48. Los Francos / Carlomagno

Estudiaremos cómo en el fin del período antiguo nadie de los que en ese momento habitan Europa tiene el sentimiento de que se acaba una era, porque existe una sensación de continuidad a pesar de la decadencia paulatina y constante de los elementos materiales. Teodorico el Grande intenta restaurar el Imperio a través de intelectuales importantes como Boecio, que no será geniales como san Agustín, pero sí lo suficientemente importantes como para tener profundas consecuencias. En su momento de mayor apogeo, Teodorico gobernó sobre las penínsulas itálica e ibérica, la Galia mediterránea y las provincias del Danubio, llegando a ser considerado un heredero de los emperadores romanos, si bien él mismo nunca adoptó dicho título.

La penetración de los visigodos en Europa no será tan importante desde el punto de vista demográfico como muchas veces se ha pensado, y lo mismo se puede afirmar de los ostrogodos en Italia, o en la Galia con los francos. Lo que trataremos de ver es cómo en el marco de una continuidad histórica, que no queda roto por la interrupción de la cadena de Emperadores de Occidente, interrumpida en Rómulo Augusto, sino que queda continuada por los sucesivos reyes bárbaros que no suponen una ruptura sino una larga decadencia. En este proceso se produce una substitución esencial: la de la educación cristiana por la educación clásica pagana.

El destino de los reinos bárbaros es frágil y acaba pronto: los ostrogodos de Teodorico ceden ante una nueva invasión, la de los lombardos, que paraliza la construcción del Imperio, pero no interrumpe ninguno de los artefactos teórico-políticos en juego. En el mundo visigodo, sin ninguna institución que garantice la sustitución ordenada de los reyes, se produce una situación de mayor colapso, como es la sucesión de Witiza, en la que Rodrigo se convierte en rey de los visigodos; pero no será sino hasta la invasión de los musulmanes cuando se verá verdaderamente el peligro de la ruptura con las instituciones Imperiales, o lo que queda de ellas. El pueblo que ahora nos interesa es el de los francos. Se trata de un pueblo de características similares a la de los demás invasores bárbaros. Lo gran una estabilización que no conseguirán los demás pueblos, asentándose en el corredor central de todos los procesos migratorios europeos: las llanuras francesas desde el Rhin hasta el Loira. La constitución del reino franco es el hecho fundamental del último periodo de la antigüedad. Sin esta materialización no se puede entender que un pueblo tan primitivo como el franco sea tan importante en la construcción europea, pues su implantación en el centro del citado corredor hizo de tapón a todo movimiento posterior, ofreciendo unas condiciones de estabilidad geográfica y demográfica que de otra manera hubieran sino imposibles. Estas condiciones eran a su vez condición de posibilidad de la generación de un pensamiento filosófico digno de ser reseñado para esta época, como el proyecto de Gregorio Magno de que el Papado sea el tutor de las monarquías estables, citado en la lección anterior.

Así, el Imperio de Occidente y tiene como titular último al rey de los francos, y Emperador del Imperio Carolingio, cuyo proyecto de reunificación de toda Europa terminará fracasando, como veremos. Este reino tiene un primer representante en Clodoveo, quien establece a la tribu de los francos en el terreno citado de las Galias. En 498 Clodoveo se convierte al catolicismo y pacta con el Papa su propia coronación, con lo que reconoce al Papa la capacidad de que éste legitime su soberanía. Los visigodos son arrianos, lo que hace que la relación con el papado sea muy problemática, por ello la buena relación con los francos es crucial para Roma. Clodoveo, representante de la dinastía merovingia, ve en el apoyo papal un importante activo para su reinado, de modo que el acuerdo beneficia tanto a los francos como a la Roma papal, que encuentra en los francos un factor de extensión de la ortodoxia romana. La herencia de Clodoveo desestabiliza en reino franco, pues los merovingios no tienen estructuras sucesorias más allá de la repartición de las tierras entre los hijos del rey difunto.

La institución de los mayordomos de palacio es la que controla el poder y las finanzas del rey, que no están separadas de las finanzas del Estado. Este sistema no es sensato para el papado, pues necesita apoyarse sobre un elemento que estabilice el mundo. Ya que el propio papado se considera legítimo poseedor del poder temporal del imperio, necesita ejercer el concepto de suprasoberanía agustiniano sobre un poder temporal estable. Los reyes son cada vez más distantes, mientras que los mayordomos ostentan el poder real. Carlos Martell es un mayordomo que impide el paso a los musulmanes, lo que da a los mayordomos un prestigio del que ya carecían los propios reyes. Su hijo y heredero, Pipino en Breve, (denominado así por su estatura) se hace cargo de la mayordomía, cursa una pregunta al Papa del momento, que es Esteban II. Este Papa en solo cinco años de papado logra en la realidad lo que san Gregorio Magno propuso sólo en la teoría. Pipino lanza al pregunta de quién es el que debe reinar, quien es mero titular del trono o quien de hecho ostenta el poder. La respuesta estaba negociada con el Papa, que responde que debe ser considerado como verdadero rey quien ostenta el poder, lo que supone el final de los merovingios. Pipino el Breve se autocorona nuevo rey de los francos. La contrapartida que recibe el Papa es la realización del programa de san gregorio: el poder temporal y sacral de la Iglesia debe ser reconocido por el Rey.

