TALENQUE-VALDELARCO

EL TALENQUE-VALDELARCO

P. Nat. Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Valdelarco (Huelva)

15 de enero de 2012

Tipo de sendero: Ruta circular Duración: 7h

Longitud: 18 km Desnivel máximo: 300 m. Dificultad: Media

Plano de la ruta


(Pincha sobre las imágenes para ampliarlas)

Perfil de la ruta

Participantes de la ruta en el área recreativa de El Talenque. De izquierda a deracha y de detrás adelante: Daniel, Mario, Ángel, Therese, María, Carlos y servidor, Antonio.

Los participantes en uno de los puntos más bonitos de esta ruta, el barranco del Pueblo, en las cercanías de Valdelarco.

CRÓNICA DE LA RUTA

¿Qué se puede hacer un domingo pasado por agua?. ¿Leer un libro? Si es bueno y uno se encuentra receptivo a lo que el autor transmite, es una buena opción..¿Ir al cine?, ¿Acaso hay algo interesante en la cartelera?... ¿Tumbarse en el sofá a ver televisión?. Noooo, esto último, desde luego que no. ¿Qué tal hacer senderismo?. ¡Pero si dan agua! ¿Y qué? ¡Pues nos mojamos, el caso es salir…!

Más o menos esto es lo que debimos pensar Therese, Lupe, Mari, Daniel, Antonio, Carlos y, desde luego, el que escribe cuando el pasado domingo día 15 nos unimos a la ruta convocada por Mario por la Sierra de Aracena. Partimos a la hora convenida y poco después nos encontramos desayunando en Arroyo de la Plata. La predicción meteorológica fue certera. El día tenía una pinta francamente fea: cielo totalmente cubierto, frío intenso y las primeras gotas que no tardaron en hacer su aparición. Toda la noche había estado lloviendo por la zona y, a través de una llamada telefónica, un conocido nos alertó que en Los Marines a esa hora, 10 de la mañana, caía un buen aguacero. Aún así, nadie quiso echarse atrás cuando se nos planteó la posibilidad de aplazar la excursión. A eso de las 11 estábamos aparcando en un recodo de la zona recreativa situada a las afueras del Talenque de Navahermosa. Tras forrarnos con plásticos variados dimos comienzo a la marcha.

La Sierra de Aracena no es lugar para la práctica del alpinismo. Sus montañas son más bien modestas. Pero, en cambio, es una zona ideal para sentir y disfrutar de la naturaleza. Sus pueblos, Alájar, Fuenteheridos, Castaño del Robledo, Galaroza, Navahermosa, etc., están conectados por múltiples senderos que discurren entre bosques de castaños, alcornoques, robles, quejigos, etc. En general, son caminos umbríos y bien marcados, aunque poco transitados y, de hecho, en muchos tramos la exuberante vegetación marginal tiende a ocuparlos.

Las abundantes precipitaciones dan lugar a un microclima húmedo y son el origen de numerosos arroyos y cursos de agua. La diversidad de especies arbóreas es extraordinaria. Además de las ya citadas en las riberas encontramos chopos, álamos, fresnos, sauces y alisos; en tanto que en las zonas de mayor altitud hay pinos, eucaliptos, robles. De hecho, este es uno de los ecosistemas mejor conservados de la península con numerosas especies vegetales endémicas.

Marchamos a buen paso por caminos de tierra firme, en algunos tramos empedrados, admirando los colores del invierno. Efectivamente, no solo el otoño y, por supuesto, la primavera tienen color. También el invierno posee su gama cromática y, en tal sentido, el día era perfecto para apreciarla. Por ejemplo, vimos árboles de tronco blanco y ramas desnudas de hojas, pero cubiertas de un frondoso y velludo liquen de color verde claro. Parecía como si la lluvia estuviese diluyendo a estos árboles, deshaciéndolos en jirones, porque el agua que rezumaban hacía escurrir hacia abajo los filamentos de liquen.

Muchas rocas, en cambio, eran suaves y brillantes por efecto del musgo de color verde intenso que las tapizaba y que invitaba a acariciarlas. En algún caso, el contraste resultaba asombroso y propio de obra humana: un árbol tenía el tronco forrado de musgo verde oscuro y las ramas envueltas en liquen de color verde claro. Otras veces predominaba una especie de liquen con forma de roseta que proporcionaba una tonalidad amarillenta a piedras y plantas. Y, en general, destacaba el tono blanco-grisáceo del cielo y de la bruma que lo envolvía todo.

