TRAVESÍA DEL ALTO ATLAS
IGHIL M´GOUN2º ETAPA del trekking: Targueddit - Ighil M´Goun - Fuentes de Oulilimt
Marruecos del 17 /julio/2013
Tipo de sendero: Lineal Distancia: 18,8 Kms
Dificultad: Alta Desnivel máx.: 1.151m
CRÓNICA DEL DÍA 3º PLATEAU DU TARGUEDDIT - IGHIL M´GOUN - FUENTES DE OULILIMT
Mi reloj biológico me despierta a las tres menos cinco, lo mismo me ocurrió ayer. A las cuatro y cuarto escuchamos el grito de Brahim: ¡Yallah! (vámonos) y nos ponemos en marcha. Hoy recorreremos unos veinte kilómetros, la gran mayoría transcurrirán por las crestas del macizo montañoso del M´Goun. Nos abastecemos de abundante agua, allí no encontraremos manantiales. La mayoría de los manantiales en Marruecos suelen estar contaminados, por lo que introducimos una pastilla potabilizadora en el interior de la cantimplora y esperamos una media hora por lo menos, el bereber está acostumbrado a beber de estas aguas, pero nuestro organismo no lo resiste.
Nada más abandonar el campamento comenzamos de inmediato a ascender con nuestras linternas frontales caladas en nuestras adormecidas cabezas, para así aprovechar las horas frescas de la noche y el viento que proviene de las cimas. Es una subida sencilla y progresiva, pero que en invierno requiere un sólido conocimiento en el uso de los crampones y el piolet y tener un buen estado físico debido a la presencia de nieve. En fila india y marcando los pasos todos juntos, todos alineados en una perfecta formación, ascendemos en silencio ladera arriba por una cuesta que denominaría: cuesta la peorra, pues algunos compañeros que se aquejaban de gases, disimuladamente se retrasaban a la última posición de la fila, para liberar unas sonoras ventosidades. Transcurre un tiempo de caminar en silencio, parecemos un siniestro cortejo, de pronto una voz trémula se queja exclamando: vamos a hacer una paradita técnica en aquellas rocas. En este momento se produce la gran desbandada, conmigo a la cabeza, ya que llevaba rato con unas molestias intestinales. No podíamos aguantar más, era como un momento alpargatero, pero con retortijones. Tirando cada uno por su lado buscamos con desesperación por las escasas rocas de aquella morrena del glaciar, un escondrijo donde poder descargar el vientre.
Se quedaron solos Brahim y José Juan, mirándose de hito en hito. Era la segunda vez que evacuaba mi vientre, pero esta vez las heces eran flojas y líquidas, la había cagado, tenía diarrea, he perdido mucha agua y sales minerales, esto me va a costar caro más adelante, me tomo una cápsula de Fortasec. A pesar de todo seguí ascendiendo al M´Goun como el que más. Transcurrirán al menos cinco horas de subida y recorreremos, hasta llegar al campamento, unos veinte kilómetros. Ascendemos lentamente a través de canchales dolomíticos de tonalidades ocres y grises, y cresteamos por varias cimas, algunas de las cuales superaban los cuatro mil. En nuestra vertiente izquierda aparecen diferentes cuencas de glaciares, gigantescos toboganes de suelos pulidos en forma de U, que descienden vertiginosamente hacia unos valles profundos. Llegamos a la cima del M´Goun (4.071) cerca de las once. Abrazos efusivos y fotos para inmortalizar este momento. Ahora toca bajar, el sendero que observamos desde lejos, daba vértigo con sólo mirarlo, rodeaba un macizo montañoso, bajando casi en vertical y rodeando aquella gigantesca mole montañosa. Por allí conducía a la fuente de Oulilimt, donde los muleros nos montarán el campamento. Una prolongada bajada en picado entre canchales. Demasiado peligroso descender por ese lugar. Así que Brahim sugiere franquear otra cima de cuatro mil, para ir en línea recta hacia el campamento y además acortarnos camino. Pero se produce un conato de rebelión, nadie quería subir ya más cimas, las piernas empezaban a flaquear, pero el poder persuasivo de la capitana convenció a la tropa sublevada, arengándola y demostrándonos que esa era la mejor solución. Así que continuamos una nueva ascensión lenta, a paso de ramadán, con Brahim a la cabeza. En esta otra cima tomaremos nuestro picnic.
