LA ESCUELA DE FRANKFURT

1. El instituto para la investigación social

Fue fundado en 1924 por Weil, Pollock y Wittfogel. El verdadero impulsor del programa teórico (la llamada Teoría crítica) fue Horkheimer, su tercer director desde 1931. Su primera tarea es poner en cuestión la escisión entre filosofía y ciencia social, concibiendo la sociología como descripción del presente, vinculada necesariamente a la filosofía. La filosofía es universal por ser crítica de lo dado, no por ser una mirada desinteresada de la globalidad. La sociología se interesa por determinaciones particulares, no por la verdad, que es el objeto de la filosofía. Es decir: la teoría crítica (TC) corrige la sociología con la filosofía.

Horkheimer incorporó el psicoanálisis a las investigaciones sociales del Instituto, y las complementó con el método marxista dialéctico-crítico. Con todo ello, la TC estaba en condiciones de observar los procesos sociales como una combinación de dinámicas psíquicas individuales y al mismo tiempo fuerzas sociales. Con el tiempo la TC se distanció del marxismo ortodoxo, abandonando la confianza en el sujeto colectivo y la mitología del proletario liberador. Mantuvo no obstante su vinculación de la teoría con la práctica, pues la finalidad era transformar la sociedad. La teoría sin práctica valía tan poco como la práctica sin teoría. Horkheimer desarrolla una lúcida crítica a la razón de la Modernidad, compatible con su reconstrucción y con la persecución de la verdad desde la historicidad y finitud. Era reacio a la filosofía de la vida y al existencialismo por considerarlos irracionalistas, seguía creyendo que el verdadero conocimiento lo proporcionaban las ciencias especializadas.

Desde 1938 colabora con él Adorno, que destacaría en sus estudios sobre el Arte y su relación con el espíritu y el conocimiento. Adorno estaba influido por W. Benjamin, el misticismo judío, el kantismo y el romanticismo alemán. Su filosofía ética parte del siguiente principio: lo que es no debería ser. Se señala así la diferencia entre el ser y el deber ser en una dialéctica negativa. Adorno no creía con Marx que el sujeto y la Historia tenían que coincidir. Su dialéctica negativa no se concreta en ningún plan de acción. Se reduce a un constante rechazo de lo positivo, que reprime otras posibilidades, a diferencia del positivismo que sacralizar lo que es. No obstante, su crítica no es caótica, sino que sirve para alcanzar una sociedad racional que sólo puede definirse negativamente. Esto influyó enormemente en la Escuela de Frankfurt al completo, que vieron positivamente las ideas de Lukàcs acerca de la ontología del ser social.

Dispersados por la II G.M., en 1949 vuelven Horkheimer, Pollock y Adorno, unidos a Habermas, Fromm, Lowental, Marcuse y otros para continuar la reflexión crítica. Denuncian el cientifismo que todo lo convierte en objeto, la racionalidad estratégica y cuantitativa, el marxismo dogmático (que intentan combinar con el psicoanálisis) . En 1958 Adorno sustituye a Horkheimer en la dirección convirtiéndose en una referencia estudiantil.

En la década de los años 70 es Habermas el que coge el timón. Comienza la segunda etapa de la Escuela. Para Habermas la razón que ha sido oprimida es la comunicativa, de modo que emprende la crítica de la sumisión de ésta a la razón técnica. Se atenúa la negatividad de la primera generación y se incide más en la amalgama de marxismo y psicoanálisis, poniendo en obra una hermenéutica de la sospecha y denunciando la colonización por la razón instrumental de todos los mundos de la vida posibles. Desde los años setenta la Escuela recibe críticas tanto por la derecha como por la izquierda. Actualmente el director es A. Honneth, y sus esfuerzos se concentran en el análisis de las paradojas de la modernización del capitalismo.

2. La TC frente a la tradicional (incluida la Lebenphilosophie y la fenomenología)

Los integrantes de la TC no provenían del movimiento obrero ni del marxismo. Eran pensadores sociales del capitalismo tardío. Acuñan el nombre de TC en 1937 tras el triunfo de Hitler en Alemania, prefiriéndola a la de marxismo, porque incorpora una dialéctica negativa de la realidad. Las diferencias estaban bien claras:

1. Para Marx la superación de la filosofía como teoría era condición de posibilidad del establecimiento de la crítica como ciencia. Para la teoría tradicional se privilegia la ciencia y la técnica como modelos de unidad del saber, cosa que a los frankfurtianos les parece una proyección del ideal burgués de un capitalismo armonioso con leyes calculables.

2. Para la TC, la superación del cientifismo era la condición de posibilidad de instauración del marxismo como crítica. Se trata de desenmascarar la ideología de la llamada ciencia positiva. Su positividad se refleja en el olvidar la historia de los procesos y atender únicamente a los resultados. Así, los significados se exilian de la ciencia. El saber se convierte en mecanicismo, con la consiguiente fragmentación de las ciencias, que reproducen inconscientemente la fragmentación del trabajo y la dominación social.