La donación de Constantino es un escrito falso que personalmente redacta Esteban II, y que ha supuesto hasta el siglo XIX la justificación del poder temporal de la Iglesia. Según este documento Constantino habría cedido la ciudad de Roma y la soberanía del Imperio de Occidente al Papa; y a partir de esta supuesta concesión Constantino se habría ido a Bizancio, dejando al episcopado romano la soberanía completa del Imperio. Pipino en Breve reconoce este poder temporal, parte en dos Italia otorgando al Papa el dominio de una de las partes. La Iglesia obtiene en la donación de Constantino la soberanía del Imperio de Occidente, soberanía que en realidad no desea, y que devuelve a los Francos. En verdadero núcleo esencial de la donación está en que Pipino reconoce el poder de la Iglesia en ungir a los reyes, dando además una soberanía absoluta sobre un terreno minúsculo que no desea nunca ampliar. Con la capacidad de coronación alteran completamente la concepción ininterrumpida desde la constitución del Imperio Romano, por la que el Emperador gobernaba en nombre del senado y del pueblo romano. Esto es radicalmente cambiado gracias al falso documento que es La donación de Constantino: la tradición milenaria de la justificación del poder del Emperador queda alterada completamente; no es el senatus populusque, sino Dios y la Iglesia.

Establecido el patrimonio de san Pedro, los francos se compromete a ampliar fronteras, hacer de tapón frente a los mususlmanes en los pirineos y a los bárbaros en en Rhin. Todo ello fue programado por Pipino el Breve y Esteban II. Carlomagno, que es nombrado rey de los francos en el 768, y coronado Emperador por el Papa León III en Roma en el 800, cumplirá a rajatabla y con esplendor este diseño trazado muchos años antes. El Papa lo corona antes de ser aclamado por el pueblo, contra todo protocolo, y con ello simboliza la imposición de la verdadera auctoritas eclesiástica por encima del poder temporal del propio Emperador. Ludovico Pío, el único hijo vivo de Carlomagno hereda todo el Imperio, teniendo en todo momento bien claro que la soberanía de la Iglesia está sobre su poder temporal.

Sucede entonces, por puro azar histórico, la irrupción de los normandos, pueblos piratas , paralizando el tráfico mercantil, y penetrando profundamente en los terrenos imperiales hasta el punto de tomar París en el 855/856. Desestabilizan toda la Provenza, toman Marsella, y provocan una crisis enorme que acabará definitivamente con el último intento de reunificación del Imperio Romano. Aquí debemos considerar verdaderamente el final del mundo antiguo: todas las turas comerciales quedan rotas, la única economía que permanece productiva es la agraria, se abandonan los caminos romanos y se entra en un tipo de vida nueva en la que la población queda apegada a la tierra en un régimen feudal en el que el flujo de capital queda cortado completamente.

El reino Carolingio durante siglo y medio estará a punto de conseguir la reunificación del Imperio de Occidente, y su fracaso da origen a un mundo nuevo, el mundo medieval, largo proceso en el que la Iglesia mantendrá las riendas del poder.

El monacato, existente desde mucho antes, supondrá ahora la existencia de centros de irradiación del evangelio al servicio del mantenimiento de este poder temporal. Era la idea original de san Agustín, que no pudo realizarse en su momento; su idea tenía un largo recorrido teórico, pero muy poco recorrido práctico; quien retoma esta idea agustiniana es un contemporáneo de Gregorio Magno, Benito de Nursia, conocido luego como san Benito. San Benito proporciona el instrumento idóneo: clérigos que incorporan por un lado obediencia ciega a través del abad al papado, y de otro lado una propiedad de la tierra por el trabajo de la misma, todo ello regulado por la Regla que lleva su nombre, elaborada hacia el 540.

Carlomagno se rodeó de intelectuales que formaron el llamado Círculo de Aquisgrán. El proyecto fue llevado a cabo por la fundaciones de Carlomagno. Estas fundaciones eran monasterios que tenían anclada su labor sobre la tierra. Cuando fracase el proyecto de reconstruir la grandeza antigua, los únicos que tendrán tierra asignada, capacidad de trabajo y proyecto de actuación serán los monjes de la Iglesia Romana. Ahí está la grandeza de la Iglesia y su mérito; haber resistido la presión de los invasores habiendo mantenido el impulso cuando el mundo estaba cambiando radicalmente. Aquello que no había sido pensado para ese fin, sino para predicar el evangelio, se muestra como el instrumento necesario de pervivencia cultural, con unos méritos propios a veces infames, otras veces mediocres durante un larguísimo período en el que ya nadie se acordará del antiguo imperio, sino que será en adelante conocido como el Sacro Imperio Romano Germánico, cuya base de legitimación es el primado de la Iglesia. Ahora ya estamos completamente inmersos en el Mundo medieval. La Antigüedad pervive hasta Carlomagno, y el mundo medieval nace con sus hijos, y sus nietos.