RELOJ-SIMANCÓN-PEÑÓN GRANDE

Estrenamos dígito rutero el Día de Reyes, un@s esperan, otr@s, sin otra cosa que hacer un domingo cualquiera, nos vamos al asalto de otros tres reyes, la monarquía caliza de la Sierra del Endrinal. Hoy, a la caza y captura, junto a mi pequeño saltamontes, Montse, Rocío, Agustín, Ángel, Antonio y Curro (y el chivito) sumaremos las cumbres de los cerros siameses del Reloj y Simancón, rematando con el apunte sobre el Peñón Grande de Grazalema.

A ello le sumaremos las opciones más montañeras de cualquiera de sus variantes, atacando el Reloj por su arista noreste y completando íntegramente la arista y tajos del Peñón Grande....comenzamos¡¡¡¡

Nos recibe una mañana espléndida sobre la encalada Grazalema, emprendiendo nuestro envite al Endrinal bajo el desafiante Peñón Grande.

Pero por ahora lo miraremos de reojo, ajustaremos cuentas en la sobremesa, dando rápidamente la espalda en ascenso a la entreplanta donde muere la caliza del Reloj.

Con un nuevo integrante en el equipo, un chivito que nos acompañará en buena parte de la travesía, vemos como a cada paso el flanco norte del Reloj toma importancia.

En nada, abandonamos tierra firme y comenzamos el asedio a la mole caliza. Fuerte rampa, repartida entre bloques y lajas calizas, que de momento nos hace tirar de manos, de ahí para arriba. Ganamos la resultona arista norte y ganamos las vistas de buena parte de la sierra, a levante, la Sierra de las Nieves hace despuntar sobre un mar de brumas costeras. Metros finales de la estética arista y paso en modo crucero por la cumbre del Reloj.

Ya hace rato que llevamos en la ventanilla al vecino Peñón Grande, paso por sobre la cuerda que nos une cual cordón umbilical y lo atacamos sin miramientos.

Aliñamos el ascenso en diagonal para rematar la subida sobre su arista, evitando los celos de su hermano calizo.

Sobre su cota, retomamos fuerzas y descendemos a por el plato fuerte del menú.

Primero tendremos que recorrer la agradable senda que nos baja, en un visto y no visto, al Llano del Endrinal.

Al frente despunta la arista del peñón, fijando con la vista nuestro punto de asalto, arremetiendo por la fuerza sobre la rampa que se interpone al paso.

Tarde primaveral, la ola perfecta para meterle de lleno a la afilada arista este del Peñón Grande. Trepes, destrepes y pasos aéreos nos llevarán hasta tocar su hito, alargando el trance hasta el extremo nororiental de la arista. Con vistas a los tejados grazalemeños, a las cumbres asediadas en la mañana y la imponente Sierra del Pinar, no tenemos otras que volver sobre nuestros pies y manos hasta el campo base. Ahora si, satisfechos, repostamos y avanzamos al sur, sobre la línea de tajos que aferran al peñón a la sierra.

Tras cada pisada, una lucha visual entre la magnificencia serrana de cara al sol, o la estilizada espina dorsal recorrida a nuestras espaldas.

No tardamos mucho en salir de dudas, adentrándonos en el pinar que agasaja al Nacimiento del Guadalete, robando las panorámicas de la parte alta de la sierra.

Caminamos al cierre, sobrevolando el Puerto del Boyar y estirando los pasos de vuelta a Grazalema de mano de las nacientes aguas del Guadalete.

Broche de dulce para el fin de ruta.

Esta crónica fue escrita por Carlos Trekkingmania Sevilla. En el siguiente enlace puedes ver la publicación original de Facebook