DESCRIPCIÓN DE LA RUTA
Esta es una ruta internacional, pues discurre entre las poblaciones de Encinasola, en el rincón más noroccidental de la provincia de Huelva, y Barrancos en el Baixo Alentejo. Las dos poblaciones han mantenido lazos de unión y convivencia muy estrechos debido a la proximidad geográfica y al aislamiento con respecto al entorno más cercano.
La ruta es conocida como de los Contrabandistas, debido a que fue utilizada por los lugareños, para el tráfico ilegal de algunos artículos , como harina, café, etc. y que permitió sobrevivir a las penurias económicas sufridas por algunos vecinos. Esta actividad se vio forzada a desaparecer, al suprimirse las aduanas fronterizas tras la incorporación de España y Portugal a la Unión Europea.
La casi totalidad de nuestra ruta, coincidió con otra ya existente, conocida como “Sendero de la Vida de Antes”, la cual se encuentra perfectamente señalizada en la totalidad del recorrido. La prolongación hasta Barrancos, desde la casa de los Carabineros, ubicada al final de este sendero y casi en la frontera de ambos países, es un añadido que admite diferentes alternativas. Como la ruta es lineal, decidimos comenzar en Encinasola y terminarla en Barrancos, por lo que fue necesario dejar primeramente un vehículo en esta última población, y con otro volver al punto de inicio, así de esta forma, al terminar la ruta podríamos volver desde Barrancos a Encinasola. Existe otra opción en caso de que únicamente se disponga de un solo vehículo, que es contratar un servicio de taxi en Encinasola.
Comenzamos a caminar desde la Plaza Mayor de Encinasola, y siguiendo las calles Conde, y Carretera de los Contrabandistas, llegamos a la carretera H-211, donde encontraremos varios carteles indicadores de senderos, justo al lado de una fuente. Seguiremos por un camino paralelo a la mencionada carretera algo por debajo de esta, que nos conducirá hasta el pilar de Acá, que es una gran fuente con abrevadero para el ganado, donde nos encontramos con un vecino cogiendo agua en garrafas, y que nos contó algunas curiosidades del lugar.
Continuamos la marcha siguiendo el camino Antiguo de la Contienda, que nos conduce hacia la ermita de Ntra. Sra. de Roca Amador, la cual quedará a nuestra derecha, pues no nos desviamos para llegar a ella, sino que continuamos descendiendo por el camino junto a una escorrentía de agua, que debido a las recientes lluvias llevaba algo de caudal, rodeada de verdes y floreados prados en las laderas. Al final de esta larga vaguada, llegaremos al río Múrtiga, donde si nos desviamos ligeramente a la izquierda, podremos acceder a la pequeña presa de la Justicia, que retiene el agua del río en un bonito y refrescante paraje. Aguas abajo de la presa se forma una isla, a la que con cuidado accedimos para contemplar mejor la caída de agua, existiendo también un viejo molino harinero que no pudimos encontrar. Tras la fotos de recuerdo, retomamos el camino que habíamos dejado, para a continuación llegar el cercano puente de los Cabriles, que se encuentra en perfecto estado de conservación debido a su permanente uso, y desde el cual hay unas excelentes vistas del río.
Una vez que nos encontramos en la ribera izquierda del río, el camino discurre paralelo a este, en una zona sombría cubierta por la arboleda, aunque pronto se gira a la izquierda para ascender la única gran pendiente de todo nuestro recorrido, que culminará en el puerto de Buenavista, donde nos detuvimos a descansar y comer algo. Pasamos a la vertiente del arroyo de Pedro Gil, atravesando un profundo talud del camino, tras el cual se abre ante nosotros el amplio valle, en cuyas laderas se puede ver la plantación de eucaliptos sobre un terreno aterrazado. Por el fondo del valle discurre el arroyo, que hemos de atravesar saltando sobre las piedras, para un poco más adelante, volver a hacerlo pero esta vez sobre un puente que salva el arroyo Valquemado. En las inmediaciones del citado puente, encontramos un ciervo atrapado por su cornamenta en una valla metálica, y de la cual no había podido escapar. El cuerpo sin vida del animal, yacía colgando por la cabeza atrapada, y que por el estado en que se encontraba, debía de haber muerto pocas horas antes de nuestro paso por el lugar.
