mayor parte de la herencia del siglo XII. Frente a esto, se darán herejías lo suficientemente vehementes como para que el poder eclesiástico se vea obligado a intervenir contundentemente. En todo caso, la tendencia eclectizante termina siendo el factor más productivo filosóficamente. El estado de las cosas al inicio del siglo XIII favorece las soluciones de concordia, salvo en el caso de las herejías. Hacerse cargo de este estado de las cosas es el que propicia el surgimiento de pensadores que llevarán a cabo una teología sistemática, apoyada en la razón. Pedro Lombardo será uno de ellos. Parte de un acervo documental canónico y se apoyarán en las ciencias profanas cuando sea necesario. Sigue existiendo la tensión entre el agustinismo platonizante y la aparición de Aristóteles, pero aún así se ejercitará el pensamiento de forma pacífica bajo la forma de una exégesis mixta de ciencias religiosas y profanas. El término Philosophia ancilla theologiae seguirá estableciendo el horizonte de lo que será el siglo XIII.

A pesar de este panorama más o menos tranquilo, la penetración de Aristóteles dará no pocos problemas, Amalrico de Bene (1100-1199) es paradigmático en este aspecto. Es el primer pensador que incorpora a un Aristóteles, ciertamente descontextualizando y platonizado. Su conclusión será que si Dios está en todas partes, entonces no es necesario que haya una separación entre Iglesia y sociedad. La respuesta de las instituciones eclesiásticas a esto fueron contundentes: la hoguera. El Papa Inocencio III calificará las doctrinas de Amalrico como más enloquecidas que una herejía. Las estructuras políticorepresoras de la iglesia funcionaban a pleno rendimiento.

La querella de las investiduras por su parte se encamina a su solución. El Concordato de Worms de 1222, entre Enrique V y el papa Calixto II da con la condición que satisface las aspiraciones del Imperio y de la iglesia: la segunda es la que nombrará a los obispos, pero será el gobierno quien administrará los privilegios de los episcopados. Italia será un hervidero de disputas políticas y el papado y el Imperio tendrán mucho que decir en ello. Queda claro que no hay posibilidad de que uno de ambos pueda erigirse en dominus mundi. Con ello el mundo feudal se estabiliza España su desequilibrio básico, con una sociedad siempre relativamente pacificada y estabilizada hasta cierto punto en el siglo XIII. La sociedad feudal quedará cristalizada en sus tres estamentos. Surgen monarquías nacionales que empiezan a tener cada vez mayor importancia, como en Inglaterra, la Castilla de la Reconquista, Aragón, y la monarquía francesa sobre todo: el siglo XIII va a ser sobre todo un siglo francés. Francia frenará la tensión entre el Imperio y el papado, impulsará las cruzados y la vida cultural europea.

Además, el siglo XII deja una herencia importante: la cristiandad occidental se expande por doquier, las órdenes se extienden por las praderas centroeuropeas hasta Rusia, la expansión económica continua mientras haya tierras nuevas que cultivar. Y la economía mejora. Esto producirá un aumento demográfico que no cesará hasta el siglo XIV. Las ciudades cobrarán cada vez más importancia, y la clase de los laboratores empezará a tener capacidad de organización en las ciudades. Reaparece la acusación de monedas de plata y de oro, se reactivan los flujos comerciales y el triunfo de las organizaciones feudales de los laboratores hará que cobren tal importancia que estarán en la base de sistemas económicos de siglos posteriores. En suma, el siglo XIII ve nacer una Europa con fuerzas y con conciencia de su propio poder frente a los imperios bizantino y musulmán. La Cruzada es un instrumento en manos del papado para desviar la potencia militar de las monarquías europeas hacia el exterior. Desde el momento en que son aprobadas tanto por el Papado como por el Emperador, se convierten además en un excedente civilizatorio a exportar de una inmensa importancia. Aquí se fragua la verdadera cultura e identidad europea por primera vez.

La filosofía siempre piensa desde la situación del presente, de manera que sí el siglo XIII es la culminación de todos los factores que se han apestado fraguando en los siglos anteriores, no puede extrañar que la filosofía del siglo XIII sea el receptáculo de las grandes doctrinas teóricas del medievo.

Las órdenes mendicantes.

