CRÓNICA DE LA RUTA
Para el Sábado Santo de 2013, habíamos previsto hacer esta magnífica ruta de montaña porque la previsión meteorológica era menos mala que para el resto de los días de esa semana y así fue, porque el tiempo nos acompañó y disfrutamos de unas condiciones ideales para subir a la montaña.
Como nos hospedábamos en el camping de Castril, no fue necesario madrugar ni hacer muchos kilómetros con el coche para llegar al punto de partida, que se encontraba no muy lejos, a un par de kilómetros río arriba en el Cortijo del Nacimiento. Dejamos nuestro vehículo junto a las tuberías de la central hidroeléctrica que allí se encuentra y comenzamos a caminar a las 9,45h en una agradable y soleada mañana de primavera, en la que algún nubarrón se veía en el cielo, pero nada que ver con lo que habíamos tenido el día anterior cuando hicimos la cuerda del Rayal.
El camino pasa por debajo de la mencionada tubería y se dirije hacia el norte, aguas arriba del río Castril que discurre muy por debajo de nosotros, aunque escuchamos el incesante ruido de sus aguas que corren bravas, después de las abundantísimas lluvias que este año nos deparó la primavera más lluviosa de los "no se cuantos últimos años...", según informan los noticiarios de todos los medios informativos de este país. Entre campos de cultivo y vallas metálicas que los rodean, vamos caminando observando las paredes casi verticales que flanquean el valle, llamándonos la atención una enorme raja en la pared de nuestra izquierda que es la cerrada de Túnez y por cuya base se precipita una caudalosa cascada. Un poco más adelante los cultivos finalizan y un puente nos permitirá cruzar al otro lado del río, caminando por un sendero por el que iremos ascendiendo ligeramente entre los arbustos que pueblan el monte en esta zona salvaje y sin cultivar. Es por este lugar donde un camino que no vimos, nos hubiese llevado hacia la brecha del Chinar de Túnez, pero como íbamos charlando y sin estar pendientes del track de nuestros gps, nos lo pasamos y continuamos caminando hasta llegar a la misma pared de la montaña, donde bajo unas higueras hay otro desvío, cuyo ramal de la derecha nos llevaría hacia el cortijo de la Puerca, mientras que el de la izquierda (el que tomaremos), ascenderá por la pared hacia el suroeste, llevándonos a la parte alta del mencionado Chinar de Túnez, tras subir del tirón unos 300 m, que una vez los hemos ganado nos permitirán ver magníficas vistas de todo el valle, como puede verse en la foto obtenida en este punto. Allí paramos para descansar y reponer fuerzas mientras comentamos que es por esa brecha que se encuentra a nuestros pies, por donde debiéramos haber subido. Nos llama también la atención los espectaculares estratos verticales, que a modo de filo de cuchillos atraviesan el barranco de lado a lado.
Reanudamos la marcha y nos adentramos en el barranco de Túnez que se abre ante nosotros y por el cual caminaremos el resto de la jornada. Poco a poco iremos descendiendo hasta encontrarnos el cauce del arroyo que discurre por el fondo, debiendo buscar el lugar apropiado para atravesarlo saltando, pues con lo crecido que baja no hay manera de apoyarse en los pedruscos para cruzarlo. Cuando lo conseguimos, subimos la ladera de la izquierda y nos metemos en otro pequeño barranco gregario del principal, por el cual se precipitan varias cascadas ante las cuales nos pararemos para hacer fotos. Con tanta lluvia caída la sierra está rebosante de agua por todas partes y muestra de ellos son muchas de estas efímeras cascadas, que a buen seguro, dentro de unos días ya no existirán.
Proseguimos el ahora ascendente camino, que vuelve a dirigirse hacia el cauce principal de este barranco y llegamos a un balcón desde el cual puede divisarse por primera vez la imponente mole del pico Empanadas y toda la cuerda de la sierra de las Empanadillas. Retomamos la marcha y atravesamos algunos pasos complicados, pues el sendero perfectamente señalizado se convierte en un caminito, que no es más que un surco en la muy pendiente ladera de tierra, que además está resbaladiza por el barro que se ha formado. Nos encontramos con más cascadas que vierten al arroyo principal y nuevamente nos vemos obligados a bajar hasta su lecho para atravesarlo unas cuantas de veces, no sin dificultad por la cantidad de agua que circula. Una vez superado este problema, el sendero bien señalizado continúa sin grandes dificultades hasta una zona con campos de cultivo donde se halla la ruina del cortijo del Maestrillo. Se encuentra en la base del Empanadas y es un lugar ideal para descansar y disfrutar de el, pero en nuestro caso, de poco tiempo disponemos para el recreo y continuamos caminando. Veremos a la derecha atravesando el río, el sendero señalizado para ascender, pero nosotros que hacemos una ruta circular, no lo seguiremos, sino que giraremos a la izquierda y continuaremos nuestro camino junto a un arroyo, en esta ocasión con agua, por una zona donde no existe sendero, y entre neveros residuales de las nevadas de hace unas semanas y el tupido sotobosque que puebla este barranco, avanzamos con dificultad y dudando si proseguir por aquí, pero el track del gps es claro y continuamos adelante.