Otras características de la TC son:

1. La TC es antideterminista, se define a partir de la praxis, no por su lógica interna. Su pensamiento negativo es, en primer lugar, utopía, que proporciona a la TC una humildad de la que las teorías anteriores carecían.

2. La TC es materialista, pero se opone al capitalismo y a cualquier otro sistema que domine al hombre en lugar de ser dominado por el hombre.

3. No es una teoría legitimadora, ni necesita una legitimación exterior a sí misma.

4. Valora los ideales burgueses de universalismo cognoscitivo que le han precedido.

5. Defiende una razón autónoma y objetiva que sea un fin en sí mismo.

6. Sus defensores son ilustrados, pues no promulgan una vuelta al naturalismo que se perdería en el irracionalismo. Abogan por una sociedad racional a la vez que desenmascaran lo irracional en la situación fáctica capitalista.

7. Conciben la realidad social como amalgama de teoría y práctica. La teoría es crítica y autocrítica, pues siempre es sospecha.

3. Crítica de las paradojas de la modernidad.

Horkheimer y Adorno publican Dialéctica de la Ilustración en 1947. Analizan la progresiva cosificación que acontece en la historia responsable del fracaso de la razón ilustrada, y del triunfo de la razón subjetiva que al absolutizarlos lleva al irracionalismo. Pensaban que la situación en el lado socialista no era muy diferente, pues el autoritarismo estalinista había eliminado las voces discordantes, y en Norteamérica, el neopositivismo, que hacía del culto a los datos un tabú, recaía en una mitología acción que criticaban igualmente.

Horkheimer y Adorno critican con virulencia la entronización burguesa del valor de cambio, que todo lo convierte en fetiche, el progresivo dominio de la naturaleza, que ignora al individuo, y extienden sus críticas al materialismo histórico, al amparo de los trabajos de Lukács y de Max Weber. Dado que la cosificación se produce por igual en los regímenes socialistas o capitalistas, concluyen que no es la economía el desencadenante, sino la razón ilustrada. Por ella toda ontología se convierte en un medio, incluido el individuo. Por eso la razón ilustrada ya no emancipa.

Weber había identificado cuatro tipos de acciones humanas:

1. Acciones racionales orientadas a fines. El mundo occidental se había consagrado a ellas.

2. Acciones racionales orientadas a valores.

3. Acciones afectivas, orientadas a emociones

4. Acciones tradicionales, orientadas por costumbres.

El Progreso de la razón ha consistido meramente en que 1 ha fagocitado a 2, 3 y 4. Para los frankfurtianos, esto lleva a la pėrdida de la unidad del mundo y a la subjetividad de los fines. La superación de 2, 3 y 4 ha sido empobrecedora resumiendo progreso en progreso técnico-económico y maximización de beneficios. Ello produce varios efectos perniciosos:

1. La alienación no sólo se produce, como Marx descubriera, en el entorno del trabajo, sino incluso en el ocio, en la familia, etc, como descubriera Freud. Asistimos a la universalización de la alienación. Esto será extensamente tratado por Marcuse.

2. Todo se rinde a la cuantificación matemática.

3. No se ha producido la liberación del ser humano prometida por la ilustración. La metáfora de Odiseo atado al mástil con los oídos tapados ilustra al burgués que ama el abajo y renuncia al goce personal.

4. La naturaleza se cosifica completamente, y queda reducida a un conjunto de objetos manipulables.

5. La Ilustración es desmitologizadora, pero suprime la trascendencia a la que nos abría el mito. Su inmanencia se cierra sobre sí misma haciendo de la razón una tautología. El universo se desencanta, y con él el hombre y su cuerpo, que queda reducido de Leib a Körper. Gadamer está en total sintonía con esto, e incluso analiza la inversión del asunto: la conversión moderna de la razón en instrumentalidad desencadena su conversión en mito a su vez. Gadamer reconoce a la Escuela de Frankfort el desvelamiento de este proceso.

6. El esquematismo kantiano queda sustituido por el esquematismo de la producción, que no deja nada pendiente de clasificar anticipadamente. Todo se convierte, como la razón mismo e incluso lo seres humanos, en un proceso repetitivo y substituible.

En suma, el programa de Bacon de dominio de la naturaleza para librarse de los ídolos conlleva a una visión reductora, totalitaria, de raíces subjetivas, identifica el mundo con lo pensado matemáticamente... Y no se logra la autonomía del individuo, sino que lo hace desaparecer. Frente a todo ello, Horkheimer y Adorno se mantienen fieles a un pensamIento filosófico crítico, valoran la libertad y la reflexión que lo caracteriza. La filosofía sigue siendo la manera de desenmascarar las mentiras que se imponen, en Speništa la que asegura que la división del trabajo es imprescindible.