CRÓNICA DE LA RUTA
Crónica de la ruta escrita por Ángel Velasco en el foro de CMG
“La amistad nace cuando las personas encuentran inquietudes comunes” (Anónimo)
Ayer domingo, 16 de Diciembre, nada menos que ¡¡20!! amigos estuvimos pateando unas horas por la Sierra de las Nieves. El día antes llovió copiosamente e incluso a primeras horas cayeron algunas gotas. Para cuando empezamos la ruta, sin embargo, no solo había escampado, sino que el cielo se abrió para dar paso a una mañana limpia, aunque fresca. Desde el área recreativa de los Quejigales fuimos ascendiendo por La Cañada del Cuerno adentrándonos en un frondoso pinsapar repleto de magníficos ejemplares de tronco centenario. En esta parte de la sierra los árboles son espectaculares; muchos superan los 20 metros de altura y están tan próximos que, en conjunto, cubren laderas enteras. Seguimos un sendero bien marcado que, en algunos tramos se convertiría en auténtico barrizal, sorteando a menudo troncos caídos y rocas cubiertas de musgo. Para cuando abandonamos el bosque el cielo había vuelto a cubrirse de nubes y así seguiría el resto de la jornada. A pesar de la creciente niebla pudimos disfrutar en un recodo del camino de unas vistas estupendas del Peñón de Ronda y sus formaciones aledañas.
“La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad” (Francis Bacon)
En el camino hacia El Peñón de los Enamorados nos detuvimos para tomar un refrigerio. Tiempo para el esparcimiento, para las bromas y las risas. Pero también para el reencuentro con los conocidos, para el recuerdo de anécdotas y experiencias pasadas. Y, por supuesto, tiempo para evaluar y tantear a los recién incorporados, para forjar nuevas alianzas. Durante el siguiente tramo de ascenso el grupo se dividió en dos: unos, más decididos, continuaron por el sendero de tierra batida a media montaña; el resto seguimos el track establecido, trepando ladera arriba, entre rocas y arbustos. Finalmente, nos encontramos en la cima. No todos, tres decidieron no subir y nos esperaron abajo para almorzar. Aunque la mayoría ya lo habíamos hecho arriba, todos nos reunimos en una hondonada al fondo de un valle. Comieron los que no lo habían hecho aún y algunos incluso repetimos la ingesta de víveres. Imperaba el buen humor y la camaradería.
“La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido” (Rabindranath Tagore)
La temperatura comenzó a descender, se levantó un viento invernal y sin más dilación retomamos la marcha. En dirección suroeste fuimos recorriendo un sendero que discurría entre campos de quejigos retorcidos y torcales de piedra. Junto al camino encontramos ocasionalmente antiguos pozos de nieve. Lamenté que a diferencia dos años atrás el paisaje no estuviese nevado. ¡Hubiese sido espectacular!. Llegados a un punto volvimos a separarnos, esta vez de mutuo acuerdo. Varios compañeros regresaron al punto de partida para volver directamente a la ciudad algunos y otros para esperarnos al resto en el interior de los coches. Por nuestra parte abandonamos el sendero principal para hacer un recorrido en forma de bucle que nos debería llevar hasta el cerro conocido como La Alcazaba (1754 m)
“La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso, hay que salvarla como sea” (Alberto Moravia)
Primero descendimos en diagonal por una ladera y luego marchamos horizontalmente a través de prados salpicados de lajas rocosas grises y desbrozados por la acción de jabalíes. Hacía frío y una densa niebla caía sobre nosotros. Todo hacía indicar que no podríamos disfrutar de buenas vistas desde La Alcazaba. Aún así subimos. Y he aquí que, sorprendentemente, cuando estábamos en la cima, un viento suave desplazó momentáneamente a las nubes permitiéndonos divisar la amplia gama de formaciones montañosas existentes desde nuestra ubicación hasta la costa incluyendo las más inmediatas, a saber, el Torrecilla (1919 m) y el Pilar de Tolox (1756 m) a nuestra izquierda. ¡Incluso apareció un arcoíris muy chulo!. Todo un milagro si se considera que en apenas 5-10 minutos el cielo volvió a cubrirse de nubes blancas y la niebla reapareció con mayor intensidad que antes. De hecho, el camino de vuelta lo hicimos envueltos en bruma.
“El que busca un amigo sin defectos se queda sin amigos” (Proverbio turco)
Oscurecía y era, por tanto, necesario acelerar el paso para evitar la noche. Regresamos por la Cañada de las Ánimas hacia los Quejigales, atravesando de nuevo el pinsapar. Se trata de un descenso prolongado, en zig-zag, sin grandes complicaciones, salvo que en esta ocasión el camino estaba bastante embarrado y en sus últimos tramos apenas si teníamos luz. Como es de imaginar quién más y quién menos derrapó y se llevó como recuerdo una ración de barro a casa.
“La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas” (Aristóteles)
Con mi sincero agradecimiento para mi amigo Mario que es quién diseña estas rutas tan fantásticas.
FELICES FIESTAS PARA TODOS/AS!!
Álbum de Google Fotos (ver en presentación de diapositivas)
Aquí tienes el track de la ruta: