MUELA DEL DIABLO-VALLE DEL SUR

    En la 1ª expedición a Bolivia del club Elbruz realizada durante el mes de julio de 2023, fue necesario realizar un periodo de aclimatación a la altura, pues nuestra permanencia en La Paz y en El Alto, se presentaban insuficientes para acostumbrar nuestro organismo a la falta de oxígeno debida a la altitud, siendo necesario realizar  alguna actividad física de montaña que se asemejara a la que unos días más tarde, tendríamos que hacer en algunas de las montañas más emblemáticas de Bolivia. Por este motivo decidimos subir a la Muela del Diablo (3.899m), que no estaba nada mal para empezar, y que además nos permitiría conocer el entorno sur de la ciudad de la Paz, además de contemplar estupendas vistas.

   Para ello partimos de nuestro alojamiento en el edificio Ofelia del barrio de Los Pinos (3.420m), tan gentilmente cedido por el Club Andino Boliviano, representado por su presidente D. Juan de Dios G.R. que ejerció como anfitrión durante nuestra permanencia en el país. El track de nuestro GPS nos conducía por la calle C-28 hasta la Avda. Costanera, que con mucho cuidado debíamos atravesar, pues no existe paso para peatones y el tráfico en esta vía era intenso a esa hora de la mañana. Paralelo a la avenida discurre el río Huañajahuira, que debíamos cruzar aprovechando la existencia de un pequeño puente desprovisto de acerado, para a continuación remontarlo hasta el barrio de El Pedregal. Justo en la primera calle que encontramos a la derecha comienza el ascenso hacia la parte alta del barrio, siempre de forma tangencial y sin adentrarnos en la zona urbanizada, al principio por calles algo desdibujadas, aunque que a medida que ganamos altura mejoran su trazado, pues entramos en una zona habitada con elegantes casas al particular estilo boliviano. Después de rodear un cementerio, enfilamos una larga recta en cuesta, donde finaliza la urbanización, para remontando un senderillo en fuerte pendiente, alcanzar el camino carretero que comunica con la pequeña aldea de Chiaraque a los pies de nuestro objetivo, la Muela del Diablo.

   Este camino tiene un recorrido de aproximadamente 1km, pudiendo evitar su trazado en zigzag, trochando por un sendero que atraviesa raquíticos campos de cereales, con espigas ya secas y a punto de ser cosechados. Las vistas que tenemos a nuestra derecha, de la ciudad de la Paz son extraordinarias, a la vez que vamos descubriendo las caprichosas formaciones que la erosión ha creado a lo largo del tiempo en las montañas de tierra. Tras una marcada curva en el camino, encontramos un arco metálico que nos anuncia la llegada a Chiaraque en el municipio de Mecapaca, dejándose ver por primera vez la prominente roca de la Muela del Diablo, así como una gran montaña de tierra formada por un cúmulo de chimeneas de hadas, con un sinfín de agujas de tierra coronadas por una pequeña roca.

   Junto al arco, una pintada sobre un muro nos anunciaba que pidiéramos nuestro ticket, pero como no había a quien pedirlo, lo ignoramos y continuamos atravesando el poblado que cuenta con algunas casas dispersas entre las que se incluye una escuela, y que dado el periodo vacacional del alumnado durante el mes de julio, se encontraba vacía. No es difícil intuir el porqué del nombre dado a la Muela del Diablo,  pues su cima está compuesta por dos picos, que a modo de raíces de una muela humana, se alzan al cielo sobre la base de la montaña. Si bien esta montaña que cuenta con algunas leyendas populares, es la principal atracción, no es menos llamativa la ya mencionada colina sin nombre, formada casi exclusivamente en su totalidad por esbeltas agujas de gran altura.

   Una vez dejamos atrás el poblado, volvemos a trochar por senderillos para eludir la sucesión de curvas del camino, y que nos deja en una planicie que nos sirve para acceder a la senda que nos subirá hasta el espacio comprendido entre las dos raíces de la muela. Antes de realizar el ascenso final, tuvimos la oportunidad de poder conversar con una niña que acudía con su pollito, a cuidar de unas vacas que pastaban la escasa hierba seca existente en el lugar.

