UYUNI-RESERVA NACIONAL DE FAUNA ANDINA EDUARDO AVAROA-CARRETERA DE LA MUERTE

UYUNI-RESERVA NACIONAL DE FAUNA ANDINA EDUARDO AVAROA-CARRETERA DE LA MUERTE-LIMA

     Actividades de naturaleza en 4x4 en el suroeste boliviano, y con bicicleta BTT en la región de los Yungas     

     


Plaza de las banderas en el salar de Uyuni, con Paco y Antonio.

Frontera con Chile en la reserva nacional Eduardo Avaroa

Tirolina en la Carretera de la Muerte.

Comida en Lima, previa al vuelo de regreso a España.

DESCRIPCIÓN DE LA RUTA

   Para finalizar las actividades en Bolivia del club Elbruz, con la expedición adelantada del mes de julio, se decidió contratar un viaje organizado de tres días que nos llevaría a recorrer parte del suroeste del altiplano boliviano, ya en las proximidades con las fronteras chilena y argentina.
Para ello, hubo que desplazarse en bus nocturno entre La Paz y Uyuni, y sortear con éxito poco antes de llegar a nuestro destino, el corte de la carretera protagonizado por las protestas de los lugareños.
    Dábamos comienzo a la primera jornada con un recorrido por el gran desierto blanco de sal, pasando por el famoso monumento al rally Dakar, la cercana plaza de las banderas y el comedor de sal donde almorzamos. Reanudamos la marcha hacia isla Incahuasi que se presentaba como el hito más importante del día, pues la espectacularidad del paisaje desde el sendero que remonta la isla, nos deparaba preciosas e inolvidables estampas para el recuerdo. Lo más característico de este islote, es su bosque de cactus gigantes, que crecen debido a la singular composición de la tierra de origen granítico y materia orgánica acumulada con los años. A continuación nuestro conductor llevó el todo terreno hasta una parte del salar en cuya superficie el agua ya evaporada, había formado un curioso dibujo de infinitas formas geométricas, donde los turistas suelen hacerse al álbum fotográfico con Godzilla. Abandonamos el salar con las últimas luces del día contemplando un espectacular atardecer, antes de partir hacia el poblado de San Juan donde pasaríamos la noche, siguiendo caminos polvorientos que parecían intransitables, hasta alcanzar la ruta nacional cinco, algo mejor acondicionada.
La segunda jornada continuando por polvorientos caminos de tierra, nos llevará hasta el mirador del volcán Ollagüe, en cuya cima se podía ver alguna fumarola, mientras caminábamos entre restos de coladas de lava con caprichosas formaciones rocosas. Continuando hacia el sur, encontramos  varias lagunas donde los flamencos ponen la nota pintoresca sobre las mansas y poco profundas aguas de variados colores, cuyas tonalidades cambian en función del tipo de sedimento y su salobridad. La primera es la laguna Cañapa de aguas oscuras, la siguiente de aguas verdosas solo dista unos pocos kilómetros y se llama Hedionda, albergando la mayor colonia de flamencos, además de un comedor con vistas panorámicas donde realizamos nuestro almuerzo. La siguiente laguna, más pequeña se llama Honda, de la cual tendremos una bonita vista desde lo alto de un cerro.

   Dejamos atrás la sucesión de lagunas, para entrar en la reserva nacional de fauna andina “Eduardo Abaroa”, llegando a continuación a un roquedo, donde los vehículos se detenían para poder contemplar una colonia de vizcachas, mientras los turistas les daban de comer, a lo que nosotros tampoco pudimos resistirnos, realizando algo que supuestamente no debería hacerse con la fauna salvaje. Lo que acto seguido nos esperaba, era una de las más conocidas estampas de los folletos turísticos de Bolivia, el árbol de Piedra, formación rocosa que desafía a la gravedad, manteniendo el equilibrio sobre un fino pie.

   El cénit de las sorpresas del día estaba a punto de llegar, no sin antes pasar por taquilla y pagar la correspondiente tasa, pues la laguna Colorada es uno de los mayores espectáculos que la naturaleza nos puede ofrecer en el altiplano, y su belleza lo vale. El color rojizo de sus aguas se debe a las algas y los sedimentos de ese mismo color que en sus salobres aguas se acumulan. Las horas previas al atardecer, son las mejores para contemplar el paisaje desde el mirador habilitado sobre una de las colinas que circundan la laguna. Fue providencial, ver como una manada de vicuñas se acercaba a las orillas del lago para abrevar en el agua dulce de uno de los arroyos que en él desemboca. Y como el intenso día ya no daba más de sí, solo nos quedaba dirigirnos a uno de los hostales ubicados al suroeste de la laguna Colorada, para tomar la cena y dormir en una de sus gélidas habitaciones, aunque antes, nuestras compañeras de viaje reclamarían algo que la agencia de viajes contratante les había ofrecido, pero que a la postre se veía como algo inviable de realizar, pues la agencia capitalina con sede en La Paz, desconoce al detalle los pormenores del itinerario que sobre el terreno han de seguir los guías conductores.