Ahora el camino asciende una colina, que nos conduce a una dehesa donde se encuentran las casas del Sumidero, en cuyas praderas pastaban los caballos. En este lugar pueden admirarse algunos ejemplares de encinas singulares, más por su forma que por su porte, que invitan a detenerse para su contemplación. Paralelo al arroyo del Madroño que discurre a nuestra izquierda por el fondo del valle, avanzamos hasta el barranco del Sumidero, donde se puede divisar entre el arbolado la fuente de la Mina, a la que no podemos acceder por encontrarse dentro de una finca vallada, en la que tras una acentuada curva ascendente, veremos la casa del Guarda, con un gran tanque blanco aledaño, que llama la atención por el contraste tan desafortunado con el entorno del amplio valle, con hermosas dehesas y bosque mediterráneo.
La suave ascensión del camino, finaliza en un alto tras el cual nos adentramos en otro amplio valle, donde nos encontraremos con un arroyo represado formando una gran balsa, en la que pudimos distinguir varias especies de aves acuáticas, gracias a los prismáticos de Carlos. Un poco más arriba de la balsa, se encuentra el cortijo de las Flores y la fuente de la Contienda, bucólico lugar donde nos detuvimos para comer y descansar, además de volar el dron para obtener las mejores vistas de este bonito lugar. Cuando reanudamos la marcha, pudimos ver en el mapa del GPS, la existencia de una necrópolis visigoda en las proximidades del camino, por lo que nos adentramos por los senderillos que encontramos entre el sotobosque, hasta conseguir dar con el lugar exacto donde se encuentran los huecos tallados en la roca de lo que queda de la necrópolis. Una vez nos reincorporamos al camino, cruzaremos la carretera H-9003 para continuar por una senda que discurre por una vaguada y que se abre paso entre matorrales, volviendo a encontrar más ejemplares de hermosas encinas con troncos retorcidos, entorno a otra balsa, esta más pequeña que la anterior que ya dejamos atrás. A partir de este punto, el sendero se difumina sobre el terreno, no estando muy claro por donde proseguir, aunque el sentido común será el que nos guíe hasta dar con los pasos más fáciles, y que conducen hasta una surgencia de agua a modo de pequeña fuente. Después de la fuente, habrá que ascender la ladera de la vaguada, hasta dar con el camino que conduce al cercano cuartel de Carabineros, señal de que nos encontrábamos muy cerca de la frontera con Portugal. Este cuartel, hoy reconstruido y convertido en aula de la naturaleza, sirvió como base de vigilancia y control de fronteras, además del ya mencionado contrabando en el reciente pasado. El edificio que se encontraba cerrado, dispone en su entorno de una zona recreativa para niños además de mobiliario para picnic.
Seguimos el sendero que se encuentra tras el edificio, descendiendo por otra vaguada por la que discurre la escorrentía de agua, en cuyos charcos nos llamaba la atención las cintas de huevos de sapos, encontrando nuevamente bancos y mesas para picnic distribuidos a lo largo del camino, en las cercanías de otra surgencia de agua que mana de la tierra formando una pequeña charca. En el punto en el cual se encuentra la frontera, hemos de atravesar una cancela, y abandonando la vaguada, remontamos la ladera observando un fuerte contraste en el paisaje, pues si bien en el lado español el campo no está parcelado debido a la existencia de la finca pública de la Contienda, en el lado portugués todo está dividido en pequeñas parcelas explotadas de forma particular por los barranqueños. Si seguimos el camino principal, entramos en Barrancos por el jardim das Bicas, rodeado por una llamativa verja rematada por puntas de flecha, y pasando por la plaza de la iglesia parroquial, que pudimos visitar al encontrarse abierta, nos dirigimos hasta el otro extremo del pueblo, al jardín do miradouro donde habíamos dejado estacionado el vehículo por la mañana, y desde el cual existe una bonita vista con Encinasola despuntando en el cercano horizonte.
Ya solo quedaba retornar con el coche a Encinasola, recorriendo los aproximadamente 13km de carretera que separan las dos localidades fronterizas, y donde el grupo de senderistas contrabandistas formado por Elena, Oscar, Manuel, Calos, un servidor, y Mirlo, finalizamos el día tomando cervecitas en uno de los bares de la plaza Mayor.
(Este álbum cuenta una historia cronológicamente ordenada, por lo que es recomendable ver en presentación de diapositivas. Pero antes pon el fondo musical que más te guste, para que visualizar más de 105 fotos resulta más ameno )
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El track de la ruta:
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