1.1. Criterios diagnósticos fundamentales:
✔ Lesiones típicas (nódulos, abscesos o trayectos fistulosos).
✔ Localización característica (axilar, inguinal, perineal, glútea, inframamaria).
✔ Curso crónico y recidivante (≥ 2 brotes en 6 meses).
1.2. Historia clínica dirigida:
Inicio y evolución: edad media de aparición entre los 20–30 años, curso recurrente desde la pubertad.
Síntomas predominantes: dolor, supuración crónica, mal olor, prurito, inflamación o fibrosis cicatricial.
Factores precipitantes: fricción, sudor, obesidad, tabaquismo, estrés, uso de anticonceptivos androgénicos, higiene deficiente o depilación agresiva.
Historia familiar: HS en familiares de primer grado (hasta un 35 % de los casos).
Historia ginecológica o endocrina: valorar SOP o hiperandrogenismo.
Impacto funcional y emocional: interferencia con la movilidad, relaciones íntimas o autoestima.
Comorbilidades: obesidad, EII, acné conglobata, síndrome metabólico, depresión o ansiedad.
💡 En pacientes con lesiones recidivantes en zonas intertriginosas, el diagnóstico debe considerarse precozmente para evitar daño estructural irreversible.
2.1. Evaluación clínica directa:
Identificar nódulos inflamatorios dolorosos, abscesos fluctuantes, trayectos fistulosos activos o cicatrices fibrosas.
Palpar zonas induradas subcutáneas (indicativas de túneles profundos).
Observar comedones abiertos o dobles, muy característicos de HS.
Valorar bilateralidad y simetría.
Evaluar el olor y el drenaje purulento, signos de sobreinfección bacteriana.
Determinar si hay movilidad limitada o dolor mecánico por retracción cicatricial.
2.2. Mapeo anatómico de lesiones:
Realizar fotografía clínica inicial y repetir cada 3–6 meses.
Dibujar el mapa corporal marcando zonas activas y cicatriciales.
Documentar longitud y profundidad de los trayectos fistulosos.
💡 El mapeo anatómico sistemático permite monitorizar la progresión y planificar la cirugía con precisión.
3.1. Entidades a excluir:
Forúnculo o absceso bacteriano: lesión aislada sin recidiva ni cicatriz.
Acné conglobata: nódulos y quistes en tronco o espalda, sin patrón intertriginoso.
Crohn cutáneo fistulizante: trayectos perianales o glúteos con manifestaciones digestivas.
Foliculitis decalvante o por gram negativos: localizada, sin trayectos ni fibrosis.
Carbunco estafilocócico: curso agudo y respuesta rápida a antibióticos.
3.2. Criterios que confirman HS frente a abscesos comunes:
Recurrencia en las mismas áreas.
Presencia de cicatrices atróficas o puentes dérmicos.
Supuración crónica con olor característico.
Dolor persistente, incluso entre brotes.
💡 La HS no es una infección bacteriana: es una inflamación crónica folicular con disbiosis secundaria.
Hurley I – Leve:
Nódulos o abscesos aislados, sin fístulas ni cicatrices permanentes.
→ Tratamiento médico tópico u oral.
Hurley II – Moderado:
Abscesos recurrentes con trayectos o cicatrices dispersas y separación anatómica entre lesiones.
→ Antibióticos combinados, hormonoterapia, inicio de biológico si inflamación persistente.
Hurley III – Grave:
Áreas extensas con múltiples trayectos interconectados y cicatrices fibrosas que comprometen la movilidad o la higiene.
→ Biológico de mantenimiento y cirugía radical o combinada.
💡 La clasificación de Hurley evalúa el daño estructural, no la inflamación activa. Debe complementarse con el IHS4 para valorar la severidad funcional.
5.1. Fórmula:
IHS4 = (nódulos × 1) + (abscesos × 2) + (trayectos fistulosos × 4).
5.2. Interpretación:
Leve: ≤ 3 puntos.
Moderado: 4–10 puntos.
Grave: ≥ 11 puntos.
5.3. Ejemplo práctico:
3 nódulos + 2 abscesos + 1 trayecto fistuloso → (3×1) + (2×2) + (1×4) = 11 puntos → HS grave.
5.4. Utilidad clínica:
Permite monitorizar evolución en cada visita.
Guía la escalada terapéutica.
Es el criterio objetivo en ensayos clínicos.