Llegamos a un punto en el que nos vemos obligados a salir del arroyo pues este se embarranca demasiado y ahora ascendemos por la ladera de la derecha del arroyo, llegando a un punto en el cual nos encontramos con dos grandes neveros, muy empinados y por donde discurre el track. Como nos pareció arriesgado meternos allí, decidimos calzarnos los crampones y ascender por otro nevero menos pendiente y dando un pequeño rodeo. Esto nos retrasó bastante, pero estábamos decididos a continuar y así lo hacemos. Ahora sin nieve, guardamos los crampones y ascendemos por donde podemos, por la cara sur del pico, con gran cansancio, tanto que tenemos que parar para tomar algo y recuperar las fuerzas. Aquí empieza a soplar el viento frío y nos abrigamos, pero poco a poco vamos viendo las cimas de las sierras circundantes, cubiertas de numerosos neveros que desde abajo no los veíamos. La visión del paisaje reconforta y alivia nuestra particular "pasión", que así la podríamos llamar por estar en semana santa.
Al fin llegamos a la cima del pico Empanadas (2.106m) en cuyo vértice geodésico hacemos las fotos oportunas, disfrutando brevemente de las vistas que tenemos en todas las direcciones. La visión panorámica es extraordinaria, con la sierra del Buitre al sur, la sierra de Segura al noroeste y los llanos de Hernán Peréa al norte, al oeste la Sierra de la Sagra nos llama la atención, pues solo dos semanas antes se encontraba completamente cubierta de nieve y ahora ya no lo está.
Iniciamos el descenso a las 15,45h y como el hambre apretaba, nos desviamos hacia el pinar que cubre la ladera norte de la sierra. Debajo de un gran pino salgareño de porte deforme por la implacable acción del viento, buscamos cobijo y entre los claros de sus ramas por los que se cuela el sol, procuramos el aposento para merendar rápidamente, pues todavía no hemos llegado a la mitad de nuestro recorrido y queda mucho camino por andar. Durante este tiempo apareció un águila que nos sobrevolaba una y otra vez, mientras que nosotros no le quitábamos el ojo, pues a veces se nos acercaba tanto que parecía querer ser invitada a comer. Además de esto, contemplar tranquilamente como aparecían y desaparecían entre las nubes las cimas de la sierra de las Banderillas, los neveros de la gran extensión de los campos de Hernán Perea, etc. toda una serie continuada de sensaciones únicas que solo se disfrutan cuando se está en un lugar tan hermoso como es este.
Otra vez nos cargamos la mochila ya aligerada del peso de la comida que traíamos y continuamos caminando por la cuerda de la sierra disfrutando de la visión del pico Empanadas y del valle que se encuentra a sus pies, hacemos fotos y más fotos. A mitad de la cuerda nos encontramos en el ecuador de nuestra ruta.
No encontramos ningún hito que nos marque por donde caminar, pero es intuitivo y obvio por donde hacerlo, que en nuestro caso nos pareció evidente hacerlo pegados al borde de la cresta. Llegando al final de esta, si aparecen los primeros postes del camino preparado para la ascensión desde el cortijo del Maestrillo y que no tomamos en su momento como ya cité anteriormente. El descenso hasta el collado del Salitre lo hacemos entre pinos y ahora con una mejor visión del lugar por donde hicimos el ascenso entre neveros, donde nos tuvimos que calzar los crampones y hacemos comentarios sobre el verdadero tamaño de estos y el desnivel que tuvimos que salvar para superarlos. Hice algunas fotos con el teleobjetivo de mi cámara, pero como está miope no salieron bien y las tuve que borrar. Este ha sido el motivo por el cual la he llevado al servicio técnico de reparación y hoy día está en perfectas condiciones para seguir haciendo buenas fotos.
Una vez en el collado, surge la duda si buscar el camino señalizado de descenso o continuar el track circular que teníamos en los gps, decidiendo esto último. Intentamos caminar siguiendo la línea del track, entre los grandes neveros que ocultaban el sendero, pero como este parecía meterse en una zona escarpada y por lo avanzado de la tarde, nos lo pensamos nuevamente y decidimos volvernos para atrás, hasta el collado del Salitre y buscar el camino señalizado de descenso. Una vez aquí, eran las 18h y con la premura de tiempo nos pusimos algo nerviosos, pues no encontrábamos el camino, ni veíamos más postes de señalización, tampoco teníamos cargado el track de descenso por esta zona, así que como dijo Nino " es evidente que hay que buscar la parte baja del valle" y así, nos lanzamos cuesta abajo por un senderillo que más bien parecía un reguero entre los hierbajos hecho por el ganado. En algún momento tuvimos dificultad para pasar por el cauce con agua del arroyo que encontramos en la barranquera por la cual nos metimos, pero sin embargo en otros puntos había caminitos hechos por el ganado, por los que se andaba sin dificultad.
Al final llegamos nuevamente al paraje del cortijo del Maestrillo, donde aliviados descansamos un poco, pues dado lo tarde que era, al menos conocíamos el camino de vuelta y teníamos un track que seguir en el gps. No obstante, no nos dormimos en los laureles, pues había que intentar hacer algunos pasos complicados antes de que nos cayese la noche encima.
Una vez superados los tramos más complicados y poco antes de llegar al Chinar de Túnez apareció la noche y los frontales alumbraron nuestro camino, que con tranquilidad y sosiego andamos hasta llegar al coche dando por finalizada una de las grandes rutas de esta temporada.
Álbum de Google Fotos (ver en presentación de diapositivas)
Aquí tienes el track de la ruta:
PANORAMAS (Clic sobre las imágenes para ampliarlas)