PEÑA NEGRA

Comenzamos nuevo ciclo montañero, y una de las mejores formas de hacerlo es abriendo la veda a nuestros trazados sobre roca, que ya lo pedía el cuerpo. Típico día de transición de final de verano, corto y técnico trazado el que aúna hoy al particular escuadrón todoterreno que me acompaña. Desde orillas del Guadalquivir completo equipo con Montse, Ángel, Antonio, Curro y Jose. Sumamos el ansia del zapador costasoleño Manolo y cerramos con el ala montañera cordobesa de Montilla, Ambrosio y Paco Castellano. Ahí llevo a mis cabritas al monte.

Reunidos bajo un cielo encapotado a los pies de la peña, frente a su puerta de poniente, comenzamos el asalto calizo al imponente peñón. Esquivamos su cueva y enfilamos sin miramientos la aproximación a la línea de tajos que nos llevará a la cumbre. Serpenteando entre lajas logramos nuestro punto de referencia y acceso al entretenido ascenso, reunimos grupo en la Cruz de Peña Negra.

Inmersos en las nubes bajas que golpean desde el sur, atacamos la arista de tajos, trepes y desfiles sobre caliza que nos hacen ir ganando altura de pura diversión. Medio ascenso, las nubes abren y nos descubre el espectacular escenario, mirada atrás a los tajos y seguimos con el ascenso sobre la arista. Pronto nos alzamos sobre su parte alta, con su hito cimero a la mano y con la vista anclada el el complejo calizo que se pierde al norte, adivinando la visual hasta el despunte de la Maroma sobre las nubes. Pisada la cumbre de Peña Negra, continuamos la travesía con la idea de abandonar la sierra por el flanco opuesto.

Primero y vertical descenso hasta la collado del Surco de San Isidro, sesga que parte la cumbre en dos, y nos deja por delante un nuevo y corto ascenso hasta la segunda cumbre de Peña Negra. Imponente la bajada cuando volvemos la vista a nuestras espaldas. Nos toca, a pesar del dolor, abandonar tapiz rocoso. Avanzamos unos metros sobre el caos calizo de la arista noreste en busca del acceso a la canal de descenso. Vertiginosa y descompuesta vía que se pierde bajo nuestra mirada...para abajo se ha dicho.

Pisamos tierra firme y viramos hacia la circunvalación de la sierra por su solana. Nueva mirada atrás, bueno, arriba, para adivinar los pasos deshechos en el implacable descenso...larga vida a las rodillas. El sol aprieta y la amenaza de una batalla campal en la vuelta se esfuma, nos encontramos que las cabras nos han hecho el trabajo sucio. Así, enlazando la maraña de veredas de cabras que se deslizan al sur de la peña, pronto divisamos el asfalto que nos devuelve al punto de partida.

Nos vemos en las montañas.

Ver crónica original por Carlos Trekkingmania Sevilla.