    La tercena jornada comenzaba de madrugada, pues habíamos de partir muy temprano para llegar al campo geotermal “Sol de Mañana” (4.850m), donde existen fumarolas, y pozos de barro hirviente que expulsan chorros de vapor de agua, que con la luz del sol al amanecer, le dan un aire y encanto especial a primera hora de la mañana, de ahí la necesidad de visitar este lugar tan temprano. Existe en la zona, una central térmica que genera electricidad de forma limpia y ecológica, aprovechando la energía calorífica del subsuelo. Como la duración del amanecer es relativamente corto, permanecemos en el lugar el tiempo necesario para contemplar el espectáculo natural, y una vez que el sol se elevó sobre el horizonte, partimos hacia el salar de Chalviri (4.369m), donde existen baños termales al aire libre, y que a pesar de la gélida temperatura ambiente, no fue obstáculo para que los compañeros de expedición y turistas en general, decidieran tomar un baño en las cálidas aguas de las piscinas habilitadas. Como yo no me encontraba muy bien físicamente, me limité a contemplar como disfrutaban los bañistas del relajante baño termal.

   Siguiendo la ruta boliviana “Joyas Alto Andinas”, nuestro próximo destino es la frontera con Chile, donde habríamos de dejar a una de las compañeras de viaje. Para ello nos dirigimos hacia el suroeste, descubriendo el espectacular paisaje desértico con montañas de colores que hacen de frontera natural entre Bolivia y Chile. Existe un lugar singular denominado “Desierto de Salvador Dalí” pues la distribución de rocas en la llanura del desierto, recuerda a alguna de las obras del genial pintor español, en el cual parece haberse inspirado, aunque seguramente el no fuera consciente de la existencia de este maravilloso lugar perdido en los Andes bolivianos. Después de cruzar un collado rodeado de más montañas de colores, descubrimos otra de esas joyas Alto Andinas de la ruta, que es el volcán Licancabur (5.916m), que como un perfecto cono se levanta en el extremo sur del valle. A su lado izquierdo vemos otro volcán, el Juriques (5.704m) a cuyos pies se encuentra la laguna Blanca, llamada así porque ese es su color. Aunque no la vemos, el guía nos indica que tras ella y a los pies del volcán Licancabur existe otra laguna llamada Verde, pero a pesar de nuestro esfuerzo por divisarla desde lo alto de uno de los miradores, no lo conseguimos al encontrarse en una hondonada que la oculta. Cuando llegamos a la frontera dejamos a nuestra compañera, profesora italiana que ensañaba idiomas en La Paz. Y como era de esperar, aprovechamos el momento para hacernos las fotos de recuerdo junto a las señales de carretera, que indican que a partir de aquel punto nos encontrábamos en el vecino país de Chile.

   Hemos llegado lo más al sur de nuestro viaje y ahora toca regresar al punto de inicio en Uyuni, por lo que nos queda un largo recorrido que nos ocupará el resto del día. Para ello desandamos el camino hasta el salar Chalviri, donde nos desviamos por otro camino que dejando a la izquierda la laguna Colorada, nos conduciría hasta la laguna Capina, que se nos presenta como una gran planicie seca y blanca, que bordearíamos por su derecha sin detenernos. Avanzando por terreno desértico en dirección norte llegamos a la población de Mallcu Villa mar, en la que corre el agua del río Mallcu entre verdes riberas, que contrastan fuertemente con la sequedad del entorno. En esta población nos detuvimos para tomar el almuerzo y descansar después de toda la mañana en la que habíamos recorrido un buen puñado de kilómetros por polvorientas carreteras. Continuamos la marcha hacia el norte, y aunque no nos acercamos, a nuestra izquierda observamos un paisaje rocoso espectacular que parece infinito, pues nos acompañará durante varias decenas de kilómetros, y que consultando los mapas de Google, nos revela nombres tan sugerentes como “Italia Perdida, valle de las Rocas, o laguna Negra”, que debido a la erosión del agua y el viento se ha conformado uno de los parajes naturales más impresionantes del altiplano. Todo termina en el “bosque de Piedras”, donde si nos detuvimos para fotografiar las grandes columnas de roca entre las que paseamos por corto espacio de tiempo.

