REAL DE LA JARA-RIVERA DE CALA

Existen dos puntos desde los que comenzar esta ruta, pues la carretera se cruza con su trazado antes de llegar al pueblo de El Real de la Jara, pero nosotros decidimos hacerlo desde esta pequeña localidad, para poder desayunar en uno de los bares que a esa temprana hora de la mañana ya estaba abierto.

Salimos desde la plaza que con una figura de ciervo mira al castillo y callejeando hacia allí nos dirigimos. Accedemos a el tras subir una empinada pendiente, con la suerte de que cuando llegamos ya tenía su puerta abierta. El patio interior está acondicionado como auditorio al aire libre, siendo posible transitar por las murallas y acceder al interior de alguna torre desde donde las vistas del pueblo son interesantes.

El siguiente hito del camino es salir al encuentro del arroyo de la Víbora por una carretera asfaltada que cruza las dehesas que circundan el pueblo, hasta llegar al puente que una vez atravesado, nos permitirá acceder al sendero que discurre paralelo al margen derecho del mencionado arroyo. Las lluvias de las últimas semanas habían dejado un paisaje verde y con la bruma de la mañana, el ambiente fresco nos hacía disfrutar en cada paso del camino. No hay mucho arbolado en la ribera del arroyo, aunque en los alrededores existen dehesas con encinares de troncos verdes por el musgo que sobre ellos crece. Una vez que hemos andado unos tres kilómetros por la orilla del arroyo llegamos a su desembocadura en la Ribera de Cala, que es un espacio amplio y encharcado. Seguimos aguas abajo e iremos descubriendo hermosos rincones que nos detendrán para su contemplación y hacer alguna fotografía. Pronto nos cruzamos con la carretera por la que pasamos esa misma mañana y allí se encuentra junto al puente que une las provincias de Huelva y Sevilla, uno de los centros de interpretación del parque natural de la Sierra Norte de Sevilla. Estaba cerrado y no pudimos acceder a su interior, espero que no sea de forma permanente por lo recortes debidos a la crisis económica que sufrimos.

Buscamos entre los matorrales el camino señalizado que nos permite proseguir junto al río y muy pronto llegamos a una extensa área recreativa con restaurante, donde reinaba la tranquilidad absoluta por la falta de visitantes. Proseguimos y vemos las estampas más bonitas de nuestro recorrido junto al río, que aquí se ensancha y en algún punto, como dijo Ángel, parecía que nos encontrásemos en algún lugar de África tropical. Nuestro avance lo hacemos por un camino carretero en la orilla izquierda del río, hasta que llegamos a un punto en el cual este abandona su paralelismo al cauce y se adentra en las dehesas. Nosotros continuamos por la orilla del río y comenzamos un tramo de aventura que no se corresponde con el sendero señalizado. El río se va encerrando en una garganta no muy profunda, pero tenemos que buscar los pasos más adecuados entre las rocas, ya que el senderillo existente no es muy evidente. El aspecto del paisaje cambia, el río se remansa y se hace más profundo ya que hemos llegado a la cola de una presa que retiene sus aguas.

Llegamos a un punto en el cual el río cambia bruscamente de dirección y si antes lo hacía dirigiéndose hacia el sureste, ahora lo hace hacia el noreste. Por aquí perdemos momentaneamente el sendero y trepamos por algunas rocas, pero pronto lo volvemos a descubrir entre los matorrales y continuamos por el, siempre paralelos al cauce, hasta llegar a la presa antes mencionada. Aquí paramos a comer y a descansar un buen rato y mientras lo hacíamos descubrimos el movimiento de un animal en la orilla opuesta que se introduce en el agua y avanza hacia la presa, donde permanece merodeando entre los rápidos del río. Gracias al objetivo de la cámara de fotos descubrimos con sorpresa que ese animal es un nutria como puede verse en las fotografías que hicimos. Una ver perdido de vista el animal, decidimos continuar por uno de los caminos carreteros que tenemos ante nosotros, abandonamos definitivamente el río y nos adentramos en las dehesas que entre encinares nos conducirá hasta el cortijo de María Magdalena, que se levanta sobre una colina ya cercana al pueblo de El Real de la Jara.

Una vez en el pueblo celebramos el éxito de nuestra ruta con cervezas y tapitas en el bar de la piscina, disfrutando de la soleada tarde.

Vistas norte desde la puerta del castillo de El Real de la Jara.

Vistas sur desde la muralla del castillo de El Real de la Jara.

Desembocadura del arroyo de la Víbora y la rivera de Cala.

Cola del embalse en la ribera de Cala.

Vídeo con imágenes tomadas desde el aire con el dron DJI Mavic Air.