A pesar de que en ningún momento padecimos una lluvia realmente intensa, como era de prever terminamos empapados. En realidad, nos pasamos buena parte del camino comentando la propiedades de nuestras respectivas prendas, especialmente la capacidad impermeabilizadora de cada una de ellas. Esto que cuento a continuación, en mi opinión, es del todo irrelevante pero como el personal ha insistido en que lo haga, pues allá va. Antonio y yo nos fuimos quedando atrás y se podría decir que terminamos por perdernos (es lo que quieren que diga), aunque no exactamente. En realidad ambos llevábamos GPS y, en mi caso, se suponía que había aprendido a utilizarlo el día antes en el correspondiente taller. Ocurrió que con la charla y las dichosas fotos nos despistamos y en un cruce tomamos el sendero equivocado. Una vez nos dimos cuenta, desandamos lo andado y llegamos a Valdelarco sin problemas. En un bar-restaurante de esa localidad se encontraba ya el resto del grupo, al calor de una más que placentera chimenea. Un sitio precioso regentado por una chica supersimpática que nos proporcionó sopa caliente y un vino dulce exquisito.

Un poco ya más secos retomamos la marcha con la suerte de que durante el almuerzo había dejado de llover e incluso el cielo comenzó a despejarse de nubes. En lugar de volver directamente al punto inicial, el track diseñado enlazaba con un pequeño círculo para llevarnos hasta el Barranco del Pueblo. Poco a poco fuimos cogiendo marcha de nuevo, nos despojamos de chubasqueros porque de momento el riesgo de lluvia había desaparecido y nos preparamos para ascender por una loma algo empinada. Marchábamos a buen paso por un camino que, a media ladera, giraba para volver otra vez a las proximidades de Valdelarco. En una de estas Antonio se desvía del camino, desciende unos metros hacia la ribera del río y me dice: “Llama a la gente, diles que vengan, que tienen que ver esto”. Fuimos bajando uno a uno por una pared de rocas y conforme lo hacíamos lanzábamos exclamaciones como: Ooohhh!! ¡Qué maravilla! ¡Increíble! ¡Qué belleza!. Curiosamente quién mejor lo describió fue Therese con su incipiente castellano: “Este lugar es…. ¿cómo se dice fairy tale?”. Efectivamente se trataba de un rincón mágico, de cuento. Un pequeño llano por el que discurre un río de aguas cristalinas. Los árboles a ambos lados, altísimos, sin hojas y cubiertos de liquen, casi se abrazan y apenas dejan pasar los rayos del sol. En este lado, juncos sobre un suelo de hojas secas y rocas envueltas en musgo; al otro lado, una ladera cubierta de helechos rojizos. Los colores del invierno reunidos en pequeño rincón del bosque. Todavía nos tocaría pasar por laderas boscosas, junto a riachuelos de aguas ferruginosas y construcciones de piedra, atravesar algún que otro prado y llegar al coche justo cuando la llovía volvía a hacer acto de presencia.

Eran algo más de las 6 de la tarde; demasiado pronto para cenar, pero no para merendar. De modo que fuimos a degustar los pasteles de Aracena. Allí estuvimos un par de horas, conversando relajadamente. Y es que la finalidad de las rutas no es perder peso, sino aligerar la mente de preocupaciones y llenarla de buenas sensaciones. En definitiva, disfrutar de las cosas auténticas de la vida: la naturaleza, la amistad, la comunicación, todo aquello que nos hace ser mejores personas. Por eso, ni la crónica ni las fotos pueden proporcionar lo que se adquiere en un día de campo, a pesar de la lluvia o tal vez gracias a ella. ¡Ah!, una última cosa. Una semana más Mario vuelve a triunfar. Él, que no guarda los tracks, sabe siempre encontrar el camino que más nos conviene para cada ocasión.

Crónica de la ruta escrita por Ángel Velasco en el foro de CMG.

Álbum de Google Fotos (ver en presentación de diapositivas)

Aquí tienes el track de la ruta:

"EL TALENQUE-VALDELARCO"

CRÓNICA DE LA RUTA

Caminando en las proximidades de Galaroza.

Risco de la Manzana y barranco del Pueblo en Valdelarco.

Rivera del arroyo en el Barranco del Pueblo.