   Nuevamente, las vistas desde lo más alto a lo que podemos llegar en la Muela del Diablo, vuelven a ser magníficas, pero ahora el campo de visión es mucho más amplio, pudiendo contemplar casi en su totalidad la ciudad de La Paz, y su distrito más extenso ubicado en el altiplano llamado El Alto, así como las cimas de los nevados de la cordillera Real más próximos a la capital, como son el Huayna Potosí y el Illimany. Después de descansar, comer algo, y hacer las fotografías de recuerdo, descendemos hasta la planicie donde preguntamos a unos señores que habitaban una de las casitas del lugar, sobre cómo llegar a un pico que podía verse en la lejanía, aunque sus explicaciones no fueron muy provechosas, pues creo que no entendieron muy bien a donde queríamos ir. Lo cierto es que nos dirigimos hacia donde nos habían indicado siguiendo un camino, y luego un sendero que nos permitía cambiar a otro valle, que según la cartografía consultada no tiene un nombre específico, pero que yo he dado en llamar valle del Sur, ya que existe un proyecto de urbanización en la zona, donde aparece dicho nombre.

   Este amplio y árido valle, se caracteriza por el colorido de las tierras y las formaciones erosivas en las laderas de las montañas, entre las que destacan la parte trasera de las ya mencionadas sobre la aldea de Chiaraque, que nos disponemos a rodear siguiendo un sendero que desciende bajo las agujas, y que ahora muy cercanas se yerguen sobre nosotros. El sendero finaliza en un camino de la futura urbanización valle del Sur, de la que todavía no hay nada levantado, excepto algunos caminos de tierra y terrenos aplanados en los que quizás algún día se ubiquen las nuevas casas. Una vez aquí discutimos sobre lo que íbamos a hacer, pues el objetivo de alcanzar la cima de Alturas de Apaña (4.350m), muy lejana y sin sendero conocido para llegar, nos pareció poco realista. Por este motivo imperó la cordura y decimos remontar el camino que en ascenso volvía a llevarnos a la vertiente de La Paz, no sin continuar mirando poder descubrir un atisbo de sendero o algo que se le pareciera para ir hacia aquella lejana cima.

   Cuando el camino llega a lo más alto, nos encontramos a la derecha con la cabecera del Valle Escondido, y el barrio de Pedregal a sus pies. A la derecha las agujas de la montaña que corona Chiaraque, aunque aquí son todavía más altas y esbeltas que en el resto de las caras que ya hemos visto de esta montaña sin nombre. En el descenso hacia La Paz, el camino serpentea encañonándose entre formaciones de tierra erosionada, con nuevas chimeneas de hadas que conforman un paisaje espectacular. En el tramo más cerrado del valle, se forma un desfiladero donde a la sombra de sus paredes nos detuvimos a descansar y comer el bocadillo.

   El tramo de desfiladero por el que discurre el camino carretero, tiene algo más de un centenar de metros, por lo que rápidamente llegamos al barrio de Pedregal, donde van apareciendo las primeras casitas. Aquí volvimos a detenernos para volar el dron y obtener magníficas vistas aéreas de las montañas que rodean el valle Escondido, además de la Muela del Diablo y la montaña sin nombre de Chiaraque. Ya solo quedaba callejear para volver a encontrar el camino que por la mañana ya habíamos andado dentro de la ciudad, pero ahora en sentido inverso. 

   La ciudad de La Paz, desde el camino de acceso a la aldea de Chiaraque.

   Aldea de Chiaraque, Muela del Diablo y colina de chimeneas de hadas.

Vista hacia el norte desde la Muela del Diablo.

Vista hacia el sur desde la Muela del Diablo.

Vista de la Muela del Diablo, desde el collado de acceso al valle del Sur.

Vista del valle del Sur.

Cabecera del valle Escondido.

Desfiladero de acceso a Pedregal Alto.

Vista del valle Escondido desde Pedregal Alto.