ETAPA-5 "REFUGIO SAN SEBASTIANO-REFUGIO PIAN DE FONTANA"

La segunda etapa más larga del trekking no tiene un comienzo de los que se puedan catalogar como idílicos, pues hemos de caminar un par de kilómetros por la carretera 347, en dirección a la población de Agordo, hasta un paraje en el que se encuentra la malga Cáleda Vecchia, donde veremos una senda señalizada a la izquierda de la carretera y que comienza a ascender por la falda del monte Tamer, atravesando un bosque en el que se alternan hayas y abetos, que con sus hojas caídas alfombran un mullido suelo, capaz de retener la humedad.

Cuando llegamos a la forcella Degerai, el sendero se mantiene en altura avanzando casi horizontal, entre los bosquecillos y canchales del monte Tamer y el Castello di Moschesin que conforman un amplio y abierto circo, coronado por las características torres dolomíticas, que a esa hora de la mañana permanecían cubiertas de nubes y que en algún momento abrían, dejando pasar los rayos del sol, y que por la humedad ambiental, dibujaban rayos luminosos como si una aparición celestial estuviera a punto de producirse.

Si bien siempre hemos avanzado predominantemente en sentido sur, cuando nos aproximamos a la malga Moschesin, cambiamos de dirección hacia el oeste. La malga se encuentra en una pradera abierta en el bosque, existiendo una fuente en la que poder beber y refrescarse, aunque en el lugar encontramos algunos operarios rehabilitando las casas que con toda seguridad servirán de refugio a los senderistas y montañeros que por allí caminen. Tras detenernos en la mencionada fuente haciendo uso de ella, reanudamos la marcha para entre el bosque de abetos, ir en busca de la forcella del Moschesin que separa los macizos de Tamer y Talvena. La ascensión que no es muy acentuada, permite acceder fácilmente al puerto, donde encontramos las ruinas de un cuartel de la 1ª gran guerra y que servía para guardar el paso por este lugar. La forcella separa el val Ru del val Balanzola, ofreciendo una magnífica vista panorámica de este último valle y la cresta con la sucesión de torres del Castelo di Moschesin.

Seguimos avanzando hacia el este por la cabecera del valle, bajo la cima de le Balanzole, hasta llegar a un cambio de vertiente hacia el val de Pramperet, donde nos detuvimos para comer, mientras una vez más Jaime hizo gala de su excelente forma física, y se acercándose al no muy lejano refugio Sommariva al Pramperet, obsequiándonos con las cervezas que encargamos. ¡Mil gracias campeón! Porque te estaremos infinitamente agradecidos.

Dirigiendo nuestra mirada hacia el sur, lo que las nubes nos dejan ver es la parte media del macizo de Cime de Zita, y un poco más bajo la portela dei Pezedei, hacia la cual hemos de dirigirnos salvando un acentuado ascenso. Al llegar a la mencionada portela, nos encontramos con un llano paraje rocoso de blancas calizas, destacando más al sur la forcella de Zita Nord, y una cresta en la que se adivina la silueta de los montañeros que aparecen y desaparecen con la cambiante niebla que cubría las cotas más altas del macizo. Toca pues resignarse y seguir subiendo y ganando altura hasta la forcella, y luego con cuidado ascender la disfrutona cuerda no exenta de emoción, por el abismo que se abría a nuestra derecha. Al final de la cresta existe un pequeño llano donde paramos para descansar de las emociones fuertes y reagruparnos todos, pues cada cual fue superando esta dificultad a sus ritmo y manera.

Una vez juntos y recuperados, emprendemos la marcha dirigiéndonos hacia la siguiente forcella, distante solo uno cientos de metros hacia el este, sin casi desnivel y entre las cumbres nubladas de las cimas del bicéfalo pico Cime de Zita Nord (2.465m) y Cime de Zita Sur (2.451m). Llegados a este punto no nos detenemos y emprendemos el descenso hacia otro valle de alta montaña de claro origen glaciar, denominado Val de Zita Fora, donde la roca deja paso a extensas praderas rodeadas por su izquierda de las cumbres de rocosas torres, y el gran pico Talvena (2.452m) a la derecha.

El descenso por este valle es plácido y agradable, encontrando algunas marmotas que por primera vez podemos contemplar y fotografiar a muy pocos metros de nosotros, por lo que verlas es todo un espectáculo deteniéndonos para disfrutar mejor del momento.

Conforme vamos descendiendo la pradera se cubre de flores, que con su colorido rosáceo convierten aquel lugar en un pequeño paraíso de montaña, que acaba en un panorámico balcón sobre el val de Ross, y que frente a nosotros nos muestra el gran macizo de la Schiara, aunque si miramos hacia abajo ya podemos contemplar el refugio Pian de Fontana, enclavado en una pequeña terraza colgada en la ladera, a la que para poder llegar tendríamos que realizar un vertiginoso descenso. Antes de comenzar, nos encontramos con unos carteles de aviso, advirtiendo que el camino desde allí en adelante es solo para “excursionisti experti”, y como nosotros lo somos ¡allá vamos!...

Cierto es que el sendero desciende en zigzag por una verde y floreada ladera de gran pendiente, pero la ausencia de hielo y nieve, así como la existencia de cadenas en los tramos más expuestos, hacen que este descenso no sea tan complicado como podría deducirse de la lectura de los carteles. El descenso invernal de este tramo debe ser mucho más complicado y peligroso, pero en verano desde luego que no lo es.

Cuando finalizamos el interminable descenso, un comité de bienvenida formado por otros compañeros más adelantados, nos recibía con vítores y las ansiadas cervezas con las que brindamos por el final de la etapa.

Panorama del macizo Tamer entre nubes.

Panorama del macizo la Schiara y val de Ross.