EL DORNAJO-ALBERGUE SAN FRANCISCO

Después de una jornada de montaña tan completa como la vivida el día anterior, realizamos con “Sierray Sol” otra ruta que tampoco carecía de intensidad, porque tanto la distancia como el desnivel eran exigentes, con el aliciente de descubrir una zona de la sierra desconocida para mi, lo cual me animó a intentar superar este reto. Me reuní con los participantes en la ruta en el área recreativa del Dornajo, donde después de las presentaciones y los preparativos iniciamos la ruta siguiendo un tramo de la carretera que lleva a Güejar Sierra, para muy pronto desviarnos por un camino carretero que por la derecha se adentra en el pinar y casi sin perder nivel nos llevará por la ladera izquierda del valle del río Genil, hasta una cabaña típica en muy buen estado de conservación. Las vista de Güejar Sierra y del valle, que en estos días de primavera lucía más que nunca los piornos en flor y numerosos ejemplares de espino alvar con sus ramas cuajadas de flores blancas.

Poco después de dejar atrás la cabaña, tomaremos un sendero cuyo inicio está marcado con un mojón de piedras y que asciende con pronunciada pendiente junto al barranco de los Tejos, un desnivel de 150m hasta alcanzar un camino carretero que con ligera pendiente descendente nos lleva en dirección este. Cruzado el mencionado barranco de los Tejos, el barranco de las Ánimas y finalmente el barranco del Rinconcillo, encontraremos la peña del Perro, bajo la cual hay una ruina de cortijo en la que paramos y hicimos el primer descanso de la mañana para comer y reponer energías.

A partir de este punto el camino se convierte en un sendero que progresa de forma casi horizontal hacia un pinar, cuyo límite es el propio sendero. En algún momento nos adentramos y salimos de el, para en uno de los claros del bosque, encontrarnos con otra cabaña en cuyos aledaños existía un huerto y un corral. Allí mora un habitante muy particular, un cabrero que en ese momento se encontraba elaborando unos quesos de cabra, que después de haberlos probado, no dudamos en comprar pues nos servirían de comida durante la ruta. Tras la despedida del cabrero, continuamos caminando por el pinar que ahora iniciará una fuerte subida con rampas muy inclinadas que se hacían interminables, hasta alcanzar la peña de San Juan, desde la que hay una excelente vista del barranco y la loma del mismo nombre, así como del puntal de las Cazoletas (2.207m) que destaca en la cuerda de la loma de enfrente.

El sendero continúa ascendiendo entre los pinos hasta que alcanzamos un llano desprovisto de arboleda donde encontramos lo que queda del refugio de San Francisco. El edificio inicialmente tenía otro módulo más como el que se conserva actualmente unido por un cuerpo central, ambos desaparecidos al haber sido bombardeados durante la Guerra Civil Española. Fue el primer albergue cuidado de Sierra Nevada y servía como refugio a los primeros esquiadores, pioneros que subían a la sierra para practicar un deporte tan novedoso y extraño en nuestro país. Existía un remonte mecánico que desde los campo de Otero ascendía a los peñones de San Francisco para una vez allí, dejarse caer hasta las inmediaciones del refugio.

Las vistas desde este punto nos permiten contemplar la cabecera del barranco de San Juan, coronado por el pico Veleta, así como las cimas del Mulhacén y la Alcazaba que todavía conservaban algo de nieve en su cara norte. Tras descansar y hacer algunas fotos continuamos la marcha por un camino carretero que asciende bajo los peñones de San Francisco, hasta llegar a una zona de la ladera donde puede observarse las consecuencias de los aludes, que aquí parece son frecuentes, pues en el bosque de pinos se ven los pasillos con los troncos arrasados por la acción de las avalanchas de nieve. La ascensión finaliza en collado del Diablo (2.338m) que es el punto más alto de la ruta. Desde aquí podremos ver la estación de esquí de Pradollano, la cara oeste del Veleta y las cumbres de la sierra hasta el Tozal del Cartujo. Frente a nosotros se encuentra el valle del río Monachil, la loma de Dilar y tras ella el Trevenque.

La cuerda de la loma que a partir de ahora comenzaremos a descender, estaba cubierta por los piornos amarillos y azules haciendo más espectacular el paisaje, mientras que el fuerte viento nos animaba a seguir descendiendo sin pausa, por un sendero que coincide con una vía pecuaria que además era el camino que utilizaban los arrieros que transportaban la nieve desde la sierra hasta Granada.

Una vez pasamos por el monte de las Cañadillas (2.201m), descenderemos entre el piornal por donde podamos, para dirigirnos a el monte Ahí de Cara (2.102m) que se encuentra junto a la vieja carretera que servía para acceder a la estación de esquí. En este monte existe un mirador con excelentes vistas sobre Güejar Sierra, el embalse de Canales y el valle del Genil, así como de Granada y su vega. Dejamos atrás el mirador y nos dirigimos hacia la carretea por la que avanzamos siguiendo alguna de sus curvas, aunque se puede trochar para ahorrarnos algo de recorrido y acceder lo antes posible al collado de las

Sabinas, para desde aquí volver a caminar por la vía pecuaria que desciende por la cuesta del Desmayo, sobre un terreno de rocas dolomíticas que se adentra en un bosque de pinos donde abundan también numerosos ejemplares en flor de espino alvar.

El sendero concluye su vertiginoso descenso en una pista forestal, que si la seguimos por nuestra derecha nos llevará en lento y progresivo descenso hasta el centro de visitantes del Dornajo, donde existen algunos restaurantes en los que podremos tomar la cerveza acompañada de la tradicional tapa, tan típica de Granada. Como es lógico y era de esperar, hicimos la correspondiente parada para cumplir con la costumbre de celebrar la conclusión de esta exigente ruta sin percance alguno.