Sin movernos del entorno del lago Bohinj, podemos ir en el mismo día, a dos lugares de visita obligatoria, la cascada Savica y la garganta Mostnica.

La cascada Savica se encuentra en el este, al final del valle, donde la carretera termina porque las paredes casi verticales impiden proseguir.

Una vez estacionado el vehículo, se asciende por un camino de escaleras perfectamente acondicionado para el gran público, que de forma masiva suele visitar este lugar, aunque en octubre el turismo no es tan multitudinario.

Casi a mitad de la ascensión, nos encontraremos con el puesto de peaje, porque acceder hasta la cascada no es gratuito, como casi todas las atracciones turísticas del país. La escalinata discurre entre bosques de hayas, que en octubre lucían un colorido otoñal espectacular. La ascensión por la gran escalera no es muy larga, salvando un desnivel de unos 100m y 1km de longitud. Cuando se llega a la cascada, es posible que haya que hacer cola y esperar el turno para poder llegar al punto donde todos se hacen las fotos con la cascada detrás, la cual a principio del seco otoño que ha tocado vivir en 2022, no llevaba demasiada agua, desluciendo la belleza que puede tener cuando el caudal es más abundante, aunque a pesar del contratiempo se veía muy bonita. La vuelta se hace desandando la escalera.

La garganta Mostnica en cambio, se ubica al este del valle, justo por el accesos al lago en la población de Stara Fuzina. El parking del vehículo no es gratuito, por lo que decidimos estacionar en el pueblo e ir andando hasta el inicio de la ruta en el mencionado parking, donde seguiremos el sendero que discurre paralelo al río aguas arriba. Cuando hayamos caminado unos 500m, nos encontraremos con el peaje de acceso a los peatones para poder proseguir la caminata.

El sendero asciende la suave pendiente por el margen izquierdo del río, permitiendo disfrutar del hayedo otoñal que con la suave brisa nos regalaba el espectáculo de la caída de las hojas secas, "efecto especial de la naturaleza", como decía Magda, y que era todo un regalo para la vista. De vez en cuando encontramos tramos de río encajonados por los que fluyen aguas trasparentes de color turquesa, otra maravilla de la que no solemos gozar en España.

A mitad de ruta, el sendero termina en una pista forestal, junto a un concurrido refugio hotel en el que no paramos, prosiguiendo hacia la cabecera del valle, ya lejos del río del cual nos vamos separando.

Caminamos ahora entre praderas donde debe de pastar el ganado, con numerosas casitas de campo, alguna de ellas habitadas permanentemente, y con un fondo de colorido espectacular por los bosques otoñales que cubren las laderas del valle, que en forma de gran circo se cierra ente nosotros.

Casi al final de nuestro camino, se encuentra otro refugio hotel, donde tampoco nos paramos porque nos urgía llegar a la cascada Mostnica, ubicada a los pies de los primeros escarpes del final del valle, cubierto por un tupido bosque donde se mezclan abetos y hayas. La cascada es muy bonita, aunque no encontramos ningún visitante cuando nosotros llegamos. Decidimos prolongar la ruta, yendo en busca del camino que continua ascendiendo por el bosque, y con fuertes rampas hasta las proximidades del Triglav, ubicado sobre nosotros, y donde unos días antes habíamos estado caminando. Solamente descubrimos más hayedos, por lo que pusimos punto final a nuestra exploración para comenzar el retorno.

La vuelta la realizamos por el mismo camino, hasta llegar al primer refugio que nos encontramos, pues una vez allí podremos elegir camino alternativo al de ida, prosiguiendo el descenso junto al río pero por el margen derecho, donde seguiremos encontrando rincones espectaculares que no hay que perderse.

Tramo encajonado del río Mostnica.

Hayedos otoñales en el río Mostnica.

Apertura de la garganta y rápidos en el cauce del río.