El universo ordenado del melanocito cuando decide comportarse bien.
Los nevus hablan un lenguaje completamente distinto al melanoma.
No están en guerra con la piel: conviven con ella.
Su dermatoscopia refleja esa convivencia con una armonía estructural que, incluso en variaciones complejas, mantiene un equilibrio interno reconocible.
Mientras el melanoma crea caos, el nevus crea coherencia geométrica.
Por eso, al mirar un nevus, el ojo entrenado percibe inmediatamente tres cualidades:
simetría, uniformidad, repetición.
La benignidad se expresa como orden.
El nevus reticular clásico es la encarnación del orden melanocítico.
La red pigmentaria es regular, con líneas de grosor uniforme que respetan la anatomía natural.
Lineal, fina, homogénea
Los “huecos” entre líneas son uniformes
No hay zonas de engrosamiento ni rupturas
Es la firma óptica del melanocito “disciplinado”.
La red ocupa la lesión de forma uniforme.
El borde se mantiene limpio y sin proyecciones excéntricas.
No hay zonas negras, grisáceas o azuladas:
la pigmentación está toda en la epidermis.
El nevus reticular es el “patrón estable” del adulto joven.
Los nevus globulares representan crecimiento fisiológico.
Aparecen en niños, adolescentes y adultos jóvenes, donde los melanocitos proliferan de manera organizada.
Tamaño similar
Color similar
Distribución centrípeta o concéntrica
El nevus globular perfecto se podría doblar sobre sus ejes y coincidiría.
Lo extraordinario de los nevus globulares es que cambian, y aun así siguen siendo benignos.
Pocas cosas en dermatoscopia educan más el ojo que observar cómo un nevus joven crece sin dejar de ser coherente.
Hay nevus que renuncian a la red y a los glóbulos.
Se presentan como áreas uniformemente marrones o negras, sin patrones internos.
El silencio interno puede ser inquietante, pero la simetría y el borde claro los delatan como benignos.
Los nevus congénitos tienen una arquitectura compleja:
red + glóbulos + áreas homogéneas, todo conviviendo en el mismo territorio.
Hay varios patrones, pero todos son simétricos.
Intranquilos para el novato, totalmente normales en el experto.
Pueden simular melanoma, pero si son simétricos en los 360°, son benignos.
La pigmentación que reaparece tras una extirpación parcial suele seguir líneas de la cicatriz:
la dermatoscopia revela su obediencia al patrón del trauma.
Son los nevus que más se parecen al melanoma… pero sin maldad.
Su estética es casi explosiva.
Proyecciones radiales perfectamente simétricas.
Como un fogonazo detenido.
Similar al Spitz, pero con tonalidades negro/azul intensas.
Aquí el equilibrio es imperfecto:
proyecciones irregulares
glóbulos asimétricos
multicomponente
La línea entre benignidad y melanoma se vuelve borrosa → biopsia.
Con la maduración hacia la dermis, la dermatoscopia cambia de idioma.
Vasos finos en horquilla pueden imitar CBC, pero el contexto clínico y la simetría lo resuelven.
La benignidad puede ser palpable.
Los nevus también pueden jugar con el límite.
Si no cambia en el tiempo, no es malignidad.
El nevus “acampanado” puede falsificar un melanoma nodular.
Sí, parecen agresivos… pero son jóvenes.
Intensificación del color, pero con estructura preservada.
Un nevus benigno tiene tres constantes universales:
Simetría global
Patrón coherente (un único estilo arquitectónico)
Estabilidad en el tiempo
Si una lesión melanocítica mantiene estas tres leyes, la probabilidad de melanoma es mínima.
¿Simétrico?
Sí → benigno probable.
No → evaluar componentes.
¿Un solo patrón global?
Sí → benigno.
No → riesgo.
¿Glóbulos periféricos?
Simétricos → crecimiento normal.
Asimétricos → melanoma en desarrollo.
¿Puntos/gránulos grisáceos?
Centrales → cambios benignos.
Periféricos → riesgo real.
¿Velo azul-blanco o SWL?
Si aparece cualquiera → salir de “nevus land” y entrar en melanoma mode.