   Algo más al norte, donde termina el cañón del río Alota, cruzamos el río del mismo nombre, para llegar carretera recién asfaltada 701, la primera que encontramos pavimentada en tres días de recorrido por el suroeste de Bolivia. En el cruce y a la derecha, proseguimos llegando en breve a la población de Villa Alota, formada por una cuadrícula de calles rectas, donde sin detenernos, vamos a continuar por la nueva carretera hasta San Cristóbal, donde nos detuvimos a descansar. En esta población se encuentra la mayor mina del país, en la que se extrae zinc, plomo y principalmente plata. A partir de aquí solo quedaba dirigirnos hacia el norte para llegar a Uyuni, no sin haber padecido el deterioro de la carretera Ruta Nacional 5, que a partir del puente “río Grande de Lípez”, es una interminable e insufrible sucesión de baches. Cuando llegamos a Uyuni, nos despedimos de las compañeras de viaje y nuestro guía,  permaneciendo allí hasta la hora de salida de nuestro autobús nocturno, que tras una noche entera de ruta, habría de llevarnos hasta La Paz.

    Al día siguiente una vez llegamos a la capital boliviana, realizamos otra de las actividades contratadas, esta vez sobre ruedas con bicicleta BTT, haciendo el descenso de la “Carretera de la Muerte”. La actividad comienza con un desayuno en el collado de la laguna Estrellani (4.652m) que marca el inicio del descenso hacia la región de los Yungas. En este punto  empezamos a rodar por la carretera asfaltada de la Ruta Nacional 3, hasta el desvío de la Ruta Nacional 25, donde dejamos las bicicletas en nuestro vehículo, para proseguir en él, hasta alcanzar el desvío donde comienza una carretera sin pavimentar, y que constituye la verdadera Carretera de la Muerte, antigua ruta de acceso a los Yungas y que actualmente ha quedado casi exclusivamente para uso de actividades turísticas. Durante el breve descenso en el coche, observamos como la vegetación rodea y cubre todo el paisaje que la niebla en ese momento nos dejaba ver. Cuando llegamos al primer mirador, volvemos descender el vehículo, tomamos un piscolabis, y comenzamos de nuevo a rodar con nuestras bicicletas en un vertiginoso descenso, no exento de emoción y algo de riesgo, si no se tiene la precaución de estar muy atento a las irregularidades del terreno y las cerradas curvas que iremos encontrando a lo largo del recorrido. En un punto intermedio del descenso se había montado una tirolina, a la que no nos resistimos, porque nos permitiría sobrevolar uno de los espectaculares barrancos laterales del valle, también cubierto por la exuberante vegetación selvática que cubre estas montañas. En este lugar nos fuimos despojando de la ropa de abrigo que habíamos usado desde el inicio, pues la fría mañana en la montaña, se había convertido en un cálido medio día tropical, por el efecto de la disminución de la altitud. Poco antes de llegar al final de la zona selvática, un deslizamiento de tierras había provocado el corte de la carretera, debiendo apearnos de las bicicletas para cruzar con mucho cuidado la zona de obras. El descenso continuaba, aunque pronto la vegetación se hacía más discreta, pudiendo observar a lo lejos sobre la montaña, la población de Corioco, signo de que estábamos llegando al final de la Carretera de la Muerte, cuyo punto final nos esperaba en uno de los recodos  de la carretera, donde el vehículo de transporte nos esperaba para recoger las bicicletas.

   Terminamos la jornada en un complejo turístico junto al río Corioco, donde comimos y tuvimos la oportunidad de tomar un baño en la piscina, aunque la lluvia no invitaba a ello. El regreso a La Paz, lo realizamos siguiendo la nueva carretera que comunica los Yungas con el altiplano.


Ver álbum de Google Fotos    (ver en presentación de diapositivas)


PANORAMAS

   El salar de Uyuni desde la isla Incahuasi.

   Vista del salar de Uyuni, y volcán Tunupa al fondo.

Volcán Ollagüe.

Coladas de lava del volcán Ollagüe.

La laguna Hedionda.

Flamencos en la laguna Cañapa.

Conjunto de formaciones rocosas del Árbol de Piedra.

Formaciones rocosas junto al Árbol de Piedra.

Vista hacia el oeste de la Laguna Colorada.

Vista hacia el norte de la laguna Colorada.

Montañas de colores en el desierto de Salvador Dalí.

Laguna Blanca y volcanes Juriques y Licancabur.

Bosque de piedras, cerca de Chillca.

Plaza de Armas en la ciudad de Lima.