Muy cerca de Bled, se encuentra esta espectacular garganta, que en otoño es una delicia para la vista, pues los colores otoñales del bosque, se complementan con las claras aguas turquesas del río Radovna, que ha sido capaz de tallar esta maravilla natural.

Como Magda ya estaba bien informada, estacionamos el vehículo cerca de la entrada a la garganta, ya que el parking habilitado es de pago, y había que ahorrar. Para la visita turística hay que pagar 5€, pues hay que amortizar la inversión en pasarelas y puentes realizada con fondos europeos, lo cual facilitará enormemente el tránsito de los visitantes.

En cada revuelta del río, el paisaje nos sorprende con fantásticos rincones que es obligatorio fotografiar, hasta hacer que tu cámara eche humo de tanto disparar, una vez tras otra y sin parar. En el tramo final, la estrecha garganta tallada en la piedra, se abre dejando que el bosque que cubre las laderas circundantes llegue hasta la misma orilla del río, pudiendo encontrarnos con una pequeña presa que forma una bonita cascada artificial bajo el puente del ferrocarril. Y para finalizar existe otra cascada natural justo al final del recorrido controlado de la visita.

Para volver son posibles dos senderos, uno a cada lado de la garganta, eligiendo nosotros el más corto, el que se encuentra en el margen izquierdo y que pasa por el poblado de Bleksja Dobrava.

El camino carretero que discurre por el bosque, aunque bonito e interesante, queda eclipsado por la maravilla que acabábamos de contemplar, por lo que caminamos rápido con el objetivo de volver al coche lo antes posible, pues ese día todavía quedaba por hacer una excursión en el lago Bled.

Tramo del río, previo a la entrada en la garganta.

Pasarelas en el tramo final y más abierto de la garganta.