Habiendo un período de expansión económica y de mayor circulación de capital en el que los factores de estabilidad están seguidos de instituciones básicas que los defienden, se hace necesaria la institucionalizar de un nuevo tipo de institución: las órdenes mendicantes. Cluny carga sobre sus hombros la roturación de grandes tierras por el sistema feudal, y ahora es necesario defenderlas. Las órdenes mendicantes nacen a la luz de la herejía cátara. Los dominicos se forman con la regla agustiniana, con el objetivo del control ideológico en el seno de la cristiandad. Se trataba de lograr un sistema que organizase la predicación en la cristiandad. La otra orden es la de los franciscanos, y tiene unos objetivos semejantes. Se termina convirtiendo en y dispositivo extraordinario cuyo valor es la predicación interior, la determinación de esquemas de pensamiento favorables a la recreación de condiciones igualitarias bajo el imperio de la ciencia sagrada. El Papa entrará el control de las universidades a dominicos y franciscanos. Los franciscanos presentan una regla propia, que no es benedictina ni agustiniana. Las otras reglas establecen que los monjes no tienen nada propio, sino que los bienes son comunes; en cambio la regla franciscana establecerá que no propios, ni comunes, no hay propiedades entre sus monjes. Es una comunidad al servicio del papado que no tiene ningún interés propio.

Inocencio III y Gregorio IX son los dos papas de mayor poder intelectual del siglo XIII, y entienden que se necesita un control ideológico, que lo entregará a los dominicos, y un ideal igualitario, que se lo entregará a los franciscanos. Entre ambas órdenes formarán una estupenda máquina dual. Ya no hay una oposición entre la ciencia religiosa y la ciencia profana, ahora hay un elemento de difusión (franciscanos) y un elemento de control ideológico (dominicos). Ésta segunda orden será el germen de la Inquisición, aparato jurídico coactivo sin precedentes. Además, se establecerá un acuerdo contra el poder eclesial y el estatal, en aras de una estabilidad que al final beneficia a ambos: la Iglesia está llamada a decidir qué es lo que se denomina herético, mientras que el castigo se realiza con el poder de los reyes. Los tribunales inquisitoriales entregarán al brazo civil a los herejes para ser ajusticiados.

Las Universidades

No podemos olvidar finalmente que el siglo XIII es el de la creación de las Universidades. Las presencia de escuelas de traductores, como la de Toledo servirá para el flujo de cultura entre civilizaciones, las traducciones llegan a Europa, trayendo un montón de datos sobre el pensamiento árabe, descubrimientos científicos y el kalam islámico aporta un gran efecto sobre Europa. En mundo inglés quiere tener una identidad más allá de Francia, y por medio de los árabes se introduce Aristóteles, el gran desconocido del siglo XII. Y también empiezan los contactos con Bizancio. Corresponde a la Escuela de san Víctor el contacto con Bizancio, aportando muchos códices al mundo europeo.

A la vez, las monarquías nacionales están cobrando importancia. En este escenario múltiple hay que situar la creación de las universidades, como evolución de las escuelas catedralicias, tan enfrentados con las escuelas monacales. El desarrollo de estas escuelas catedralicias bajo control y apoyo de las monarquías da lugar a la aparición de las Universidades, empezando en la ciudad de Bolonia. Finalmente el papado apuesta por tener una Universidad bajo su exclusivo control, pues serán consideradas como un nuevo artefacto a utilizar. Si la Universidad de Bolonia es la más antigua, la más importante será la de París.

Las universidades se organizan mediante el privilegio feudal, que les confiere autonomía. Dejan de ser escuelas de la catedral para ser escuelas de la comunidad. Las universidades de Oxford y de Padua se formarán como escisiones de la de Bolonia. En ellas se recrean las formas de la construcción de ideas que acogen y sintetizan la totalidad de los hilos de la cultura del momento. Por eso terminan siendo el artefacto de la producción de ideas. Serán el artefacto intelectual del siglo XIII. Si la inquisición es el artefacto para control de las ideas rectas y las órdenes mendicantes controlan este desarrollo y difunden las doctrinas rectas,malas universidades serán las máquinas de producción ideológica, con un método férreo que es la disputatio.

Consta de una presentación de las sentencias que marcan el horizontes de la ciencias sagrada y profana. Sobre ellas se acomoda un mecanismo dialéctico de discusión teórica, en la que se trata de impactar la totalidad de las tensiones en una forma que encuentre un mecanismo de resolución racional, que es la Summa. Así contribuye a un equilibrio social que atañe a todos los órdenes del saber. El centro del proceso fue París. La incorporación de Aristóteles fue prohibida en la facultad de teología. Se entendió que el peligro de Amalrico no debía repetirse. Sin embargo, la facultad de artes reivindica su propia autonomía, ocupando se exclusivamente de la verdad racional, declarando no entrometerse en terreno teológico, lo que es una de las claves de la cultura de Occidente: se logra crear lo que en el Islam y en Bizancio fue imposible: la posibilidad separación en alguna medida entre teología y razón.