HOYA DE LA MORA-CERRO DE LOS MACHOS-LAGUNA DE LAS CABRAS Y AGUAS VERDES-VELETA

   Ya habían transcurrido algunos años desde que con Manolo y Ángel, dejamos de hacer alguna de las más memorables rutas cañeras de montaña, y que antaño solíamos hacer con frecuencia en Sierra Nevada. En esta ocasión se presentaba una magnífica oportunidad, que nos ofrecía el hueco en nuestros respectivos calendarios, para rememorar tiempos pasados, y que como es lógico no podíamos desaprovechar. Por eso surgió esta ruta que a continuación paso a describir con una breve reseña, explicando lo que pasó.

   En un día de primavera, que se presentaba anómalamente frío, pues la previsión meteorológica pronosticaba débiles nevadas, comenzamos a caminar relativamente temprano desde la Hoya de la Mora, cuyo aparcamiento se encontraba casi vacío de los vehículos que normalmente a esa hora, ya copan las plazas disponibles. Dudamos en si cargar o no los crampones, cosa que yo si hice pero los demás no, pues en mi caso al ser más optimista con la existencia de nieve en las altas cumbres, me llevó incluso a decidir calzar botas rígidas, cosa que después se demostró ser un error, y que pagué con mi talón derecho desollado por una rozadura, que amargó cada paso dado durante buena parte de ese día y también de los días venideros.

   Tras pasar bajo el arco de la virgen de las Nieves, dejamos a atrás a alguno de los grupos montañeros que venían a pasar el día en la sierra, continuando a paso bastante ligero hasta las posiciones del Veleta, donde comenzaba la montaña de verdad.

   Aquí comienza el descenso por el veredón Superior, en cuya entrada encontramos el primer gran nevero con nieve muy dura, aunque con paciencia logramos tallar una huella en la pendiente, por lo que no fue necesario calzar crampones. En el resto del veredón la senda estaba despejada y se caminaba con seguridad y sin dificultad, descubriendo estupendas vistas del helado corral del Veleta y las cumbres que entre la nubosidad se veían teñidas de blanco.

   Una vez abajo, nos acercamos hasta el túnel del Veleta, donde descansamos y disfrutamos de la grandiosidad de la pared norte del pico Veleta. Reanudamos la marcha remontando por la helada pendiente de la morena glaciar, hasta llegar al sendero que asciende la ladera noroeste del cerro de los Machos, que contra todo pronóstico se encontraba casi en su totalidad desprovista de hielo, por lo que tampoco fue necesario utilizar los crampones. Mientras, podíamos ver un grupo de escaladores que subían el corredor del Veleta, que en esas fechas se presentaba como uno de los lugares más atractivos de la sierra para poder continuar practicando actividad invernal, a mediados del inusualmente caluroso mes de mayo que hasta entonces habíamos padecido.

   Cuando llegamos a la cima del cerro de los Machos, soplaba un frío viento que nos apresuró a realizar las fotos de rigor y a descender lo antes posible, buscando lugares más resguardados de las inclemencias del tiempo. Al comenzar el descenso las condiciones mejoraban volviendo al confort, por lo que el paso era más pausado regocijándonos con la contemplación del paisaje. Casualmente, nos encontramos con algunos compañeros del club como Paco y Alejandra, y también con Miguel y Susana, que habían estado pasando el fin de semana en Sierra Nevada, y pernoctando allí la noche del sábado. Tras la despedida, ellos continuaron con sus respectivas rutas y nosotros descendimos hasta alcanzar la carretera de la sierra, dirigiéndonos hacia los crestones de Río  Seco, en cuya brecha abierta por la carretera, nos detuvimos a descansar y comer algo.

   En este punto sopesamos el camino a seguir, decidiendo continuar por el canchal bajo los crestones, sin bajar a las lagunas, por lo que andar sobre las rocas si bien hacía el camino más directo, también lo hacía más laborioso y lento, además de suponer el comienzo de mi martirio con la rozadura en el talón. Una vez dejamos las lagunas atrás, buscamos una gran brecha abierta en los crestones que nos permitiría cruzar al otro lado, y tras un pronunciado descenso ganar la laguna de las Cabras. Cuando alcanzamos la mencionada brecha, ésta aún conservaba algo de nieve helada, pero pudimos caminar por la rimaya abierta junto a la roca, evitando así usar los crampones. Alcanzamos el collado de la brecha sobre las 15h, por lo que paramos a descansar y a comer, mientras contemplamos bajo nosotros la laguna de las Cabras y buena parte de la cara sur de la sierra, mientras que una momentánea y copiosa nevada descargaba sobre nosotros.