💡 Registrar el IHS4 en cada visita es clave para estandarizar la respuesta y justificar la continuidad o rotación terapéutica.
6.1. Analítica básica:
Hemograma, PCR, VSG, función renal y hepática.
Glucemia, HbA1c y perfil lipídico.
Cultivo de exudado si supuración persistente.
6.2. Estudios de imagen:
Ecografía cutánea de alta frecuencia: permite identificar trayectos fistulosos subclínicos y diferenciar abscesos activos de cicatrices.
RM pélvica / perineal: indicada en Hurley III o sospecha de enfermedad de Crohn asociada.
6.3. Cribado de comorbilidades:
Metabólicas: obesidad, dislipemia, síndrome metabólico.
Autoinmunes: EII, artritis psoriásica.
Psicológicas: depresión y ansiedad (PHQ-9 / GAD-7).
7.1. Escalas de evaluación:
EVA del dolor (0–10): intensidad y frecuencia.
DLQI: impacto global dermatológico.
HiSQOL: calidad de vida específica para HS.
HSSI (Hidradenitis Suppurativa Severity Index): percepción del paciente sobre supuración y mal olor.
7.2. Aspectos funcionales:
Limitación del movimiento por retracciones o dolor.
Afectación del descanso nocturno.
Problemas de intimidad o sexualidad.
💡 El dolor y la supuración crónica son los principales determinantes del deterioro de la calidad de vida y de la adherencia terapéutica.
Si predominan nódulos inflamatorios aislados:
→ Hurley I / IHS4 ≤ 3 → tratamiento antibiótico oral (doxiciclina o clindamicina).
Si abscesos recurrentes y trayectos limitados:
→ Hurley II / IHS4 4–10 → terapia combinada (clindamicina + rifampicina) ± biológico precoz.
Si múltiples trayectos interconectados y fibrosis difusa:
→ Hurley III / IHS4 ≥ 11 → biológico (adalimumab o secukinumab) + cirugía secuencial o láser CO₂.
Si diagnóstico dudoso o localización atípica:
→ Ecografía o RM pélvica y coordinación con gastroenterología (descartar Crohn cutáneo).
💡 La confirmación estructural (Hurley) más la inflamatoria (IHS4) determina la estrategia terapéutica.
9.1. Conductuales:
Tabaquismo: reducir o suspender completamente.
Peso corporal: pérdida de ≥10 % mejora brotes e inflamación sistémica.
Ropa ajustada y fricción: evitar prendas oclusivas.
Higiene: uso de antisépticos suaves (clorhexidina 4 % o triclosán).
9.2. Hormonales y metabólicos:
Detectar síndrome de ovario poliquístico o resistencia a insulina.
Tratar con espironolactona o metformina si indicado.
9.3. Farmacológicos:
Revisar fármacos que agravan HS (litio, antiandrógenos, biológicos inadecuados).
9.4. Psicosociales:
Ofrecer apoyo psicológico, grupos de pacientes y educación en autocuidado.
🐚 Perlas clínicas
La HS no es una infección bacteriana, sino un proceso inflamatorio folicular profundo; los antibióticos actúan como inmunomoduladores.
La combinación Hurley + IHS4 es esencial: estructura y actividad deben evaluarse simultáneamente.
Ecografía cutánea permite detectar trayectos ocultos y planificar cirugía dirigida.
Hurley III con dolor incapacitante o drenaje persistente requiere biológico precoz (adalimumab o secukinumab).
IHS4 > 11 justifica derivación a Unidad de HS multidisciplinar.
Documentar dolor, supuración y extensión anatómica en cada visita para seguimiento longitudinal.
La coexistencia con síndrome metabólico y depresión es frecuente: el manejo debe incluir nutrición, endocrinología y salud mental.
📘 Conclusión:
El Algoritmo 2.1 establece un marco clínico exhaustivo para el diagnóstico y clasificación de la hidradenitis supurativa.
Integrar el análisis estructural (Hurley) y funcional (IHS4) permite identificar con precisión la fase inflamatoria y planificar un tratamiento escalonado y personalizado.
El éxito del manejo depende de la detección temprana, la coordinación interdisciplinar y el control simultáneo de los factores inflamatorios, metabólicos y psicológicos que perpetúan la enfermedad.
El dermatólogo, en este contexto, se convierte en el gestor integral del paciente con HS, equilibrando control inflamatorio, reconstrucción funcional y bienestar emocional.