JBEL MOUSSA
Ben Younech - Marruecos
22/Octubre/2011
Tipo de sendero: Circular Distancia: 12 Km
Dificultad: Media Duración: 7 h por ruta
DESCRIPCIÓN DE LA RUTA
Crónica de la ruta escrita por Juanlu en el foro de CMG:
Altius citius fortius. Más alto, más lejos, más fuerte. Quizás fuera el famoso eslogan olímpico lo que Mario tenía en mente cuando decidió
convocar una ruta fuera de nuestra comunidad y de nuestro continente.
Más marcha, más diversión, más aventura, debió de ser lo que teníamos en mente todos los que rápidamente nos enrolamos en la expedición a la
conquista de un pico allende los mares: el Djebel Musa en tierras marroquíes el cual forma, junto con el peñón de Gibraltar, las dos
columnas de Hércules que enmarcan nuestro estrecho.
Y es de esperar que fuera la aventura y el deporte lo que nos animó a todos a ir, y no el bajarse al sur para venir cargado como un camello
de “finas hierbas y ricos chocolates” de los que tanto abundan por allí.
Sea como fuere el grupo partió animoso, no sin antes haberse debatido largo y tendido en el foro acerca de si el nivel de unos y otros era
el adecuado para emprender la odisea, ya que cuando Mario anuncia nivel duro o ruta de investigación, están garantizadas la aventura y
el uso intensivo de las habilidades de orientación.
El comando embarcó en Algeciras según lo previsto, pasó la frontera sin incidencias dignas de mención y a partir de ahí comenzamos a
arrostrar el mayor peligro que acecha a todo viajero por tierras africanas: ¡el taxista! Se trata de un individuo que en estos
territorios, con desprecio de su propia vida, y sobre todo de la vida de sus clientes, carga tantos de estos incautos como pueda en su
vehículo, se lanza a la carretera a tumba abierta y compite con los demás conductores para ver quien llega antes, quien frena menos o
quien cruza primero en un ceda el paso.
Tras una vertiginosa carrera alcanzamos Tetuán, nos reunimos allí con tres amigos que venían de Melilla en bici y nos fuimos a un lugar
típico a disfrutar una rica cena: Más tarde nos dirigimos a nuestro alojamiento que más parecía un increíble palacio de las mil y una
noches que albergue para viajeros.
Al día siguiente temprano desayunamos, abordamos resignadamente los taxis concertados y nos dirigimos a un pueblecito en la base del pico.
El conductor del coche en que íbamos cinco de nosotros, precisamente al llegar a una zona de curvas y barrancos, comenzó a mover la cabeza
de forma rara como si se durmiese o le estuviese dando un jamacuco y ante nuestro sobresalto y peticiones de parar vino a expresar más o
menos que le molestaba el cuello y se automasajeaba de esa forma. ¡Menudo susto!
El día anunciaba agua pero comenzamos el ascenso entre nubes y claros y alguna ráfaga de viento que abría o cerraba el cielo. El camino era
empinado y al ir ganando altura el paisaje nos ofrecía cada vez mejores vistas del estrecho. Algunos árboles torcidos mostraban la
fuerza de los vientos en la zona y uno de ellos, herido por el rayo, se mantenía milagrosamente en pie. Más adelante, el cráneo pelado de
un pequeño simio junto al sendero, mirando desde sus cuencas vacías, parecía advertir a los caminantes que no osaran pasar más allá, pero
nosotros ni caso. Con rapidez un banco de niebla envolvió al grupo cuando la ruta se hacía más empinada y pedregosa y ahí empezó la
diversión. Seguíamos un track en GPS, pero su autor debió de ser alguna cabra montesa ya que parecía haber cogido por el camino de en
medio de peña en peña.
Una parte del grupo prefirió esperar a resguardo de unas rocas y el resto subimos buscando cada cual su propia ruta, cuidando de no formar
pequeños aludes de piedras sueltas que podrían lastimar a los de atrás. En los últimos metros hubo que echar mano de manos (valga la
redundancia), piernas, rodillas, uñas, dientes y cualquier otro elemento corporal de fijación y agarre que uno pueda imaginar, pero
logramos alcanzar la cima y disfrutar por unos instantes de las espectaculares vistas, aunque enseguida se cubrieron de nubes y de una
ligera llovizna que nos hizo bajar apresuradamente.
Reunidos de nuevo dimos cuenta del comercio y el bebercio mientras observábamos el lento descenso de Jalil un amigo tetuaní que se había
unido al grupo y parecía tener algún problema de pies, hasta que Quico subió y tras un intercambio de palabras el hombre comenzó a bajar como
alma que lleva el diablo, lo que nos maravilló y nos hizo conjeturar si le habría prometido el goce de nuestras compañeras femeninas o la
amenaza de otros goces por otras zonas corporales suyas menos gratas si no se apresuraba. Misterio.
Proseguimos la ruta circular descendiendo, mientras la tarde se abría esplendorosa hasta la puesta de sol en un bonito paisaje ante la
famosa isla de Perejil, la que casi nos cuesta una guerra con nuestros vecinos. La caminata finalizó con éxito y nos embutimos de nuevo en
los taxis para el regreso, aunque ahora le toco al de Mario y otros amigos el contratiempo de no querer arrancar. El conductor bajó
provisto de una llave inglesa con la calma y la seguridad del perfecto profesional conocedor de la mecánica, metió medio cuerpo en el motor
y... comenzó a arrear porrazos con la llave que hacían saltar chispas por todas partes. Finalmente hubo que empujar el vehículo (cuesta
arriba) hasta que arrancó.
La cena de esa noche tuvo lugar en otro precioso restaurante, entre exquisitos platos típicos y agradables conversaciones, que, animadas
por el vino, derivaron en temas del máximo interés cultural, como cuan afrodisíaca es la canela de los postres servidos, el largo y grueso de
las mangueras que algunos usan para apagar un tipo concreto de fuego o la distribución de las camas de matrimonio para la noche...
El día siguiente, repartidos en parejas y grupos más o menos numerosos, se empleó en visitar la Medina, la parte vieja y comercial
de la ciudad en la que también se encontraba nuestro hotel, permitiéndonos hacer pequeñas compras y disfrutar de los olores, los
colores y en suma del encantador ritmo de vida de una antigua ciudad oriental.
Un último trayecto de Tetuán a Ceuta, en unos taxis a los que nos habíamos acostumbrado y en los que ya nos encajábamos con la precisión
de un tetris, y el posterior embarque de regreso puso punto final a este fantástico viaje, donde la diversión, el buen ambiente y el deporte han sido las notas dominantes.
Epílogo: un comando especial como somos nosotros jamás abandona a uno de los suyos, pero en esta ocasión, con dolor de nuestros corazones
por no poder estar con él, tuvimos que dejar a uno de los integrantes del grupo en aquella tierra extraña expuesto a... seguir disfrutando
del viaje, las comidas y los paisajes en la maravillosa compañía de su querida Paqui. Mario, esperamos (con envidia) que lo hayáis pasado
muuuuuuy bien.
Ver álbum de Google Fotos (ver en presentación de diapositivas)
Aquí tienes el track de la ruta: " JBEL MOUSSA "
Otros álbumes fotográficos de esta ruta: Álbum de Juanlu
Web con más información de rutas por el Rift y cercanas a Tetuan.
PANORAMAS
Islote de Perejil (Leila) desde el sur, en la aproximación por el bosque de lentiscos.
Vista de la ciudad desde azotea del Hotel Riad Dalia