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Eduardo Ternero - domingo, 18 de Agosto  de 2024

Habíamos dejado España inmersa en unas nuevas elecciones. Al poco del nombramiento de Diego Martínez Barrio, como presidente de las Cortes de la II República (octubre 1933), se fijaría un nuevo calendario de elecciones generales: el 19 de noviembre la primera vuelta y el 3 de diciembre para la segunda. Habría dos grandes novedades, una que podrían votar las mujeres por primera vez en la historia de España, algo por lo que tanto había luchado la izquierda y otra, la irrupción de partidos de nuevo corte como la CEDA, de derecha católica, que se había declarado en contra de la República y que, en poco tiempo, tendría mucho que ver en la transformación y el rumbo que cogería España. 

 Diego Martínez Barrio

El resultado de aquellas elecciones fue un triunfo de centroderecha y las derechas, que habían concurrido de forma conjunta. Mientras que los partidos de la izquierda fracasaron, puesto que se presentaron desunidos: por una parte, el partido socialista se presentó en solitario, creyendo que podría sacar suficientes votos para gobernar y por otra, el partido anarquista de la CNT, proponía la abstención…  Otros muchos partidos republicanos, con poca entidad, concurrieron de forma independiente. También era cierto que la República estaba poco consolidada, que la CEDA aunque, partía como antirrepublicana, agruparía a los partidos de derecha y atraería a los de centro-derecha. Mientras, las izquierdas echaban balones fuera y aducían su fracaso a que el voto de la mujer estuvo muy influenciado por la Iglesia Católica. Como siempre, ninguno de los partidos de izquierda reconoció su error. Lo cierto es que, en ciudades como Sevilla, Barcelona, Cádiz, Zaragoza…, se abstuvo mucha gente y eso lo aprovechó la derecha, fueran las circunstancias que fueran, para ganar aquellas elecciones.   

Estamos en la Navidad de 1933, Pepe, que había estado fuera haciendo bolos, se encontraba en Marchena desde los dos o tres últimos días del año y estaría hasta el 2 de enero de 1934, en casa de sus padres, ya que el 3 debería estar en Madrid. Así se lo contaba en una entrevista al periodista cordobés Nicolás Callejón, con quien siempre mantuvo una gran amistad: “Aquí, paso inadvertido y tranquilo… es de los momentos que paso más a gusto, en compañía de mis padres y mis hermanos”; mientras, Pepe, abraza a su madre y bromea y echa el brazo por el hombro a su padre, Juan, que ya tiene 86 años y que según nos cuentan, también cantaba bastante bien…”

 Nicolás Callejón, un gran admirador del Niño de Marchena, ya le había entrevistado en varias ocasiones.  Una de ellas fue allá por 1930, al poco de la muerte de Don Antonio Chacón. Aquí les dejo un trozo de aquella entrevista, para conocer un poco más la forma de pensar de nuestro hombre y del artista: “Íbamos cuatro amigos, nos deslizábamos, aquella madrugada, en el flamante Lincold del insuperable artista, emperador del cante jondo José Tejada “Niño de Marchena” quien, en una templada noche de agosto, plena luna y optimismo, nos invita a recorrer las antiguas rondas de Córdoba. Paramos en un local nocturno, pedimos una botella de vino y nos tomamos cuatro chatos sentados en mullidos sillones. “Marcheniya”, como le decimos los amigos íntimos, no paraba de contar cosas de su arte, de cómo sintió la muerte de su llorado amigo el gran Chacón. Para él, Don Antonio, había puesto la bandera para que se dignificara el cante, había sido el más grande de su tiempo. Y le digo: ¡Hombre, tú también has hecho lo tuyo; hace 10 años nadie se ocupaba del flamenco y desde que tú saliste hay una fiebre por el cante…! Con suaves palabras me contesta: Yo lo que he hecho es ayudar a popularizarlo, porque la gente ve que un fandanguillo se canta, con tanta sencillez, que se contagian y… ¡Todos quieren cantar!; de ahí que haya tanta afición. Después, cuando hablamos de lo práctico, me dijo que ganaba más de lo que jamás pensó, que tenía ofertas de América; pero, no cruzaría el Charco hasta que no fuera en viaje de novios; pues, pensaba casarse con una morena que tenía unos ojos que son “dos negros asesinos”. Entonces, aproveché para preguntarle por su ‘futura’, si era andaluza, madrileña…; me contestó cortante e irónico:¡es de su pueblo, por ella no me preguntes! Y cambió de conversación cantando un fandanguillo: Puedes matarlo si quieres/ahí tienes mi corazón/Mira que el tuyo va dentro/y si lo matas se mueren/dos corazones a un tiempo”.