    Aunque los copos de nieve continuaban cayendo, comenzamos el descenso de algo más de 150m por el interminable canchal que existe al otro lado de la brecha en los Raspones de Río Seco, a cuyos pies se encuentra la laguna de las Cabras ó de la Morra, rodeada de un florido borreguil que gracias a la temprana primavera, lucía un intenso color verde contrastando con la aridez del entorno rocoso, y entre ambos medios las estrellas de Sierra Nevada a punto de florecer, circundando todo el perímetro. Para mi gusto, este es uno de los parajes más bonitos que podemos ver en el parque nacional, y que gracias a su ubicación recóndita y escondida, resulta ser el gran desconocido, lo cual más que un inconveniente es una ventaja, ya que preserva su conservación.

   Siguiendo la senda señalizada, comenzamos ahora el ascenso hacia un collado que nos permitirá acceder a la cima del cerro del Púlpito, que encajona la laguna de las Cabras y que se presenta como una gran atalaya sobre el valle del río Veleta, desde el que la vista sobre los profundos valles al sur del pico Mulhacén, es privilegiada, pudiendo apreciar la magnitud de la fuerte erosión sufrida en la cara sur de la sierra, por los ríos que vierten hacia el mar Mediterráneo.

   Volvemos sobre nuestros pasos y descendemos hacia unas lagunas cuyo nombre desconozco, pues en la toponimia de ninguno de los mapas y fuentes consultadas, he encontrado nombre alguno para designarlas. Constituyen un par de pequeñas lagunas que se superponen en dos niveles diferentes y que tienen como telón de fondo las cimas de puntal de loma Púa y el pico Veleta. Si bien son visibles desde la carretera de la sierra, su ubicación lejana y profunda hace que sean poco visitadas, a pesar de su importante valor ecológico, y paisajístico de gran belleza. La grandiosidad del entorno es sobrecogedora, ante la visión de la gran mole de la cara sureste del pico Veleta, la sur del cerro de los Machos, y la loma Púa con su puntal sobre la Carihuela, y lo más importante e impresionante, la gran pendiente ascendente que nos espera superar, a remolque de las dos cabras montesas que me acompañan y que junto a mi dolorido talón derecho, acongojan mi sufrido espíritu.

   A partir de este momento iríamos buscando los mojones que sobre la roca marcan el camino a seguir, siempre ascendiendo, salvando un desnivel de aproximadamente 200m sobre la gran pared que a la izquierda cae sobre el río Veleta, el cual se precipita al vacío formando una de las grandes cascadas del parque. En las proximidades de la loma Púa el terreno se allana, y en una pequeña hondonada descubrimos la laguna de Aguas Verdes, que recoge el agua vertida desde el Veleta, dando origen al río del mismo nombre. Nunca antes había estado junto a esta laguna, descubriendo así uno de los últimos lugares de la sierra que me faltaba por conocer.

   Prosigue la ascensión por una senda bien marcada bajo el puntal de loma Púa, hasta alcanzar la carretera de la sierra, que si bien a partir de este punto comienza a zigzaguear hasta la Carihuela, nosotros trocharemos por los senderos y neveros acortando el trayecto. Una vez llegamos al refugio vivac de la Carihuela, descansamos guareciéndonos del fuerte viento que soplaba en el collado. Una de estas ráfagas lanzó la cámara de fotos al suelo en el momento de realizar la instantánea para el recuerdo, afectando a la pantalla de cristal que se fracturó, aunque por fortuna no dejó de funcionar, y así sigue hasta el día de hoy.

   Afrontamos el último reto del día, ascendiendo hasta la cima del pico Veleta, que se ve dificultada por las fuertes rachas de un viento muy frío, que nos obligó a abrigarnos tanto o más que si estuviésemos realizando una ascensión invernal. La ausencia de nieve en el sendero facilitó el avance, permitiendo alcanzar el vértice geodésico del Veleta en tiempo record, lo mismo que nuestra efímera permanencia en la cima, ya que el frío viento obligaba a descender lo antes posible. La senda de descenso por la cara oeste al igual que la ascensión, se realizó a paso ligero, casi corriendo gracias a la ausencia de nieve, alcanzado la carretera de la sierra que nos llevaría hasta las posiciones del Veleta, lugar en el que desandamos el camino de ascensión realizado durante la mañana desde la Hoya de la Mora.

Ascensión hacia las Posiciones del Veleta.

Vista desde la entrada del Veredón Superior, de la cabecera del río Guarnón.

Corral del Veleta, con las cimas que lo coronan.

Panorama desde el camino de descenso del cerro de los Machos, hacia la carretera de Sierra Nevada.

Mulhacén, lagunas, y raspones de Río Seco.

Panorama desde la cima del cerro del Púlpito, con el Veleta al fondo.

Raspones de río Seco, laguna de las Cabras o de la Morra, y cerro del Púlpito.

Lagunillos tras el cerro del Púlpito, con el puntal de loma Púa al fondo.

Panorama de la laguna de Aguas Verdes, pico Veleta y cerro de los Machos, con el Mulhacén al fondo.