Cuaresma

Sea nuestra conversión 

el vivir en tu Divina Voluntad

AUDIO Párr. (2, 4-6):   La pequeñez en la Voluntad Divina

De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta Vol. 32, cap. 3  marzo 26, 1933 

La pequeñez en la Voluntad Divina. Cómo las obras más grandes, Dios las hace gratuitamente. Ejemplo: la Creación y Redención, así el reino de la Divina Voluntad...



...  “Mi pequeña hija de mi Voluntad, tú debes saber que 

la pequeñez de la criatura nos sirve como 

espacio donde poder formar nuestras obras, nos sirve como la nada de la Creación, y porque es nada, llamamos a vida dentro de ella nuestras obras más bellas; 

queremos que esta pequeñez esté vacía de todo lo que a Nosotros no pertenece, pero viva, 

a fin de que sienta cuánto la amamos, y sienta la vida de las obras de nuestra Voluntad que desarrolla en ella, por eso te debes contentar con quedar viva sin que tú seas la dueña, porque 

éste es el gran sacrificio y heroísmo de quien vive de Voluntad Divina, 

sentirse viva para sufrir el dominio divino, a fin de que haga lo que quiere, como quiere, cuanto quiere, éste es el sacrificio de los sacrificios, el heroísmo de los heroísmos. ¿Te parece poco sentir la vida del propio querer para servirse no a sí mismo, como si no tuviera derechos, perder la propia libertad voluntariamente para que sirva a mi Voluntad, dándole sus justos derechos?” 

Jesús ha hecho silencio, y después, como si leyera en mi alma ciertas dudas pasadas mías acerca de la Divina Voluntad, ha agregado: 

“Hija mía, las más grandes obras hechas por nuestro Ente Supremo, todas han sido hechas gratuitamente, sin tomar en cuenta si las criaturas se las merecían o nos lo sugirieran; si pusiéramos atención a esto nos convendría atarnos los brazos y no hacer más obras, porque las criaturas ingratas no nos glorificarían; y quedarnos sin ni siquiera tener el bien de hacernos glorificar y alabar por nuestras mismas obras, 

¡ah no, no! una sola obra nuestra 

nos glorifica más que todas las obras unidas juntas de todas las generaciones humanas, un acto cumplido de nuestra Voluntad llena Cielo y tierra, y con su virtud y potencia regenerativa y comunicativa nos regenera tanta gloria que no termina jamás, y que a las criaturas apenas las gotitas les es dado comprender. 

En efecto, ¿qué mérito tenía el hombre cuando creamos el cielo, el sol, y todo lo demás? Él no existía aún, nada nos podía decir, así que la Creación fue una obra grande, de magnificencia maravillosa, toda gratuita de Dios. 

Y la Redención, ¿crees tú que el hombre la mereciese? De ninguna manera, fue toda gratuita, y si nos rogó fue porque Nosotros le hicimos la promesa del futuro Redentor, y no fue él el primero en decírnoslo, sino Nosotros, era nuestro decreto todo gratuito que el Verbo tomase humana carne, y fue cumplido cuando el pecado, la ingratitud humana galopaban y llenaban toda la tierra, 

y si alguna cosa pareció que hacían, eran apenas gotitas que no podían bastar para merecer una obra tan grande, que da en lo increíble, que un Dios se haga similar al hombre para ponerlo a salvo, y que por añadidura lo había ofendido tanto. 

Ahora, 

la obra grande de hacer conocer mi Voluntad a fin de que reine en medio a las criaturas, 

será una obra nuestra toda gratuita; y aquí está el engaño, que creen que habrá mérito y la parte de las criaturas, ¡ah! sí, estará, como las gotitas de los hebreos cuando vine a redimirlos, pero la criatura es siempre criatura, 

por eso nuestra parte será toda gratuita, que abundándola de luz, de gracia, de amor, la arrollaremos en modo que sentirá una fuerza jamás sentida, amor jamás probado, sentirá más viva nuestra Vida palpitante en su alma, tanto, que le será dulce el hacer dominar a nuestra Voluntad. Esta nuestra Vida existe todavía en el alma, le fue dada por Nosotros desde el principio de su creación, 

pero está tan reprimida y escondida, que está como si no la tuviese, 

está como el fuego bajo las cenizas, que cubierto y como aplastado bajo de ellas no hace sentir el beneficio de la vida de su calor, 

pero supón que un viento fuerte aleja las cenizas del fuego, y éste hace ver y sentir su vida; 

así el viento fuerte 

de la luz de mi Fiat 

pondrá en fuga los males, las pasiones, que como cenizas esconden la Vida Divina en ellas, y sintiéndola viva 

tendrán vergüenza de no hacer dominar a nuestra Voluntad. 

Hija mía, el tiempo dirá todo, 

y los que no creen quedarán confundidos”.  ...