La actriz Goyita Herrero

Pero, continuemos con su periplo. Como estaba anunciado, 1934 se inicia para el “Niño de Marchena" con una actuación en una gala benéfica a favor de los niños de la Inclusa. Dicho acto estaba organizado por el periódico el Heraldo de Madrid, que era quien promovía la Cabalgata de Reyes Magos madrileña. Junto al Heraldo colaboró la Compañía de teatro Prado-Chicote; el fin era recaudar dinero para juguetes, ropa y chucherías a los niños expósitos, desahuciados, abandonados por sus progenitores… La función se celebraría el día 3 de enero en el Teatro Cómico, madrileño. En esta ocasión, Pepe, llevaría como acompañante al guitarrista Manolo de Badajoz. Empezó el espectáculo y, en primer lugar, se representó el sainete “Mi abuelita, la pobre” de Luis Vargas, después una especie de monólogo leído por el actor Enrique Chicote. Ambos actos, según el diario, divirtieron extremadamente a los asistentes. A continuación vendría la actuación del Niño de Marchena y así lo explicitaba en sus páginas el Heraldo del 4 de enero: “… cantó, más tarde, el popular cantador flamenco en su género, Niño de Marchena, que estuvo durante más de 25 minutos cantando; con esto queremos dar idea del éxito que alcanzó, comunicativo en simpatía por el rasgo que ha tenido el joven artista contribuyendo con todo esplendor a nuestra obra benéfica. Las ovaciones a Marchena, se sucedieron durante toda la noche con gran entusiasmo y él correspondió a toda manifestación de complacencia cantando sin cesar coplas de su variadísimo estilo”

Durante aquel mes de enero estuvo actuando en varios teatros y locales madrileños, como en el cine Capitol, el 9 de febrero, en él actuaron además varios artistas como la famosa actriz y cantante Goyita Herrero, la propia orquesta que disponía el Capitol y un comediógrafo, Felipe Sassone, que entretuvo al público con una especie de monólogo a la usanza de aquellos tiempos. Después, le llegaría el turno a Pepe y a Montoya, quienes, como ocurría en todos los espectáculos, serían ovacionados por el respetable con mucho entusiasmo, sobre todo cuando el “Niño” cantó una evocación a la procesión del Rocío. A los pocos días se encontraría en Málaga donde repetiría varias funciones y de vuelta a Madrid; pero, antes, se pasaría de nuevo por Marchena. Dicen las malas lenguas que venía cargado de lotería… ¿sería verdad?

 Pepita Caballero, cantaora

Estamos en Semana Santa y como muchos sabrán, desde la entrada de la II República la mayoría de las cofradías no salieron. En Sevilla, en 1932, solo se atrevió a salir la hermandad de la Estrella. En 1933 no salió ninguna. Sin embargo, en 1934, se reúnen 39 hermanos mayores y, al final, decidieron hacer la estación de penitencia hasta 13 cofradías sevillanas. Decía la prensa de entonces que hubo que tomar medidas: algunos guardias de asalto, vestidos de nazarenos, iban intercalados en varios tramos. Igualmente, se prohibió gente en las azoteas y los pasos irían custodiados por la Guardia Civil, para garantizar el orden público.

   El “Niño de Marchena”, a finales de marzo, se encuentra en Madrid. Pepe, junto a Pepita Caballero “La Trianera”, una buena cantaora de Carmona (1915) recientemente incorporada a la troupe de Pepe Marchena, cantaría saetas a muchas cofradías madrileñas. Decía en sus páginas el diario la Nación que, Pepe, cantó de tal manera una saeta al Santo Entierro en Carabanchel Alto y otra desde el balcón del bar Cordero, que la gente aplaudía de forma delirante. 

Pepe,  finales años 30

Marchena, ante un silencio sepulcral, canta, gusta y se gusta; fueron unas saetas muy sentidas, llenas de matices y florituras que inundaron al alma de la gente. El marchenero no olvida su origen, pero, reconstruye, innova, mece la saeta…, conoce el paño, sabe que estamos en Madrid, no en Jerez ni Sevilla. Marchena, como sabemos es un transgresor, va más allá y como conoce el gusto de los públicos, le da lo que quieren. Pepe se alía, para darle más énfasis, a su petulancia, su carisma y su personalidad. A la par, siempre, le sigue un séquito de admiradores que levantan los ánimos y los aplausos; al igual que se rodea de bellas y excelentes cantaoras, como esta última, la carmonense Pepita Caballero a la que Pepe conocería con 17 años, cuando cantaba en el Circo Price madrileño y más tarde la llevaría en su  Compañía junto al empresario Jesús Perosanz.

Aquí dejamos 1934, estamos en primavera y los acontecimientos políticos y sociales que transfiguraran España, se avecinan. Para nuestro protagonista, este año dará mucho de sí, Marchena está en uno de sus mejores momentos, tiene energías suficientes para estar grabando durante el día en Madrid, cantar por la noche en Málaga, jugar en los casinos malagueños y permanecer hasta el amanecer, junto a varios amigos, de juerga.