HOYA DE LA MORA-TOZAL DEL CARTUJO-CERRO DEL CABALLO-REFUGIO DEL CABALLO

Aunque la noche anterior habíamos pernoctado en un apartamento de la estación de esquí de Sierra Nevada, sufrimos algunos retrasos en la salida, pues entre otros percances me dejaron encerrado accidentalmente en el apartamento. Desde la Hoya de la Mora, comenzamos a caminar sobre las 10h, iniciando la ascensión por el sendero que tradicionalmente los montañeros toman para subir al pico Veleta, pasando bajo el arco de la virgen de las Nieves. A mitad de la ladera y en uno de nuestros cruces con la carretera de la sierra, tomaremos un desvío que se dirige a los remontes de Borreguiles, y caminando algún tiempo sobre el asfalto, veremos a nuestra izquierda un sendero que remonta suavemente la pendiente de las pistas de esquí, y que al tomarlo iremos dejando la carretera cada vez más abajo de donde nosotros nos encontramos. Hay que estar atentos a este desvío, pues una parte del grupo que se había adelantado, continuó por la carretera, debiendo de rectificar y trochar para tomar el sendero correcto.

Atravesamos las pistas de esquí y pasamos por la boca del tiburón que se traga a los esquiadores durante las temporadas invernales en las que la estación se encuentra abierta, y nos dirigimos hacia el collado de la Laguna, al que se llega después de subir una pequeña pendiente. Las vistas desde el collado nos permiten contemplar toda la cabecera del río Dilar y una parte de la cresta de la sierra que vamos a andar en breve, que va desde el pico Veleta, pasando por los tajos de la Virgen y finalizando en el Tozal del Cartujo.

En este punto nos reagrupamos, para luego descender por el camino carretero que se dirige a la laguna de las Yeguas, pasando previamente junto a algunos borreguiles, por donde el agua del deshielo discurre entre verdes prados, y en los que suele pastar el ganado durante la temporada de verano. Uno de estos borreguiles se encuentra enfrentado al pico del Trevenque que puede contemplarse al fondo del valle, configurando una de las estampas más bonitas que podemos contemplar en Sierra Nevada. Cuando llegamos a la laguna de las Yeguas hacemos una parada junto a ella para reponer energías, mientras que contemplamos la única laguna que nos vamos a encontrar en nuestra etapa.

Proseguimos y ascendemos hacia los lagunillos de la Virgen, que son otro de los rincones singulares de la etapa, formados por un conjunto de charcos que a penas se dejan ver por los grandes neveros que todavía los cubren, pues este año existe una gran acumulación de nieve, con paredes de varios metros de altura.

Dejamos atrás los lagunillos y avanzamos por un sendero que discurre bajo lo tajos de la Virgen. En un principio la senda está despejada y bien marcada entre las rocas, aunque en el tramo en el que comenzamos a ganar altura, nos encontramos con grandes neveros, sobre los que hay una huella muy marcada, superándolos sin gran dificultad. Atravesados estos neveros, solo queda proseguir con la ascensión por el sendero que se encara al Tozal del Cartujo y su gran espolón, mostrándose impresionante ante nosotros. Abajo entre las rocas, se puede ver el lagunillo Misterioso como un pequeño charco de color verde. Seguimos caminando hasta llegar al collado entre el refugio de Elorrieta y el Tozal del Cartujo, punto este en el que hemos de dirigirnos hacia este último, iniciando así la marcha por las crestas del margen derecho del valle del río Lanjarón.

El avance por la parte alta de la sierra no presenta ninguna dificultad, aunque antes de llegar a la cima del primer tresmil de la jornada, hemos de pasar un tramo de rocas y realizar alguna pequeña y fácil trepada y su posterior destrepe. Cuando coronamos la cima del Tozal del Cartujo (3.113m), paramos para reponer fuerzas, comer y descansar algún tiempo. Desde allí contemplamos hacia el este, todo el valle del río Lanjarón y su nacimiento en la laguna del mismo nombre, así como las cimas del Mulhacén y Alcazaba al fondo. Al norte, el pico Veleta y el refugio de Elorrieta. Al oeste, Granada con su vega, y al sur el cerro del Caballo, la sierra de Lujar y el mar Mediterráneo. Reanudamos la marcha para avanzar por donde podamos, entre rocas sueltas, aunque en algunos tramos podemos encontrar de vez en cuando, una vereda amojonada. En mi caso intenté caminar lo más próximo al roquedo de la cresta, y aunque esto me supuso más incomodidad, me compensó por las interesantes vistas del valle de Lanjarón. En nuestro caminar por la cuerda, encontraremos varias cimas, algunas de ellas no tienen nombre conocido, pero cabe destacar los Tajos del Peñón Colorao (3.100m), que se yergue apuntando al cielo sobre la cresta de la sierra. A medida que vamos avanzando, veremos bajo los tajos varias lagunillas pegadas a la línea dibujada por Verea Cortá y cuyos nombres son, Laguna Cuadrada,de Bolaños, Nájera y del Caballo.

Cuando llegamos al collado a los pies del cerro del Caballo, dejamos las mochilas y enfilamos zigzageando el último tramo de ascensión que es algo más acentuada, hasta alcanzar el vértice geodésico de la cima del Caballo (3.011m), último hito importante de la etapa, donde disfrutaremos de maravillosas vistas en todas las direcciones. Realizadas las obligatorias fotos, rápidamente iniciamos del descenso hacia el refugio del Caballo, que podemos contemplar junto a la laguna. Después de llegar al collado donde dejamos las mochilas, hemos realizar un descenso muy pronunciado, debiendo de caminar sobre un nevero de gran pendiente, aunque lo superamos sin dificultad gracias al buen estado de la nieve. Luego solo queda continuar el descenso por un senderillo que nos lleva hasta la laguna, donde damos por finalizada la etapa.

Para poder pasar la noche, existe un refugio no guardado, con capacidad para unas quince personas, que deberán tenderse sobre el suelo, pues no existe ningún tipo de acondicionamiento interno. También alrededor de la laguna, existen numerosos puestos para vivaquear.

Como anécdota merece comentar, que encontramos una tienda de campaña montada en el interior del refugio y que ocupaba casi la mitad de la superficie de este. Como esa noche de sábado había mucha gente para pernoctar en la zona, decidimos esperar a que el sol se pusiera y que el dueño llegara para poder sacarla fuera y permitir así que más personas pudieran dormir en su interior, cosa que nos supuso discutir con su propietario, ya que según el, tenía derecho a ocupar aquel espacio, pues había llegado la noche anterior. ¡Ver para creer!