La excursión de hoy ha durado unas once horas, ha sido larga y bastante dura, nivel alpargatero: pica el culo plus, pero la clave de que subiéramos todos y sobrarnos aún algunas fuerzas más, estaba en ese andar pausado que marcaba nuestro experimentado guía. Un proverbio marroquí dice: “Un hombre apresurado ya está muerto”. Llegamos a las tres y cuarto de la tarde al campamento, situado junto a la fuente de Oulilimt, estamos a 2.600 metros de altitud. Nuestros muleros nos tienen preparada la mesa con el té verde, igualito como se veía en aquella película de Memorias de África. Brahim, como siempre, se pierde un poco de nuestra vista y se pega una buena y merecida siesta. Nuestra enfermera, que lo sería a partir de ahora, apiadándose de nuestro estado cuando llegáramos aquí, a modo de premio, colocó una garrafa de agua fresca a la entrada del campamento. Nadie vimos esa garrafa, se evaporó de allí, unos niños bereberes que merodeaban por nuestro campamento se la llevaron, pero no era la sed lo que les sedujo aquel hurto, sino la garrafa en sí.
Aquí pudimos lavar la ropa sucia y lavar nuestros cuerpos en el rio. Pude constatar con otros compañeros, que debido al viento y al frio segregamos más mucosa nasal de lo habitual, razón por la cual sentía mi nariz taponada, más tarde advertí que era una forma de protección del sistema respiratorio.
El agua bajaba fría pues brotaba de un manantial próximo al campamento. Este mismo arroyo serviría para refrescar el pacharán que traje de Motril y celebrar por la noche tan feliz encuentro. Cuando me dirigí allí para llenar mis cantimploras, pude contemplar, no exento de admiración, a dos muchachas bereberes, eran dos jóvenes adolescentes que estaban llenando unas deslustradas garrafas de color anaranjado. Una de ellas, de rostro atractivo, lucía un cabello negro azabache. Ésta se puso a reír sin rubor alguno nada más verme. La otra la imitó de inmediato. Se subían el velo por vergüenza cada vez que reían, mi aspecto debió parecerles cómico.
El atardecer de este valle fue espectacularmente animado. Parecía el centro neurálgico del Alto Atlas. Acá y allá se veían rebaños de ovejas pastando entre la orilla del río y las pendientes laderas de los cerros cercanos, los balidos de los carneros resonaban por el valle, frente a las tiendas, un cabrero pastoreaba con sus cabras sobre la ladera de un cerro cerca de su cabaña de verano, algunas acémilas comían cáscaras de naranja, otras rumiaban cebada de sus bozales, una bandada de chovas piquigualdas graznaban y vagabundeaban caminando pausadamente entre la hierba de los arrabales de nuestro campamento, tratando de birlarnos algún desperdicio, unas muchachas bereberes se acercaban al rio a recoger agua. Mientras, un pastor de ovejas, en nuestro honor, sacrificaba un cordero de su rebaño, con la presencia supervisora y atenta de Brahim. Estos pastores nómadas se quedan todo el verano en el Alto Atlas y a principios de octubre se trasladan al Sahara. Están perfectamente adaptados desde hace siglos al aprovechamiento de los recursos naturales sin degradarlos, conservando unas culturas milenarias, razas ganaderas autóctonas, ecosistemas singulares. Jamás habían visto mis ojos, esta fuerza de la naturaleza, este rumor embriagador, este poderoso soplo del viento, cargado de vida y olores. Descansaba en mi tienda mientras descubría el alma bereber y la forma de vida de sus habitantes. Dos mulas tropezaron contra los vientos de mi tienda, me levanté para estirarlos. Hay una recompensa por la bondad de cada vida humana o animal.
El bereber es la segunda lengua del país, utilizada en muchas regiones de Marruecos. Es una lengua esencialmente hablada, no se enseña en las escuelas, aunque desde hace poco tiempo han empezado a enseñarla en algunas provincias. En la toponimia bereber, el nombre de muchos pueblos y ciudades empieza y termina con la letra t (Tiznit, Targueddit, Taghreft, Taghzout,…). Es simplemente el indicativo del género femenino. La cena consistió en una sopa harira, típica durante el mes de ramadán, sirve para romper el ayuno diario. Es una sopa de legumbres muy perfumada y bastante espesa y con unos trocitos de carne. Durante el ramadán, la harira se come acompañada de dátiles o de pastas de miel. También nos sirvieron pollo asado, zanahorias, sandía y té con hierba luisa.
Crónica escrita por Miguel
Álbum de Google Fotos (ven en presentación de diapositivas)
Aquí tienes el track de la ruta:
" PLATEAU DU TARGUEDDIT - IGHIL M´GOUN - FUENTES DE OULILIMT "