Giro con Reparación al Espíritu Santo
Me Fundo en Ti, Espíritu Santo
Me fundo en el orden de tu Gracia, en todo lo que has hecho y harás en nosotros los santificantes.
¡Ven Divino Espíritu!, haz desahogo de Tu obra en el Fiat Voluntas Tua! Danos pronto a conocer Vuestra Voluntad, Vuestro primer acto de su Santificación completa, el cual es la Divina Voluntad!
Vengo ante ti Suprema Majestad, para dar la correspondencia de amor al Espíritu Santificador a nombre de todos los santificantes, entro en el orden de Tu gracia para poder darte Amor, Honor y Gloria como si todos fuéramos santos, reparo por todas las oposiciones e incorrespondencias a los actos de Tu gracia haciendo mío Tu dolor, Tus gemidos inenarrables secretos, Tus suspiros angustiosos ocultos en el fondo de los corazones. Por el dolor que te damos, perdón Espíritu Santificador.
¡Ven Divino Espíritu en mí!, haz desahogo de Tu obra en el Fiat Voluntas Tua. Fiat!
Estamos en la Era del Tercer Fiat!
La Era Celestial y Trina de la Divina Voluntad
Oremos al Espíritu Santo por Este Pentecostés Divino
En tu Divino Querer, unidos a Nuestra Madre María, y a Luisa, la pequeña hija de la Divina Voluntad, en el Cenáculo del Monte Sión (1era. Iglesia Cristiana), oramos por la Gran Efusión de Ti, Espíritu Santo, para un Segundo Pentecostés para toda la humanidad, que se extienda el Reino de Tu Divina Voluntad y triunfe en todos la Era del Tercer Fiat!
⚜️ Para el Don de Fortaleza
De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 4-26 (2) Oct 31, 1900La medicina más eficaz en los momentos más tristes de la vida,
es la resignación
Encontrándome en mi habitual estado, me he sentido fuera de mí misma y he encontrado a la Reina Mamá, en cuanto me vio comenzó a hablar de la Justicia, de cómo está por descargarse con todo el furor contra las gentes, dijo muchas cosas sobre esto, pero no tengo palabras para expresarlo, y mientras estaba en eso veía todo el cielo lleno de puntas de espadas contra el mundo. Después ha agregado:
"Hija mía, tú, muchas veces has desarmado a la Justicia divina y te has contentado en recibir sobre ti sus golpes, ahora que la ves en el colmo del furor no te desalientes, sino sé animosa, con ánimo lleno de santa fortaleza entra en esa Justicia y desármala, no tengas temor de las espadas, del fuego y de todo lo que puedas encontrar; para obtener este propósito, si te ves herida, golpeada, quemada, rechazada, no retrocedas, sino más bien te sea de estímulo para proseguir. Mira, para hacer esto he venido Yo en tu ayuda trayéndote una vestidura, la cual, usándola tu alma, adquirirás valor y fortaleza para no temer nada".
Dicho esto, de su manto sacó una vestidura entretejida de oro jaspeado de varios colores y vistió mi alma, luego me dio a su Hijo diciéndome:
"Y he aquí que como prenda de mi amor te doy en custodia a mi amadísimo Hijo para que lo custodies, lo ames y lo contentes en todo, trates de hacer mis veces, para que encontrando en ti todo su contento, el disgusto que le dan los demás no le pueda causar tanta pena."
¿Quién puede decir cómo he quedado feliz y fortificada al ser vestida por esa vestidura y con la amorosa prenda entre mis brazos? Felicidad más grande ciertamente no podría desear. Entonces la Reina Mamá ha desaparecido y yo he quedado con mi dulce Jesús; hemos girado un poco por la tierra, y entre tantos encuentros nos hemos encontrado con un alma en poder de la desesperación; teniendo compasión de ella nos hemos acercado, y Jesús quiso que yo le hablara para hacerle comprender el mal que hacía, y con una luz que Jesús mismo me infundía le he dicho:
"La medicina más provechosa y eficaz en las circunstancias más tristes de la vida es la resignación. Tú con desesperarte, en vez de tomar la medicina estás tomando el veneno para matar tu alma. ¿No sabes tú que el remedio más oportuno para todos los males, la cosa principal que nos hace nobles, nos diviniza y nos asemeja a Nuestro Señor y tiene virtud de convertir en dulzura las mismas amarguras es la resignación? ¿Qué cosa fue la Vida de Jesús sobre la tierra sino un continuar el Querer del Padre, y mientras estaba en la tierra estaba unido con el Padre en el Cielo? Así el alma resignada, mientras vive en la tierra, el alma y su voluntad está unida con Dios en el Cielo. ¿Se puede dar cosa más querida y deseable que ésta?"
Aquella alma, como sacudida ha comenzado a calmarse, y yo junto con Jesús nos hemos retirado. Sea todo para gloria de Dios y sea siempre bendito.
Don de Fortaleza
Apocalipsis 2: 10
" 7.El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias: al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el Paraíso de Dios.
8.Al Angel de la Iglesia de Esmirna escribe: Esto dice el Primero y el Ultimo, el que estuvo muerto y revivió.
9.Conozco tu tribulación y tu pobreza - aunque eres rico - y las calumnias de los que se llaman judíos sin serlo y son en realidad una sinagoga de Satanás.
10.No temas por lo que vas a sufrir: el Diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis tentados, y sufriréis una tribulación de diez días. Manténte fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida.
11.El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias: el vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda."
Fuente Catolicnet
La fortaleza es el don del Espíritu que sostiene la virtud moral que llamamos de la misma manera. Para obrar valerosamente lo que Dios quiere de nosotros y sobrellevar las contrariedades de la vida, requerimos de este don. Él nos ayuda a resistir las instigaciones de las pasiones internas y las presiones del ambiente, así como a superar la timidez y la agresividad.
El hombre, diariamente experimenta la propia debilidad, especialmente en el campo espiritual y moral. Cede, quizá sin darse cuenta, a los impulsos de las pasiones internas y a las presiones que sobre el ejerce el ambiente circundante.
Para resistir a estas múltiples instigaciones es necesaria la virtud de la fortaleza, virtud de quien no se aviene a componendas en el cumplimiento del propio deber.
Juan Pablo II señala: Quizá nunca como hoy, la virtud moral de la fortaleza tiene necesidad de ser sostenida por el homónimo don del Espíritu Santo. El don de la fortaleza es un impulso sobrenatural, que da vigor al alma no solo en momentos dramáticos como el del martirio, sino también en las habituales condiciones de dificultad: en la lucha por permanecer coherentes con los propios principios; en el soportar ofensas y ataques injustos; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez.
Cuando experimentamos, como Jesus en Getsemani, la debilidad de la carne-2 (cfr Mt 26), es decir, de la naturaleza humana sometida a las enfermedades físicas y psíquicas, tenemos que invocar del Espíritu Santo el don de la fortaleza para permanecer firmes en el camino del bien. Entonces podremos repetir con San Pablo: Me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte (2 Cor 12, 10).
Son muchos los seguidores de Cristo que, en todos los tiempos, han conocido y conocen el martirio del cuerpo y del alma, en íntima unión con la Mater Dolorosa junto la Cruz. Ellos lo han superado todo gracias a este don del Espíritu.